Raúl Pérez. Entre variedades perdidas y zonas por descubrir

Raúl Pérez. Entre variedades perdidas y zonas por descubrir

La cata de Raúl Pérez en la mañana del sábado del 9º Encuentro Verema, fue un perfecto, y delicioso, ejemplo práctico de las leyes de la termodinámica y más concretamente del concepto que va ligado a estas leyes de la física como es la entropía; esto es, la tendencia natural de la pérdida del orden.

Fue una cata divertida, entrañable como lo es Raúl, aleccionadora, muy interesante, y fundamentalmente... entrópica. Algunos vinos de los programados no estaban, otros no previstos sí estaban y algunos con más añadas de las previstas (de Sketch, por ejemplo, incluso el 2002 criado bajo el mar), así hasta completar un total de 22 vinos, para los cuales los camareros tuvieron que reponer copas nuevas sobre la marcha en 2 o 3 ocasiones. Aprovecho para solicitar desde aquí disculpas si en algún momento hay alguna confusión con los vinos catados, el orden de cata o datos referentes a ellos. Ni que decir tiene que será bien recibida cualquiera aclaración y mejora de datos referentes a los vinos catados.

Mientras la termodinámica iba haciendo su camino, Raúl respondió con suma precisión a las diversas cuestiones sobre los innumerables vinos que le plantearon diversos elaboradores presentes en la cata: Chus Madrazo, Pablo Calatayud, Javier Zacagnini, Rodolfo Valiente. Prodigio de ubicuidad la de este hombre... y de megabytes de memoria.

Es encomiable el esfuerzo y dedicación de Raúl Pérez a la supervivencia de variedades y viñedos al borde de la extinción y que se mantienen, hasta ahora, en el más completo anonimato. Fue toda una lección de geografía vinícola.

Y los vinos catados, creo, fueron por este orden...

Vinos Blancos

La primera en la frente. Raul nos trajo un albariño de 25 años de edad. Un vino, como él mismo definió, con una materia prima muy buena pero sin fundamento enológico. Vino casero comprado a sus elaboradores, sin etiquetar, procedente de un viñedo viejo de 2 Ha con rendimientos de 200-300 Kg/ha cuyo objetivo en la mesa fue demostrar las posibilidades de envejecimiento de la uva albariño. Ciertamente, la nariz de este vino tenía recuerdos, hidrocarburos incluidos, de un riesling de ya ciertos años. El poco fundamento enológico se dejaba notar en boca, pero realmente la nariz tenía un más que notable atractivo.

Seguidamente el previsto bastardo ruso de Tras Os Montes fue sustituido por un verdelho de la misma región también sin etiquetar que mostraba una nariz floral, aromática  y ciertamente ampulosa. Muy seco y ácido en boca. Interesante.

Gorvia, Doña Blanca, Monterrei 2007 nos descubrió esta variedad con notas muy florales y aromáticas, y una boca plena de aromas que llenaban el retronasal casi hasta el empalago. Vino fermentado en fudres ovales de roble francés. Aquí Raul comentó a grandes rasgos su manera de trabajar con el vino blanco, sin hacer nunca battonage con las lías, y sin trasegar, dejando que el vino mantenga las aristas que le proporcionan vida.

Continuó la cata con Ultreia La Claudina, Godello, Bierzo 2007. ¡Este sí que sí! Un vino de maduración potente, color dorado, con restos de vainilla y de maderas muy suaves, floral, muy envolvente y al mismo tiempo fresco. En boca también es fresco, largo y ácido. Muy interesante. Hay cierto rastro tánico y cierto azúcar residual que combina muy bien con la punzante acidez.

