El Bosque

La Sala de Espera del Depósito: Capítulos 13 y 14

Resumen de los capítulos anteriores:

El Inspector Jefe Eusebio López Bravo de la Comisaría Centro de Madrid visita por fin el local en cuyos servicios apareció muerta por sobredosis Paula Reinoso... La sorprendente bienvenida le descoloca...

 

13.

–Un gin-tonic, de Bombay por favor. Ensayando… ¿para qué?

Andy se quitó lo que entonces se vio que era una peluca descubriendo un cráneo totalmente pelado

–¿Con tónica Swcheppes o la Fever?– preguntó y sin esperar respuesta, mientras sacaba la botella prosiguió:

–Estamos preparando un homenaje especial para una amiga que se nos ha ido- el rostro de Andy se torció mientras pronunciaba las palabras.

–¿Y a dónde se ha ido? ¿Al extranjero?

–No me acuerdo cómo has dicho que te llamabas …

–No te lo he dicho– y mientras hablaba sacaba una tarjeta de su cartera y la depositaba con delicadeza sobre la barra.

–Entonces vienes por Paula ¿no? ¿Te puedo tutear?

–Por supuesto ¿y yo?

Andy movió la cabeza en señal afirmativa.

–Es ella quien se ha ido ¿verdad?

Se veía que Andy hacía ímprobos esfuerzos por contener las lágrimas, esquivando la mirada de Eusebio e intentando controlar sus movimientos faciales.

–Cuéntame qué homenaje le ibas a preparar.

Eusebio había matizado su habitual tono neutro modulando la voz para inferirle calidez, una habilidad -otra más- que había aprendido a perfeccionar en su profesión. La verdad es que no le costaba mucho esfuerzo, no le era difícil reconocer que Andy le gustaba.

Mirando a la barra, con la cabeza gacha para esconder las lágrimas que ya le caían sin remedio, Andy continuó

–No soy sólo yo, somos el grupo de aquí, una panda de chalaos, locos por la música de los 70 y los 80…

–Y Paula era parte del grupo …

–Más que parte, Ella ponía el alma y yo el corazón, los demás participaban pero no llegaban a nuestra conexión, nuestras almas estaban unidas, todos nos envidiaban cuando salíamos al escenario juntos …

Pausa

-Hasta que todo empezó a cambiar …

Eusebio dudó unos instantes, Andy estaba receptivo y hablador, podía forzarle, dirigirle con sus preguntas pero algo le decía que puesto que no iba a tener problemas para hablar con él era mejor no forzarle y dejar que desahogara su dolor, ese torrente de emociones le iba a proporcionar mucha más información.

–Ese hijo de puta, ese hijo de puta …

–Hola Andy ¿cómo lo llevas?

Una aguda voz femenina impidió a Eusebio articular la pregunta obvia.

–Pues lo llevo Kimi, lo llevo.

Kimi era pequeñita y redondita.

Su pelo largo estaba teñido por mechones en casi todos los colores del espectro cromático. Predominaba el rubio platino y el rosa y lo llevaba recogido en diferentes fases por coletas y trenzas, pero algunos mechones caían libres, como el del flequillo.

Su piel era muy blanca, tono acentuado por un maquillaje en el que predominaban los polvos de arroz como el de una geisha. Los párpados estaban coloreados haciendo juego con la variedad de colores del cabello, y los labios, de un color rosa fluorescente, con el brillo de un húmedo chicle.

El óvalo de su cara era redondo, las mejillas carnosas como manzanas, la nariz chiquita y respingona. La boca pequeña, de labios agrandados por el delineador labial y el gloss.

Vestía una variada gama de ajustadas camisetas de tirantes superpuestas, en blanco, negro y colores chillones. En unas los tirantes eran más anchos y en otras más finos, cayendo en diferentes lugares de los hombros y marcándo la forma de sus amplios pechos, desproporcionados para su escaso 1,60 de estatura que le calculaba Eusebio sin tacones.

Una corta minifalda de cuero negro apenas le cubría el trasero y de ellas salían unos leggings blancos que terminaban en botines grises centelleantes con miles de lentejuelas.

–Ya …

Mientras lo decía andaba hacia el fondo del local y desaparecía de la vista, para unos segundos después reaparecer detrás de la barra.

–Mira Kimi, te presento al Inspector Jefe Eusebio López Bravo. Le gustan los Kinks …– Esta última información sirvió de salvoconducto y pintó una tímida sonrisa en la cara de Kimi.

–Hola ¿Le puedo...?

Sonriendo, Eusebio asintió con la cabeza, le hacía sentir bien que esta gente no temiera a la autoridad que él representaba, eso en principio decía cosas en su favor.

–Vienes por lo de Paula ¿verdad?

Eusebio volvió a asentir con la cabeza mientras le daba un corto trago al gin-tonic.

–Hoy es mal día, esto se va a llenar muy pronto y además está el morbo…

Durante esos minutos el local había empezado a animarse y había varios grupos de dos o tres personas ya a lo largo de la barra.

Andy había puesto música, “Next to You” de los Police, y empezaba a atender a la clientela.

–Me gustaría mucho hablar con usted, pero tranquilamente.

Eusebio asentía con la mirada y seguía dándole tragos cortos al gin-tonic.

–Creo que a Andy también. Está hecho polvo, quería mucho a Paula. Todos la queríamos pero él más que nadie. ¿Qué le parece si quedamos un día de la semana que viene a primera hora de la tarde? Así nos ve ensayar y no se nos echa encima la hora de abrir.

–Supongo que el lunes descansaréis, así que si os parece el martes.

–No, qué va, nosotros no cerramos nunca, podemos quedar el lunes.

–Estupendo, pues el lunes ¿a las cinco está bien?

–Muy bien.

Eusebio hizo ademán de pagar pero Kimi le hizo una señal cortante con la mano impidiéndoselo.

–Ayúdenos a limpiar el nombre de Paula y aquí jamás pagará una copa.

Y en ese instante apareció Andy con un recién mezclado gin-tonic

–¿Le gustan los Jam?

Se empezaban a escuchar los acordes de “Beat Surrender”

Sala_de_Espera_Depósito_The_Police

Next to You by The Police

 

Beat Surrender by The Jam

 

 

 

14.

De camino a casa el cerebro no le paraba de dar vueltas al día de hoy, las tuercas giraban y giraban intentando encajarse en el lugar preciso, probaban distintas opciones pero el ajuste perfecto se resistía.

Primero la entrevista/interrogatorio a tres bandas con Ángel Iglesias y Teresa. Más tarde las novedades que trajo la propia Teresa y por fin, la velada en el “Born in the Sixties”.

De todo, lo que más le daba que pensar era las cosas que le había contado Teresa en torno a unos berberechos a la plancha, un plato de pulpo y unos pimientos de padrón, en un mesón gallego de cerca de la comisaría cuyo propietario provenía de Cambados y que servía un excelente Albariño, elaborado por su propia familia.

–Y bien, Teresa ¿qué has descubierto en la cinta que te ha hecho llamarme a estas horas? porque no creo que estés aquí por el simple placer de mi compañía o que andes tan mal de dinero que necesites que te invite a cenar…

Los ojos de Teresa chispeaban pícaros detrás de los pegotes de rímel.

–Pues muchos lujos no me puedo permitir pero todavía puedo invitarte yo a esto, que sé que aquí no me dejaré el sueldo– sonrió –Mira Eusebio, todavía quiero dedicarle más tiempo a la cinta, sabes que me tomo estas cosas muy en serio.

–Casi lo único que te tomas en serio– y a pesar de su semblante reservado, los ojos de Eusebio se permitían una chispa sonriente.

Estaban en un pequeño comedor al que se accedía por unas escaleras de madera que emergían del final de la barra. A pesar de ser viernes eran los únicos clientes en ese momento, la fauna de la Gran Vía no empezaría a reclamar alimento hasta bien pasada la medianoche.

–Tendrás mi informe ponderado sobre tu mesa el lunes por la mañana, pero te adelanto que Ángel Iglesias es un hombre muy inteligente, que a pesar del shock por el que indudablemente está pasando oculta algo y hay que ser muy calculador y sobre todo frío para no descontrolar en momentos como estos.

Hizo una pausa para comer rápidamente de los tres platos y continuó

–Pero lo curioso es que esta tarde me llamó al móvil.

–¿Te llamó?– Los ojos de Eusebio cambiaron, la sonrisa desapareció de ellos y el motor de su cerebro se puso a trabajar a toda máquina, casi se le podía oír rugir –Eso sí que no me lo esperaba.

–No, ni yo. Al acompañarle a la puerta le di mi tarjeta -como hago con todos aquellos sobre los que me pedís opinión- pero sin ninguna esperanza y estaba esta tarde en casa, precisamente estudiando las inflexiones de su voz con el ecualizador del ordenador cuando me sonó el móvil. Lo cogí sin pensar y cuando me dijo quien era casi se me cae de la mano.

Nueva pausa, esta vez para regar el paladar con el Albariño.

–Pero ésa no iba a ser la única sorpresa. Empezó a hablarme de la familia de Paula, de que todavía no sabían nada, de que no sabía cómo iba a decírselo… El caso es que yo presentía que iba buscando algo pero que si podía evitarlo no me iba a mostrar sus cartas.

Nueva pausa, paseo por los platos y sorbo de Albariño

–Yo le dije que comprendía que dar ese tipo de noticias era un trago y que si quería yo hablaba con alguien de la comisaría para que fueran ellos los que pusieran en antecedentes a la familia.

Pimiento de padrón extra-picante, fuego calmado con un buen trozo de miga de pan proveniente de la oronda hogaza que yacía plácidamente a medio cortar sobre una tabla.

Eusebio comía en silencio y aunque no la miraba, no perdía palabra de lo que estaba diciendo.

