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El encanto de un rio

Podría empezar hablando de la región del Loira, esa gran extensión de viñedos que se dispersan a lo largo y ancho del río que lleva su nombre y de sus afluentes. Podría contaros que ese río, ese " Río de Reyes" cargado de historia, ya tenia vides antes que los romanos invadieran las Galias allá por el año 22 d. C. Pero que fue San Martín y sus discípulos quienes habrían efectuado las primeras plantaciones hacia el año 380, cuando se fundó la abadía de Marmoutier, en Tours. Como siempre, la iglesia tuvo un papel principal en la divulgación y consumo de vino.

Pues el amigo San Martín, estaba realizando una de sus visitas periódicas a los viñedos (ofrecía su ayuda a los cultivadores del valle manteniéndoles informados de lo que hacían los otros viticultores de otras partes ) y llegó cabalgando a una de las viñas que pertenecía a la iglesia. Ató su montura al final de una fila de cepas. Estuvo inspeccionando minuciosamente y aconsejando a los monjes que trabajaban allí. Cuando al cabo del rato volvió, quedó horrorizado al ver que su burro había estado mordisqueando las hojas y que algunos de los vástagos más jóvenes habían quedado reducidos al tronco de la cepa. Fue su sorpresa más agradable cuando al año siguiente fueron esos vástagos los que se desarrollaron más abundantemente y produjeron mejores frutos. Los monjes, que no eran tontos, tomaron nota y buscaron una forma mas adecuada para podar las vides en lugar de la" poda al burro".

Pero bueno, eso es historia y no pretendo contaros mucha , porque para ello están los libros.

Podría contaros también que el Loira nace en el Macizo Central de Francia y que desciende jugueteando con los valles y su paisaje durante mas de 1000 Km. hasta descansar en el Atlántico a orillas de Nantes. Este río lleva mas de su mitad recorrida antes de encontrarse con los primeros viñedos en Poully-sur-Loire y Sancerre. A partir de ahí, las viñas se agolpan junto al río y sus afluentes dando un colorido y un cromatismo sin igual, y les acompañan en su viaje castillos de ensueño y casas señoriales de una cuidada belleza. Pero la idea que llevo al escribir estas páginas es intentar contagiaros el sentimiento que tanto Juan Ferrer como un servidor, nos trajimos de allí.

Cuando un aficionado al vino y amante sarnoso ( como diría Groucho) de los vinos dulces como yo, y un enfermo de la viticultura como Juan, deciden hacerse mas de 3000 km para ir a una feria de vinos desconocida e ignorada por España (éramos los únicos españoles en el pabellón ferial de Angers) estábamos buscando nuevas experiencias vinícolas, descubrir vinos desconocidos por nosotros y por supuesto estudiar, comprender y, en tres días, empaparnos del vino y de su región.

Como todo en la vida, si se quiere aprender algo se debe estudiar con la información que se tenga a mano y con la que se debe de buscar para ampliar conocimientos. Pero si se quiere tener una visión más amplia de lo estudiado, hay que dejarse impregnar por el aire que se respira en la región, hay que dejarse seducir por el encanto de los paisajes de la zona y por supuesto, hay que abrir de par en par nuestra mentalidad para descubrir nuevas gentes, nuevos pensamientos y nuevas (para nosotros) formas de hacer vino.

Y esa sensación es la que espero que después de estos días, después de haber probado algunas de las joyas mas desconocidas del planeta, nos llevemos a casa. Nosotros ya estamos "encantados " con los vinos del Loira.

"Encantados" con esa aura que se desprendía de cada conversación con los viticultores, con cada sorbo de vino de Savennières, de Coteaux du Layon, del amor que demostraban al hablar de su terroir. Un amor que contagiaba.

Porque la mejor forma de definir estos vinos, es como "encantadores", porque si les falta la magnífica crianza de los vinos de Burdeos y Borgoña, la suplen con un estilo especial, una viveza y una gracia que los hace refrescantes, sedosos y vibrantes. Es aquí mas que en ningún sitio de Francia donde la importancia de la añada es capital, ya que cuando no ha hecho suficiente sol, la acidez será excesiva y romperá la armonía de su producto. Pero sigamos con el viaje.

Cuando llevas mas de 1000 Km. y has dejado atrás Burdeos y divisas en el horizonte una gran nube grisácea que cubre todo lo que abarca tu vista, dices, eso es el Loira, y piensas, allí no deben ver el sol. Y cuando te adentras ya anocheciendo por unas carreteras estrechas, entre pueblos de piedra y una lluvia cansina que llega a aburrir, estas deseando llegar para terminar esta paliza de trayecto. Y es entonces cuando un cartel te anuncia "Saumur". Bien ya estamos cerca, y aparece el Loira, y se te queda una cara de bobo al ver ese majestuoso río iluminado por la luz de las calles aledañas y con un castillo que domina la ciudad que hace que te tengas que parar en medio de la carretera para literalmente, alucinar ¡que barbaridad! que preciosidad de castillo, ahora transformado en un museo ecuestre donde se acoge la escuela de caballería del ejercito francés, es imposible dejar de admirar su belleza (creo que no había visto nada igual desde el castillo de los Clic de Famobil).

Ya dentro del Parquexpo de Angers, el ambiente es intenso. Son las 9 de la mañana y está el personal formalizando sus acreditaciones, y nosotros como buenos chicos, ya estamos dentro de la sala de prensa acaparando todo tipo de información sobre los eventos que se realizaran y haciendo una composición de lugar del plan de acción en la feria. Que vamos a catar primero y que ritmo de catas vamos a llevar. Un bloc con mas de 400 fichas de cata en blanco, esperando a ser rellenadas y un bolígrafo junto con el plano de todos los stands.

