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Explorando con tino, La Rioja Alavesa

No puede ser más atinado, que descubrir esta meca del vino español de la mano de una persona cuya filantropía, conocimiento y pasión por el vino, desborda en todo momento con gestos de camaradería. Una experiencia que mi esposa y yo hemos vivido de manera intensa con Don Jesús Madrazo en la Rioja Alavesa

Todo comenzó con la visita a la nueva bodega de Viña Real, inaugurada de manera oficial el 1 de julio de 2004. En lo alto de un cerro luce sus formas geométricas invitándonos a pasar. Estética y funcionamiento en armonía con el entorno, el arquitecto francés Philippe Mazieres, combinó: el hormigón, el acero y la madera; los elementos protagonistas, junto con la uva, en la vinificación, que se funden en una sola pieza de manera natural. Chema Ryan, su enólogo, nos abrió las puertas para mostrarnos todos los elementos que contribuyen al resultado de un vino de calidad: desde la llegada de la uva a la tolva receptora, hasta el embotellado pasando por la manera delicada del despalillado, la supresión de bombas y tubos para la conducción del mosto al principio, y el vino en sus fases finales, de manera que se precipite con sólo la fuerza de la gravedad. Innovaciones junto con el piso antiderrapante, hecho de mortero cuarzo y resinas, que además de las ventajas sanitarias refleja una imagen fresca y futurista.

El borde del tragaluz en el entrepiso, es el punto neural donde descansa la estructura del edificio, resuelto de forma magistral para mostrarnos a través de un vidrio el fondo donde se localizan las barricas para la crianza.
Bajamos al salón de crianza donde llegada la hora probamos el vino en barrica: se trata del Viña Real 2002, 100% tempranillo que con sus cuatro trasiegos muestra una nariz a tostados y notas de regaliz, con un sabor frutal y un fondo de madera que aún no se integran del todo.

Degustar el vino recién sacado de la barrica me hace sentir partícipe en el proceso de elaboración. Después del interesante recorrido por la bodega llegó la hora de despedirnos de Chema y agradecer esos momentos que ha compartido con nosotros: sus conocimientos y experiencia.

Nos dirigimos a Laguardia, pueblo medieval en lo alto de una colina que conserva gran parte de sus murallas, de donde se domina todo el valle y se puede admirar otra bodega destacada por su arquitectura, de techos ondulados plenos de movimiento que me recuerdan las olas del mar, en este océano de viñedos; me refiero a Ysios, obra del genial arquitecto valenciano Santiago Calatrava.

Pasado el medio día fuimos invitados a comer, por Jesús, al Restaurante Marixa, este pintoresco restaurante cuenta con algunas habitaciones así como también un salón donde se deleita la vista con un panorama colmado de viñedos y bodegas. Corrimos con mala suerte ya que esa parte del comedor estaba cerrada, así que nos limitamos a echar un vistazo. Pasamos a otro salón donde saciamos nuestro apetito con la deliciosa cocina local, acompañada de una rica selección de vinos de Jesús. Charla amena, buena comida y mejores vinos, ¡que más se puede pedir!.

El primero de la tarde fue un Graciano 2000, uva legendaria en Rioja que gracias a Chus en 1994 y a Juan Carlos Sancha de Bodegas Viña Ijalba se ha ido recuperando, ya que su producción iba en franco descenso. Hoy en día son ocho las bodegas que producen vinos monovarietales de graciano, la mayoría de ellas se encuentra en Rioja.

La graciano no es común encontrarla en un vino monovarietal; nos muestra sus encantos con notas de zarzamora, aceituna negra y un fondo mentolado, de paladar fresco, directo y de una excelente acidez que le ha valido para reforzar la longevidad de los vinos de tempranillo. Después llegó el turno al Contino Reserva 1999, sabroso y muy amplio en boca con moras, tabaco rubio y cuero, excelente maridaje con el plato de pimientos del piquillo rellenos.

A continuación un Gran Reserva 1996, más complejo que el anterior y con una nota de romero y sotobosque que lo hace muy elegante. Por último la estrella de la tarde Viñas del olivo 2000, sus catorce meses en barrica y esa mágica combinación de tempranillo y graciano lo convierten en un vino integrado, profundo y sedoso.

Más tarde y después de un delicioso postre con café, dimos un paseo por este pueblo medieval cuyas calles están repletas de rejillas, necesarias otrora para despedir los gases producto de la fermentación casera dentro pequeñas habitaciones subterráneas, a pesar de las previsiones, de vez en cuando el bióxido de carbono cobraba algunas vidas.

Visitamos la Iglesia de Santa María Real de Laguardia, cuyos inicios datan del siglo XII. Iglesia donde nuestro anfitrión estrella, Jesús, contrajo nupcias.

Después de haber bajado un poco la comida con la caminata, nos dirigimos a La Serna para visitar Bodegas Contino. Descendiendo por la colina se puede ver el olivo que le da nombre a este pago. Para estas fechas Jesús ya había terminado la vendimia, las vides parecían reposar orgullosas de haber dado tan preciados frutos. En seguida de un interesante recorrido por gran parte de la bodega, Jesús nos dio ha probar el mosto de la cuba G1, es decir mosto que apenas comenzaba a fermentar con ese cosquilleo en la punta de la lengua. La cuba G4, que también probamos, contenía el vino en su fase final de fermentación; el antes y después. También probamos la tempranillo en sus primeras fases de fermentación.

Tuvimos la oportunidad de hacer la prueba en barrica del Olivo 2003, un vino potente, fresco y equilibrado, que saldrá a la venta para el 2005. Uno de los momentos más interesantes fue cuando Jesús nos mostró una sala repleta de barricas, de diferentes robles y diferentes toneleros, todo esto en la búsqueda de la mejor madera para ensamblar sus vinos; así que todavía nos tiene muchas gratas sorpresas en el futuro.

Ya en la despedida y mostrando de nueva cuenta su generosidad, Jesús nos regaló dos botellas de Selección 2001 Jesús Madrazo una que será la que guarde por más tiempo lleva estampada su firma, con una frase que me hizo mucha gracia; donde me advierte que esa botella se la beberá Montserrat, mi hija mayor, cuando cumpla los dieciocho. Esto a raíz del comentario que hice sobre la dosis de vino que deberían beber los niños, hasta llegar a la madurez. Lo de Jesús fue toda una ceremonia ya que al principio se mezclaba con gaseosa, subiendo cada vez más la medida de vino, hasta alcanzar los dieciocho, y entonces pasar al salón con la abuela y beber una botella entera. No cabe duda que los abuelos son muy generosos.

Experiencias como la que tuvimos esa tarde de octubre perdurarán para siempre en nuestra mente, y lo más importante de todo, sumar a la breve lista de amigos, a alguien muy especial como Chus Madrazo.


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