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Un paseo por los vinos de Brasil, donde no todo es fútbol

Cada vez que yo viajo a Brasil para estudiar el vino y su cultura en ese inmenso país, mis amigos piensan que es una excusa para irme a la playa y tomar caipiriñas.

Pero no, Brasil tiene una cultura del vino, en alguna de sus regiones más que centenarias, y su crecimiento en cuanto a superficie es impresionante y el interés que muchas personas poseen conmueve cuando ves sus manifestaciones, catas, fiestas del vino, o simplemente visitas las bien surtidas vinotecas de las ciudades importantes; por lo tanto, la cultura del vino en Brasil es un hecho que sigue incrementándose cada día.

En un país de tanta variedad territorial y ambiental, que es casi un continente, puede haber territorios apropiados para muchos tipos de cultivos. Me comentaba un funcionario del Instituto Brasileño del Vino, que ellos mismos se sorprenden de la plantación de viñas en sitios insospechados y desconocidos para esa institución implicada en varias áreas de la cultura del vino.

Pese al crecimiento y a la aparición de plantaciones en lugares marginales, podemos decir que en la actualidad en Brasil hay alrededor de 80.000 hectáreas de viñas, entre las variedades de mesa y las viníferas. Las más representativas de Norte a sur son San Francisco en la zona de Petronila, San Rafael, Santa Carina, y en el sur en la tierra de Rio Grande do Sul , Bento Gonçalvez, Campanha Gaúcha y Frontera.

Soporte de viñedos enlatados Cooperativa de Garibaldi

 

Cada una de las regiones posee peculiaridades que iremos relatando.

Al noreste del país el Vale do Sao Francisco, tiene su centro en la localidad de Petronila en el Estado de Pernambuco, aunque también participan algunos municipios del de Bahía. En esta región se recogen dos cosechas de uva al año, llegando a cosecharse hasta cinco cosechas en dos años. Es una comarca que comenzó plantando uvas de mesa y en la actualidad ya hay vinícolas del sur del país que se están instalando, sobre todo para la elaboración de espumantes. Hoy se pueden visitar en la Ruta del Vino que va paralela al impresionante río, siete vinícolas que elaboran diferentes vinos.

Son los llamados vinos tropicales que están surgiendo en Tailandia, India, Venezuela o en esta región brasileña, situada entre los paralelos 8º y 9º.
En estas comarcas se pueden tener las viñas en las varios estados vegetativos al mismo tiempo, una parcela en poda, otra al lado en brotación, otra enverando y la cuarta vendimiándola.

En la zona se ha realizado un Congreso para estudiar las características de estos vinos tropicales, que parece que contienen altos porcentajes de polifenoles, en especial de resveratrol.

En Santa Catarina hay zonas muy originales como los Vales de uva Goethe, cuyo centro es la localidad de Urussanga donde se produce esta uva blanca, con la que pretenden obtener una Indicación Geográfica de Procedencia.

Casa de Madera Tratamiento manual

En esta zona se comenzó a plantar la uva Goethe en los inicios del siglo XX. Es una variedad hibrida creada en los Estados Unidos, en 1851 por el ampelógrafo Edgard Stanniford Roger, a partir de uvas blancas italianas y de moscateles; es muy resistente a las enfermedades, Esta planta fue muy empleada por los emigrantes italianos que llegan a Brasil a partir de 1876.
En la zona se ha constituido un Associaçao dos Produtores da uva e do vinho Goethe.

En el Estado de Río Grande do Sul se produce el 90% de los vinos de Brasil. Es la tierra gaúcha y de mayor tradición vitivinícola de todo el país a partir de la llegada de los emigrantes italianos.

En la actualidad más de 9.000 hectáreas de viñedo están plantadas dentro de la Indicación Geográfica de Calidad que cubre los municipios de Bento Gonçalvez, Garibaldi y Montebello; es la única IGP vinícola, que existe en este inmenso país y a finales de este mes de octubre se constituirá en una Denominación de Origen, clasificación ésta por la que llevan luchando los viticultores de la zona.

También sus vinícolas están colonizando otras tierras tanto en el norte del país como en el sur de este estado, ya que es evidente que la demanda de Brasil, que consume 2 litros por persona y año, está creciendo de forma exponencial.

Alambrado en platano Atado con mimbre

El paisaje del viñedo brasileño en la zona de la Sierra Gaúcha

Estas tierras del sur de Brasil se conocen por sus caracteres gauchos como si fueran de las pampas, entre uruguayas y argentinas, aunque se sitúan en zonas casi serranas.

La primera sorpresa al llegar a esta región es el paisaje de viñas que encontramos. Nos hallamos ante plantaciones de pequeños propietarios, con variedades híbridas, poco conocidas en Europa, como la Isabel, la Lorena, la Niágara, la Bordo, la Rúbea, la Borgoña o la Tercy, con las que los emigrantes italianos llegados del Véneto, el Friuli o la Lombardía comenzaron a elaborar los primeros vinos. Las formaciones de parrales, “enlatados” es decir con soportes de madera y estructuras horizontales de caña de bambú fueron las primeras en emplearse. Eran emparrados cercanos a la casa y que proporcionaban el vino familiar, ya que la mayor parte de las 24 hectáreas que de media recibía en el lote cada emigrante, se dedicaban al cultivo de cereales, hortalizas y frutas, para la alimentación de la familia.

Formación tradicional Enlatado de tradición italiana

Poco a poco cada zona fue especializando sus cultivos y en la que estamos describiendo, antes de finalizar el siglo XIX había una importante producción de uvas para la elaboración de vino, ya para un incipiente comercio.

A comienzos del siglo XX y con el empleo del alambre de hierro se consigue una nueva formación que de alguna forma recordaba las plantaciones de los lugares de origen de los migrantes, como la pérgola trentina, o los parrales sujetos con plátanos plantados en los límites del viñedo y que constituían el parral elevado que permitía sujetar la planta a una distancia del suelo húmedo, el trabajo manual e incluso el cultivo de hortalizas en el suelos, además del pastoreo.

En la actualidad uno de los atractivos más importantes de la región lo constituye ese conjunto de parrales soportados por estructuras de alambre que se apoyan en las hileras de plátanos, que hacen el contorno de cada parcela y en las de gran pendiente precisan de otra línea paralela a los 30 o 40 metros, dando un aspecto característico y único en el mundo de hoy.

Sistemas de formación similares se encuentran en pequeñas superficies en algunas zonas italianas norteñas y en la vecina Córdoba argentina, se ven muestras similares con el soporte arbóreo de las moreras.

El paisaje de esta formación en ladera e incluso en fuertes pendientes es muy bello, y en muchos casos la edificación familiar en madera se encuentra al lado de “las parreirais”. Otra característica de esta formación es el elevado número de horas de trabajo que conlleva, tanto en la poda, los tratamientos y la recolección. Además precisa de un continuado sistema de sujeción de los sarmientos a la alambre por medio de varas de mimbre que sirven para atar el conjunto. Esto trae consigo la presencia de mimbreras en muchas explotaciones, característica de los viñedos latinoamericanos, más ecológicos que los europeos que emplean el plástico para sus atados.

Este paisaje en la actualidad se está transformando y lo mismo que están cambiando las explotaciones hacia las variedades que producen vinos finos de origen francesas o italianas, también se está sustituyendo la formación de “enlatado” por la espaldera, más cómoda y barata en mano de obra.

Según los cálculos que nos explican, a lo largo del año las tareas que realizan en un viñedo en espaldera dos personas, son necesarias 10 para la misma actividad en un “enlatado”, lo que justifica que las nuevas plantaciones se realicen con técnicas actuales, anchuras holgadas para permitir el paso de los tractores, realizando prepodas, tratamientos e incluso vendimia mecanizada.

Esta transformación necesaria en términos de producción nos plantea ciertas inquietudes en lo que se refiere al paisaje, y sobre todo a la interesante oferta de turismo que esta región brasileña posee.

Viñedo doméstico Viñedo y araucaria

El Turismo del Vino en Rio Grande do Sul, Brasil

La propuesta de turismo del vino de esta región es extraordinaria en todos los sentidos, y debemos describir alguna de sus características. Partimos de la existencia de un Centro distribuidor de los viajeros que es la villa de Bento Gonçalvez de algo más de 150.000 habitantes, aunque luego veremos que podríamos elegir otras ciudades como centro.

Bento se sitúa a 1 hora y media del aeropuerto internacional de Porto Alegre, y por medio de una peligrosa carretera se llega a esta bella tierra vinícola.

Desde esta capital del vino, que también lo es del mueble y acoge mucha industria metálica, podemos plantear recorridos a diferentes rutas, muy variadas y además complementarias. Si por nuestra afición al enoturismo deseamos comenzar por la zona más prolífera en viñedos debemos elegir la ruta del Vale dos Vinhedos.

Con respecto al alojamiento, los hay de todas las categorías desde el Hotel Spa del Vino, instalación de lujo en una construcción espectacular, que domina una gran parte del valle y del vecino municipio de Montebello. Este completo alojamiento con tratamientos de Enoterapia, se encuentra a media hora de la ciudad, en medio de las viñas.

En esta hay una excelente oferta hotelera, en la que se aconseja reservar ya que la ciudad recibe diferentes eventos relacionados con los sectores profesionales, más destacados y llegan a colapsar las instalaciones. Y existe una tercera categoría de hotelería basada en alojamientos más sencillos, que siguen el modelo del Turismo Rural europeo o argentino, y que están llenos de encanto y de la nostalgia que el emigrante transmite.

La propuesta es variada y complementaria, yo no olvidaría el SPA para los amantes del lujo, pero además buscaría familias acogedoras, que nos cuenten historias del ir y venir desde la montañosa Italia decimonónica, al Brasil naciente y desconocido.

En esta segunda opción nuestra sugerencia es la Hostería de la Colombina, en San Jorge (Garibaldi), donde la familia de Odette Bettu Lazzari, tiene un acogedor comedor dentro de una bella explotación, La mejor tarde de nuestra estancia en Bento la pasamos en esta casa, comenzando por recorrer los viñedos, hallar el tronco del árbol más que centenario del que salieron las tablas para construir la casa familiar y luego la merienda, con productos de la explotación, quesos de leche de la vaca que pasta en el vecino prado y una mermeladas deliciosas. Todo esto acompañado de un vino de la variedad más representativa, la Isabel, con esos sabores a tinta, a brea y a tostados que aparecen tanto en los zumos como en el vino, pero que ningún bodeguero se atreve a vinificar con calidad, ya que hay una cierta vergüenza del pasado, que en cambio se muestra con orgullo en esta familia de las hermanas y la madre, que con tanto mimo tienen su instalación y reciben al viajero. Mujeres trabajadoras, universitarias, guapas, labradoras y que saben lo que es luchar para salir adelante desde su temprana orfandad, y que nos despiden con sus colombinas hechas de masa de pan, como un recuerdo cariñoso.

el árbol ancestral de la familia Bettu

Siguiendo con propuestas familiares se pueden recorrer las diferentes rutas, observando el respeto y la admiración hacia un sacrificado pasado, con la mirada en Italia y la presencia en el Brasil del futuro.

El Vale dos Vinhedos está lleno de sorpresas y lo mejor es orientarse. En la entrada del valle, la Asociación Aprovale, que reúne a los bodegueros de la zona, ofrece en su sede toda la información y el viajero sale del lugar lleno de un excelente material promocional, A partir de aquí las sugerencias son muchas y yo me inclino de nuevo por visitar a los amigos.
Insisto en esto de amigos, ya que en mis recorridos anteriores por la comarca conocí a personas a las que hoy me une una entrañable amistad. El llegar a un lugar lejano y que haya un lazo común, que ata personas y une tierras, como es el vino, hace que las conversaciones fluyan y las coincidencias aparezcan surgiendo amistades y cariños que renovamos cada vez que visitamos esas tierras.

