Estamos invitados una vez más por nuestro buen amigo Agustín en un fantástico restaurante del Grao de Castellón, en pleno puerto. Nos pedimos este vino pues uno de los comensales quería probarlo por primera vez (y quien no). Nos sacaron la botella de su vinoteca a unos 16°C. La dejamos abierta unos 20 minutos antes de servirnos y proceder con su valoración.

VISUAL: Su color es rojo picota de capa alta, limpio y brillante. Ribete estrecho en tonalidades violáceas con una lágrima fina, densa, lenta y ligeramente tintada (95).

OLFATIVA: Eminentemente frutoso en primer término, con apuntes de frutos del bosque, moras, arándanos y frambuesas. Tras agitar el líquido encontramos unos deliciosos especiados de pimienta negra y clavo acompañados por notas herbáceas de montebajo (pino, romero y tomillo), por apuntes minerales como de tinta china y con un fresco puntito balsámico que nos recuerda al eucalipto mentolado. Finalmente asoman terciarios de chocolate negro y por supuesto los aportes de la madera con un matiz de roble tostado de gran calidad. Soberbio en nariz, complejo e intenso (95).

GUSTATIVA: Con un punch descomunal se presenta impetuoso, con una carga tánica considerable y de altísima acidez. Muy amplio y con cuerpo en su paso por boca, bastante licoroso. En retronasal asoman claramente las notas tostadas y un punto balsámico muy agradable. Post-gusto intenso, quizás con los taninos demasiado duros todavía, pero transmitiendo sensación de vino estructurado, corpulento y de mucho futuro. Con apuntes de fruta muy madura y con un fondo especiado y amaderado increíble. Muy persistente, de largo recorrido, tres minutos y 10 segundos nos perdura en boca, un coloso. Aunque se disfruta de lo lindo ahora mismo, este vinazo pide botella a gritos, no menos de 5 años diría yo, lo cual le penaliza un poco (pero solo por el momento) (90). La verdad es que el 2009 que probamos con 12 años desde su cosecha está varios peldaños por encima, pero es que esos añitos extras en botella son absolutamente necesarios.

La RCP la dejaré en blanco por tratarse de un restaurante y además por ser una invitación.

MARIDAJE: Pues acompañó unas cigalas a la plancha, y de plato fuerte un fantástico besugo al horno. Pese a maridarlo con pescado la combinación fue de escándalo. La tanicidad de nuestro riberita lidió armoniosamente tanto con las intensas notas yodadas del marisco como con la salinidad del exquisito pescado, una delicia amigos y un disfrute descomunal. Gracias Agustín una vez más por estas delicatessen.

Salud-os!!