El Bosque

La Sala de Espera del Depósito: Capitulo 15

Resumen de los capítulos anteriores

Tras una cena de tapas con Teresa en la que consigue encajar alguna pieza más del puzzle del comportamiento de Ángel Iglesias, Eusebio conoce a los dos personajes que llevan el local donde apareció muerta Paula Reinoso quienes le hacen un curioso encargo...


15.

El sábado lo había pasado prácticamente durmiendo.

Después de hablar con Fernando el viernes puso la alarma del móvil para las once del día siguiente en previsión de que la resaca de albariño versus gin-tonics le sumiera en tal sopor que le hiciera llegar tarde a la tradicional comida del sábado en casa de su hermano Santiago. 

La verdad es que había veces que las tradiciones familiares se le hacían cuesta arriba y ese fin de semana hubiera dado cualquier cosa por cancelar la comida del sábado donde Santiago y la del domingo donde Isabel, sólo pensar en los cinco monstruitos de su hermano le empezaban a machacar los martillos de la temida resaca pero precisamente este sábado le interesaba hablar de cosas médicas con Santiago.

Mas la suerte estaba de su parte y su hermana Isabel le llamó a las diez y media para decirle que Paco, su marido, andaba griposo y guardaba cama con fiebre, por lo que mejor dejar la comida de mañana –domingo- para el de la semana siguiente.

Después de perdonarla mentalmente por haberle despertado media hora antes de lo previsto en virtud de las indudables buenas noticias, inmediatamente llamó a Santiago.

Carmen su mujer, le informó de que había tenido que salir a una urgencia. Cuando Eusebio le contó el motivo de su llamada que no era otro que el de trasladar la comida del sábado al domingo, sin poder o sin querer evitar un suspiro de alivio le dijo:

“No sabes lo bien que me viene que vengas mañana porque esta mañana tengo que llevar a Carlos a fútbol y a Ana a hockey, y si Santiago se retrasa con la urgencia a ver quien va a preparar la comida y…” A Santiago le encantaba cocinar y siempre se encargaba de la comida del fin de semana.

Eusebio, reprimiendo un suspiro de resignación e intentando no transmitir el profundo desprecio que le producía su eternamente agobiada cuñada, se despidió, no sin antes confirmarle que por supuesto él llevaría el vino en respuesta a la manida coletilla de “...Ya sabes que nosotros no entendemos…“

Y con las mismas, Eusebio se volvió a la cama.

***

A las doce y media del domingo el Toyota Corolla negro ya estaba incorporándose a la A6 por el enlace de la M30.

Si se le daba todo bien y no había mucho dominguero, a la una y cuarto estaría en la cocina de Santiago, ayudándole con lo que le pidiera y sirviéndole un adelanto del vino que llevaba para la comida. A Dios gracias todavía no había nevado en la sierra, causa de aluvión de estos especímenes hacia la A6. 

El preámbulo a la comida era el mejor rato de la visita por lo que trató de resolver el encuentro con la mujer de su hermano que fue quien le abrió la puerta, lo más rápidamente posible:

Carmen, tras saludarle con un frío beso, mirarle fugazmente con su perenne cara de angustiada y repetirle por enésima vez “Es que Eusebio, tú no tienes la menor idea de lo que es llevar una casa como ésta, de tres plantas, y los niños, que ya son cinco, ni te imaginas la lata que dan …” etcétera, etcétera, etcétera, se perdió escaleras arriba. Parecía que las dos chicas que tenían contratadas -una interna y otra externa que venía de lunes a viernes- no hicieran nada para aliviar su pesada carga.

Tan fría como sus ojos azules pensó Eusebio. Eran de un color azul pasado por lejía, o por cal, inexpresivos.

Vivían en una calle de chalecitos adosados en la Colonia de Torrelodones. El arquitecto los había diseñado tan primorosamente, integrando  elementos de madera y de piedra serrana, que parecían trasplantados de los Alpes.

La_sala_de_espera_del_deposito_chalets_adosados

A Santiago no le había ido nada mal en la vida pero al igual que Eusebio, nadie le había regalado nada. Había podido estudiar medicina gracias a las becas concedidas por sus buenísimas notas durante todo el periplo escolar. Consiguió el segundo puesto en la prueba de Selectividad de su promoción y en la mitad de tiempo que sus compañeros, obtuvo la plaza de MIR en anestesiología. Fue cuestión de tiempo, de poco tiempo, que le adjudicaran el puesto de Jefe de Anestesiología de un gran hospital público del sur de Madrid.

A pesar de haber llegado a su posición por sus propios méritos, sentía un profundo agradecimiento hacia su hermano mayor porque según él, sólo había podido estudiar la carrera con la que soñaba desde niño gracias a que Eusebio había renunciado a cursar estudios universitarios, eligiendo una profesión que no implicaba muchos años de estudio y que le permitió traer una nómina decente a casa en poco tiempo.

Daba igual que Eusebio le hubiera repetido innumerables veces que lo de hacerse policía era vocacional, al mismo tiempo que le recordaba que ambos habían trabajado de estudiantes en sus horas libres en hamburgueserías, pizzerías, etc., para sufragar los gastos de libros y para descargar a su madre.

Por otra parte, Santiago veía en su hermano mayor la figura paterna que él apenas había llegado a conocer por lo que finalmente y a regañadientes, Eusebio acabó aceptando el cariño mezclado de admiración y gratitud que le profesaba su hermano pequeño.

De camino a la cocina, se paró ante el aparador del comedor y sacó dos copas de vino bordelesas. Sonrió al pensar en el gesto de disgusto que pondría Carmen al verles utilizar esas copas en la cocina. Para ella, todas las cosas tenían su momento y su justificación y no se debían sacar nunca de su lugar ni de la ocasión pertinente, por lo que las copas bordelesas pertenecían al “momento banquete” “lugar comedor”, y no al “momento preparar comida” “lugar cocina”. Una pena que Eusebio no fuera de su opinión y pensara que el uso de esas copas se veía más que justificado por el excelente vino que iban a albergar y el momento de intimidad que tan sólo podría compartir con su hermano en la cocina,

En cuanto Santiago lo sintió llegar, se dio la vuelta -estaba afanándose en los fogones- y con una amplia sonrisa y ataviado con vaqueros, camiseta y delantal, le dio la bienvenida sin palabras.

Santiago era un poquito más alto que Eusebio, pero al ser también algo más grueso esa diferencia no se notaba a no ser que estuvieran pegados el uno al otro. De piel más sonrosada y abundante pelo castaño tirando a pelirrojo en cabeza y barba, realmente no se parecían mucho físicamente pero sí tenían eso que la gente da en llamar “un aire”.

–¿Con qué me vas a deleitar hoy?

–Con unos judiones del Barco de Ávila que no se los salta un gitano.

Eusebio sonrió, esa era una expresión muy de su casa que hacía tiempo que no escuchaba.

–Pues van a ir estupendamente con este vino del Bierzo que traigo.

–Del Bierzo ¿eh? Vinos frescos... sí señor.

–Y profundos… Éste es un pura sangre Santi y de los que no se dejan domar fácilmente– mientras abría la botella con un sacacorchos que sacó de su propio bolsillo.

–Pues ya verás lo que dice-y antes de terminar la frase

–Carmen, ya sé, no te preocupes, le he traído un vino blanco pero de ésos que no saben a nada y que a ella le encantan

Carcajada al unísono.

A Eusebio todavía le costaba entender que Santiago se hubiera casado con una mujer tan fría como Carmen. La única vez que habló del tema con él, su respuesta fue que Carmen “le encajaba” así que no insistió más.

Apoyados en la encimera de la cocina con sendas copas agarradas por el tallo de un vino tan oscuro que parecía negro, Eusebio fue al ataque:

–Hoy quiero pedirte tu opinión profesional, Santi.

–Sabes que encantado.

–Sé que esto probablemente me lo dirán los forenses pero me interesa conocer tu opinión. ¿Se puede saber si alguien que ha muerto por sobredosis lo ha hecho porque no estaba acostumbrado a la pureza de la última dosis o si por el contrario es porque se ha inyectado más de la cuenta?

–Eso es algo muy complicado, Sebo. Habría que conocer el índice de pureza de las consumiciones anteriores y eso es prácticamente imposible, a no ser que os hubierais incautado de ese alijo en particular, y tendríais que demostrarlo; o habría que saber cuál era su dosis habitual y lamentablemente por lo que intuyo, la víctima está muerta y no se le puede preguntar ¿o me equivoco?

–No, por supuesto que no te equivocas. Tengo un caso entre-manos que podría catalogar como “accidente” pero a cada minuto que pasa se me acumulan indicios de que no es “tal accidente” y estoy buscando de dónde tirar del hilo para que me cuente la historia. Con lo que me acabas de contar sé que ese camino está cerrado y que tengo que seguir otros.

–Pues lamento aguarte la fiesta.

–¡Qué va! Si supieras las opciones que tengo todavía abiertas…

–¡Santiago, Eusebio ¿vais a tardar mucho? Estamos ya todos sentados a la mesa y los niños se están poniendo nerviosos- la voz irritantemente aguda de Carmen interrumpió el diálogo.

–Porque les pones tú– masculló Eusebio para sí.

–No, Carmen– contestó Santiago con una amplia sonrisa de "no la hagas mucho caso" dirigida a Eusebio –Está todo a punto, ya vamos para allá.

© Mara Funes Rivas -  Febrero 2013

  1. #1

    JaviValencia

    Que vino berciano le pondrías a esos judiones? Anda mójate.

    Ya echaba en falta un nuevo capítulo ;-)

    XXX

  2. #2

    Mara Funes

    en respuesta a JaviValencia
    Ver mensaje de JaviValencia

    Uno cuyo color se asemeja al de un pura sangre y que está hecho por y para dementes... ;-))))

    La semana pasada no pudo ser, ya sabes como andaba :-(

    XXX

  3. #3

    Lagarita

    Yo tambien lo echaba de menos,pero que alegria al encontrarlo hoy,ya veo que tus pasiones siguen ahi,ahora le ha tocado al vino.
    Que te conste que me ha sabido a poco.

    Saludos

    Ana

  4. #4

    Mara Funes

    en respuesta a Lagarita
    Ver mensaje de Lagarita

    Ana, la crónica de Teso la Monja se llevó lo mejor de mí la semana pasada pero creo que mereció la pena aunque no sabes cuánto lo lamento si te decepcionó su falta en su momento.

    Me sigue alegrando que te sepa a poco pero esta vez no he querido poner dos porque a la próxima toca recopilación del 10 al 15, eso sí, si me encaja -y creo que sí- tendrás el 16 y el 17 juntos ;-)

    Un abrazo,

    Mara

  5. #5

    JaviValencia

    en respuesta a Mara Funes
    Ver mensaje de Mara Funes

    Pues con lo que nos espera mañana tengo serias dudas de que la semana que viene seas puntual, porque el día promete ser "gratificantemente" duro rodeados de más toros bravos ;-)

    XXX

  6. #6

    Mara Funes

    en respuesta a Lagarita
    Ver mensaje de Lagarita

    Nueva entrega Ana, dos capítulos, como a ti te gusta... ;-)

    https://www.verema.com/blog/el-bosque/1060810-sala-espera-deposito-capitulos-16-17

    Mara


http://www.verema.com/blog/puck/

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