Comenzamos nuestra visita en Don Laurindo lugar pionero en el turismo del vino y departiendo con su experimentado enólogo Ademir Brandelli, empezamos a conocer los secretos de los vinos locales, sus aromas intensos y su palabra grata hace que el tiempo no pase catando malvasías y un excelente espumante brut.

Siguiendo el camino podemos encontrar anticuarios, pintores, queserías y la sorpresa de una nueva bodega Alma Única, de la que hemos probado los vinos en el concurso local, pero que no conocemos.

De aquí a Lidio Carraro donde las viñas son joyas y el talante en la recepción es cariñoso y amigable. Como producto, no debemos olvidar estos vinos, unos de los mejores de la zona que todavía nos darán nuevas sorpresas, y nos sorprende particularmente el tempranillo, que nos recuerda nuestra.

No lejos Pizzano, en medio de un campo tan verde como bello, ofreciendo otros productos de interés, y con ese carácter familiar que se observa en el trabajo de todos sus componentes en la tarea, en este momento del embotellado. Si buscamos singularidades no olvidar un Alicant Bouschet 2004 o el espumante rose elaborado con “egiodola” y merlot.
Al pasar no olvidar Miolo, que no debe asustar por lo grande, sino que nos anima a conocer el ímpetu de Antonio que hace veinte años tenía una cantina familiar mínima y hoy es un referente mundial en los vinos brasileños, ya que además su vocación lo ha llevado al norte y al sur de este inmenso país.

Estando en la zona yo tomaría la carretera a Montebello y en el bar de la plaza pediría un vino de mesa de esos que saben a trabajo y huelen a esfuerzo, procedente de alguna de las cooperativas de la comarca.

Al regresar hacia Bento, aconsejo conocer el valle que conduce a Santa Teresa para ver la diferencia entre el trabajo del hombre, en las laderas más bajas próximas al río y como “el mato”, el bosque cubre el resto como una oscura amenaza verdinegra que asustaba a los recién llegados emigrantes. Esta tierra en su extremo, nos ofrece la imagen de cómo pudo ser el terreno densamente boscoso que los pioneros encontraron al paso de sus carretas, como lo recuerda el monumento broncíneo dedicado al emigrante en Bento Gonçalvez, no lejos de un sencillo museo que ofrece información del momento de la llegada.

El regreso a Bento lo hacemos pasando por Barcarola donde Cesar Petroni, que estudio en la Italia de sus bisabuelos, nos recibe con esos vinos que no se ocultan por la madera y la conversación siempre es grata, con este enamorado de los vinos del mundo.

De aquí a casa Valduga donde Elisabete dirige un proyecto que es envidiable. Comemos en el restaurante de tradición italiana, ya que tiene otro dentro de la bodega, y un cómodo alojamiento muy recomendable. Las pastas caseras, la rúcula fresca , “el galeto” de una gallina que cría especialmente para su cocina, y los postres nos recuerdan de donde vinieron y yo pienso que es la Italia en boca con unas lágrimas de sazón. Para no entristecernos, un rosado Dueto que anima a las pastas y aguanta el pollo asado.

Al lado Don Cándido, con esa bondad que solo da la edad y el largo trabajo y unas manos que al estrecharlas sientes las horas de labor que han pasado entre sus dedos. Con sus casi ochenta años nos acompaña a las viñas viejas y a las innovadas y nos explica las diferencias, y la necesidad del cambio de formación para obtener los rendimientos necesarios actuales. Después un “marcelan”, que es de esas variedades que hoy con calidad sólo podemos degustar en América Latina, compañeras de la “arinarnoa, ancellotta” o aquel “teroldego” de Lidio Carraro y sin olvidar el “lagrein” que elabora sin engañar con la barrica, nuestro amigo Cesar en Barcarola.

Bodegas Miolo Cata en Don Cándido

De regreso vemos con envidia las instalaciones de Borghetto Sant’ Ana, un alojamiento de turismo rural de alto nivel y extremo gusto, con unas vistas sobre el viñedo, que ha sabido diseñar su propietaria la arquitecta Vanja Hertcert, que ha concluido una bella bodega, Luis Argenta, en Flores da Cunha, una de las muestras más interesantes de la arquitectura del vino de Brasil.

Volvemos a Bento Gonçalvez, que es el centro para preparar una nueva excursión. Lo mismo que la comarca está llena de propuestas de todo tipo, la capital es un tiempo muerto no recomendable; sus habitantes están a su trabajo, a sus muebles y a sus cuchillos, lo de agradar al viajero con ofertas urbanas, todavía no se lo plantean.

A la mañana siguiente y siempre con un vehículo alquilado, ya que las comunicaciones públicas son difíciles, buscamos otras propuestas. Pero antes de abandonar la insulsa capital volvemos a visitar es inmensa cooperativa que es Aurora, y que presume de ser la primera que se instaló en este país.

Esta agrupación reúne 1.100 agricultores, que producen más de 50 millones de kilos de uva, con la que sus enólogos hacen de todo, desde los exquisitos jugos de uva, hasta elevados vinos tranquilos, que guarda en barricas y sus modernos espumantes. Su filosofía la transmiten en un video que ofrecen a los más de 150.000 visitantes que acuden a ver ese bosque de tinas de madera de araucaria y de grapia que parafinadas recibían los vinos en los primeros tiempos de la cooperativa.

Estas tinas contrastan con las modernas en acero inoxidable en las que hoy hacen vinos de renombre que exportan en grandes cantidades a Rusia y son el sustento de muchos labradores locales, con una media de no más de 3 hectáreas, que lucen con orgullo una placa a la puerta de sus casas en la que proclaman ostentosamente que son cooperativistas de Aurora, nombre de uno de los valles vitivinícolas más bellos de la comarca, siempre al amanecer cubierto de una niebla casi atlántica.

