Marqués de Riscal Reserva 1956
Marqués de Riscal Reserva 1956
FICHA TÉCNICA
D.O./Zona
Pais:
España
Tipo de Vino:
Tinto
Graduación (vol):
12,50%
Varietales:
75% Tempranillo, 15% Cabernet Sauvignon, 5% Mazuelo, 5% Graciano
Precio aproximado
Precio Aprox:
Desconocido
PUNTUACIÓN
Nota de cata NOTA MEDIA:
9.35
/
97
Nota de cata CALIDAD-PRECIO:
-
ELABORACIÓN
45 meses de crianza en barricas viejas.
OTROS VINOS CATADOS DE ESTA BODEGA
VER MÁS
Opiniones de Marqués de Riscal Reserva
OPINIONES
5

De color rubi marronoso de capa media, algo turbio con finisimas partículas en suspensión y una poco habitual cantidad de precipitados. Tímidos reflejos ambarinos, poco brillo. Borde amplio, atejado.

Potente, extremadamente reductivo, sembrado de violentos aromas fúngicos y terreos (múrgulas, sotobosque, turba) que se confunden con notas minerales, yodados, y un extraño fondo metálico-ferruginoso a coágulo y caza. Para nada desagradable aunque con un exceso de información, alejado del habitual perfil de la mayoría de añadas de la época que tienden a un tipo de vino perfumado y muy elegante. Un Riscal vigoroso, desafiante, huraño, asilvestrado, cubierto de ungüento, hierbas aromáticas, maderas envinadas, brea, arrope, regaliz, que va dejando que un rastro de frutos licorosos, escarchados, se sume al conjunto de forma natural. Gana en notas de bollería, cacao tostado, vainilla, caramelo de violetas...

En boca poco que ver con lo anterior. Confitado, pulidísimo, concentrado y sabroso, lleno de finas notas amargosas y una acidez correctora que aportan los tintos de Riscal. Anda bien armado, amplio, dejando un barrido de maderas y sensación de energía. El único inconveniente es la falta de unidad entre nariz y boca. Vino raruno pero no por ello menos satisfactorio.

Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2015/02/marques-de-riscal-1956-reserva.html


Catar un vino de este tipo en la propia bodega, en La Catedral… pues es un placer difícil de comunicar que va más allá de lo que es la propia cata.

Nos lo sirvieron, tras la liturgia del degollado con tenazas candentes, en la propia Catedral. Fuimos agitando la copa por el resto de la bodega y metiendo la nariz de cuando en cuando a ver si se abría…

El proceso que llevan estos vinos es el de una campana de Gauss muy corta. Hay que esperar un tiempo ¿15 minutos? Hasta que se abra, en ese momento lo disfrutas ¿otros 15 minutos? Y muere rápidamente.

A la vista presenta un color rubí apagado con menisco ocre, de capa baja.

En nariz es de baja intensidad y alta complejidad. Cuando se ha abierto, entramos en un apabullante bosque umbrío, que da paso a madera mojada, armario recién abierto después de mucho tiempo, tostados, vainilla, regaliz, cuero… El bosque umbrío se va transformando en monte bajo… ¡Qué transformación!

Tuve un debate conmigo mismo. Estos vinos, pensé, son para tomarlos en tu casa, frente a la chimenea, y meditar, disfrutar, recrearte, olfatear, paladear… Pero, por otro lado… ¿qué mejor sitio para degustarlo que en la propia Catedral? ¡En la propia bodega! Un lugar en el que el vino, cual lámpara mágica, lleva encerrado… 58 años. Un vino, un ser vivo, que no ha conocido otro mundo que ése. Pensar que las uvas salieron al inicio del otoño del 56, de algún viñedo a pocos metros, acaso algún kilómetro, para llegar ahí, a la bodega, adonde llegaron, las pisaron, las fermentaron, las criaron en barrica y las embotellaron para que, después de 55 años de reposo, de letargo, de estado anestésico, llegara algún privilegiado como yo y…

En boca es liviano, cálido, delicado. Tiene un balanceo acidez/salinidad que le da mucha “vidilla”. Más salinidad que acidez, la suple, parece que ha estado esperando a que ésta baje para aflorar. Me trae recuerdos de agua de flores, pero un tanto marchitas. De frutas rojas que se van yendo, de almendras amargas. No es expansivo, pasa como con timidez, pero sin poder esconder su innata elegancia. Como esos ancianos que caminan sigilosos, todavía dignamente erguidos, con el mentón alzado, con su traje que un día fue impecable, el nudo de la corbata quizás demasiado delgado pero bien hecho, el cuello de la camisa ajándose, pero bien almidonado… que parece que van diciéndole al mundo: “El que tuvo, retuvo”.

Pero es largo, profundo. Se mete hasta la cocina.

Y se queda ahí un buen tiempo.

Y en tu memoria… pues siempre.

P.D.: mi cata número 1.000 para él, por respeto y admiración.

Mis sensaciones personales, porque en estos tipos de vinos es donde mayores dosis de subjetividad se pueden aportar a la hora de describir la cata, y sin embargo estoy seguro a que a todos nos va a recrear una imagen, un momento, un lugar de los vividos.

En su visual aún conserva una digna materia colorante, los antocianos no se han precipitado al completo.
En nariz y boca todo sucede con rapidez, porque el oxígeno no se aliará con estos viejísimos vinos, le plantea un nivel de exigencias que termina por declinar al vino en copa más allá de los 10 minutos. Aromas de maderas viejas, de regaliz, de hierro, toques que recrean al cuero húmedo y un sin fin de aromas terciarios, realmente de impresión. En boca su bouquet lo define la salinidad, aún mantiene acidez suficiente para mantener el vino y que no lo percibamos excesivamente delgado. Con vinos de esta índole se puede hablar y hablar, porque son muy sentimentales.

Artículo completo de Herederos del Marqués de Riscal cata de añadas históricas en http://www.taninotanino.es/posts/herederos-de-marques-de-riscal-anadas-historicas

1956 una añada fresca que además ha producido vinos concentrados, un vino muy cerrado en sus inicios, aromas terciarios marcan su esqueleto, maderas viejas nos recuerdan a una tienda de antiquarios acompañados por curiosos aromas de bollería que persisten con el tiempo. En boca posiblemente el vino más estructurado de las tres añadas presentadas, taninos finos y con muy buen volumen.

Rojo rubí con tonos ocres y ribetes atejados. Capa baja.

Nariz de media intensidad, limpia y muy misteriosa, con muchas capas de corte terciario. Toques de café en grano, maderas nobles, mueble viejo, recuerdos animales y de marroquinería, ciertos tonos ahumados, de vainillas, hierbas aromáticas, humedades. Con más aire van apareciendo unos curiosos recuerdos fúngicos y de caramelos. Nariz compleja y muy especial.

En boca es limpio y fresco y mantiene una buena acidez que hace que sea muy placentero. De paso firme y con peso, es un vino largo y profundo en el final tras el que nos quedan recuerdos de frutas amargas, ahumados y lácteos. Todavía posee una importante carga tánica. Buena persistencia. Un vino poco potente, algo apagado, pero tremendamente elegante y distinguido.

Esta no es evidentemente una de las grandes añadas de la casa y pese a que se nota en vino, que se encuentra algo cansado, la calidad y la clase están ahí y nos encontramos ante un Riscal de gran misterio, de esos que van cambiando y ofreciendo una preciosa gama terciaria. No aguanta mucho en la copa y hay beberlo pronto, pero sin duda resulta todo un placer. Siempre es bonito poder disfrutar de estos vinos.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar