Menos mal que no terminamos la botella durante la comida porque me hubiese llevado una percepción bastante equivocada (y negativa). Recién abierto la madera era excesiva, con aromas de vainilla y madera que ocultaban la fruta y casi cualquier otro aroma. Y en boca poco reseñable: cuerpo medio y acidez razonable pero con la crianza también marcada en el posgusto. Extraño porque por lo que leo la crianza en madera ha sido bastante prudente (20% en barrica usada y el resto en foudres).
A la hora de la cena ya es otra cosa. La crianza sigue marcada y probablemente harán falta años para que se integre del todo, pero al menos ahora sí hay aromas de fruta negra, monte bajo, intensas notas florales y también minerales (polvo de ladrillo). Y en boca igualmente más integrado, con tanino todavía marcado aunque sabroso y buena acidez.
Mejorará.
Qué bueno es el aire que nos da la vida!
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