El Douro, versión Niepoort
El programa del viaje se iniciaba con la visita a las instalaciones que tiene en la Rua de Serpa Pinto de Vila Nova de Gaia la compañía Niepoort Vinhos S.A. dónde nos esperaba Verena Niepoort, quinta generación junto a su hermano Dirk, de los Niepoort y José Rodrigo Nogueira, también la quinta generación de los Nogueira cómo maestros mezcladores de la bodega. Para una mejor y más profunda ilustración de la obra de esta familia bodeguera luso-holandesa os recomiendo el fenomenal artículo escrito por Luís Gutiérrez, ya que mi relato responde más a la necesidad de compartir la experiencia vivida que a la virtud de ilustrar las andanzas de los Niepoort.
En la cena, con la deliciosa comida que elaboró Maria José, cocinera de la bodega probamos un doble Mágnum de Redoma Branco Reserva 2008, un polémico doble Mágnum de Charme 2006, un delicioso doble Mágnum de Batuta 2001 y un Mágnum de Vertente 2007 algo más ligero. El Batuta 2007 muestra las buenas maneras de la añada y el vino elaborado para la Colección 75º Aniversario Vila Viniteca por Niepoort 2007, procedente de un viñedo centenario que fue replantado recientemente, pinta muy bien.
Los generosos vinieron con nombres como el Vintage 1982, el Vintage 1964, Niepoort Tawny 20 Years (Bottled 1983) y un Niepoort 1863 (en formato 37,5 cl.). Sinceramente, demasiadas emociones, pero destacaría la frescura del 1982, la concentración del Tawny 20 Years y el nervio del 1863, maravilloso recuerdo de los Portos del siglo XIX. Para el fin de fiesta a Dirk siempre le gusta romper con un Riesling, en este caso un Riesling 2003 de Niepoort Projectos, seguramente el mejor riesling ibérico que he tenido el gusto de probar, pero quiso sorprendernos con una misteriosa botella etiquetada cómo Quinta de Junco Colheita, embotellada en 1947. Magnífica concentración y profundidad para esa veterana botella.
Al día siguiente nos esperaba en Vale Mendiz, dónde tiene la bellas instalaciones de vinificación la bodega, Nick Delaforce quién se encarga de la coordinación de la vendimia y vinificación de los Portos. Allí pudimos ver el proceso de recepción de la uva, la última de la cosecha 2009, pesado, y control en la mesa de selección previa a su despalillado. De allí se transporta la uva a los magníficos lagares circulares de granito para realizar el bello proceso del pisado de la uva, de manera artesanal, dando inicio a la fermentación, desprendiendo su aroma en el ambiente.
Catamos los mostos ya fermentados y probamos partidas de diferentes pagos. Allí también se cría el Charme, el vino tinto más elegante de Niepoort, dónde probamos diferentes barricas del 2008, junto a un vino que elabora junto a Raúl Pérez. La comida la realizamos con parte de la cuadrilla, en un ambiente muy familiar, junto a unas deliciosas sardinas a la brasa, acompañadas por un Redoma Branco 2008, el tinto de la casa (colhonudo según mis compañeros), el Solar de Serrade Vinho Verde Tinto 2008 (também colhonudo apuntaron), el Dialogo 2007 (versión portuguesa de Alonso Quijano) y acabar junto a una crema casera caramelizada, con unas copas del Vintage 1983 y un Vintage 2007, en formato 37,5 cl. Buen rato de sosiego, entre viñas y pizarra.
De vuelta a la Quinta de Nápoles, subimos al mirador del Douro desde el Casal de Loivos para apreciar la belleza de las terrazas sobre el Douro, paseando por la encantadora estación de Pinhão y ver cómo llegaba la antigua locomotora de vapor que circunvala el río. Aproveche la tarde para escaparme a visitar alguna de las Quintas clásicas de la zona, cómo la preciosa Quinta de Noval, la Quinta de Juncal o la Quinta de la Rosa, entre otras, en una estupenda ronda de sábado por esa hermosa parte del Douro.
Antes de la cena, probamos los otros tintos tranquilos en sus diferentes depósitos, cómo el Fabelhaft, uno de los sustentos comerciales de la bodega o el delicioso Robustus, procedente de la Quinta do Carril y cuya críanza se realiza en bottis venecianos.
Abrimos la cena con sendos Champagnes, uno el Fiével Comte de Marne de Charles Mignon y otro Blanc de Blancs de Jacques Selosse (se trata del Initial con degüelle 2004) mostrándose algo fatigado. Con los blancos secos probamos un Hubacker GG 2005 de Keller, delicioso en nariz pero algo basto en boca, una prueba del Navazos-Niepoort 2008 con unos días de apertura, algo más cohibido que el de día anterior.