La tienda de vinos y el comercio de las artesanías que elaboran las familias de los cooperativistas completan el recorrido, mientras suena el silbato próximo de una locomotora de vapor que quiere partir.

El tren del vino, apodado cariñosamente como Maria Fumaça, por el nombre de la locomotora recorre las zonas vitivinícolas, y personajes ataviados a la moda de la época de la emigración italiana, acompañan al público que visita la región vitivinícola de Garibaldi y degusta sus conocidos espumantes, hasta llegar a Carlos Barbosa en un recorrido de 23 kmts. Este recurso hacia el tiempo pasado se puede completar con una visita al Parque Temático de la Epopeya Italiana, que nos narra las vicisitudes de la llegada de los migrantes a este país. Estas iniciativas más el recorrido en un viejo autobús de los años cincuenta, son recursos basados en la memoria colectiva que tiene tan presente su carácter viajero.

Acceso a la capital del espumante Rueda del molino de hierba mate

Otras sugerencias para los amantes del vino en Brasil

La propuesta de la ruta do Vale dos Vinhedos basa sus actividades en el conocimiento del mundo del vino con la visita a las bodegas más importantes. En Garibaldi hay otras ofertas agrupadas bajo diferentes rutas. La Estrada do Sabor reúne a familias que elaboran productos alimentarios de calidad, incluyendo vinos y artesanías.

Otra propuesta es la de la Rota das Cantinas de Garibaldi que agrupa a siete productores de vinos y espumantes, que ofrecen almuerzos con degustaciones y recorridos por los viñedos en el remolque del tractor. A la entrada de la ruta do Vale dos Vinhedos nos encontramos con Ernesto Cataluña Llopis valenciano, que elabora artesanalmente un rico espumante desde hace más de veinte años y ofrece a los viajeros una excelente paella que aprendió de sus padres, también emigrantes.

Garibaldi, con no más de 12.000 habitantes es la capital de los espumantes brasileiros y tiene una excelente ruta dedicada a conocer ese producto que se elabora en la zona desde los años 1920, con la casi centenaria bodega Peterlongo, que sigue etiquetando su producto como “champagne” por ser anterior al establecimiento de la Denominación francesa.

En esta población la Ruta Religiosa, nos habla del valor de las devociones de los primeros emigrantes que traen sus patronos de la Italia, devota a través de algunas comunidades religiosas, que además hacen excelentes licores. No olvidar el Museo Municipal que nos va a explicar que hacía por estas tierras Garibaldi, defensor de libertades fuera de su tierra.

Viñedo tradicional y moderno Señalización excelente

Volviendo a Bento debemos describir otras rutas que nos siguen mostrando el vino pero con la elegancia de mezclarlo con otros productos y actividades.

Hay una zona que nos permite vislumbrar una parte de la belleza de los viñedos y que tiene su centro en Faria Lemos, por donde discurre la Rota cantinas históricas. El paisaje es muy interesante y se puede ver desde arriba ese bello valle de Aurora, podemos observarlo desde el Mirante do Campanario, donde el amante de la fotografía, disfrutará un buen rato. En el recorrido nos encontramos el antiguo almacén de los productos de todo tipo, que necesitaba el emigrante.

Para descansar del camino, el Parque Temático Dal Pizzol Vinhos Finos es el lugar ideal. En una superficie ajardinada, de casi 9 hectáreas, cuidadas y señalizadas, aprovechando las instalaciones de una antigua cerámica. Aquí podemos pasear, disfrutar del campo y del conocimiento de más de 200 variedades de uvas, y de la vegetación de la comarca, perfectamente documentada, y además degustar los vinos, que también aciertan prescindiendo de la barrica, y acompañarlos con los alimentos del bien surtido restaurante.

Si además podemos estar acompañados de Rinaldo y Antonio Dal Pizzol el placer es total y se pasa la tarde sin querer sentados al lado del lago, con la casi vacía botella de touriga nacional, que nos encantó.

Ocho son las propuestas de esta ruta del vino pero hay que contar con una jornada para disfrutar de tierra, paisaje, productos y gentes, en definitiva para apreciar el turismo de los sentidos.

Nos queda una sugerencia cuyo eje es la arquitectura popular y que nos parece absolutamente imprescindible para comprender la moderna concepción que del turismo temático tiene esta región. No hay que olvidar que detrás de muchas iniciativas está presente una especialista en temas turísticos, que hoy ejerce tareas de administración política de ese producto que es Ivane Fávero, alma de la actividad turística de la región, como lo hemos podido ver por el reconocimiento otorgado durante la clausura del Congreso del Turismo del Vino de América Latina.

La Ruta de Caminhos de Pedra basa su propuesta en la recuperación de las primeras habitaciones ocupadas por los emigrantes, construidas en madera y en piedra.

El valor de la arquitectura popular sustenta todo el recorrido y permite conocer las casas de piedra construidas por los emigrantes, junto a las de madera que fue la propuesta más habitual gracias a la existencia de extensos bosques de araucaria, que con sus largas y derechas tablas, lo mismo construyeron casas que grandes tinas donde fermentar y guardar el vino. La Ruta comienza a 4 kilómetros de Bento y nos ofrece una variedad excelente que va desde la arquitectura de una destilería en ladrillo, que es una joya, muestras de la nueva arquitectura de bodegas como el caso de Lovara, y nos lleva a través de un recorrido lineal a conocer una quesería, talleres artesanales, restaurantes y bodegas.

Entre estas destaca la de Salvati & Sirena, donde probamos ese vino de uvas “goethe” que quieren recuperar en otras zonas. Aquí Silverio, su esposa y su hija Thaisa, atienden al público que no para de llegar a esa cantina octogonal rodeada de tinas de madera en uso, que guardan peverellas y barberas que vinieron del otro lado del mundo.

