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No llegaron los Reyes, llegó el Marqués

Era la cata de Navidad, la cata de la consolidación de la peña. Debíamos promover durante las fechas cercanas, entre los conocidos más allegados, la cita: fecha y hora; y el evento: fenómeno al que estaban a punto de verse adheridos. La voz corría entre unos y otros y las noticias de nuevos invitados llegaban a nuestra central hasta que ocurrió lo que sabíamos que algún día podría ocurrir. Sonaba el "Subsonic" de "Sexy Sadie" en nuestro reproductor, la banda sonora del anuncio del "Renault Megane" en la que la madre le dice a su hijo - ¡ Cómo se te ocurre romper la tradición familiar! ¡Cómo se te ocurre trabajar con tus manos! -. Era una premonición, ya que la novedad que nos llegaba era la ruptura de nuestra tradición de que no vinieran chicas a nuestras catas (esperemos que no se cambien de sexo para ser aceptadas como socias de Los chicos de la vid). Al otro lado del teléfono Ilumi, Salud y Carolina pidiendo, a decir verdad, rogando insistentemente poder acudir a nuestro encuentro con los sentidos. No podría transcribir la conversación, pero fue altisonante y finalizó, como casi siempre, con los deseos de las chicas cumplidos.

Entrando en materia, la cata de Navidad fue presentada en sociedad como una gran cata, tanto por los catadores asistentes (la primera vez que superamos la decena) como por la selección de vinos (nuestra pasta nos costaron). Pero a posteriori los únicos que probablemente estuvieron a la altura de lo propuesto fueron los catadores y los vinos.

El desmadre organizativo del que no quiero verme exculpado (llegué 30 minutos tarde) fue considerable. El lugar escogido, el restaurante Altomira, estaba más preparado para merenditas de parejas que para una cata seria (problemas de encontrar reserva sólo 4 días antes de la cata). La luz era inmunda, parecía que habían colocado unos candelabros en el techo y del servicio mejor no hablar (creo que todavía estamos esperando algún plato).

Pero no todo fue negativo. El descubrimiento de la cata creo que no dejo indiferente a ninguno de los nuevos asistentes. Los comentarios de las chicas siempre fueron muy interesantes, observando en todos los vinos muchos más matices aromáticos que los chicos, y las valoraciones de nuestros invitados nos hicieron recapacitar sobre nuestra forma de valorar los vinos y trajeron nuevas conversaciones atractivas a nuestra mesa.

Los vinos a catar eran todo lo sugerentes que demandaba la noche: Viñas del Vero Gran Vos Reserva de 1997, Marqués de Riscal Reserva de 1997, Dehesa de La Granja de 1998 y un fetiche creado previamente a la cata, El Vínculo de 1999. La cata estuvo marcada por la educación enológica a los nuevos aprendices y el procedimiento de cata y valoración habitual. Felicitar a todos los iniciados y a los que ya llevamos más tiempo porque, a pesar de los "impedimentos naturales", la cata se desarrolló de forma muy "profesional".

La competencia de vinos más hechos en botella como Viñas del Vero o Marqués de Riscal, frente al Dehesa de la Granja y sobre todo a El Vínculo, implicó que tomáramos en consideración comentarios realizados en el foro sobre jarrear, oxigenar, airear,. el vino. El Vínculo y Dehesa de la Granja se abrieron en primer lugar dejándose para ser catados en cuarto y tercer lugar respectivamente (aproximadamente una hora y cuarto después) para facilitar la oxidación acelerada de los vinos y su competencia en la cata. Las notas de cata de los vinos son las siguientes:

Notas de cata

Marqués de Riscal Reserva 1997

Profundo rojo picota. Complejo en nariz. En boca se expande y muestra todo lo mejor de sí mismo con aromas frutales integrados con la madera. Final persistente.

Dehesa de la Granja 1998

Un vino muy completo. Color cereza de impresionante brillantez, muy elegante en nariz, aromas a fruta, a miel y avellana. En boca es amplio y gustoso.

El Vínculo 1999

Cereza muy cubierto. Corto en nariz. En boca es complejo y persistente.

Viñas del Vero Gran Vos Reserva 1997

Rojo cereza. En nariz muestra aromas a frutas del bosque. En boca es potente y estructurado.

Personalmente, destacar de la cata el Dehesa de la Granja, un vino muy completo en todos sus aspectos y el ataque en boca del Marqués de Riscal, simplemente espectacular. En cuanto al Viñas del Vero pienso que debería haber reposado más antes de ser bebido, ya que no llegamos a observar todo lo bueno que se ha comentado sobre él. Por otro lado, El Vínculo supuso la mayor decepción de la noche. Pensábamos que un vino de la tierra iba a hacer temblar a los grandes vinos con los que competía, sin embargo fue El Vínculo el que tembló, y no para bien. Espero probarlo dentro de un tiempo para ver lo que gana en botella.

En cuanto a la cena, mejor olvidar despropósitos. El resto de la noche continúo con el albedrío lógico de una reunión de once amigos un sábado: pachangas, congas y faralaes se movieron al viento y acabamos despeinados a altas horas de la madrugada. No en vano, era Navidad.

La moraleja con la que nos quedamos de la cata es que a pesar de los problemas que nos surgen, cada día nos gusta más este tipo de reuniones y la del próximo 26 de enero de 2002 (feliz año nuevo a todos) de vinos dulces está en camino. Esperamos contar con muchos de los catadores asistentes a ésta y con los que no pudieron asistir. No obstante, acudiría con mucho gusto y orgullo a la cata aunque sólo estuviesemos los socios fundadores de la peña.


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