Destino Ribera del Duero: Abadía de Retuerta en el 9º Encuentro de Foreros

Abadía Retuerta o la Rivola torta

La Abadía de Retuerta debe su nombre a la expresión “Rivola Torta” porque la ribera del Duero adopta allí, en el término de Sardón de  Duero una forma “retorcida”, de hecho hay un meandro, justo a las puertas de lo que se ha dado en llamar la “milla de Oro”.  La bodega, que surge con la inspiración y guía del enólogo Pascal Delbeck, posee un sólido proyecto liderado hoy en día por el viticultor y enólogo, Ángel Anocíbar capaz de interpretar con acierto y precisión la complejidad de los diferentes terruños propiedad de la Bodega.

La bodega Abadía de Retuerta cubre una extensión de 700 hectáreas, aunque la superficie con viñedos es mucho menor y se ubica sobre los mejores suelos, sobre una serie de laderas que desde una altura máxima de 850 metros bajan hasta la margen sur del río Duero. En concreto el viñedo se distribuye en 54 pequeños pagos de características cada uno de ellos plantado con una única variedad. El perfil varietal es el siguiente: 70% de tempranillo, 10% de cabernet sauvignon y 10% de syrah. El 10% restante se divide entre merlot, petit verdot e incluso algunas variedades blancas.

LLegada a Abadía Retuerta

Llegamos a la moderna bodega de Abadía de Retuerta a última hora de la tarde del día 8 de Octubre, en una apacible tarde otoño y sin más dilación nos trasladamos a la parte de la viña que se enfrenta con la Abadía de Santa María de Retuerta, también propiedad de la bodega,  y que es una importante construcción románica que data del siglo XII. Allí Álvaro Pérez Navazo, director de marketing de la bodega nos caracterizó, a pie de unas viñas todavía lozanas aunque ya vendimiadas, toda la estructura del viñedo de la Abadía de Retuerta.

Tras una completísima caracterización del viñedo llego la hora de visitar la bodega. Allí, en dos grupos recorrimos primero la nave de vinificación, que nos mostro una empresa con un excepcional nivel tecnológico, funcional y práctica, en la que enormes grúas mueven unos depósitos de vinificación con forma de grandes lecheras a los que llaman OVIs (una especie de broma interna basada en llamarlos Objeto Volador Identificado) y unos laboratorios dotados de la más avanzada maquinaria. También visitamos la sala de barricas, con un ambiente impresionante que bien podría haber salido de los entresijos de una nave espacial.

Cata de los vinos de Abadía Retuerta

Tras la visita llegó la hora de catar alguna de las excelentes elaboraciones de Abadía de Retuerta. Comenzamos con una auténtica primicia, el vino Abadía de Retuerta blanco 2009  del que sólo se elaboraron 2 barricas, diseñado como vino “de guarda” que pronto será un vino más de la gama de la bodega.

A continuación probamos el vino más representativo de la bodega, el Abadía Retuerta Selección Especial 2007, fruto de una añada muy complicada en la que el trabajo en viña y en bodega fue fundamental para lograr un vino que mantuvieras los estándares de calidad de la bodega.

Sin olvidar dos vinos aún en proceso de crianza de la añada 2009, que dará mucho que hablar, el Pago Garduña 2009 y el PV 2009 que en la cata ya mostraron parte del potencial que encierran.
Tampoco podemos olvidar un atractivo Pago Negralada 2006 elaborado con la ribereña  tempranillo y sin duda el más emblemático de los vinos de Pago de Abadía Retuerta.

Aunque un protagonismo especial merece el decano de los vinos catados, un elegantísimo Pago Valdebellón 1999 del que se abrieron seis mágnums de los escasos treinta que se elaboraron.

Y mientras nosotros disfrutábamos de la cata y posteriormente de la cena, en la que el cordero ¡cómo no! tuvo el mayor protagonismo, la mesa de selección funcionaba a todo tren según iban llegando las últimas uvas de esta vendimia 2010 a la bodega. Pese al enorme frenesí que vimos en el personal de la bodega, aún tuvo tiempo el enólogo Ángel Anocibar de  dedicarnos unas palabras antes de volver a la que sin duda sería una de las noches más largas de esta campaña.

Una experiencia memorable que me reforzó en mi concepto de Abadía de Retuerta como una bodega tecnológica ‘con alma’, porque ni toda la tecnología del mundo puede hacer que un vino toque tu corazón como hizo, por ejemplo, ese  maravilloso Pago Valdebellón 1999.

Esperemos volver cuando este en marcha su nuevo proyecto de enoturismo, ya que su proyecto Le Domaine está ya casi a punto para ofrecernos nuevos placeres en a Rivola Torta del Padre Duero.

Aquí te dejamos más fotos y un vídeo.