Nos encontramos ante un vino sensible, sutil y muy característico de la Rioja comúnmente más conocida. Notas de fruta roja con tintes licorosos, sin excesiva intensidad acompañada por apuntes de maderas viejas y cansadas que aportan poco cuerpo tánico y notas especiadas. En boca de fácil trago, sedoso, carente de intensidad y de longitud media. Un vino de buen precio, que no destacará en cata, aunque acompañará bien diversos platos. Lo confiero como el vino ideal para una salida dominical a los afamados restaurantes de las sierras, montes donde el vino será un elemento más al cuál no le debemos prestar excesiva atención.
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