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Cata de blancos con mucha historia que contar

Los preparativos

El jueves 22 de mayo celebramos en Valencia una memorable cata con el objetivo de descubrir cómo evolucionan ciertos vinos blancos criados en barrica. La idea era contrastar unos blancos de López de Heredia, poco conocidos por el aficionado español, con algunos grandes blancos del mundo procedentes de Burdeos. Contamos para ello con la presencia de las hermanas María José y Mercedes López de Heredia, que tuvieron la amabilidad de enviarnos muestras de sus blancos y además unas copas especiales diseñadas por su padre para catarlos. A lo largo de la noche quedó muy clara la pasión que sienten por su bodega familiar y fue un lujo contar con sus comentarios sobre la historia de la bodega y sus vinos.

También contamos en la cata con la asistencia de foreros habituales como Víctor Franco y Víctor_Bcn (venidos expresamente desde Barcelona), MaJesus, así como Voro Almenar y el equipo de redacción de Verema.com. Victor Franco fue el responsable de la compra de todos los vinos franceses que probamos, consiguiéndolos a excelentes precios gracias a su habilidad para la compra online. Victor_bcn realizó el envío de todos los vinos franceses con un cuidado memorable. Gracias a ambos.

El marco de la cata-cena fue el restaurante La Abadía d’Espí, situado en pleno centro de Valencia, donde disfrutamos de la intimidad y buenas condiciones de cata que proporciona la sala privada que hay en el sótano. El propietario del restaurante, Juan Carlos Espí, afrontó con gran profesionalidad todos los preparativos de la cata (recepción y limpieza de copas, descorche previo de botellas, etc.) y nos atendió con gran paciencia hasta las tres de la mañana, hora en la que consiguió, por fin, “deshacerse” de nosotros. Gracias por todo.

Como ya se ha comentado, la idea básica era comparar algunos blancos de López de Heredia con vinos de añada similares de Burdeos. Como es bien sabido, R. López de Heredia Viña Tondonia es una bodega creada en el año 1877 por Rafael López de Heredia y Landeta, profundo conocedor de las prácticas de los negociantes vinateros franceses que habían llegado unos años antes a la Rioja en busca del vino que les había negado el ataque de filoxera en Burdeos. Entre 1913-1914, Rafael López de Heredia llevó a cabo la plantación Viña Tondonia, un viñedo de más de 100 hectáreas, situado en la margen derecha del río Ebro. Desde entonces, los viñedos siempre han sido cuidados por la familia con gran atención.

La familia López de Heredia descubrió ya hace muchos años que el largo envejecimiento en barrica y botella de los blancos, algo poco de moda hoy en día, podía crear a partir de una variedad poco aromática como la viura complejos y seductores aromas y un paso de boca de gran personalidad. Fieles a la tradición, han mantenido la producción de estos blancos hasta la actualidad aunque el mercado no vaya a favor de los blancos y menos aún de los que tienen larga crianza en roble americano. Esa noche teníamos la oportunidad de comprobar si se trataba de blancos especiales, que podían durar muchos años y tener una gran personalidad como venía defendiendo en el foro desde hacía meses Manuel Camblor, un enamorado y gran conocedor de este tipo de vinos.

La cata

Los vinos se descorcharon con una hora de antelación y no se decantaron, siguiendo las recomendaciones de las hermanas López de Heredia que consideran que en el caso de que el vino esté reducido se airea mucho mejor con unos minutos en la copa. La verdad es que bastantes vinos, y los Tondonia en particular, ganaron con la aireación, dando la razón a Camblor que nos había recomendado darles mucho aire en particular a los Tondonias más antiguos y al Laville Haut Brion.

Rompiendo el orden tradicional en estos casos, los vinos se cataron de más antiguo a más reciente y a botella vista. En esto seguimos la sugerencia de las hermanas López de Heredia, que recomendaban empezar por los más antiguos y con mayor complejidad potencial cuando estuviéramos “frescos” (ya habíamos acordado no escupir porque es de muy mala educación...). La verdad es que las notas de cata fueron perdiendo en calidad a medida que avanzaba la noche...

Para catar contábamos con cuatro copas cada uno y había un total de once vinos. Por tanto, se estableció tres tandas de vinos, con el siguiente orden:

· Château La Louvière 1959
· Château Laville Haut Brion Blanc 1964
· Viña Tondonia Gran Reserva blanco 1964
· Château Olivier 1973

· Viña Tondonia Gran Reserva blanco 1976
· Viña Tondonia Gran Reserva blanco 1981
· Château Carbonnieux Blanc 1985
· Viña Tondonia Reserva blanco 1987

· Château Malartic-Lagravière 1990
· Viña Gravonia crianza blanco 1993
· Domaine de Chevalier Blanc 1995

Curiosamente, en las tres tandas el primer vino estaba más evolucionado (oxidado) que los demás. Esos vinos fueron el Louviere 1959 (aún estaba vivo pero debió vivir mejores épocas), el Tondonia G.R. 1976 (la evolución de este vino sorprendió negativamente a María José y Mercedes, comentando que era la primera vez que encontraban una botella de esa añada así de oxidada) y el Malartic-La Graviere 1990, más evolucionado que vinos que habíamos catado previamente de las añadas 85 o 87.

Las estrellas de la noche fueron, por consenso general, los Tondonia Gran Reserva 1964 y 1981 y, tras una larga aireación, el Laville Haut-Brion 1964 (al principio sólo me olía a cesped recién cortado). Los tres se caracterizaban por tener lo que denomino “efecto alfombra”, un inmenso perfume, elegante y complejísimo, que emerge de la copa y que cuesta diseccionar. Es como la música que emerge de una gran orquesta. La escuchas, te emociona y te da igual si destaca la nota de uno u otro instrumento. Es el conjunto, la emergencia de algo único que te impresiona los sentidos, lo que de verdad cuenta. Supongo que esta impresión en nariz está relacionada con la famosa expresión "cola de pavo real" que utilizan los franceses para referirse a los vinos con un final de boca muy complejo y persistente. Ese postgusto maravilloso ya se debe anticipar en nariz.

Había gente, como MaJesus, que iba preparada para encontrar vinos difíciles y sutiles, y descubrió que los vinos estaban, sencillamente, deliciosos. Como comentaba en el foro: “No había que concentrarse, no había que pensar que ese sabor u olor "raro" en realidad eran "buenos": sabían y olían bien! Incluso esa acidez tan alabada en el foro es una acidez distinta, agradable, integradísima, y que incluso se echa en falta cuando alguno andaba escasillo de ella ... una experiencia increíblemente reveladora.”

Tras la cata empezamos a cenar pasadas ya las once de la noche y disfrutamos de una larga tertulia. Ese noche además, Victor Franco, el benjamín de la velada, cumplía años y lo celebramos con un magnum de Agustí Torelló Brut Nature. Teníais que ver la cara de sorpresa que puso Víctor cuando le sacamos la tarta de cumpleaños.

Al día siguiente

Al día siguiente recogí en el restaurante las cinco botellas que quedaban con algo de líquido. Las que más tenían era el Louviere 59, Tondonia 76 y Malartic 90, es decir, los tres vinos que habíamos encontrado más evolucionados: La prueba de los restos de botella nunca falla para saber cuáles gustan menos, con independencia de lo que escribimos en una nota de cata.

Los probé en casa para ver cómo habían evolucionado tras 24 horas de dura oxidación sin “vacuvin” salvador. Resultado: El Carbonnieux 85 y Malartic 90 estaban ya completamente muertos, con aromas extraños y completamente planos en boca. En cambio, los dos vinos más antiguos aún aguantaban el tipo, una muestra más de que estos blancos tienen larga vida por delante si se conservan bien. El Louviere 59 tenía aún una nariz de buena intensidad, eso sí, muy maderizada, en la línea del día anterior. En boca estaba aún bastante estructurado y agradable. ¡Increíble para un blanco con 44 años!

El Tondonia GR 76 aún tenía una sutil nariz y en boca se mantenía con algo de dignidad. Finalmente, el Gravonia 93 mantenía bastante expresividad, con una nariz cítrica, mineral y compleja y una boca sabrosa, con buena acidez y postgusto evocador, confirmando las buenas sensaciones del día anterior.

En definitiva, esta cata sirvió para mostrarnos, una vez más, las múltiples facetas y la inabarcable complejidad que existe en el mundo del vino. Cuando uno cree empezar a saber algo de vinos se toma un blanco del 64 de increíble complejidad y se da cuenta que aún no ha entendido casi nada. Aunque bien pensado, esta pasión que compartimos no va orientada a “entender” sino a disfrutar y esa noche, desde luego, disfrutamos mucho, por la compañía, por unos vinos muy diferentes y por esa indescriptible sensación de vivir algo único que tanto gusta recordar y que he intentado transmitirnos mínimamente en esta crónica.

Notas de cata

Château La Louvière 1959
Propietario: Société Civile Château
La Louvière Graves A.O.C.
Variedades: 85% Sauvignon Blanc y 15% Sémillon

Color ámbar evolucionado, limpio, brillante. En nariz recuerda a los vinos licorosos, con claras notas de evolución: miel, frutos secos, sándalo, con notas de amontillado. En boca destaca sobre todo una acidez muy viva. Sólo se aprecia el exceso de evolución en el ligero amargor final, dejando un postgusto muy largo.

Château Laville Haut Brion Blanc 1964
Société Civile des Domaine Woltner (Grand Cru Classé)
Graves A.O.C.
Variedades: Sémillon y, en menor proporción, Sauvignon blanc

Color dorado, limpio, brillante. En nariz al principio aparece bastante cerrado, con impresiones herbáceas (cesped recién cortado). Tras dos horas desarrolla un extraordinario bouquet, combinando los aromas frutales y florales con los propios de la crianza oxidativa. En boca tiene buena estructura y acidez, es redondo, aúna finura y elegancia, dejando un postgusto muy persistente y complejo, con notas ahumadas. Gran vino.