Si alguna persona quiere acaparar todos los vinos del Loira en tres días, probablemente esté haciéndose ilusiones de algo que no puede llegar a conseguir en su vida. Pero en tres días, teníamos el planteamiento de conocer la generalidad de sus vinos y de comprender que se cocía en esa región. Con lo cual, teníamos mucho trabajo por delante y de hecho, aquí no veníamos de vacaciones.

No voy a contaros los tres días de feria porque seria muy intenso y además, porque os invito a que no os lo cuenten, os invito (`pero que cada uno se pague lo suyo) a que el año que viene no os perdáis esta feria, la más grande de una sola región en el mundo mundial.

Lo que voy a tratar de transmitir es el trato con la gente del lugar, algo difícil de explicar ya que si no se vive no creo que pueda daros a conocer la amabilidad, la bonanza, la alegría y la pasión de los viticultores para con sus vinos.

El estar hablando con Michel Blouin y su mujer, un matrimonio que toda la vida ha estado trabajando la viña, sus manos curtidas por el duro trabajo de agricultor, y disfrutar de su conversación mientras te ofrecen, como si de un niño recién nacido se tratara, sus vinos mas preciados es algo para mi excepcional, independientemente de la calidad de sus vinos, es el amor que le han puesto para llegar a exponerlo. Y daros cuenta, que estamos hablando de 800 botellas año, si, si, 800 botellas. Fíjese que mala suerte que no vais a probar ninguno de estos vinos.

Pero no creáis, algunas de las joyas mas apreciadas del Loira estarán en el tercer día de cata, como por ejemplo el "Domaine Les Grandes Vignes Vaillant 96, Selection de grains nobles", esto si es para encadenarse literalmente a su majestuosidad. Madame Suzzette se sonrojaba cuando le alabábamos esos vinos de una untuosidad elegantísima. ¿Hay mayor placer que demostrar lo que una persona es capaz de hacer y que ese trabajo sea recompensado con un halago?

Así podría estar folios y folios hablándoos de sus gentes, de sus formas de vivir el vino y de cómo, por ejemplo, un descendiente de uno de los propietarios de Quarts de Chaume, AOC privilegiada en pendientes entre Angers y Saumur, tiene una pequeña parcela de terreno donde puede elaborar los vinos que, según el clima de cada año, están considerados como los mejores de las laderas de Layon. Es un vino único en cuanto a su ligereza y su bouquet. En otros tiempos, la viña pertenecía a un solo propietario, que la alquilaba a viticultores a cambio de una cuarta parte de la vendimia. Se reservaba el derecho de escoger de que sección del viñedo debía provenir su parte, y de ahí que se empezara a llamar Quarts de Chaume.

No quiero terminar sin hablar de Philippe, un chaval de ventipocos años con una vitalidad asombrosa, con sus Chateau de Armusseries, unos Vouvray semidulces y dulces de una frescura muy interesante, que nos dio a conocer toda la gama de sus mejores vinos y del señor Brissebarre, un gordito relleno de pan y jamón, señor como los haya, con uno de los vinos más llamativos de toda la feria.

Hablar de todas las personas que conocimos es extenderme en recuerdos que los contaremos de palabra, pero mencionar las maravillas que se elaboran en Coteaux du Layon y sus subzonas,( faye d,anjou, rablay, saint aubin, saint - lambert ) y por supuesto recordar a Cristophe Daviau con su "Bablut" Selection de grains nobles, un tipo encantador que ama el flamenco como si lo hubieran parido gitano.

Para terminar y como colofón, uno de los momentos mas entrañables que guardo para mis recuerdos y ahora para vosotros, es haber conocido a Madame Laroche, una mujer de 68 años, con un castellano perfecto y que elabora uno de los mejores vinos y mas raros que hayamos podido probar. Es una lastima no tener de esos vinos, puesto que son unas rarezas tan grandes, que la ultima vez que madame Laroche abrió un 75, lo tuvo que tapar porque todavía estaba joven para beber. Señora con un saber estar digno de una persona de una sensibilidad extrema y con una seguridad de saber que tiene unos vinos que no son para todo el mundo. Savennières es una AOC muy particular, en ella, justo al costado de Angers, se recibe la influencia del Atlántico con una suavidad en su clima debido a las colinas que la rodean, dando así un microclima especial. Son vinos de una vivacidad excepcional, con una acidez equilibrada y con una complejidad de aromas sin igual (acacia, vegetal, ahumados, piedra, champiñones, petróleo y tierra húmeda). Así, tras haberla conocido en una cena solo para prensa, donde se cataron vinos de todo el mundo para realizar una comparación entre el amado y querido "terroir", llegamos a la conclusión que madame Laroche es una persona como sus vinos, excepcional y encantadora. Una cata vertical de Savennières desde el 1999 descendiendo hasta el 1989 (aún guardo con añoranza dos Savennières 1996, 1993 firmados por ella, como recuerdo, puesto que después de tan singular trato, ni a Juan ni a mi se nos ocurrió intentar comprarle ninguno de sus caldos, nos quedábamos mas que satisfechos con un gran detalle por su parte que con una transacción comercial sin sentido). Fue un colofón privilegiado para terminar una feria intensa, con pena de no haber podido catar todos los vinos que allí se exponían, pero con una satisfacción de haber hecho un trabajo extenso, y sobre todo, de haber abierto nuestra mente hacia otros lugares donde el vino, también tiene un lugar privilegiado con gente tan agradable como todas las personas que allí conocimos. Gracias a todos ellos.


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