Los textiles, la repostería y la artesanía te van enganchando, a través de las historias que cuentan sus actores. Al final del recorrido una maravilla de la arquitectura industrial, que es la casa de la Erva Mate, en la que con un sistema hidráulico y después de tostar y seleccionar la hierba mate, se muele por medio de la acción del agua. Además de la construcción y la tecnología, escuchamos atentos la forma de tomar esa hierba algo excitante que une a las tierras de Paraguay, Argentina, Uruguay y Brasil.

Soportes vivos del parral Sistema tradicional de viñedo

El almuerzo en el restaurante Nona Ludia, nos transporta al Trentino de comienzos de siglo pero aderezando los menús mezclando los recuerdos con las aportaciones locales.

Nos quedan dos rutas por conocer, una dedicada a los Vinhos de Montanha que nos conduce a Pinto Bandeira, y que va ascendiendo hasta encontrar plantaciones a más de mil metros de altitud.

Lo mismo podríamos decir de la Ruta Vale do Rio das Antas, donde el río y su meandro toman todo el protagonismo, y se disfruta de la abundancia del agua, y de una construcción para atravesarla como el puente Ernesto Dornelles que es una joya de la arquitectura civil.

No lejos está la grandiosa vinícola Saltón donde se hacen vinos de todos los tipos dirigidos por la familia y por el enólogo Lucindo Copat a quién yo leí por primera vez sobre los vinos de Brasil en aquel libro memorable que coordinó D. Luís Hidalgo en 1992, posteriormente he conocido y disfrutado de su saber.

Saltón es una gran bodega, con una construcción impresionante pero que produce algunos vinos como de detalle, dentro de su millonaria elaboración.

Patrimonio y cultura del vino

Un aficionado al vino disfrutará en la zona de unas jornadas, que yo recomiendo de una semana, recorriendo estas Rotas y acercándose hacia Flores de Cunha, tomando como centro la gran ciudad de Caxias do Sul, y vistando la Rota dos Vinhos Altos Montes que recorre ese río que está presente en toda la vida de los vinos de la región sur de Brasil.

Hablábamos del disfrute de los enófilos recorriendo estas tierras productoras, pero tenemos que aclarar que el valor que en toda la región se le concede a la cultura tradicional y en particular al aporte cultural que traen los migrantes europeos a esta región, es muy interesante y tiene abundantes manifestaciones de lo que hoy hemos dado en llamar el turismo temático.

Y un hecho que nos ha sorprendido es este interés por la conservación del patrimonio y su vertiente museográfica, que se manifiesta en diferentes propuestas que queremos destacar. En el hotel Villa Michelon en la Ruta de los Vinhedos de Bento conocimos a un enamorado de este tema. Por su cariño y voluntad en las instalaciones que dentro de su complejo hotelero tienen una voluntad didáctica, es digno de admiración.

Allí D. Moisés ha creado un espacio cultural de indudable valor, donde se reúnen los objetos relacionados con el cultivo y la elaboración del vino en el lugar en el que está inmerso su hotel. A través de paneles, fotos y gráficos, la vida del viñador emigrante y laborioso se refleja de forma atractiva. La visita nos ofrece un repaso por la cultura popular de esa comarca. Y si contamos con la fortuna de que el creador del Museo, D. Moisés, nos acompañe en la visita, los relatos se encadenan entre envases de madera, máquinas de tratamientos o sistemas de embotellado, y vemos como los objetos relatan una historia y por lo tanto es necesaria su conservación.

En otra zona ya citada la colección de Dall Pizzol, es otro ejemplo de respeto a la tradición, que además de ofrecer un espacio placentero anima a conocer la historia de la comarca.

En la capital Caixas do Sul y en otra gran cooperativa que quiere distinguirse por su antigüedad hay otro museo relacionado con el vino y su cultura en la instalación Primo Slomp.

En esta línea de la recuperación del patrimonio cultural de la región no debemos olvidar, por ya citado el Ecomuseo de la Erva Mate en la Ruta de los Caminos de Piedra, y hemos de destacar los pequeños museos locales, que por su humildad, ya poseen el respeto del viajero, acostumbrado a los Guggemhein y a los Tate, y otros ostentosos de la abundancia.

Casa de la Erva Mate Protección contra el pedrisco

Otro elemento identitario que nos ha sorprendido es la relación entre estas poblaciones vinateras y la cultura gaúcha, que está, tan presente en un entorno internacional que abarca los países que confluyen con el río de la Plata y que se vinculan con la emigración a las tierras de la pampa llana, con el caballo como medio de transporte y como pasión y con una indumentaria particular, relacionada íntimamente con la carne asada y con el amargo mate.

Estas manifestaciones identitarias basadas en una estética particular, que se representa a mediados de septiembre cuando va a llegar la conmemoración de la Revolución Farroupilha el 20 de ese mes, se exhiben con orgullo en toda la zona.

Acudimos a Porto Alegre para visitar esa feria de exhibición de lo gaúcho, en todas sus manifestaciones que tiene su sede a lo largo del mes septembrino, donde se reúnen los tópicos del mate, las voleadoras, las bombachas y toda una indumentaria de la que presumen cada uno de los países pampeanos, sin entender que es algo común a esas tierras de emigración y que hoy constituyen sus elementos de identidad, en países que por nuevos buscan puntos de referencia, más en la estética que en la ética.

En esa feria el plato habitual es de nuevo la carne asada, por la que también luchan esos países vecinos como si pudiera ser un patrimonio único, el de la carne que anda y trashuma de tierra en tierra, sin conocer a que país pertenece.

La carne asada buen complemento del vino, la calma de las tardes de atardeceres largos como la pampa, está presente en esa feria. Y nos recuerda los buenos restaurantes como la Brigada de Buenos Aires, o el Palenque de Montevideo y no se le queda atrás Na Brasa de Porte Alegre, donde si sabes pedir el corte poco hecho y jugoso, estás ante uno de los grandes placeres de esta vida.

