Iniciación a los vinos Portugueses II: Niepoort y Vallado

Siguiendo con la narración de nuestra primera incursión en el territorio vinícola portugués (a la que luego han seguido otras, que si tengo tiempo ire poniendo en este blog), paso ahora a describir nuestra etapa en el Alto Douro, río arriba de Oporto. Nuestro hotel, la Pousada Solar da Rede, cerca de Regua, en un magnifico emplazamiento con maravillosas vistas sobre el Douro y sus bancales de viñas trabajados desde hace cientos de años.

 

 

Ciertamente esta un poco alejado de todo, pero el el Douro te acostumbras rápidamente a las curvas. Únicamente hace falta un poco de paciencia y tranquilidad, porque para hacer 40Km puedes tardar fácilmente una hora...

 

 

El Lunes por la mañana lo teniamos reservado para visitar las bodegas de Niepoort. Gabriela Santos, toda amabilidad, nos acompaño primero a una bodega que están recuperando en la que no sólo conservan los antiguos toneles de envejecimiento, sino que como curiosidad tienen unos lagares circulares, lo que no es muy habitual. Que sean circulares, quiero decir, porque los lagares todavía se utilizan con asiduidad para la elaboración de los vinos de esta zona. Muchas bodegas llevan a cabo el tradicional el pisado de la uva exactamente de la misma manera que en la época del Marques de Pombal (que en 1756 marcó las zonas de viñedos con 335 marcos de piedra, algunos todavía visibles, y creó la que los portugueses defienden como la primera Denominación de Origen del mundo, aunque en Toscana y Tokaji no estén muy de acuerdo...).

 

De allí nos dirigimos a la Quinta do Napoles, donde, pipeta en mano, pudimos probar directamente de las barricas los "ingredientes" que formarán el coupage de los Redoma blanco, Batuta y Charme. A pesar de que los vinos no estaban terminados y, como cabe esperar, sobre todo los tintos tenían los taninos demasiado presentes, ya se distinguían claramente los diferentes estilos de los vinos, la potencia y frutosidad del Batuta, la elegancia del Charme y la grandísima complejidad del Redoma. Pudimos claramente apreciar como los diferentes tipos de barrica hacían evolucionar al vino con distinta rapidez y le daban notas completamente diferentes. Es muy didáctico hacer estas pruebas de barrica, a las que muchas veces las bodegas son reacias, ya que saben que a alguien no iniciado le puede dar una idea negativa sobre sus vinos, sobre todo por su excesiva astringencia ya que no han pasado por el necesario periodo de afinamiento en botella que suavizará sus taninos.

 

 

Y después de la visita pudimos disfrutar de una excelente comida tradicional en la bodega, acompañada por los vinos "de verdad" los ya terminados, el Redoma Blanco Reserva, el Vertente y el Redoma Tinto y que acompañaron extraordinariamente a la menestra de verduras y a la carne a la brasa, para terminar con un queso de la sierra (del estilo de la Torta del Casar) acompañado de un buen tawny.

 

Por la tarde realizamos la visita a Quinta do Vallado, acompañados de Francisco Ferreira, tataranieto (o algo así) de la famosa Doña Antonia Ferreira y actual propietario de la bodega que la familia Ferreira ha explotado de generación en generación desde el lejano 1818. Sin embargo, sólo recientemente Quinta do Vallado se ha especializado en la producción de vinos tintos no dulces (a los que la bodega se dedicaba exclusivamente desde sus inicios) a pesar de que aún elaboran unos excepcionales tawnys de 10 y 20 años, usando la antigua receta familiar. Es interesante ver como la historia de la bodega sigue aún viva, además de los antiguos toneles en los que todavía hoy elaboran los tawnys, los antiguos depósitos de cemento (con formas ciertamente evocativas..., tanto que los llaman "Lollobrigida") han sido reformados y convertidos en salas de barricas, donde envejecen los prestigiosos vinos tintos que hoy elaboran.