Vista: rojo picota oscuro, de capa alta y con el ribete estrecho diferenciado en tonos violeta. Limpio y brillante. Lagrima abundante, densa y de caída lenta que tinta la copa.

Nariz: Buena intensidad, perfumada, limpia, bastante compleja, con buenas definición y persistencia. Sus aromas evocan claramente al mediterráneo, con notas de matorral, agraces, monte bajo, tomillo, romero y manzanilla. Evoluciona con un evidente aporte de mineral y de piedras calientes. Ni rastro de la crianza.

Boca: Mantiene el carácter mediterráneo percibido en nariz. Sin duda nada que ver con otras monastrell elaboradas, por ejemplo, en Jumilla. Aquí no encuentro la madurez ni concentración frutal. Su apuesta es la frescura, la ligereza y la fluidez. Eso sí, manteniendo la intensidad y el volumen. Es un vino que llena, que colma la boca. De tacto seco y algo astringente, lo que, a mi gusto, le penaliza, y a estas alturas ya no va a corregir. También me resulta excesivamente cálido. Hay más mineral que en una cantera, y el matorral predomina sobre otras sensaciones. Postgusto largo y persistente, de amargos un poco excesivos, que deja la sensación de haber tomado una infusión de manzanilla.

"Maduresa", madurez, monastrell...concentración. Cierto que los 13,5 º apuntaban hacia otra dirección distinta a la idea preconcebida. Sin duda es un vino bien elaborado, simplemente no encaja en mis gustos. Conozco a más de uno que hubiera rebañado la copa.