Buenos asados


Es interesante saber que redacto estas líneas en la tarde otoñal de La Rioja española, y que todo este repertorio expuesto se centra en una comarca vinatera de una corta extensión y de una impresionante variedad que bordea a la ciudad brasileña de Bento Gonçalvez.
Este repaso a las actividades que podemos realizar sin salir de un radio de 15 kilómetros desde ese centro, se puede completar con otras zonas cercanas, pero creemos que hemos descrito lo imprescindible para animar a algún aficionado al mundo del vino a que presuma de conocer la región por excelencia de los vinos brasileiros.

Casa de madera. Horno de pastelería Protección contra granizo

Una singularidad los vinos brasileños de Vilmar Bettu

En cada región que visitamos, siempre encontramos algún producto extraordinario, generalmente de escaso volumen y destacada calidad.
Para llegar a este reducido viñedo rodeado de bosques, hemos contado con la colaboración de la enóloga María Amalia Duarte, que conoce el mundo del vino brasileño de maravilla, como los de otras zonas, por su ánimo e interés.

En su casa conocimos a Vilmar, con quien paseamos y visitamos su explotación que no supera la hectárea y adquiere también a sus vecinos uvas de extraordinaria calidad para realizar sus producciones.

El viñedo cercano a la casa mantiene la formación de parral sostenido en troncos y columnas de piedra, y algunas parras se situaban a más de cinco metros de altura, aunque en nuestra segunda visita esta curiosa formación había desaparecido. El paseo por el camino del viñedo rodeado de araucarias y al borde de un río es una delicia en estos días primaverales.

Su bodega cuenta con una mínima tecnología y sólo podemos hablar de microvinificaciones, ya que toda su producción nunca supera las 5.000 botellas. Sorprende la variedad de vinos que elabora y como característica general destaca la alta graduación alcohólica, en una tierra nublada y lluviosa, y la potente concentración sin descuidar una correcta acidez que le permite un cierto envejecimiento en botella. Un ejemplo de esto es un tannat 2003, con un fuerte color e intensidad que probamos el pasado año.

Otra sorpresa de aquella agradable tarde, acompañados del fotógrafo Miguel Martín, fue el Nebiolo 2002 con todas las características posibles para ser un vino de guarda, si hubiera producción….

Y una complicada mezcla de cinco variedades tintas del 2003, es otro fruto exquisito, complejo y por encima de los 14º, que no es que sea una virtud en si, sino una excepción.

Ejemplo de viñedo tradicional Camino de plátanos

Entre los blancos pudimos degustar el chardonnay del 2009 con olores a lácteos, harinas y con un alto contenido alcohólico que le hace muy original.Cualquiera de los productos degustados resultaron excelentes, pero como ocurre casi siempre lo bueno es escaso y difícil de conseguir. La bodega recibe visitantes, que son sus clientes y compradores, pero el vino se acaba casi recién puesto en el mercado.

También conocimos al viejo Bettú que a sus 95 años sigue hablando dialecto “venetto” y ayuda en las tareas del viñedo. Este año volvimos a visitar a nuestro amigo y tuvimos la ocasión de conocer a su hija Jariza que ha concluido sus estudios de enología y va a continuar la tradición de la familia, aunque la tarea primordial de Vilmar haya sido la enseñanza de la Física.

El enclave de la casa, la pequeña bodega y la sorprendente calidad de los vinos bien merecen una visita a este lugar idílico tan cercano a Garibaldi.

El 1º Congreso Latino Americano de Enoturismo

Hace más de seis meses me llegó la propuesta de Dª Ivane Fávero, Secretaria de Turismo de la Municipalidad de Bento Gonçalvez, en la que me sugería la idea de realizar un congreso sobre el tema del Turismo del Vino en América Latina. Como ella sabía de mi trabajo en este ámbito desde México a Patagonia, me invitó a abrir la reunión con una presentación sobre el estado actual de la cuestión.

Mi intervención descriptiva y sincrónica trata de dar una información del Turismo del Vino a partir de su desarrollo en Europa y en Estados Unidos, y su llegada a América Latina, como copia de los dos modelos citados. A partir de este planteamiento teórico hemos presentado la situación de las iniciativas de cada país, destacando las singularidades, mostrando sus atractivos y tratando de incorporar el disfrute del paisaje del viñedo como un complemento de la visita a la bodega, Estas salidas a la viña, están poniendo al cliente aficionado en contacto con la planta y con el origen del vino, en su vida anual, sus labores, los tratamientos y crece un respeto aún mayor por el producto si se conoce el proceso que va desde la plantación de la cepa a la copa.

En esta excursión que ya no tiene los límites de los paralelos como la delimitación clásica de los espacios de producción del hemisferio sur. Nuestra propuesta de espacio de elaboración del vino de América Latina se adscribe dentro de un triángulo que tiene sus vértices, uno en Ensenada en la frontera de México con Estados Unidos, el otro en Bariloche en la Patagonia argentina y el tercero en esa tierra de Bento, albergando países tan diversos como México, Colombia, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Perú, Chile, Argentina, Uruguay y Brasil.

Dentro de este triángulo tendremos una concepción de países elaboradores desde el norte hacia el sur y que además de elaborar excelentes productos son posibles receptores de un turismo del vino, que aumenta cada año y que precisa además de novedades, con paisaje, calidad de vino y buenos servicios, del que sería un perfecto exponente la tierra de viñedos de la Serra Gaúcha.

Para conocer el territorio estudiado, vamos a realizar una somera descripción de los países visitados. En la Baja California mexicana, con más de 2.000 hectáreas, se va ampliando la zona de plantación hacia el sur, en los valles de Santo Tomás y San Vicente, tierras más frescas y mejor regadas que las tradicionales del Valle de Guadalupe. En el sur están creciendo bien los tempranillos y se hacen excelentes vinos de zinfandel.

En el capítulo de la arquitectura, existe esa intencionalidad estética en la obra arquitectónica, como es el caso de la intervención de Alejandro D’Acosta en la bodega de Santo Tomás en el pago del mismo nombre. Otras manifestaciones son la obra colonial de Adobe Guadalupe, el sencillo trabajo de Finisterra o la innovación de la bodega Liceaga.

