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México y su potencial vitivinícola

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A pesar de ser el primer lugar donde ingresó la vitis vinífera en América, llegada de Europa, México nunca ha estado en la lista de los grandes productores. Apenas ocupa el vigésimo tercer lugar. Por otra parte, tan sólo se consumen 200 ml per cápita al año, figurando en esta clasificación en el lugar, nada envidiable, quincuagésimo quinto. El pulque fue la bebida fermentada por excelencia en estas latitudes. Ahora está en franco descenso. El tequila, ron, brandry y cerveza son las bebidas con más adeptos, gracias a la gran mercadotecnia que los promueve.

Pero no todas son malas noticias, cada día se pueden ver más vinos en los anaqueles, tanto de las tiendas de autoservicio como en las tiendas especializadas. Esto es señal indudable del aumento en el consumo, quizá, de manera heterogénea ya que los pocos consumidores bebemos más, y la gente que no lo hace se va sumando por goteo a nuestra lista. Hay que destacar el "snobismo”, barbarismo, que se traduce en gente que sigue modas sin entenderlas o sin asimilarlas. Este tipo de bebedores abunda en los restaurantes caros, donde venden el vino con un incremento hasta del 300%, bebiéndose el vino caliente, después de una ceremonia de presentación de la botella y descorche totalmente acartonada.

Afortunadamente, para quienes amamos este elixir y vivimos en México, cada día se producen más y mejores vinos. Existen cinco Estados dominando el panorama vitivinícola mexicano: Querétaro, Aguascalientes, Zacatecas, Coahuila y Baja California, siendo este último el más importante y donde se concentra la mayor parte de la producción nacional. Su suelo y su clima han dado el fruto que más tarde nos muestra sus encantos, al descorchar una botella de buen vino.

Entre las principales bodegas se encuentra Monte Xanic fundada en 1988, empresa vanguardista que desarrollo vinos de excelente calidad, echando mano de lo último en tecnología como cubas de acero inoxidable o rotofermentadores, entre otros implementos. A su vez hicieron que otros productores se instalaran y empezara la sana competencia. Hablamos de bodegas como Mogor Badan, Chateau Camou, L.A. Cetto, Casa de Piedra, Viñas Liceaga y otras no tan recientes como Casa Domecq y Santo Tomas. Esta última formó una alianza con Wente, compañía norteamericana, brindándonos un vino de características excepcionales, el Duetto. De este vino he tenido oportunidad de catar las añadas 1995, 96 y 97 y es difícil saber cual es mejor. Las cepas plantadas de varietales tintas en esta zona son Cabernet Sauvignon, Tempranillo, Nebbiolo, Shiraz, Barbera, entre otras menos comunes. En uvas blancas destacan la Chardonnay, Sauvignon Blanc, Semillon, Chenin Blanc. Todas ellas vinifican con buenos resultados.

En Coahuila está la zona de Parras, lugar que cobija a la bodega en funcionamiento más antigua de América: Casa Madero, que data de 1597. La mayoría de su producción se exporta. En los últimos dos años han hecho énfasis en el mercado interno. Vinifican la Cabernet Sauvignon y la Merlot, así como la Chardonnay para los blancos.

Otra zona para destacar está entre Ezaquiel Montes y Cadereyta en el pujante Estado Queretano, a 200 Km al norte de la ciudad de México. Aquí se instaló Freixenet en el año 1983, obteniendo magníficos resultados con vinos espumosos, en sus tierras calizas. No obstante, desde el año pasado sacaron al mercado una gama de tintos vinificados con Cabernet Sauvignon y Merlot. Debido a su baja producción, no se han difundido, aunque quizá este año pueda degustarlos y dar mi punto de vista.

Los precios de los vinos son cada vez más atractivos, gracias a los acuerdos comerciales con Estados Unidos, Europa y, que decir, con Chile. Podemos encontrar vinos Chilenos aún más baratos que en Estados Unidos, debido a que no se pagan aranceles de exportación.

Con el esmero de los productores, las nuevas inversiones y si sumamos los vinos importados, que juegan un papel primordial ya que sirven para medir parámetros de la calidad mundial, se puede decir que México tiene un horizonte promisorio. Los empresarios están cumpliendo con su parte si bien el gobierno debería bajar impuestos en alcoholes, sobre todo al vino, para no encarecer el producto y que este llegue a todas las mesas. No obstante, el examen más difícil se ha superado: México puede hacer caldos de calidad pues hay tierras y clima para elaborar vinos de talla internacional. La competencia es de alto nivel, beneficiando a quienes gustamos de beber y disfrutar buen vino.


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