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El descubrimiento de la cata

Llevabamos varios meses preparando nuestro estreno en el mundo de las catas, conjuntando un grupo de personas más o menos estable que pudiera acudir habitualmente a las reuniones y estuviera interesado por el vino. Había llegado la gran noche, el 20 de octubre, y todos estabamos algo nerviosos de los resultados de aquel experimento.

A las 9 nos reunimos en el restaurante "La Tinaja" para degustar los cinco primeros caldos de nuestro grupo. Llegamos ataviados con nuestras botellas envueltas en papel de aluminio para realizar la cata a ciegas y nuestras copas Riedel. Los vinos habían sido seleccionados expresamente para la ocasión por nuestro amigo Gonzalo Fuentes de "Gourmet La Ermita" para una cata de monovarietales blancos. Nuestra intención era comenzar a diferenciar los aromas y disparidades de estos vinos tal y como nos había recomendado la gente de Verema y, en especial, Gonzalo Lainez.

El ambiente era propicio, el salón aún estaba casi vacio y teníamos una mesa semiapartada del resto del local, lo que nos permitió concentrarnos en la cata de los vinos.

Iniciamos toda la parafernalia de la cata. Cada uno de los miembros contaba con una copa de cata (nuestro presupuesto aún no da para más:) para la cata de los 5 vinos. Además teníamos una jarra de agua para efectuar la engorrosa tarea de enjuagar las copas y a nuestra derecha la ficha de cata y un bolígrafo para realizar las anotaciones oportunas.

Los vinos se cataron por el siguiente orden: Marqués de Caceres, Manuel Manzaneque, Liñar de Vides, Campalar y Añil. Destacar sobre todos los vinos el Manuel Manzaneque, se convirtió en el fetiche de esta primera noche. Un gran vino eleborado en la Sierra de Alcaraz con la uva chardonnay del 2000 con cuatro meses de crianza en barrica de roble. Tras mirar y rebuscar entre todos los calificativos de un glosario de vino y con gran imaginación nos hemos atrevido a describirlo como un vino brillante, muy limpio, sabroso y aromático, amable, con carácter y estructura y elegante en vía retronasal.

Tras esta primera degustación se volvieron a probar los vinos en este caso a botella vista y comentando otras catas realizadas de los mismos e información de las bodegas elaboradoras.

La cena discurrió, posteriormente, con una animada charla de las sensaciones que habiamos tenido y debatiendo los estatutos de la peña enológica que estabamos constituyendo en esos instantes. El resultado nuestra ansiedad por preparar la segunda cata.


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