Dehesa de los Canónigos es una finca emblemática, concienciada con el entorno y dispuesta a continuar siendo clave en el panorama vitivinícola mundial de la Ribera del Duero.
Su filosofía de trabajo en el campo y de elaboración está fundamentada en: la viticultura orgánica –todo el viñedo cuenta con el certificado de agricultura ecológica-, la selección exhaustiva de la uva "grano a grano", las vinificaciones al detalle de cada una de las parcelas para la obtención de la máxima expresión del terruño y la sostenibilidad de todo el proceso de elaboración.
La máxima de Dehesa de los Canónigos por buscar siempre la excelencia ha motivado que la familia Sanz Cid esté en constante evolución, con el fin de ser más respetuosos con el medio ambiente y con los vinos.
Así se demostró con Dehesa de los Canónigos Gran Reserva Luis Sanz Busto 2010, un vino que surgió como homenaje de los hijos de Mª Luz Cid y Luis Sanz Busto a su padre “quien hace 30 años y por el amor de su esposa, fundó esta bodega familiar con gran entusiasmo y sacrificio”. Un vino histórico tributo al fundador de la bodega, cuya añada 2010 fue el segundo vino calificado como tal vez en los 25 años de historia de la bodega, y que tendrá relevo con la cosecha 2016.
Siempre se ha dicho que detrás de un gran hombre, hay una gran mujer. Y en este caso esa frase toma especial relevancia en la figura de Mari Luz.
Belén e Iván han decidido rendir pleitesía a su madre, pero también a la historia y tradición de la Denominación de Origen Ribera del Duero con la elaboración de un clarete de guarda: Luzianilla.
La imagen de su etiqueta es una acuarela del humanista zamorano Paco Somoza, amigo de la familia, que refleja la pasión de Mari Luz por las rosas.
Este vino guarda lo mejor de las cepas de Dehesa de los Canónigos y está elaborado con 75% de tempranillo y 25% de albillo mayor, de viñas viejas. Tras la fermentación alcohólica espontánea, se afinó en barricas de roble francés de un año durante 224 días.
La añada 2021 de Luzianilla Clarete será recordada por las nevadas registradas al inicio del año, la famosa ‘Filomena’, que tiñó de blanco gran parte del país y también la Dehesa.
Sin embargo, el comienzo del ciclo vino marcado por la escasez de agua. La primavera fue lluviosa, sobre todo en el mes de junio, lo que ayudó al crecimiento de la vid.
El verano no fue demasiado caluroso y no se registraron olas de calor, por lo que el ciclo prosiguió pausado y homogéneo. Las cálidas temperaturas de principios de septiembre ayudaron a la maduración de las uvas, aunque éstas bajaron en el tramo final del mes, justo antes de la vendimia, sin causar perjuicios a la sanidad de las bayas.
En nariz destacan los aromas florales, como rosa, violeta, flor de sauco, jara y delicadas flores blancas. También se aprecian aromas a fresa ácida, frambuesa, cereza, pomelo, plátano y un toque láctico. En boca resulta un vino goloso y refrescante, donde la pera blanca, los cítricos y la frambuesa están acompañados por un ligero amargor final. Un vino complejo, completo, con una acidez que garantiza su guarda y gran potencial gastronómico.
Marida bien con pastas, arroces, verduras, pescados, platos de cuchara y con el producto estrella de nuestra gastronomía: el lechazo asado.
Solideo nace a partir de uvas de cepas de 80 años, ubicadas en suelo de cascajo, según el sistema tradicional de plantación en vaso, de muy bajo rendimiento y que cuentan con el Certificado Europeo de Agricultura Ecológica. El vino ‘Reserva’ de Dehesa de los Canónigos está elaborado con 93% de Tempranillo, 4% de Cabernet Sauvignon y Merlot y 3% de la variedad blanca Albillo Mayor. Afina durante 24 meses en barricas de roble francés, principalmente, y después permanece en botella antes de salir al mercado.
Un vino sedoso, elegante, complejo con gran expresión frutal. Solideo es un homenaje a la historia de la bodega Dehesa de los Canónigos, que hace 35 años fundaron Luis Sanz y Mari Luz Cid por amor a su tierra.
Las diversas añadas de este vino han logrado grandes reconocimientos internacionales, como los 96 puntos de Decanter, 97 en Verema, 95 puntos otorgados por el Master of Wine Pedro Ballesteros, 92 en The Wine Advocate y 92 puntos por Tim Atkins, logrando que Solideo forme parte de los mejores vinos de España.
