Visita a Bodegas Dionisos: la bodega de las estrellas.

Tras este título se hace difícil no visitar esta bodega situada en el municipio de Valdepeñas.

Aprovechamos estos días de Semana Santa para disfrutar de esta ciudad heroica y tierra de vinos de calidad donde un viticultor ha decidido  hacer algo interesante y diferente a lo que nos tienen acostumbrados en la extensa región de la Mancha: agricultura y vinicultura biológica, o mejor dicho, vinos como se ha hecho toda la vida.

Bodega situada dentro del núcleo urbano de Valdepeñas, fachada sencilla, casa solariega típica de la Mancha  y patio trasero con  bodega y cueva subterránea.

Soy recibido muy amablemente en la entrada de la casa, e invitado a pasar a un patio de aspecto castellano mientras esperamos al resto de acompañantes y al artífice de estos vinos, Dionisio, dueño de la bodega y descendiente de varias generaciones de vitivinicultores. El patio es sencillo y muy bien cuidado, con unos adornos en el centro, columnas de piedra sujetando vigas de madera que soportan las terrazas del primer piso y toldo preparado para cuando llegue el abrasante sol del verano que calienta estas tierras, 

Poco nos hace esperar Dionisio para describir lo que representa su bodega y sus vinos, edificación manchega con bodega y cueva subterránea, de las que quedan pocas en el municipio o quizás la última,depósitos de hormigón, tinajas de terracota de diferentes tamaños, agricultura biológica y elaboración de vinos lo más artesanal posible, vinos de calidad.

Breve exposición de las variedades cultivadas, muestras en recipientes de cristal de los distintos terrenos en los que están cultivadas sus viñas y el porqué de la tradición de antaño de construir las bodegas dentro de los municipios urbanos. Dada la cercanía de la sierra y el peligro de los bandoleros en los siglos pasados, la construcción de las bodegas se hacía dentro del municipio, buscando el resguardo de los vecinos. Hoy en día con el desarrollo urbano de las poblaciones, muy pocas han quedado dentro del casco urbano y otras han desparecido por completo.

Somos conducidos a la parte trasera de la casa, donde se encuentra una pequeña tolva, en la que son recibidos los racimos de uva vendimiados a mano respetando en todo momento las fases de la luna y que poco a poco van pasando primero por un tornillo sin fin, después por la despalilladora y finalmente por la estrujadora, para seguidamente según variedad y vino, seguir un proceso  de fermentación y crianza u otro.

El siguiente paso es una sala de depósitos de hormigón, en cuyo interior la temperatura es muy fresca; en ellos se produce la lenta fermentación de algunos de los vinos que realiza la Bodega Dionisos. Uno tras otro y en perfectas condiciones de conservación cocinan en sus entrañas los vinos que más tarde nos van a hacer disfrutar, tintos, blancos y claretes.

Adentrándonos en la bodega, la visita empieza a ser cada vez más interesante.

Somos llevados a una sala en la que se elaboran otros vinos, en este caso en grandes tinajas de terracota ¡a saber los años que estas tinajas llevan dando satisfacciones! Demuestran estar años y años allí encerradas, dando lo mejor de sí para elaborar lo que la naturaleza, Dionisio y su progenitores les han encargado.

Pasarela de madera para acceder de una a otra y apenas dos lámparas que nos dejan ver la sala en penumbra; se respira tranquilidad y serenidad, esta nave es refrescada mediante unos conductos que suben de la cueva que vamos a ver más adelante.

Ha llegado el momento de mostrarnos donde descansan y se crían durante años estos vinos; para ello volvemos a la casa y descendemos por una escaleras a unos 10 metros de profundidad, a mitad de las cuales nos encontramos con lo que antiguamente eran las neveras de las casas, “ la fresquera”, pero lo más importante nos lo encontramos en el fondo.

Cueva escavada en piedra, que alberga el dormir en barricas de roble, lo que se ha gestado tras la fermentación de los vinos en sus diversas variedades.

Nada más entrar a la derecha, precioso cementerio y no muy grande de diversas añadas allí elaboradas, que duermen de forma placentera hasta que un día alguien decida perturbar su sueño para llevarlas a una copa.

A mano izquierda, preciosa cueva llena de tinajas en las que antiguamente se realizaba la fermentación de los vinos, barricas de roble francés y algunas pruebas de como se conservaban y transportaban los vinos en la antigüedad. La cueva es una maravilla, sorprende que debajo de una vivienda pueda haber una cueva de esas características y tan bien conservada.

Finalizada la visita inicial por la bodega, a partir de ahora empezaremos a entender el porqué de este nombre “ La visita de las estrellas”, conoceremos lo que es la agricultura ecológica o biológica de la mano de Dionísio, sin lugar a dudas merece la pena lo que nos espera.

En un ambiente más sosegado, pasamos a una pequeña nave de la bodega, más tranquila y preparada a tal efecto. Se abre una puerta y nos encontramos un pequeño planetario en el centro, no muy grande, pero suficiente para entender lo que Dionisio va a tratar con agrado de transmitirnos y que entendamos el porqué de los tiempos y los trabajos en el campo y en bodega con respecto a las constelaciones y los movimientos de la luna. Que nadie se espere un planetario lleno de lujos, pero si os digo la verdad, me pareció entrañable y acogedor, no falta detalle ni explicación por parte de Dioniso, es fundamental para entender lo que quiere que nos muestren sus vinos.

Llegó la hora de las catas y a tal efecto tenemos una pequeña sala preparada con unas tapitas para maridar los vinos; comedor acogedor con chimenea al fondo que no hace falta encender porque la temperatura es bastante agradable.

Catamos varios vinos, un blanco fresquito y muy expresivo, un rosado más que afrutado, floral, tintos con barrica y uno de los vinos top de la Bodegas Dionisos, Vinum Vitae, acompañados como ya he comentado antes de varias tapas elegidas con sabiduría y acierto a tal efecto.

Destacar lo que pasó durante la cata. Dionisio en todo momento hizo incapié en que recordáramos bien los aromas que se respiraban por toda la bodega, en especial la cueva, algo muy importante en este tipo de elaboraciones ya que se intervine lo más mínimo en su elaboración y cualquier detalle es sumamente importante.

Catando el Vinum Vitae, una de las chicas que nos acompañaba al preguntarle ¿qué sentimientos y aromas te despiertan? pues pasó algo que no había visto en mi vida y era ver como alguien se emocionaba hasta el punto de soltar alguna lagrimilla por sus ojos, por sentir los aromas de los que se había empapado en la cueva en la que se criaban estos vinos ¿Hay algo más bonito? Quizás estemos hablando de vinos con alma propia, que hacen llegar hasta despertar los sentimientos más íntimos del ser humano.

Dos horas y media de visita que me parecieron cinco minutos, con la promesa interior de volver y con la enorme satisfacción de haber visitado a una gente que cree en su vino, que sabe lo que hace, que mima su tierra: vinos singulares y únicos.

Os incluyo un par de video-documentales sobre Bodegas Dionisos