–Noté que cambiaba el timbre de su voz, detecté un atisbo de pánico encubierto. Me rogó que no lo hiciera, que era mejor que la noticia se la diera él pero que si podía contar con un poco de confidencialidad por mi parte. Le pregunté qué era exactamente lo que quería decir con confidencialidad, su respuesta fue que si se podía ocultar a su familia de alguna manera que la muerte de Paula se había producido por sobredosis, que si conocía a alguien del Departamento Forense para que cambiara el informe del fallecimiento y pusiera simplemente que se había debido a un fallo cardiaco sin mencionar la sobredosis que lo provocó, ...al fin y al cabo, su corazón dejó de latir ¿no?

Los ojos de Eusebio volvían a sonreír esta vez sin perder su frialdad, con un marcado brillo irónico. No, no le sorprendía en absoluto lo que estaba oyendo, encajar piezas le producía un intenso placer.

–Yo, por supuesto no le dije que se había iniciado una investigación criminal para determinar si la muerte era calificada como accidental o intencionada por lo que no podía tocarse ni una coma del informe. Simplemente le informé de que eso iba en contra de la buena praxis profesional y que ningún forense se prestaría a arriesgar su prestigio y su carrera de esa manera.

Habían terminado ya las raciones y Eusebio sirvió otra ronda de Albariño

–¿Y se quedó contento con tu respuesta?

–¡Qué va! Cuando siguió hablando se le escapó un tono bastante impertinente, hasta ese momento había hablado con suavidad, casi intentando seducirme.

–Eso es porque no te conoce, Teresa, tú no te dejas seducir por cualquier embaucador- La chispa divertida había vuelto a los ojos de Eusebio.

–Y me soltó: ¿Y tampoco puedes hacer nada para que omitan lo de su embarazo? Y yo le contesté, y no pude contener el mal tono: Usted debe tener el teléfono del médico forense, llámelo directamente y pregúntele.

¡Lo que peor me sienta es que se haya creído que podía manipularme!!!

–Pobre Teresa, te han herido en tu orgullo– reía ya abiertamente Eusebio

Teresa, poniendo un mohín que quería resultar amenazante

–Éste no sabe con quien se la está jugando– y se echó a reír a carcajadas.

***

Al llegar a casa marcó el teléfono de Fernando y mientras esperaba a que saltara el contestador -estaba seguro de no encontrarle allí un viernes por la noche- componía mentalmente el mensaje que le dejaría pero para su sorpresa, escuchó la voz de Fernando al tercer ring:

–Hola Eusebio.

–Hola Fernando, no esperaba encontrarte en casa ¿Interrumpo algo?

–Ya me imagino. No, no interrumpes nada que no pueda ser retomado cuando acabemos.

–Bueno, tú sabrás… Te tengo que pedir uno de nuestros cambalaches.

–Dime.

–Necesito que trabajes un poco mañana y te lo compenso con un lunes.

–Sabes que no necesito que me lo compenses.

–Bueno, de eso ya hablaremos. He estado cenando esta noche con Teresa y me ha contado algunas cosas curiosas de Ángel Iglesias.

–¿Ah sí?

–Sí, está intentando manipular la información- pausa de segundos -Mira Fernando, he estado pensando sobre las posibles estrategias y he decidido llevar esta investigación de tal manera que parezca que cada uno vamos por nuestra cuenta. Mañana por la mañana quiero que te acerques a casa de Ángel Iglesias e intentes acceder a las cosas de Paula. Sé que no llevamos orden de registro pero lo que quiero saber es si él voluntariamente nos daría acceso a ellas. Me interesa saber especialmente si tenía ordenador.

–Vale, perfecto ¿algo más?

–Sí, por favor. Por la noche quiero que te acerques al local dónde se encontró a Paula, al “Born in the Sixties” pero no quiero que entres, quiero que te quedes fuera en el bar de enfrente que tiene cristal y vigiles el movimiento de la puerta. Lo que me interesa saber es quien trapichea por ahí y con qué. Es importante que nadie te identifique como policía.

–Sabes que no suelen hacerlo.

–Lo sé. Pues eso es todo. Perdona que te haya interrumpido.

–Tranquilo, hay confianza.

–Gracias. Hasta mañana Fernando.

–Hasta mañana Eusebio.

© Mara Funes Rivas -  Febrero 2013

  1. #1

    JaviValencia

    Intriga maridando con buena música, excelente combinación!!!

    XXX

  2. #2

    Lagarita

    Estoy de acuerdo con Javi,tus tres pasiones ya han aparecido,ahora la trama se va liando, no se que pensar con estos nuevos y peculiares personajes,y el marido hay el marido....

    Saludos

    Ana

  3. #3

    Mara Funes

    en respuesta a JaviValencia
    Ver mensaje de JaviValencia

    Y lo de la música acaba de empezar, je, je...

    XXX

  4. #4

    Mara Funes

    en respuesta a Lagarita
    Ver mensaje de Lagarita

    Hasta en los últimos capítulos salen nuevos personajes. No sé, creo que esta historia no se acaba en el punto final ;-)

    Un abrazo,

    Mara

  5. #5

    Anubis7

    Se pone cada vez mas interesante. Muchas gracias Mara

  6. #6

    Mara Funes

    en respuesta a Anubis7
    Ver mensaje de Anubis7

    A ti por seguirlo. ¡Nos vemos ya muy pronto!

    Besos,


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