Visitando la Ribera del Duero (y II).
Hermanos Cuadrado
La bodega Hermanos Cuadrado data de 1994 y es un proyecto familiar con visos románticos, con una producción pequeña (unas 50.000 botellas al año) y unos magníficos vinos.
Pedro Cuadrado, uno de los propietarios y su máximo responsable sabía que contaban con un elemento crucial para poner un proyecto como éste, la casa de campo de la familia en Quintanilla de Onésimo y sus excelentes viñedos. De hecho buena parte de los veranos de la infancia de Pedro Cuadrado transcurrió en esta apacible finca que limita con el padre Duero y, tal vez por ello es palpable su amor por el “terruño” cuando se visitan con él las viñas en amigable paseo, tal y como tuvimos oportunidad de hacer.
El azar, además, hizo que trabara una gran amistad con un enólogo danés recién llegado a la zona, Peter Sisseck. A raíz de dicha amistad Peter presta asesoramiento a la bodega en viticultura y enología, y los primeros Pingus vieron la luz en sus instalaciones.
La finca tiene unas 100 hectáreas de las que hay plantadas de viñedo unas 40, con variedades como el tinto fino, merlot o cabernet sauvignon. Elabora exclusivamente vinos tintos tranquilos, y se ha ganado una excelente reputación de calidad con su Finca Villacreces y sobre todo con su excepcional Nebro, uno de los grandes de España.
Durante la bodega tuvimos la suerte de probar los diferentes vinos de las barricas aunque sin lugar a dudas fue aquel excepcional Nebro 2001 el que a todos nos tocó el corazón. Pese a estar aún comenzando su proceso de crianza el vino mostraba ya las cualidades del "enorme" vino que acabara siendo. Picota muy cubierto, fruta muy presente, los suaves toques de la barrica, redondez en boca, tremenda estructura, persistencia. Un vino para no olvidar jamás.
Leda Viñas Viejas.
Estuvimos en Leda por mediación de Chuchi Soto, de Pecados Originales, acompañados por Luis Suarez y después de visitar en Valladolid su magnífica tienda fuimos hasta Tudela de Duero. Allí, en el mismo casco antiguo, en una preciosa casa señorial está la bodega.
Acompañados por Luis y Cesar Muñoz, el enólogo de la bodega, recorrimos las coquetas instalaciones –en pleno proceso de ampliación- y conocimos de primera mano la filosofía de la bodega plasmada en su propio nombre, sacar lo mejor de las viñas viejas de la zona y producir así un gran vino. Dentro de esta filosofía está también el producir monovarietales de tinto fino y en la búsqueda de las cepas adecuadas han contactado con unos 40 proveedores en cuyas explotaciones la producción está por debajo de los 4.000 Kg por hectárea. Así consigue los aproximadamente 50.000 Kg. de uva que vinifican.
No obstante su amor y respeto por la tradición no están reñidos con el empleo de las mejores tecnologías para la producción de vino: mesa de selección, depósitos troncocónicos, trabajo en gravedad siempre que se pueda…. También la madera para la crianza es cuidadosamente seleccionada usándose alrededor de un 15% de barricas de roble americano (Missouri) y el 85% restante de roble francés Alliers, Nevers y Joupilles.
Como es habitual pudimos probar directamente de la barrica unas excepcionales muestras del 2001 en las que la enorme complejidad de la nariz resultaba ya hechizadora. Personales toques florales, de maderas aromáticas, de especias, de monte bajo, etc… en una cascada casi inacabable de sensaciones que culminaba con una boca explosiva con unos taninos muy marcados –lógicamente- pero dulces y con mucha fruta.
Acabamos la visita con un dilatadísimo almuerzo en la posada Fuente de la Aceña donde debatimos sobre el momento presente del mundo del vino, sus perspectivas y de los proyectos de futuro de la bodega. En la comida disfrutamos –no podía ser menos- de un Leda Viñas Viejas 1999, la nota de cata se puede encontrar en “Vinos catados”.
Quisiéramos finalizar agradeciendo todas las atenciones recibidas durante estas visitas, en las que disfrutamos de los más importante que tienen, no su vino, sino la enorme calidad de su capital humano. ¡Hasta pronto!