Llegó el turno de Sketch Albariño que procede de una parcela con viñas de unos 40 años de edad y que se encuentra situada a 200 metros del mar en la zona de las Rías Baixas donde la influencia de la brisa salada del mar quiere hacerse notar. Se cría aproximadamente durante un año en barricas de 750 litros que se empezaron a utilizar en 2002, con la primera añada y que por tanto llevan ya algunos años criando vino. Tuvimos ocasión de probar tres añadas: 2007, 2008, y un 2002 de los que mantiene criándose en botella bajo el mar a unos 19m de profundidad en algún lugar indeterminado de la ría de Arousa.
He de decir que Sketch 2007 me pareció un vino sencillamente impactante, con una nariz muy poderosa, con características de riesling, cítricos, flores blancas y algo de jaboncillo. Una acidez brutal en boca y una muy ligera, casi imperceptible, sensación de madera.
Skecth 2008 apareció algo turbio y aunque la añada fue más madura que la 2007 el vino se nos aparece más fresco en nariz. En boca es untuoso y potente, con esa acidez marca de la casa.
Del Skecth 2002 bajo el mar, Raúl sólo salvó una de las tres botellas que había traído, y por sus comentarios tampoco era una de las que mejores resultados podía ofrecer. Poderosos tufos y sabores salinos para esta curiosidad que quizás lleve a algún sitio en algún momento.

Pricum, Albarin blanco 2007 de la Tierra de León cerró el turno a los vinos blancos. Viñedo repartido entre León (10Ha) y Asturias (3Ha) donde crece este varietal casi extinto, en una espaldera baja a 40 cm del suelo. Parece ser que ampelográficamente es un varietal similar a la chenin blanc. Para este vino la vendimia llegó en parte hasta el mes de diciembre y la crianza la realiza durante aproximadamente un año en una barrica vieja de 225 litros. El resultado es un vino muy floral y aromático en nariz, con una sequedad y acidez contundentes en boca.

Vino Rosado

Tampesta Rosado, Prieto Picudo 2009, Tierra de León.
Delicioso entretenimiento de color muy abierto rosa fresa, de poderosa intensidad en nariz, golosinas y chucherias que después y en ciertos momentos tiene recuerdos de sauvignon blanc o de verdejo. En boca es fresco, goloso, fácil y muy ligero.

Vinos Tintos

El turno de los tintos se vio de nuevo alterado ya que en lugar de un merenzao de Gorvia, comenzamos con un Quinta da Muradella Bastardo 2006 de la zona de Monterrei , en ese proyecto conjunto que Raúl lleva con José Luis Mateo  y que nos permitió nuevamente descubrir un varietal que según Raúl Pérez mantiene ampelográficamente similitudes con la pinot noir. Al vino le da una crianza de un año en barricas que en estos momentos tienen entre 3 y 4 años de edad. El vino tenía una asombrosa mineralidad en nariz sobre el fondo de fruta roja, y una boca fresca, frutal, atlántica, que se suele decir en el caso de los tintos de estas latitudes. Acidez, como no, y cierta astringencia en boca completaban el cuadro de este vino.

Dimos en estos momentos un salto geográfico desde el norte peninsular hasta la zona de Vinos de Madrid: Bernabeleva, Arroyo de Tórtolas, Garnacha 2007 (DO Vinos de Madrid). Nuevo proyecto y primera añada de este vino, que en nariz está bastante equilibrado, aunque algo goloso con notas de chucherias, madera balsámica y cierta sensación general de frescor. En boca se nota la barrica nueva de esta primera elaboración. Para elaborar este vino de garnacha, de por sí con tendencia a la oxidación, Raúl utiliza barricas de 500 litros.

Después la corta incursión en tierras madrileñas, volvimos a catar un vino tinto “atlántico”, Goliardo Caiño 2006 de la zona de Rias Baixas, elaborado en barricas de más de 5 años, y en el que se nota en nariz las notas de eucaliptus de los árboles que rodean la parcela de donde se obtiene la uva para este vino. En boca es ligero, fresco, pleno, suave. Para beber y beber sin cansarse.