En Ensenada, la Escuela de Enología y Gastronomía está formando a futuros profesionales y de cara al futuro tendrá un personal muy preparado para las visitas a bodegas.

Con respecto al museo son varias las propuestas y en la actualidad parece que existe una decisión de instalarlo en la ciudad de Ensenada en el complejo construido llamado El Caracol, que podrá tener diferentes funciones, desde la formativa, la receptiva, la lúdica y la oferta gastronómica, Esperamos con interés que las autoridades y los bodegueros decidan juntos que desean hacer. Pero hoy, es necesario un centro de recepción de visitantes, teniendo en cuenta que el turismo de cruceros se va a incrementar y son los futuros clientes del turismo del vino de la Baja California.

Siguiendo hacia el sur sabemos de los vinos venezolanos a través de las comunicaciones al Congreso de Vinos Tropicales, que se ha celebrado en Petronila recientemente, pero nosotros no los hemos estudiado,

En Colombia hemos repasado en nuestra comunicación las sugerencias existentes sobre todo con la información del enólogo John Edgard Franco Pérez.

En las zonas andinas podemos hablar de tres países con viñedos en el norte que son Ecuador, Perú y Bolivia.

Perú en Arequipa, posee una propuesta interesante incluyendo la visita a las bodegas históricas que guardan las antiguas tinajas de elaboración de vino, así como otros muchos útiles como prensas y otros artilugios. A la vez que existen otras bodegas modernas que elaboran vinos y singanis de excelente calidad,Bolivia esta preparando un proyecto bajo nuestra dirección para estudiar los valores de la cultura del vino en las comarcas de Tarija y los Cintis; el trabajo comienza a finales de octubre y su objetivo pretende estudiar las manifestaciones culturales y ponerlas en valor para que puedan constituir un recurso para el incipiente turismo de la comarca.

En este repaso de norte a sur nos encontramos con Brasil país anfitrión que ha tenido la valentía de arrancar con la propuesta del Congreso al que han acudido representantes de varios países latinoamericanos. En los debates se han presentado iniciativas de esta tierra y de las vecinas, con la intención de crear un ambiente propicio para la realización de un proyecto único del turismo del vino de América Latina.

No pudimos dejar de hablar de Uruguay con sus grandes esfuerzos por generar una iniciativa de turismo del vino adecuada a las 14 bodegas que luchan por el proyecto. El creciente turismo que llega al país, unido al prestigio que van ganando sus vinos en el contexto internacional, hacen que los viajeros deseen conocer las bodegas elaboradoras de vinos finos, en esa tierra llana y acogedora, con una población encantadora que recibe al visitante en su propia casa.

Argentina ha estado presente en el Congreso por el Fondo Vitivinícola en la persona de Carmen Pérez que ha hecho un repaso minucioso y numérico de las experiencias actuales desarrolladas en el Noroeste Argentino (NOA), que han conseguido con la adecuada promoción, y la creación de las infraestructuras alcanzar el millón y medio de visitantes a bodegas en 2009, en todo el territorio vitivinícola que va de Salta a Río Negro.

Chile ha estado representado por una de las personas de referencia en el turismo del vino de aquel país, Thomas Wilkins. Su experiencia en la creación de la Ruta del Vino de Colchagua, como uno de los referentes mundiales de este tipo de productos, ha sido modélico por iniciativas como el tren del vino, la creación del Museo de Santa Cruz o la agrupación de las bodegas de la zona para promover juntas el producto.

Entre las iniciativas brasileñas vimos propuestas interesantes como la del Vale de Sao Francisco con su tres cosechas al año o las diferentes iniciativas de fiestas del vino y del espumante que agrupan a cientos de miles de visitantes cada año a sus ciudades productoras.

Durante tres días 130 personas venidas de las regiones vitivinícolas del Brasil y de los países vecinos, han conocido la situación general y también los casos particulares de interés. Creando unos debates importantes de cara al desarrollo futuro del turismo del vecino en ese continente.

El mejor éxito de la reunión es la continuidad garantizada para la siguiente sesión el año próximo en la ciudad argentina de Mendoza, para seguir tratando estos temas que tanto interesan al sector turístico y al ramo de la viticultura; y en la unión de los dos, se va a reflejar un desarrollo regional basado en productos locales y sustentables.

Spa del vino sede del Congreso Productor español

La Cata de los vinos Brasileños

El último día del Congreso de Enoturismo de América Latina tuvimos la fortuna de participar en la 18ª Edición de la Avaliaçao Nacional de Vinhos brasileños, por invitación del Presidente de la Asociación de Enólogos de Brasil Cristian Bernardi, quien me pidió que estuviera presente en la mesa de cata para degustar y evaluar los 16 vinos seleccionados, en la que figuraba como vicepresidenta nuestra admirada Isabel Mijares, quien conoce los vinos y los territorios vitícolas de América desde hace más de 20 años.

Con ella tuve ocasión de hablar de nuestro proyecto cultural de Bolivia y le pedimos consejo y contactos, sobre el territorio de Tarija, donde trabajaremos ya en este mes, y en el que ella creó las infraestructuras de laboratorios e investigación hace más de dos décadas.

La mesa de cata compuesta por 16 personas, agrupaba a especialistas de Suecia, Estados Unidos, Inglaterra, Italia, España, Uruguay, Argentina y varios enólogos de gran prestigio en el país, La responsabilidad era grande ya que delante de nosotros se encontraban 850 personas venidas de todos los rincones del país.

Se presentaron 262 muestras de 55 vinícolas en las categorías de vino base para espumante, vino blanco seco, vino blanco aromático, vino rosado, vino tinto y vino tinto joven.

Las muestras procedían en su mayor parte de la región que acogía la cata es decir de Río Grande do Sul, con 233 productos, seguido de Santa Catarina, con 12, Pernambuco, con 6 Minas Gerais, 3 de Bahía, 2 de Sao Paulo y 1 de Paraná; lo que nos demuestra la diversidad de orígenes del vino brasileño, hoy en día.

