Causó desconcierto entre el personal con el que compartía mesa, ya que no hay demasiada costumbre en nuestro país de beber espumosos de según qué edad. Me ha parecido un champagne interesantísimo, con nariz de panadería al principio, con notas herbáceas aromáticas, frutos secos, notas ahumadas, y cierto toque amielado. En boca, un carbónico finísimo, muy vinoso, con cierta amargor, muy largo y muy redondo en boca.

Dom Pérignon Œnothèque Vintage 1988

Maravilla de las maravillas!
Un vino basado en lo que la bodega llama las ’plenitudes’. Esta es la segunda plenitud de Dom Perignon y la verdad que sus características aromáticas muestran la intensidad de una madurez clásica: aromas de frutos secos tostados, (al abrir la botella sobretodo avellana), de chocolate y de pan de especias. Lo que sorprende es la frescura que lo preside todo sin rastro de evolución o decadencia. Al contrario, permanece una soberbia intensidad y una vivacidad sorprendente para un champagne de esta edad incluso en el carbónico.

En la nariz el vino se expresa con gran potencia. Brioche, trigo maduro. Luego se aprecia un buqué complejo, oscuro y embriagador, mineral, ahumado, torrefacto.

Un ataque muy limpio y de gran intensidad, como preludio de una amplitud animal nunca por mí apreciada con anterioridad.
La sensación de beberse el tiempo está presente en todo momento, como resultado de la domesticación de unos mostos que deben ser incomensurables.

Realmente formidable. (El precio también)