Masdevinos

Más Historias de Vinos: I

Dormía.
Sí.
Dormía.
Él la contemplaba en silencio con la vista turbia de lágrimas, casi con miedo a que el peso de su mirada pudiera molestarla.
Dormía.


Habían pasado casi todos por casa, como otras veces. Como tantas veces.

En el salón todavía se escuchaba algún que otro susurro que corría por las paredes y se refugiaba en las esquinas, como una sombra. Y él la miraba en silencio con la vista cansada de sostener los recuerdos.
Tenía en la mano, como olvidada, una copa de vino, cogida por el tallo con la sencillez y la serenidad que da la costumbre. Un vino rojo rubí, de su tierra, de esa tierra que tanto les había dado. Y quitado.

Habían pasado muchos años juntos en aquella tierra. Muchos. Hizo un esfuerzo por recordar la primera vez que la vió, la primera imagen de ella que se refugiaba tímida en algún rincón de su memoria lejana. Pero no podía recordarlo. Era como si siempre hubiera estado allí con él. Desde el primer día. Desde el primer instante.

Guardaba en tangibles recuerdos toda una vida con ella en aquella tierra, dura, seca, jugando entre las viñas como los dos niños que eran, con los bolsillos llenos de canicas y risas infantiles.

Recordaba las carreras entre los viñedos que empezaban a teñirse de verde mientras los mayores podaban las cepas y fingiendo enfado les llamaban la atención.

Recordaba el cosquilleo al posar las manos en sus hombros para mantener el equilibrio mientras pisaban la uva en el viejo lagar. Y las miradas que se encontraban una y otra vez y teñían de arrebol sus mejillas. Los pantaloncitos cortos. Las delgadas piernas salpicadas de mosto y llenas de pepitas de uva. Ese eterno mechón indomable cayendo sobre sus ojos. Y sus manos, con confianza plena, apoyadas en sus hombros.

Recordaba el trabajo del campo. Sus abuelos, sus padres, con las frentes perladas de sudor y una eterna sonrisa de absoluta satisfacción en la boca al levantar la mirada y dejarla deslizar entre las hileras de cepas. Entre aquellas cepas retorcidas, como las manos curtidas de los ancianos del pueblo, se encontraron por primera vez sus manos, casi por inercia, casi sin querer, como los zarcillos de dos vides que se encuentran sin buscarse.

Desde entonces... ¡Cuántas veces! Cuántas carreras furtivas, cuantos besos a escondidas a la luz de la Luna. Cuántos recuerdos imborrables en aquellas noches de verano mientras la uva iba madurando lentamente en la planta. A la luz del día todo se veía distinto. Ya lo decía ella: el Sol no sabe dibujar como la Luna...


Con los años él empezó a hacer vino. Ella poesía. Le solía decir que él era hombre de campo. "Viticultor", decía con orgullo; que él nunca aprendería a usar el lenguaje como ella sabía. Y ella le contestaba, con la copa en la mano y el recuerdo del vino en la boca, que ojalá algún día pudiera escribir sin palabras tanta poesía...

Pasaron los años. Cosechas buenas y malas. Vinos buenos. Otros, no tanto, pero todos hechos con orgullo y cariño. Tuvieron hijos. Nietos. Algunos, no todos, eran los dueños de las voces que susurraban al otro lado de la puerta...

Ella dormía.
Se llevó la copa a la nariz en un gesto mecánico y le inundó un torbellino de fruta y de besos, de cacao y de caricias, de regaliz y de sueños. Sus ojos dejaron escapar dos lágrimas lentas...

Dormía.
Levantó la copa en silencio y se la llevó a los labios. Sólo un sorbo, un soplo de vida, una gota de tierra. Se acercó a su boca.

Dormía.

Le dejó en los labios el último beso: largo, tibio, dulce... Como a ella le gustaba el vino.
 

Raúl Bello Rodríguez.

  1. #1

    Goxo Goxo

    Gracias por compartir este texto con nosotros, recuerdos de amor, de belleza y de serena paz...

  2. #2

    Riaul

    en respuesta a Goxo Goxo
    Ver mensaje de Goxo Goxo

    Gracias a ti por leerlo. Saludos

  3. #4

    Selecta

    en respuesta a Riaul
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    Lo leí hace ya mucho tiempo...pero pase el tiempo que pase es un auténtico gozo volver a leer esta epopeya de amor...Enhorabuena Raúl

  4. #5

    Riaul

    en respuesta a Selecta
    Ver mensaje de Selecta

    Gracias Teresa. Agradezco muchísimo tus palabras. Aún tengo pendiente probar tu vino. La verdad es que no he encontrado ocasión de abrirlo tranquilamente y disfrutarlo con calma. Ando muy liado pero no me olvido. Gracias otra vez. Un beso

  5. #6

    Selecta

    en respuesta a Riaul
    Ver mensaje de Riaul

    Gracias a ti, Raúl, por esas palabras que llevan mucho amor...
    No te preocupes por el vino, ya se que está a buen recaudo y cuando el tiempo te lo permita darás buena cuenta...ya sabes que no por mucho correr, uno llega antes...
    Dos besos...

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