Blog de Verema.com

Vertical de mágnums de Clos Martinet en el restaurante Torrijos

Las catas verticales son, para mi gusto, uno de los mayores lujos que se puede dar un buen aficionado al vino. Ver cómo ha evolucionado un vino en diferentes añadas como consecuencia de la climatología específica y de la evolución en las técnicas vitivinícolas y de elaboración aplicadas es una de las cosas más apasionantes, desde un punto de vista intelectual y hedonista.

Anoche tuve la oportunidad, junto a otros veremeros, de disfrutar una completísima cata vertical de Clos Martinet, que tenía como singularidad realizarse toda con botellas mágnum (1,5 litros), algo extremadamente difícil de conseguir para once añadas como catamos. Además, contamos con el privilegio de la presencia de Josep Lluis Pérez y su mujer Montse, los creadores de este proyecto en 1989. En un artículo posterior entraré en más detalles. Ahora me interesa poner unas cuantas fotos del evento y destacar algunos detalles rápidos.

Había un precedente claro a esta cata. En mayo de 2002, en el marco de la Fira de Falset, ya habíamos tenido la ocasión de catar seis Clos Martinet (90, 92, 93, 95, 96 y 2000) y cuatro Cims de Porrera (96 a 99). Ahora el reto era empezar con el 1993 del Clos y acabar con la última añada a punto de comercializar (2004). Sólo nos faltó la añada 1994, de la que no queda una sola botella en la bodega.

Josep Lluis volvió a insistir en la importancia del papel del elaborador, especialmente en las zonas donde no existe una larga historia acumulada haciendo vinos de calidad. Defendió que sus vinos, como los de muchos elaboradores del Priorat, son “vinos de autor”, donde el elaborador emplea su sensibilidad y conocimientos para intentar mejorar todos los años, haciendo cambios, experimentos y acumulando aprendizaje.


Todos los vinos se habían descorchado la noche anterior y, en general tuvieron un nivel muy alto. Los que más me gustaron fueron el 93 (una muy grata sorpresa), el 96 (elegante y seductor como siempre), el 98 (muy sedoso y fácil de beber, en excelente momento de consumo) y el magnífico 2001, quizás el más equilibrado de todos, un vino profundo y enorme con mucha vida por delante. Los tres últimos (02, 03 y 04) están aun demasiado jóvenes, y más en formato mágnum, para ser disfrutados. Les faltaba más aireación.


La cena fue un sorprendente menú degustación de Josep Quintana servido con eficiencia germánica por el equipo de sala comandado por Raquel Torrijos, una de las mejores sumilleres valencianas. Me resultaron especialmente interesantes los snacks de bienvenida que tomamos de pie junto a un Champagne Louis Roederer Brut Vintage 99 y los “sabores refrescantes” del inicio de la cena.


Aquí pongo alguna fotos más que intentan captar la atmósfera de la cata y cena. En el artículo habrá más información.


Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar