Los vinos de Navarra en el 8º Encuentro Verema

La segunda de las catas comentadas de la mañana del sábado 28 de febrero tuvo como objetivo la D.O. Navarra y más concretamente el potencial de envejecimiento de los vinos de esa zona elaboradora. Para ello contamos con una excelente representación de elaboradores de la zona y con la presencia de la presidenta del consejo regulador, Pilar García Granero. Tras llevar a cabo la presentación de los ponentes, Pilar hizo una primera aproximación a la zona para dar paso a las intervención de Fernando Chivite, de Bodegas Julián Chivite, que apostó por sus vinos blancos de chardonnay, fermentados en barrica. Seguidamente intervino Juan Carlos López de la Calle, de Bodegas y Viñedos Artazu, que mostró el trabajo de la bodega con la autóctona garnacha y, finalmente, José Manuel Echeverría, de Bodegas y Viñedos Alzania mostró la apuesta de esta bodega por la multiculturalidad varietal.

Pero permitidme que antes de pasar a comentar la cata haga una pequeña introducción a esta zona elaboradora. Porque la gente no es siempre consciente de que se trata de una de las Denominaciones de Origen con más tradición, que en el pasado año cumplió, ni más ni menos, 75 años de historia. Se trata de una zona con gran diversidad de paisajes y climas, de suelos y de orientaciones que se plasman en los más de 100 kilómetros que separan el norte de la denominación, en las cercanías de Pamplona, del sur, en plena la ribera del Ebro. Su particular ubicación da lugar a la confluencia de los climas atlántico, continental y mediterráneo, basada en la cercanía del Cantábrico, la influencia de los Pirineos y la bonanza del valle del Ebro. Es una zona productora que también destaca por la enorme diversidad cultural con una destacable combinación entre variedades autóctonas y foráneas.

La Denominación de Origen consta de más de 17.000 hectáreas que se distribuyen en 5 áreas de producción distintas: Baja Montaña, Valdizarbe, Tierra Estella, Ribera Alta y Ribera Baja. En la primera, que cubre 2.417 hectáreas prácticamente sólo se cultivan variedades tintas, con mucha Garnacha (más del 60%) y Tempranillo (25%); la Ribera Alta cubre 5.780 hectáreas y allí predomina la Tempranillo, con buena representación de las demás tintas, a destacar la Graciano. Tiene la mayor proporción de Chardonnay de la región y hay también cierta presencia de Moscatel; la Ribera Baja cubre 5.165 hectáreas allí entre las tintas, la Tempranillo es la uva dominante (40%) acompañada de la Garnacha (30%). En cuanto a las blancas, existe la mayor concentración de Viura y Moscatel de la región; por lo que hace referencia a Valdizarbe, que cubre sólo 1.385 hectáreas y en la que coexisten con similares superficies Tempranillo, Garnacha, Cabernet y Merlot entre las tintas. Hay además, algo de Chardonnay y Malvasía y finalmente la Tierra Estella con 3.006 hectáreas en la que domina la Tempranillo (casi el 50% del total), seguida de la Cabernet Sauvignon (20%) y en blancas hay una presencia destacada de Chardonnay.

Pero vamos allá con el reporte de la sesión. Pilar García Granero que comenzó su exposición explicando que la cata pretendía huir de estereotipos y por ello habían renunciado a llevar los tradicionales rosados de la zona y además habían apostado fuerte con vinos que mostrarán el potencial de envejecimiento de los vinos de la zona. Seguidamente tomó la palabra Fernando Chivite y justificó la elección de sus vinos, dos chardonnays fermentados en barrica de una zona septentrional, con clara influencia atlántica, con unas viñas casi a 500 metros de altura, en unos terrenos terciarios, sobre unas arcillas poco profundas sobre una roca madre de arenisca, un terruño muy particular que favorece la calidad de la materia prima. Además destacó que en su opinión hay 3 pilares en un “gran vino”. La capacidad de envejecimiento es uno de ellos, otro es la complejidad y el tercero es la longitud en boca. Tras ello procedió a caracterizar cada una de las añadas que se cataron simultáneamente, la 98 y  Fernando Chivite destacó el carácter “clásico” de su chardonnay. El 98 es un vino fruto de una maceración muy corta, con un prensado directo, en el que prácticamente no se usa el vino de prensa. La fermentación tiene lugar en barricas de roble francés de tostado medio plus con una maloláctica que alcanzó prácticamente al 60% de la producción (frente a la añada 2000, la segunda de las añadas catadas, en la que sólo llegó al 30%). Del 2000 destacó su carácter más fino, algo más noble, de nuevo con el toque mineral que caracteriza su terruño originario y con muy buena acidez y con notable peso de fruta en nariz y en boca. De ambos destacó la perfecta integración de las huellas del paso por barrica.

