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Vinos de Chile: Vinos en erupción

Volcanes y lagos, desiertos más secos que el mismísimo Sahara, bosques frondosos inmensos, playas turísticas, montañas andinas imponentes, terremotos sin piedad, islas mágicas, cactus candelabro, glaciares, fiordos patagónicos y hielos antárticos son símbolos internacionalmente reconocidos de este alargado país sudamericano.

No obstante, desde hace ya algunos años hay otro elemento en erupción, el vino chileno.

Los vinos de Chile

En el despegar enológico de Chile tiene que mucho que decir nuestro país ya que fue precisamente Miguel Torres quien hace ya treinta años llevo a este bello país las técnicas modernas de elaboración. Hasta ese momento los vinos chilenos eran vinos rancios y oxidados, con una calidad que nada tiene que ver con la actual, por lo que tuvieron que pasar algunos años para que los consumidores y elaboradores chilenos entendieran los vinos modernos, años en lo que los vinos de Torres eran tachados de ligeros y afeminados. Tras este periodo de transición comienza una etapa cada vez más floreciente en la que además de productores nacionales y españoles van apareciendo también productores italianos y franceses, creándose con ello una mentalidad vinícola cada vez más universal.

Hoy podemos hablar de Chile como uno de los países con mejor producción vinícola, capaz de conquistar los mercados más importantes tales como Estados Unidos, Inglaterra, Japón y Alemania, pasando en pocos años de exportar del 10% al 60% en la actualidad.

Esta explosión del vino chileno no es mera casualidad, sino que, personalmente, considero que hay una serie de factores que lo han hecho posible.

Vinos chilenos, algunos de estos factores y circunstancias

  • Predominio de grandes bodegas, muchas de ellas pertenecientes a fuertes grupos empresariales nacionales o extranjeros.
  • Gran rendimiento del viñedo, conservando al mismo tiempo la calidad de la uva.
  • Empleo de las variedades de uva más nobles, afamadas y demandadas: Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah, Cabernet Franc, Sauvignon Blanc, Chardonnay, entre otras, junto a la variedad “autóctona” (procede realmente de Francia) Carmenere, muchas veces emparentada a la Merlot.
  • Ausencia de Filoxera; mayor vida del viñedo y producción, junto con un aprovechamiento comercial de esta situación.
  • Buenos condiciones del clima y del suelo para el cultivo de uva de calidad en las regiones vitivinícolas del país.
  • Filosofía empresarial moderna y competitiva.
  • Desembarco de productores foráneos renombrados.
  • Producción enfocada a la exportación hacia los mercados internacionales más importantes.
  • Acierto de colocar sus vinos dentro del sector del mercado vinícola más rentable.
  • Empresas bien organizadas y con la tecnología más moderna tanto en bodega como en viñedo.
  • Enólogos titulados como requisito exigido por la ley.
  • Buenas estrategias de marketing, comercialización y distribución.
  • Excelente presentación de los vinos.
  • Presencia continua en las grandes ferias vinícolas internacionales. 
  • Ausencia de mentalidad enológica chovinista.
  • Ausencia de una normativa exagerada y obsoleta.
  • Gran capacidad de aprendizaje de otros productores clásicos.
  • Excelente relación calidad/precio.
  • Elaboración de vinos de alta calidad conforme a los gustos actuales del mercado, junto con una muy buenacalidad de los vinos de mesa.
  • Acuerdos comerciales internacionales para libre circulación de sus productos.
  • Estabilidad política y economía creciente.
  • Gran afluencia de turistas norteamericanos y británicos, incluyendo interesantes rutas del vino en los paquetes turísticos del país.

Todo estos factores hacen que el vino chileno, junto con el australiano, aumente sus exportaciones a pasos agigantados. El mismo sendero parecen haber tomado otros países del nuevo mundo como Uruguay y Méjico.

¿Qué podemos hacer para que nuestros vinos sean internacionalmente más reconocidos?. Tal vez fijarnos en la moderna y eficiente política empresarial vinícola chilena.

 


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