Le tocó el turno después a otra variedad a rescatar, la Souson, de la bodega Quinta da Muradella añada 2007. Un vino muy original, diferente, como casi todos los de la cata. En  nariz, fruta madura en sazón, en boca tremenda sequedad, con un retronasal intenso  con recuerdos minerales; bueno, más que recuerdos, certezas.

En medio de semejante diálogo de monovarietales, probamos a continuación un multivarietal de zamarrica, bastardo, mencía y algunas variedades más como es A Trabe 2005 de la zona de Monterrei, y en el que el 30% de la uva (¿del viñedo?) procede de Portugal. Un vino francamente interesante, sabroso y en el que la barrica nueva y sus 14 grados pasan con mucha facilidad.

A continuación le llegó el momento a los vinos de mencía. En primer lugar, El Pecado 2007 de Ribeira Sacra, que lleva un pequeño porcentaje, alrededor del 5%, de caiño y bastardo. Se presentó algo cerrado en nariz en un principio. Es equilibrado, ligero, fresco y delicioso de beber. Ligera astringencia en boca.

Sin dejar la mencía, nos trasladamos al Bierzo y a los Ultreia de Valtuille, del que probamos 4 añadas: 1999, 2001, 2003 y 2007. La añada de 1999 fue el primer vino de barrica que Raúl Perez elaboró, con una barrica prestada por Alvaro Palacios. En estos momentos tiene una nariz de intensidad media, discreta. En boca se mantiene todavía áspero. La añada 2001 mantiene un curioso recuerdo ya que inició su vendimia el infausto 11 de septiembre de 2001. Aquí la barrica usada ya lleva implícita la voluntad de no dejar huella en el vino, y al contrario que el 1999, este vino es fresco, muy frutal y sinceramente compulsivo, características que se repiten en el 2003, quizás este último con una fruta algo más madura. La añada 2007 me pareció menos atractiva, la nariz es más densa, de fruta más madura y con notas de panadería. Es un vino de 15,2% vol. con los taninos en boca bastante ásperos todavía. Factor de añada, juventud por pulir, diferencias en la elaboración... Aquí no tengo notas que expliquen y respondan a estas diferencias encontradas.

El vino que probamos a continuación se trataba de un Douro de la añada 2008, elaborado en Quinta de Nápoles conjuntamente con Nieeport, del cual no tengo nombre y creo recordar que venía sin etiquetar. Un vino multivarietal, con concentración, de mimbres parecidos a sus hermanos españoles río arriba, con fruta en punto justo de maduración, madera bien integrada. Potente en boca, aún con mucho tiempo por delante para suavizarse.

Los dos vinos que cerraron la cata volvieron a ser tintos “atlánticos”. La realidad es que estos tintos suponen una bocanada de aire fresco, ligeros, que se beben fácil, son frescos, con buena acidez. Alejados de excesos de barrica nueva y de torrefactos. Hechos con variedades recuperadas casi de milagro, que aportan matices diferenciales y únicos. Del Goliardo Loureiro 2006, de la zona de Rias Baixas, destacan sus comienzos animales, su frescura, su buen andamiaje en boca, su fondo de menta y eucalipto.

Goliardo Espadeiro 2007 procede de la única barrica que probablemente existe en el mundo de esta variedad, más discreta en nariz que la loureiro, pero en este las notas animales las encuentro en boca, no en nariz. Como siempre en estos tintos, fresco, ácido ligero y muy bebible en boca.


Raúl Pérez finalizó la cata con mucha sinceridad, y no es que ésta faltara en ningún momento. Confesó que detrás de todos los vinos que habíamos probado, había muchas pruebas y mucho trabajo que se habían ido por el desagüe. Cuando se arriesga al elaborar, siempre existe el peligro del fracaso. No sabemos de los fracasos, pero desde luego los aciertos son muchos y buenos. También confesó un probable descanso de dos años de este ritmo frenético que llevaba, dos años en los que, quizás, no elaborara ningún vino. Esperemos que no sea tanto tiempo.