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Historia del Cava: La superación de la crisis de la filoxera y el renacimiento de la industria (2ª parte)

Después de unos primeros años de éxito, el sector del Cava se enfrenta, a principios del siglo XX, a su mayor reto: combatir la enfermedad producida por un insecto parasitario, la phylloxera vastatrix, que reproduce chupando la savia de la planta y deteriorándola hasta matarla. El origen de la plaga se sitúa en California (Estados Unidos), y se cree que entró en Europa desde Francia, donde un viticultor de Burdeos quiso experimentar con pies de cepa americana - resistentes a la enfermedad - e introdujo de forma involuntaria el pulgón.

Ya en 1867, el Instituto Agrícola Catalán de San Isidro alertaba de una nueva enfermedad de la vid que había aparecido en el término municipalde Caforte, Narbona. La velocidad de propagación de la plaga queda clara teniendo en cuenta que su llegada a L'Alt Empordà se data de 1879. Las autoridades inician una campaña informativa para prevenir la enfermedad, pero todos los esfuerzos resultarán inútiles: en 1887 la plaga ya ha llegado a la comarca del Penedès y en 1892 el 90% de la vid está afectada.

El cultivo, que se ha multiplicado en los últimos años para cubrir la demanda del exterior producida por la llegada de la plaga a otras zonas con anterioridad, desaparece prácticamente en su totalidad. La mayoría de productores se arruinan y quedan patentes los problemas jurídicos derivados de la rabassa morta, el contrato habitual en la vid, según el cual la muerte de la viña extingue el contrato al trabajador. La crisis es tan grave que muchos terratenientes llegan a plantearse la posibilidad de abandonar la vid y sustituirla por el tabaco o los almendros.

Pero el tesón podrá más que el desánimo, y después de muchas investigaciones e intentos se decide plantar los pies de cepa americana, resistente a la enfermedad. El esfuerzo y la implicación de toda la población, terratenientes y campesinos, harán que pronto las viñas vuelvan a producir. El desastre de la filoxera, sin embargo, habrá calado tan hondo en la población que todavía hoy se rememoran los hechos en los pasacalles de las fiestas de Sant Sadurní, como recuerdo del esfuerzo colectivo para poner fin a la crisis.

Con la producción otra vez a pleno rendimiento, la expansión de la industria del Cava se extiende a todas las zonas geográficas. Manuel Raventós predecirá en este momento la futura importancia de la publicidad y organiza un concurso de carteles en el que participan artistas de la talla de Ramón Casas, Miguel Utrillo, Julio Tubilla y Sebastià Junyent, que tendrán amplia repercusión. La arquitectura también se hará eco de la importancia del Cava y arquitectos modernistas como Gaudí, Domènech i Montaner o Puig i Cadafalch contribuirán con sus edificios en la empresa.

Hasta los años 60, el sector se consolida en el mercado español, y ya en los 80 dará el salto al resto del mundo. En 1986, con la adhesión de España a la UE, se delimita finalmente la zona de producción del Cava a la zona conocida como "Región del Cava", que incluye municipios de Barcelona, Tarragona, Lleida, Girona, La Rioja, Álava, Zaragoza, Navarra, Valencia y Badajoz, entre los cuales cabe destacar el municipio de Sant Sadurní d'Anoia, donde se elabora más del 75% de la producción total. De este modo, y con la entrada en vigor de la orden del 27 de febrero, el Cava pasa a denominarse Vino Espumoso de Calidad Producido en una Región Determinada (VECPRD). La necesidad de desmarcarse del resto de espumosos se convierte así en la gran oportunidad del sector para dar a conocer su propia personalidad.

El Cava se enfrenta al siglo XXI con la seguridad de ser un producto de éxito promovido por uno de los sectores más dinámicos y prósperos, con producciones de más de 200 millones de botellas anuales.


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