Almolo's Gastronomía

El Celler de Can Roca. Una experiencia casi perfecta

Con listas de espera para cualquier día de la semana y sobre todo para los fines de semana de más de 9 meses, El Celler de Can Roca se ha convertido, más aun después de la 3 estrella michelín y de ser el 4 mejor restaurante según la guia S. Pellegrino, en visita imprescindible para cualquier aficionado a la gastronomía.

No existe ningún restaurante del mundo donde la simbiosis de conocimientos de tres hermanos, funcione tan bien. Jordi con sus innovadores postres, Pitu que se ha convertido ya en un mediático sumiller y Joan, recuperando y actualizando recetas de la tradición catalana utilizando las últimas tecnicas gastronómicas.

Es dificil decir algo nuevo de este restaurante que no se haya dicho ya por aqui, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de comentarios que se han escrito en los últimos meses.
Me limitaré a redactar una serie de apreciaciones sobre todo comparándolas con mi anterior visita.

Nos pusieron en un reservado con unas vistas fantásticas al patio interior. Gran detalle.

  

 

La mayoría de los comensales pedimos el menú festival 9 platos, más 3 postres (145€) y con el maridaje de vinos (65€) aunque algún comensal pidió otro menú. Por teléfono se nos dijo que no habria ningun problema, pero el chico que nos atendió al principio nos dijo que no podía ser, aunque al final rectificó.

      


Los aperitivos, grandiosos, en especial las aceitunas, de las que ya se han hablado, colgadas de un bonsai de olivo. También el Bombón Bellini, un coctel servido dentro de una finísima y delicada cobertura que explotaba casi con solo mirarla.

 

  

A continuación vinieron tres aperitivos más: brioche de boletus edulis con caldo de escudella, un parfait de pichon y una tortilla de caviar con arenque servida en una cuchara

  


Los platos, fantásticos, con unos sabores limpios y sutiles a la vez y con algunas obras maestras, como La escalibada ahumada al humo de encina, con una textura del tomate, berenjena, cebolla y pimiento parecidas a los gnocchis; 

    

El lenguado con sabores del mediterráneo , hecho a las brasas de encina y con unas salsas aterciopeladas como acompañamiento (hinojo, bergamota, naranja, piñones y olivas verdes) que hacian que cada bocado fuera diferente a la vez que mágico;

  

 o la adaptación del steack tartar con unos matices en cada bocado que podían llegar casi hasta el infinito...

  

El resto de los platos, todos brillantes:

Higos con foie gras: versión "Can Roca" de esta combinación tan clásica como acertada

  

 Gamba de Palamós a la brasa con jugo aciculado de setas. La gamba muy poco hecha para apreciar al máximo todo su sabor

  

 Sopa de cebolla y nueces de Crespià con queso comté y Bizocho de nueces,  la sopa se servía aparte en una jarrita

  

Calamares de Roca con cebolla

  

Salmonetes cons suquet y manteca.  Espectacular el salmonete que aparecía entero, pero sin la espina interior

  

 Cordero con terrina de melocotón y albaricoque

  

La parte dulce más de lo mismo: 3 postres impresionantes, en especial la vainilla "deconstruida", un postre que consistía en una serie de ingredientes, puestos a un lado del plato (oliva negra, caramelo, regaliz) que juntos en la boca tenían el sabor a la vainilla y en la otra parte del plato, un helado de vainilla;

  

o el soufle de rosas, que a diferencia de las famosas adaptaciones de los perfumes de Jordi, aquí lo han hecho al reves, primero han ideado el postre y luego el perfume que se da a oler en una especie de cucurucho.

  

Respecto al vino, poco más que decir de una de las mejores bodegas del mundo con unos precios muy razonables (2x precio tienda), con algunas referencias valencianas y con un espectacular maridaje de 13 vinos servidos en las mejores copas, siempre en el momento que tocaba y con la profesionalidad del sumiller que nos atendió (mucha paciencia tuvo toda la tarde "soportando" nuestras preguntas).

  

El servicio de sala perfecto con un ritmo perfecto entre plato y plato y con mucho cuidado a la hora de interrumpir las conversaciones, cosa que muchas veces no se tiene en cuenta en algunos restaurantes.

Pero no todo fue perfecto (¿hay algún restaurante perfecto?). Para empezar, la camarera que nos atendió era algo brusca sirviendo el cava y el agua, saliéndose en ocasiones y salpicando claramente el mantel (siempre me he preguntado si es tan difícil evitar esto). Respecto a la comida, algún comensal percibió algo de arena en el plato de calamares aunque lo que más me llamó la atención fueron las raciones, en algunos casos ridículas (el postre del soufle de rosas o el plato de cordero por ejemplo, se podían comer de un bocado perfectamente) , sobre todo si lo comparo con mi última visita en la que al menos los platos principales y los últimos postres no eran para nada pequeños.
Esto se puede ver como positivo o negativo, ya que llegas al final del menú con una sensación de hambre parecida a la del principio y pudiendo disfrutar de todos los platos por igual, pero en mi caso fué que salí casi con hambre. Me quedé con las ganas de haber comido más pan (por cierto, excelentes variedades).
Para acabar, la subida de precios desde mi última visita no está justificada porque no aprecié un aumento de la calidad y menos de la cantidad, y creo que responde a un tema de demanda (aumento de la demanda, aumento de precios) debido sobre todo a la tercera estrella y a otros premios.

De todas formas, hay ciertos detalles que compensan y que hacen que salgas con una sensación muy positiva: la invitación improvisada de un PX del 58 y de los Gin Tonics, además de no cobrarte ningún tipo de servicio de pan y similares, pero sobre todo la amabilidad de Joan y Pitu. Es increible ver a Joan a las 7 de la tarde paseándose por las mesas y charlando con tranquilidad y sin prisas con los clientes (nos comentó bromeando que él lo tenía fácil porque vivía encima del restaurante).

  

Destacar también que se puede comer perfectamente a la carta, con una entrada, un plato principal y postre por unos 70€ sin bebidas ,cosa imposible en otros restaurantes con 3 estrellas Michelín

Para acabar comentar que tuve la suerte de poder compartir mesa durante más de 5 horas, con amigos de verema que aun no conocía en persona, FrancescF y Frederic (y sus respectivas esposas), unos auténticos cracks y apasionados del vino que hicieron más especial esta gran experiencia gastronómica.

  

Las excelentes fotos son por cortesía de Francesc

  1. #1

    Adostiempos

    Hola Almolo,

    Muy interesante tu post ya que me intersaba saber la evolución del Can Roca desde q obtuvieron su tercera estrella. Yo estuve en 2008 y el menu más extenso (por lo menos 12 platos) salía por 100 euros, precio más que razonable. En aquella ocasión salí más que lleno y satisfecho, recuerdo que no pude ni cenar, no como hace dos semanas en el Martin Berasategui, en el que también salí un poco hambriento. Sé que es difícil calcular pq cada persona tiene sus límites, pero en estos sitios creo es mejor pecar por exceso que por defecto...en cualquier caso, enhorabuena por el post tan descriptivo

  2. #2

    Francescf

    ¿Seguro que son las fotos que hice...? Voy a tener que limpiar la pantalla del portátil :-D

    Al sumiller tendríamos que pagarle una convidada... El pobre hombre tuvo algo más que paciencia, sobretodo conmigo :-)

    Muy buen comentario. Lo que comentas de las raciones, creo que me ha gustado más ahora que cuando ponían más cantidad. Mi mujer se hubiese comido unas cuantas docenas más de gambas. Yo apenas pude cenar... y eso que gasto unas cuantas tallas más que tú... Ya me dirás cómo te lo montas para tener ese tipillo ;-)

    Por cierto, la última foto corresponde a la cava de cigarros, capaz de hacer feliz a cualquier aficionado al buen fumar :-)

    Mis disculpas por no haber hecho fotos a todos los platos... Fue la emoción de la primera visita ;-P

    Saludos.

  3. #3

    Silvia Franconetti

    Excelente artículo .. envidia sana me dáis!!

    Me alegro que disfrutárais con sus pros y sus contras ...

    Un saludo desde Tarragona,
    Silvia

  4. #4

    Jeronimo

    Veo por las fotos que cuando entrasteis brillaba el sol y salisteis ya siendo noche cerrada. ¿Tanto os entretuvieron las digamos……. “conversaciones” entre Francesc y el Sommelier?

  5. #5

    Almolo

    en respuesta a Francescf
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    Yo creo que al sumiller ya le hemos hecho un pequeño homenaje, sacándole en la foto. Se lo merece el pobre.
    Creo que solo faltan las fotos de un par de snacks (los atrapados en la red) y el primer postre. No te preocupes, así menos faena he tenido :D
    Y la foto de la cava la he puesto en tu honor. Jeje
    Un saludo

  6. #6

    Francescf

    en respuesta a Jeronimo
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    ¡¡¡Mentira!!! Fue el GT lo que nos retrasó... :-D

  7. #7

    Jeronimo

    en respuesta a Francescf
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    Ya, ya.... si no te conociera me lo podría llegar creer, jeje
    Dicen por El Celler, que para tu próxima visita se están planteando no cobrar la comida y cobrar por horas.

  8. #8

    Jeronimo

    en respuesta a Almolo
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    Veo que comentáis nada de unos de mis Snacks preferidos el bombón de campari, un bolita rosada cubierta con una finísima capa de hielo que después de cogerlo delicadament con los dedos explosiona al introducirlo en la boca, supongo que han cambiado el nombre ya que en mi última visita habían sustituido el campari por otro licor que no recuerdo.

  9. #9

    Almolo

    en respuesta a Jeronimo
    Ver mensaje de Jeronimo

    Jejej, muy bueno!

  10. #10

    Almolo

    en respuesta a Jeronimo
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    Sí, ahora es un bombón bellini y sí que comento algo en el blog.

  11. #11

    Locnar

    Muy buen relato de la experiencia, se agradece (aunque dé envidia). Me alegro de que hayas tratado el tema de la cantidad en los platos y del hambre; hace un mes escaso estuve en Martín Berasategui (tengo pendiente poner mi opinión por aquí) y, entre otras cosas, nos quedamos con algo de hambre (debido, supongo, al exceso de espumas y gelatinas). Resulta obvio que la intención, cuando se va a un restaurante así, no es ni saciar el hambre ni salir lleno (de hecho, comer demasiado te puede estropear una comida), pero tampoco es agradable quedarse con la sensación de haberse podido comer tres o cuatro platos más.
    Esto lo comento porque, hace un año justo, cuando visité por primera (y de momento única) vez Can Roca, salí lleno (igual que en El Poblet), aparte de contentísimo por haber podido disfrutar de tan increíble comida. Espero que no sea una tendencia...

    Por otra parte, coincido plenamente con el lenguado y el steak tartar, que ya estaban cuando fui: sencillamente irrepetibles.
    Un saludo y sigue así, da gusto seguir tus pasos.

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