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La peña La Verema y su cata nº 113

Animosos como siempre, aunque un poco más de lo habitual, nos dirigimos hacia nuestra cita mensual. Y digo un poco más de lo habitual no gratuitamente sino porque habíamos sido invitados por la organización de la "XIV Mostra de vins, caves i licors, i XII d'Aliments tradicionals de Valencia". ¿Os acordáis de aquella sensación cuando éramos niños y un compañero de clase nos invitaba por vez primera a su fiesta de cumpleaños?

Fue una de las pocas veces que nos hemos saltado nuestros estatutos, ya que nadie de nosotros eligió los vinos de la cata. Catamos una selección de vinos presentados a la "mostra" según el criterio de los propios organizadores, el gremio de bodegueros de Valencia. Habíamos rechazado la oferta de catar de manera abierta muchos más vinos de los que tenemos por costumbre. Ahí si que no cambiamos nuestro proceder habitual: 4 vinos en cata ciega es nuestra norma. Después ya habría tiempo de probar otras cosas mientras degustáramos la cena a la que también nos invitaban. ¡Qué agasajo!

Hay que comentar antes de proseguir con el relato que la infraestructura de este año era mucho mejor que en ediciones anteriores, así como el entorno, el antiguo cauce del río Turia. Había incluso un porche en el centro de la feria que hacía de sala de catas. Aspecto a mejorar por la organización es la copa con la que se obsequiaba a los visitantes para degustar los vinos. No parece la manera más adecuada de poder disfrutar de un vino. Afortunadamente con nuestras copas Riedel siempre a cuestas salvamos la situación, aunque es cierto que al menos en la sala de catas habían catavinos disponibles.

Nos acompañó en la cata, Mariano Moro, de la Asociación de Sumilleres de Valencia, repescado al vuelo de la sesión de cata anterior organizada para ellos. De la selección de vinos destacó por encima de todos el que resultó ganador de la noche: Beryna 2000 de bodegas Bernabé Navarro (D.O Alicante). Un vino con fruta y notas de crianza en nariz, buen paso por boca, aunque algo falto de carnosidad y de cuerpo. En segundo lugar un 100% cabernet sauvignon de bodegas Belda, Eusebio Lacasta crianza 1998. Vino equilibrado, sabroso, algo corto y que no habría que tardar mucho en beber. Después, Las Lomas crianza 1999 y Merlot 2000 de bodegas Fernando Francés, algo menores que los anteriores.

Llegó el momento de abandonar la formalidad y entregarnos a la degustación, al disfrute de los vinos, el momento de cenar en compañía de otros vinos presentados a la feria. Y llegó el momento ... , y ... ¿llegó el momento?. Pues no, no llegó. No pudimos conocer a la persona que había tenido la deferencia de invitarnos para después dejarnos así, como novio al pie del altar al que abandonan con la miel en los labios. Eran las once de la noche, compuestos, y sin novia. He cambiado el dicho para no ser acusado de machista, y porque además eramos todos del género masculino y ... lo voy a dejar y abandono el jardín en el que me estoy metiendo. Sólo añadir que se nos quedó cara de ... pues de no entender muy bien lo ocurrido, de suponer que había acontecido alguna confusión y de tener claro que eramos ajenos al malentendido.

La cena se celebró en casa de Pepe Ferrer, en Casa Pepico, amigo de esta peña nuestra donde los haya, que nos salvó la situación y la noche. Su hospitalidad y su saber hacer y también, por qué no vamos a decirlo, un par de magnums, San Román 1999 y Santa Rosa 1996, nos hicieron olvidar lo del cumpleaños y lo del altar.


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