Dehesa de los Canónigos Gran Reserva Luis Sanz es un vino que surgió como homenaje de los hijos de Mª Luz y Luis Sanz Busto a su padre “quien hace 30 años y por el amor de su esposa, fundó esta bodega familiar con gran entusiasmo y sacrificio”.
La cosecha 2016 fue un año caracterizado por abundantes lluvias en las últimas semanas de invierno y primavera, que permitieron a la planta almacenar agua para hacer frente al seco y caluroso verano.
La escasez de lluvia en los meses de calor provocó un pequeño y favorable estrés hídrico, lo que impidió la aparición de brotes no deseados. El buen y riguroso trabajo de campo ayudó a una perfecta maduración de la uva.
Días cálidos de vendimia seguidos de frescas noches favorecieron el equilibrio y la gran sanidad del fruto, que culminó en una perfecta y tranquila vinificación.
Sin embargo, un trágico contratiempo marcó la añada: una helada al comienzo de la vendimia detuvo el ciclo de maduración, mermando la producción un 80%. El Majuelo más antiguo, con casi un siglo de edad y sobre suelo pedregoso, sobrevivió a las inclemencias meteorológicas y, dada la calidad de la uva y su perfecto estado sanitario, se decidió emplearla para elaborar un vino de larga guarda. El Cabernet Sauvignon no se salvó.
La vendimia, a pesar de la helada, transcurrió con absoluta calma, en ausencia de lluvia. La uva para Dehesa de los Canónigos Gran Reserva Luis Sanz Busto 2016 se recolectó el día 11 de septiembre y está elaborado con 87% de Tempranillo y 3% de Albillo Mayor.
Después de la fermentación, el vino crió en barricas de roble americano durante 30 meses y en barricas de roble francés durante 10 meses; para después redondearse en crianza reductiva en botella. Finalmente, la producción es muy limitada, tan solo 2.100 botellas de un vino aromático y elegante, muy mineral en nariz, con frutos negros bien maduros.
El clero fue el primer propietario de la finca, que perteneció al Cabildo de la Catedral de Valladolid, compuesto por 22 canónigos, de ahí su nombre. Está situada dentro del término municipal de Pesquera de Duero, en la llamada ‘Milla de Oro’ de la Ribera del Duero.
Su situación cambió a mediados del siglo XIX con la Desamortización de Mendizábal, proceso que afectó a todas las propiedades del Clero Secular, que pasaron a convertirse en bienes nacionales.
En 1842, Toribio Lecanda y del Campo, empresario vasco adinerado, adquirió dos fincas, Dehesa de los Canónigos y Vegasicilia, separadas por el río Duero. Al enviudar en 1859, entregó la primera finca a su hijo Teodosio Lecanda Chaves, renombrado arquitecto vasco, quien construyó su casa a imagen de un caserío vasco en recuerdo de su añorada tierra. Toribio de Lecanda traspasó Vegasicilia a su otro hijo, Eloy, de ahí que desde siempre la uva de Dehesa de los Canónigos se vendiese a Vegasicilia.
Teodosio construyó unas grandes naves en forma de U, utilizadas en su inicio como silos. Hoy, dicha construcción alberga lo que en la actualidad es la Bodega Dehesa de los Canónigos. Estas naves de casi 200 años siguen manteniendo la majestuosa disposición de vigas y los muros de adobe de 80 cm de espesor, lo que constituye un gran aislante para mantener temperatura adecuada en la elaboración y crianza de los vinos.
En el año 1931, la familia Cid decidió comprar Dehesa de los Canónigos y fue propietaria hastalos años 60, cuando se vieron en la obligación de vender la finca. Apenas pocos meses después, Luis Sanz Busto y María Luz Cid quisieron recuperar la propiedad familiar debido al arraigo que ella sentía. Luis tuvo que abandonar sus estudios de medicina, pero sentó las bases de lo que Dehesa de los Canónigos hoy representa.
Luis Sanz Busto, en la nueva etapa de su vida, siempre ha puesto todo su esfuerzo, trabajo y cariño por la continuidad de la tercera generación de esta empresa familiar. Con él nació la primera añada de Dehesa de los Canónigos, en 1989, ya que hasta ese momento la uva se había seguido vendiendo a Vegasicilia.
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