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La dulzura mediterránea

En nuestra primera cata del año, quisimos empezar de la mejor manera posible, y creo que la elección de hacer una cata de dulces fue acertada, para así apreciar otro de los muchos campos que nos quedan por explorar.

La organización esta vez era casi perfecta: las botellas estaban a la temperatura idónea, llevábamos bien preparadas las fichas de cata y las copas, y por una vez teníamos bolígrafos para todos. Salí de mi casa y fui recogiendo uno a uno a los socios fundadores, Carlos, Miguel y Fernando. Teníamos reservada una mesa en el restaurante “La Tinaja”, pero cual fue nuestra sorpresa al ver que estaba cerrado. Tuvimos que ir al asador “Carretero” donde, aunque tuvimos que esperar un poco, nos atendieron muy bien y no nos pusieron ningún inconveniente a la hora de realizar la cata. Además, el camarero puso mucho interés y paladar para saber cómo eran los vinos que estabamos catando.

Una cata de moscatel es, si cabe, más especial que el resto. Son vinos distintos, en ellos se percibe el carácter de la uva y una diferenciación brutal en aromas con el resto de vinos. Me gusta hacer la comparación de los vinos moscatel con las mujeres, quizá sea por la canción de Victor Manuel o quizá por la belleza, tersura, sedosidad y delicadeza que muestran.

La noche de autos catamos los vinos Ochoa 1999, Moscatel de la Marina 1999, Gran Feudo 1999 y Fusta Nova 1999. Siguiendo nuestra comparación, en la lucha entre la mujer mediterránea y la mujer navarra, la primera ganó con diferencia mostrando un vino con mayor carácter y personalidad, quizá debido a su mayor grado alcohólico.

La cata discurrió dentro de la seriedad habitual con los habituales incisos imaginativos de Fernando en sus comentarios y los típicos problemas de una mesa llena de copas, hojas, botellas y platos.

En la cena el maridaje se convirtió en un problema, casar los vinos dulces con platos de carne era un sacrilegio, así que pedimos un Estola 1997, un vino de una bodega que hace unos años fue una de las principales impulsoras de los vinos manchegos, pero ahora ha venido a menos. No obstante, nos agradó bastante a todos los catadores.

Nos veremos otra vez en breve. Una vez realizado el Encuentro Verema y nuestra cata de vinos jovenes de La Mancha nos encontramos con la mirada absorta y fija, con un aire de admiración y esperanza, en la ilusionante cata del sábado 30 de marzo en la que esperamos contar con grandes invitados.


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