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¿Qué es la biodinámica? La Viticultura en Biodinámica

Nota del Traductor: Nicolas Joly, prestigioso viticultor en Maine et Loire, Francia, produce La Coulée de Serrant, uno de los más grandes vinos blancos del mundo producidos en agricultura biodinámica.

El Clos de La Coulée de Serrant constituye en si mismo una Denominación de Origen Controlada de 7 has. (D.O.C. ó A.O.C.). Pertenece a la familia Joly y también dispone de praderas donde pastan un rebaño de vacas Nantaises y los caballos que después aran las viñas. Nicolas Joly quiso integrar en su “domaine” estos animales para escapar del monocultivo de la viña y dirigirse hacia un “organismo agrícola diversificado”.

Su libro, “Le vin du Ciel a la Terre” Edition Sang de la Terre, Paris, ha sido traducido ya a cuatro idiomas (inglés, italiano, alemán y español) y está en curso su traducción al Japonés. En español se titula “El vino del cielo a la tierra”, editorial 4 Elementos, Corullón, España.

¿Qué es la biodinámica?

Las D.O.C. (A.O.C.) en el vino

Para hablar sobre el vino, hace falta, antes de nada, hablar de esa formidable creación francesa que son las Appelation de Origine Controlée (Denominación de Origen Calificada en España).

En los años treinta del siglo pasado se comprendió que el gusto de un vino tenía que ver con la relación entre una variedad y con un lugar original donde se hallaba un viñedo concreto. Convendría pues proteger esa peculiaridad para el futuro consumidor. Con una botella de esta A.O.C. tendríamos la garantía de un gusto único en el mundo, ya que la combinación entre una variedad, un suelo y un clima o microclima, no se podría repetir en ningún lugar del mundo.

Desgraciadamente, hoy en día, sólo queda un ligero recuerdo de ese concepto. Es la elección de unos caminos equivocados por parte del mundo vitícola, en el cual incluyo a todos sus responsables: productores, distribuidores, críticos, restauradores, consumidores, etc. lo que nos a llevado a esta situación.

Durante los años sesenta se aconsejó, por vía de todas las cámaras agrarias y especialistas, el uso de herbicidas, sin precisar a los viticultores, quizás demasiado crédulos, que estos productos acabarían por exterminar lentamente todos los microorganismos del suelo, y que en ausencia de estos ninguna raíz se podría alimentar de su “terroir”. Cinco o diez años después, la viña no se desarrollaba más e hizo falta recurrir a factores artificiales de crecimiento en forma de abonos químicos que, finalmente, forzaban a la planta a absorber más agua.

Este nuevo desequilibrio acentuó, por supuesto, el impacto de las enfermedades y en vez de seguir tratando la viña, como en el pasado, con productos que se quedaban en la superficie de la hoja, inventaron los “sistémicos”, los cuales media hora después de ser aplicados pasan a la savia, y así atacar definitivamente la enfermedad.

Nadie se inquietó entonces sobre el hecho de que el desequilibrio en el origen de las enfermedades no estaba controlado y que podía generar nuevas enfermedades. Tampoco de que esta savia era lo que ponía en relación a la viña y al sol, por medio de la fotosíntesis y, por consiguiente, con el vino y su gusto, su color, sus aromas, su capacidad para envejecer, etc.

Estas cualidades irían descendiendo hasta la muerte del “terroir”, y entonces fue cuando más se desarrolló la tecnología de bodega que el cliente, poco informado en general, confundió con calidad. Sin entrar en muchos detalles; ¿a caso sabe el cliente neófito que podemos utilizar hasta 300 levaduras que nos dan 300 sabores diferentes al vino los cuales van desde el plátano hasta la frambuesa?

En un primer momento esto resulto muy beneficioso, pero poco a poco el cliente se dio cuenta de que los vinos extranjeros “mucho menos honorables” hechos con esas mismas técnicas tenían el mismo sabor que los de las “venerables” A.O.C. tradicionales.

Ha sido el transcurso de todos estos acontecimientos lo que llevo a Francia por ejemplo, uno de los países del mundo que más diversidad y calidad de “terroirs” tiene y por lo tanto mejor “armado” para vender sus vinos en el resto del mundo, a una crisis que se debe a una agricultura poco inteligente y nada reflexiva.

Todo esto nos permite entender mejor las razones de la necesidad de una vuelta irreversible a una mejor comprensión de las leyes que están detrás de las fuerzas de crecimiento de la naturaleza para poder acentuar el descenso de las mismas al suelo y a las plantas.

Agricultura Integrada

Este tipo de agricultura es un poco menos agresiva que la agricultura química convencional, quizás un 20 % menos.

¿Permite esto expresarse mejor a los vinos? Desde mi punto de vista no, ya que una ligera rebaja de esta contaminación, simplemente no nos permitirá un reencuentro con la vida natural. Aconsejo a los viticultores que se hayan dado cuenta de las debilidades a las que he hecho alusión de no perder más el tiempo con este falso retorno y que empiecen a probar con una parcela en agricultura ecológica, para ver como se puede realizar una vuelta a la vida natural en lugar de perder tiempo y dinero en este progreso más real en la forma que en su fondo.