A continuación fue el turno de Juan Carlos López de la Calle, en este proyecto desde 1996 y deseoso de reivindicar el potencial de los vinos navarros de garnacha. Para ellos se han esforzado en elaborar vinos con capacidad de guarda y complejidad, y eso pese a su carácter oxidativo y su gran productividad. Porque pese a todo, si el trabajo en la viña es suficientemente cuidadoso se puede conseguir vino con personalidad y tipicidad. Los primeros vinos de la bodega son del año 2000 y el trabajo con viñas post-filoxéricas de más de 50 años, con portainjertos rupestris de Lot, poco afín con la garnacha dando lugar a problemas de floración y de cuajado, y las dificultades de trabajar con ella en el viñedo de plasman en los problemas a la hora de conseguir los niveles de concentración, extracción y color pero por el contrario facila la consecución de la finura y la delicadeza.  La garnacha es una variedad enérgica que da lugar a finos frescos, con excelente acidez, muy frutosos, con excelente expresión de fruta roja. La elección de los vinos comienza con el primer vino que  consideran con los altos niveles de calidad que esperan de sus vinos, un 2004 y un 2007, todavía en barrica pero ya con excelente planta. Tras ello procedió a caracterizar ambos vinos. El 2004, muy vivo visualmente, destaca por su carácter floral (lavanda, violeta), toques de laurel,  recuerdos a monte bajo mediterráneo, algo de grosellas, con cierto carácter licoroso. En boca resulta fresco, con una acidez pronunciada, redondo, con el tanino presente pero muy delicado, envolvente y con ciertas sensaciones cálidas. El 2007 plasma lo que han ganado en conocimiento sobre la garnacha, su delicadeza, su ajustado contenido de polifenoles. La añada 2007 fue muy interesante, el terruño de Artazu, con un clima entre continental y atlántico, con notables contrastes, tanto entre el invierno y el verano como entra las noche y el día. El vino muestra la madera en primer plano, muy tenue, con un fondo bien definido de fruta negra, menos floral de lo que se podría esperar de la variedad, con notable complejidad y cierto carácter mineral. En boca tiene mayor peso, con tanicidad más evidente, excelente acidez y bastante longitud.

El tercero de los ponentes fue José Manuel Echeverría, que en este caso abogó a favor de la “multiculturalidad” del viñedo navarro y de su apuesta por variedades de muy diferentes orígenes. De nuevo la clave está en la gran diversidad climática y de suelos, y sobre todo la ubicación de Navarra en un histórico cruce de caminos en el camino de Santiago…. Y es que con esas condiciones el mestizaje es algo de esperar. La apuesta de esta bodega en la cata se decantó hacia vinos de corte más clásico, el Alzania Selección Privada. La primera es la añada 2000, que coincide con la primera añada elaborado en la bodega y la segunda un 2004. La añada 2000, que agradece una notable aireación,  lleva un 35% de cabernet sauvignon,  35% de merlot y 30% de temoranillo, fermentado en tinos de roble de 35.000 litros (en esto coincide con el 2004), de ahí pasa a barrica donde hace la maloláctica. Son barricas de roble nuevo francés en las que permaneció 14 meses, de los cuales 4 meses está con sus lías. En el 2004 ya no hay cabernet sauvignon, mientras que, por su potencial, la merlot ha ido ganando en protagonismo, de manera que este vino es 65% merlot y el 35% restante tempranillo. La elaboración coincide con la del 2000. El 2000 fue una añada irregular pero no deja de ser la primera añada de la bodega y además en el año 2003 ganó el concurso de la Nariz de oro que presenta, según su elaborador, notas minerales, balsámicos y ciertos recuerdos a monte bajo, que da paso a la fruta roja, tanto fresca como en compota. En boca está pleno, resulta amplio y con buena acidez. El 2004 está en un momento excelente, desde el aspecto visual, con una nariz elegante, balsámico, con suaves tostados, algo menos vegetal que el 2000 y de nuevo muy vivo y amplio en boca.

En el cierre de la sesión Pilar García Granero, reiteró la apuesta por la diversidad y por el papel del enólogo, más vinculado a la viña y al terruño en que esta se enclava y dio pie a un animado debate que precedió a la Entrega de los premios Verema.

Los vinos catados fueron:

Chivite Colección 125 Chardonnay 1998

Chivite Colección 125 Chardonnay 2000

Santa Cruz de Artazu 2004

Santa Cruz de Artazu 2007

Alzania Selección Privada 2000

Alzania Selección Privada 2004