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Cata de tintos jóvenes

Tras algo más de un año sin realizar una crónica de nuestras catas me ha tocado estar de nuevo con vosotros a través de estas líneas y del magnífico escaparate que supone la web. Permitidme, por tanto, que os relate lo que aconteció en esta cata.

Si hace unos meses alguien me hubiera dicho que para esta ocasión seríamos tan sólo diez personas, no me lo hubiera creído. Pero así fue. Además, uno de los asistentes era un simpatizante de la Penya, nuestro querido Salvador Almenar, y otro, un invitado de Asensi llamado Emilio Martínez a quien desde aquí le doy la bienvenida. Por cierto, como es costumbre en los que se estrenan en este tipo de actividades, sus puntuaciones fueron excesivamente bajas, ¡incluso inferiores a los de los propios socios de la Peña!.

Diversos hechos se conjugaron para que esta cata no pasara a la historia. Desde la ausencia del organizador –más que justificada-, hasta la inadecuada temperatura de los vinos catados –en mi termómetro se llegó a registrar 23,7 º Celsius-, sin olvidar que la cata se había pospuesto a viernes debido a ¡un partido de fútbol!. Además, ocurrió un hecho que nunca antes había acontecido: la rotura de una de las copas Riedel de Carlos...¡Qué cara puso!. Sin comentarios.

Las ventajas de ser pocos son evidentes. Además de una comunicación más fluida entre unos y otros hay que destacar que sobró comida para dar y regalar y no hubo el peligro de que, debido a la proximidad física, alguien se atreviera a meter su tenedor en el plato de otro con los consabidos enfados que se derivan de este tipo de comportamientos.

La ausencia del organizador, Asensi Descalçs, nos privó de saber cuál había sido el motivo que le guió a la hora de elegir los cuatro vinos jóvenes que catamos. Quizás, un tanto harto de catar vinos de grandes crianzas y elevado coste quiso volver a la frescura de los vinos jóvenes de precio contenido (entre 5 y 7 €). Maravillosa palabra ésta de juventud. De hecho, según él, el lema de esta cata era “volviendo a los humildes orígenes”. Lo cierto es que la cata resultó muy difícil, tal como comentaba explicitamente Juan Such al aseverar que “no se distinguían bien los varietales y eso que había un shyraz”.

Tras la cata, y como es costumbre, la velada se alargó hasta bien entrada la madrugada empezando con un Mauro 99 y siguiendo por Les Marines 2001, un moscatel de Alejandría de la D.O. Alicante. Para postre unos barquillos rellenos de chocolate y frutos secos y, como no podía ser de otra manera, un brut nature de Agustí Torrelló.

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