Agricultura Ecológica

En agricultura ecológica hay sin embargo un progreso real. Al fin el viticultor se da cuenta que las leyes y sistemas que hay detrás de su viña son muchísimo más complicadas de lo que le habían contado. Son inmensas cadenas de vida que van desde los animales, mamíferos, pájaros, insectos, vegetación, etc. y que se prolongan al suelo en forma de microorganismos, que van a ayudar a la viña a asimilar mejor todos los sutiles aspectos de la Denominación gracias a las micorrizas. A nivel energético todos estos fenómenos están ligados a la expresión de un sistema solar y estelar en cuya ausencia ningún sistema de vida podría aparecer sobre la tierra.

La fotosíntesis que es la fuente de más del 80% de la nueva materia seca que hace crecer la viña cada año (madera, sarmientos, hojas, fruta) solo utiliza lo “no material” es decir la luz, el calor y el aire (este si tiene algo de materia) que la planta consigue densificar en celulosa, azúcar, etc. En estas complejas e invisibles acciones es donde se crea la calidad, la armonía y la grandeza de un vino. El viticultor biológico ha tomado conciencia de estos hechos y hace todo lo posible para que ninguna de sus prácticas agrícolas interrumpa los profundos misterios que están alrededor de la materialización que es la fotosíntesis.

Todos los productos químicos de síntesis que la naturaleza no sabe “digerir”, herbicidas, insecticidas, etc. son lógicamente excluidos. El retorno de las fuerzas de vida permite una resistencia a las enfermedades mayor cada año. Este principio de la enfermedad que no es para las plantas más que una deficiencia de las fuerzas vitales, podría, por supuesto, profundizase mucho más. Cada uno comprenderá que “absorber” un vino o una comida armoniosa energéticamente es al fin y al cabo una profunda fuente de salud.

Agricultura biodinámica

Esta agricultura recorre una etapa suplementaria que no es siempre bien comprendida. Tomemos un ejemplo para facilitar su comprensión: cuando un animal acaba de morir desaparece rápidamente, estando sumiso a las leyes de la tierra, descomponiéndose y trasformándose en elementos muy simples. La pregunta que hay que hacerse entonces es: ¿Dónde están las fuerzas que han construido este animal, que le dieron su carácter especial, sus formas, etc.?

Estas fuerzas son energéticas, por eso cuando el animal muere, la ausencia de vida no se puede pesar.

Existe por lo tanto un mundo creador de vida en forma de sistema energético que comienza a entenderse mejor por los físicos con la resonancia magnética.

Sobre la tierra tiene lugar un “matrimonio” permanente de leyes propiamente terrestres y de “otras” leyes, podríamos decir “solares” para simplificar algo que es complejo y apasionante a la vez. Este sistema puede ser estimulado en el suelo o en la planta por preparaciones naturales que no necesitan ser cuantitativamente importantes ya que ellas actúan como una reserva energética. Con un teléfono móvil hablamos con alguien por un sistema de ondas que hemos “instalado” artificialmente alrededor de la tierra y que son perjudiciales para nuestra salud. Nadie se para a pensar en el peso de estas ondas. Estas redes no se pesan porque actúan de otra manera.

Creando la biodinámica y su casi imponderable cantidad de preparados, Rudolf Steiner acorta finalmente la distancia entre la planta y un sistema energético que existe desde la noche de los tiempos. Es la primera vez que una agricultura abre esta puerta que permite mucho más que poner la planta en relación con los procesos del potasio, silicio, calcio, hierro, etc. No se actúa por un aporte físico de materia sino por una conexión que desarrolla un proceso físico.

Es un enorme progreso porque finalmente limitamos los efectos negativos de las poluciones hertzianas creadas por el hombre y que, sin que nosotros tengamos conciencia, limitan esa conexión energética entre la planta y la matriz que le da la vida.

Esta comprensión puede ayudar a cada uno a darse cuenta de lo inquietante de la situación que se impone en las ciudades con los móviles, GPS, microondas, radares, etc. y por lo tanto de la densidad, que no cesa de crecer y convertirse en algo al final muy peligroso para los campos energéticos vivos de los cuales la propia energía del hombre depende. Es necesario saber que los nuevos móviles con cámara de fotos necesitan una fuente de alimentación que contiene 4,7 veces mas fuerza que las anteriores. Entendemos pues que la biodinámica cuando se aplica con conocimiento y comprensión, permite que el racimo asimile todos los campos cualitativos que transforman al vino en un elixir medicinal; al contrario que en agricultura convencional.

Comprendemos entonces que con una agricultura de este tipo el trabajo en bodega se convierte en mínimas actuaciones ya que todo lo que la viña ha captado esta lleno de armonía y fuerza. Por tanto la Denominación de Origen se expresa con toda su fuerza y libertad cada uno de los viticultores que están en este camino se lo podían confirmar y demostrar.

No hay duda de que el futuro de la viticultura esta en el regreso de la comprensión profunda de las denominaciones y el cultivo respetuoso de la viña. La biodinámica es pues uno de los mejores caminos para llegar al antiguo concepto de denominación. Uno puede convencerse viendo que cada vez más viticultores conocidos mundialmente hacen la elección de esta agricultura después algunos años de ensayos. Por supuesto, este acercamiento molesta a una concepción más industrial del vino o de la agricultura y sobre todo al lucrativo mercado del asesoramiento enológico y vitícola, por no hablar de las grandes multinacionales fitofarmaceúticas. Esto explica las campañas en contra que cada vez son más virulentas (“la biodinámica es una secta”, “Rudolf Steiner estaba ligado a los nazis”, etc.). Todo esto para retrasar, por medio de argumentos injustificables, una ascensión ineludible debido a su eficacia.


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