Viña Tondonia Gran Reserva blanco 1964
Varietales: Viura, Malvasía
Crianza: Seis años de crianza en roble americano usado

Color dorado, brillante y limpio. En nariz ofrece un bouquet muy complejo e intenso, con un ramillete de notas florales, miel, buenos tostados, ahumados, fruta muy madura, etc. Crece con el tiempo de oxigenación. En boca es muy fresco, con una excelente acidez, seco, con ligero amargor final, dejando un postgusto muy persistente.

Château Olivier 1973
Graves A.O.C. (Grand Cru Classé)
Variedades: 55% Sémillon, 40% Sauvignon Blanc, 5% Muscadelle (12 hectáreas de suelos gravosos argilo-calcáreos)
Elaboración: 12 meses de crianza en barrica

Color pajizo claro, ámbar. Brillante y limpio. Aromas de buena intensidad, con notas florales y cítricas, que recuerdan a las variedades con las que está elaborado. Franco y complejo. En boca es fino, mantiene buena acidez que le aporta frescura aunque tiene un postgusto poco persistente. Un vino correcto que mantiene bien su edad (30 años) aunque no está a la altura de, por ejemplo, los dos 1964 catados anteriormente.

Viña Tondonia Gran Reserva blanco 1976
Varietales: Viura, Malvasía y Garnacha Blanca.
Crianza: Seis años de crianza en roble americano usado

Parece que esta botella ha evolucionado más rápido de lo habitual y presenta rasgos de oxidación prematura, a pesar de que la botella procede directamente de la bodega. Color dorado oscuro. En nariz destacan las notas maderizadas, miel, orejones, parece más un generoso que un blanco con crianza. En boca, destaca por una notable acidez y buena persistencia. Queda pendiente recatar este vino con otra botella en mejores condiciones.

Viña Tondonia Gran Reserva blanco 1981
Varietales: Viura, Malvasía y Garnacha Blanca.
Crianza: Seis años de crianza en roble americano usado

Color oro viejo, limpio y brillante. Nariz muy elegante y compleja, donde el todo supera a las partes: notas florales, toques frutales, orejones, tostados muy finos, ahumados, etc. En boca es carnoso, elegante, con buena acidez que lo hace fresco y un ligero amargor final muy agradable. Excelente postgusto, de gran complejidad y poder de evocación.

Château Carbonnieux Blanc 1985
Propietario: Société des Grandes Graves
Graves A.O.C.
Tipo de vino: Blanco con crianza.
Variedades: 65% Sauvignon Blanc, 34% Sémillon y 1% Muscadelle

Color dorado pálido, limpio y brillante. Este Grand Cru Classé tiene una intensidad aromática media, bouquet elegante y equilibrado, destacando las notas florales y frutales de las variedades perfectamente ensambladas con las notas derivadas del envejecimiento en madera. En boca es untuoso, le falta quizás un poco más de acidez, aunque tiene buen equilibrio. Persistencia correcta. En boca no está a la altura de la nariz.

Viña Tondonia Reserva blanco 1987
Varietales: 85% Viura y 15% Malvasía
Crianza: Cuatro años en barrica de roble americano usado

Color oro viejo, limpio. Al principio el vino aparece algo reducido en nariz. Tras airearse un rato en la copa presenta una nariz de buena intensidad, con frutos secos, tostados, notas cítricas al final. En boca presenta buen equilibrio y acidez, fresco. El postgusto, de buena persistencia, confirma los recuerdos de algunos aromas encontrados en el bouquet.

Château Malartic-Lagravière 1990
Pessac-Leognán A.O.C.
Variedades: 100% Sauvignon Blanc

Color pajizo con reflejos dorados, limpio. En nariz este Grand Cru Classé aparece más evolucionado que algunos de los blancos de años anteriores catados. Recuerda la nariz de un generoso: orejones, amielados, notas pasificadas. En boca es seco, con nervio al final. Postgusto correcto, con toques de oxidación y almendras ligeramente amargas.

Viña Gravonia 1993
Variedades: Viura
Elaboración: 4 años en barricas de roble americano usado

Color dorado pajizo. Nariz de intensidad media, de gran personalidad, que gana con la aireación en copa. Cítricos, manzana ácida o fermentada (¿sidra?), notas minerales. En boca es sabroso y tiene buena acidez refrescante, con un postgusto largo y evocador. Un blanco con mucha personalidad.

Domaine de Chevalier Blanc 1995
Pessac-Leognán A.O.C.
Variedades: 70% Sauvignon, 30% Sémillon.
Elaboración: Vinificación en 50% barricas nuevas, criado durante 18 meses en barricas de roble (35% Barrica nueva). Ligeramente filtrado.

Color dorado pajizo. Aroma fino y elegante con notas de mantequilla, lácteos, maderas, especias. Le falta botella para desarrollar un bouquet más complejo. En boca es carnoso, con cuerpo, madera presente pero bien integrada, buena acidez y final ligeramente amargo. Postgusto persistente. Un vino con mucha botella por delante.

 


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