En la mesa también se encontraba Paulo Ruão, el enólogo del Viosinho 2008 de Lavradores de Feitoria, un muy interesante blanco con similitudes a una sauvignon fresca, quién nos explicó cómo funciona este interesante proyecto, del que también forma parte Dirk Niepoort. Pero sigamos, ya que tras la decepción de un oxidado Meursault 2000 del maestro Coche Dury, apareció una gran revelación para mi, el Alvarinho Soalheiro Primeiras Vinhas 2008, uno de los Alvarinhos más minerales que he tenido el placer de disfrutar y del que me he hecho seguidor acérrimo.
Pero que no decaiga la fiesta. Con los tintos llegaron grandes botellas. El primero, servido a ciegas cómo la mayoría de los vinos, se trataba de un fino exponente de la elegancia y la profundidad, de nombre Mouchão 1963, y que en mi ignorancia había desconocido la potencial grandeza de este Alicante Bouschet del Alentejo. Un monumento vínico viviente, aunque me dicen que poco tiene que ver con los Mouchão contemporáneos. Le siguió el Saint Joseph 1998 de Pierre Gonon, ¿heredero del maestro Trollat? El tiempo dirá, pero muestra muy buenas maneras.
Una botella muy grande de Robustus 1990, apostillado cómo un vino salvaje en juventud, nos permitió realizar un fenomenal ejercicio de traslación de los vinos tranquilos de Dirk en el tiempo, que se vino a certificar con el Redoma 1991, cuya entereza sorprendía y un completo Redoma 1994. Algo más sutil se mostró el mágnum del Beaune 1er cru cuvée Guigone de Salins 1993 de Louis Jadot elaborado para los Hospices de Beaune, pero no tan intenso ni profundo y es que el nivel había sido muy alto.
Entonces llegaron los Portos con un mágnum del Vintage 1942 de Niepoort que me pareció completísimo, servido junto a dos botellas muy diferente del Três Gerações Porto de Niepoort, un Porto centenario, servido con mucho cariño por Dirk, cómo muestra del buen trabajo que lleva realizando su familia desde 1842. La mejor de las botellas se mostró con grandeza, oxidación y concentración bien ajustadas y un nervio marcadísimo. Pedacito de historia del Douro.
Para finalizar la acidez de la Riesling 2008 de Niepoort Projectos y el Trittenheimer Apotheke Auslese Riesling 2006 de Grans-Fassian, dando por acabada un cena deliciosa a la luz de la luna, con el calor de las paredes de pizarra cómo regulador térmico, junto a una magnífica compañía. ¿Qué más se puede pedir?
El domingo finalmente un café de despedida con Dirk, comida en Oporto, dónde volvimos a comprobar las bondades del Soalheiro PV y para el aeropuerto de vuelta a casa. Este sería a grandes rasgos el fin de semana que hemos vivido, sino fuera que en los pequeños detalles se encuentra lo sublime de nuestra estancia allí. Gracias a los Niepoort y a su importador Vila Viniteca por la experiencia que me han permitido vivir .
Anexos fotográfico:
Niepoort (Vinhos) S.A.
Paseando por el Douro
-
Vaya viajecito Víctor!!!!!! Esos oportos antiguos son imposibles, no?. Siendo como eres un apasionado de los madeiras, después de probar esas barbaridades cómo ves tú relación oporto-madeira.
No sé si podrás leer este comentario porque estarás preparando el otro viajecito. Envidia, mucha envidia me das. De todos modos ya me contarás en Barna en noviembre.
Un abrazo,
Javi -
Hola Javi.
Supongo que te refieres a sí son imposibles de localizar. Aunque la generosidad de Dirk hizo que pudiéramos probar todos estos vinos, haciendo una búsqueda por la red, he encontrado varias webs dónde poder adquirir alguno de ellos, eso sí, a altos precios.
En lo que se refiere a una comparativa entre Portos y Madeiras, por suerte existen más diferencias que similitudes. Seguramente las similitudes irían ligadas a las tipologías de Porto que buscan más la oxidación y la concentración de la vejez, cómo los Colheitas y Garrafeiras, más parejos a pero por suerte las diferencias climáticas y de latitud, de suelos y de uvas, a parte de la vinificación les convierte en vinos muy diferenciables entre sí.
Por cierto, yo aún no he probado ningún vino del maestro Jayer y tú te has cuidado con un Cros Parentoux 96. La envidia va por barrios...
Ciertamente vuelvo a partir de viaje, así que si tardo en responder algún mensaje por estar offline, pido disculpas.
Un abrazo.