Las variedades predominantes han sido en blancos, chardonnay y chenin blanc, en rosado cabernet sauvignon, y en tintos cabernet y merlot. Parece según los expertos brasileños que nos acompañaban que estas son las variedades que consiguen mayor éxito en este país. Aunque a nosotros nos ha interesado degustar vinos de variedades un poco diferentes y que son poco frecuentes en Europa, como la marcelan, la arinaloa o la anchelotta, ya citadas y nos ha agradado volver a catar los sencillos vinos del emigrante, basados en las variedades híbridas.

La cata se desarrollo el día 25 de septiembre con una profesionalidad impecable, dentro de las instalaciones de Feravin, el espacio de la feria del vino de Bento, que cada año recibe a 200.000 visitantes en el mes de abril.

La sala de cata habilitada para el acto tenía un aforo para mil participantes, la mayor parte de ellos eran jóvenes admiradores del vino. Se utilizó la ficha de cata empleada en los concursos homologados a nivel mundial, y se contó con una copa adecuada para el vino y para los espumantes.

En mi caso tuve que evaluar un muscato de planta italiana R12, que tenía aromas a frutas blancas maduras y a flores; con sabor a pasas y a frutas secas, pero gusto frutal maduro. Con una graduación de 11,3º, en boca quería ser dulce, pero no escondía el carácter atlántico que yo le aplico a todos los vinos de esta tierra, que supera en lluvias a Galicia, por eso me parecía un vino coherente con el terreno que lo producía y no ocultaba los días brumosos y lluviosos que fueron abundantes durante el año 2009. Siendo una uva tan mediterránea el emigrante la ha adaptado a esa nueva tierra por eso me gustó un vino así elaborado. Es la conjunción que aporta la emigración con los valores que vienen de lejos y que se adaptan a nuevas circunstancias de espacio y tiempo.

La cata maravillosamente organizada, y con el apoyo de los estudiantes de la Escuela de Enología en el servicio, fue un éxito total. La posterior comida sabrosa, entre italiana y brasileña, llena de ensaladas y de frutas, acompañada con los excelentes vinos de la zona.

Un suceso realmente interesante el que protagonizó la ABE, Asociación Brasileña de Enólogos, en su edición de la cosecha 2010.

Bodegas y vinos seleccionados

Vinos Base Espumante

  • Domno do Brail
  • Vinhos Salton

Blanco Seco

  • Vinícola Ouro Verde
  • Vitivinícola Santa María
  • Coocenal. Cooperativa Central Nova Aliança
  • Vinícola Góes e Venturino

Blanco Aromático

  • Casa Geraldo
  • Vinícola Perini

Rosado

  • Vinícola Almadén

Tinto Joven

  • Rasip Agropastoril

Tinto

  • Cia Piagentini de Bebidas e Alimentos
  • Vinícola Valmarino
  • Vinícola Dom Cândido
  • Seival Estate
  • Vinícola Santo Emílio
  • Vinícola Almaúnica

Conclusión

Me preguntaba un periodista qué tiene que hacer Brasil para fomentar el Turismo del Vino, y lo que debe de hacer es simplemente contarlo. En muchos foros turísticos, revistas, y otros elementos promocionales surge Brasil como un paraíso turístico siempre vinculado a las playas. El Carnaval, la bossa nova y en algunos casos la amazonía, como una muestra de turismo de naturaleza, pero nunca aparece el vino. El conjunto patrimonial que un viajero puede conocer en el Brasil es enorme y se puede integrar a partir del vino y a él ir añadiendo la naturaleza que lo produce, el paisaje en el que se desarrolla; y las manifestaciones culturales vinculadas al territorio como es, todo el ámbito de la cultura gaúcha que con tanto interés tratan de desarrollar en esa zona de Rio Grande do Sul. Y existe un segundo soporte cultural sobre el cual generar productos y recursos turísticos de gran interés, y es todo lo relativo a la emigración y sus aportes, que en el caso que nos ocupa, lo referimos a la cultura italiana por ser la importadora se la tradición vitivinícola de la zona.

Estos dos pilares y el eje central del vino le pueden dar a muchas comarcas de Rio Grande un aporte turístico importante ya que los elementos de singularidad que busca el turista del vino los va a encontrar sobre todo en el conjunto cultural entorno a la población de Bento Gonçalvez.
Los recursos y valores descritos, además de la calidad de los vino degustados son suficiente justificación para que los amantes del Turismo del Vino, que ya han fijado su mirada en América Latina, sobre todo en Argentina y chile, completen su recorrido con una propuesta que reúna los viñedos planos de Uruguay y los montuosos de Brasil.

La originalidad del paisaje del viñedo de Bento Gonçalvez con su tradicional formación “enlatada”, solamente esto, merece un viaje para el aficionado al turismo del vino, que quiera ver algo único.

Desde el punto de vista de las autoridades y empresarios de la zona, promocionar la tierra es además hablar de sus frutos, ya que el viajero que conoce un territorio es el mejor divulgador de sus productos. Está demostrado que el turismo del vino genera vinculación entre el visitante y la zona conocida, y sobre todo fideliza al cliente sobre los productos descubiertos. Por esta razón la turística y la de promoción del vino, el viaje a las tierras de Rio Grande do Sul debe ser publicitado por las autoridades y alentado por los particulares.

Desde Europa conocer estas tipologías de cultivo, las variedades, desconocidas en nuestras tierras y disfrutar de ese cariño que transmiten las personas que han hecho su vida gracias al esfuerzo y al trabajo, como es el caso de los emigrantes, bien merece un viaje al Brasil vitivinícola.


www.luisvicenteelias.com

Direcciones

www.garibaldi.rs.gov.br

www.rotadosespumantes.com.br

www.serragaucha.com

www.valedosvinhedos.com.br

www.cantinashistoricas.com.br

www.asprovinho.com.br

www.floresdacunha.com.br

 

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