Amarillo dorado medio y de atisbos glicéricos. En nariz hay buena intensidad y matices aromáticos con sensaciones de evolución bien llevada, junto con pequeñísimas percepciones ahumadas que se intensifican por retronasal. Hay aromas finos de reducción con un pequeño toque de pastelería y frutos secos, sensaciones leves de frutas amarillas maduras, membrillo en compota y níspero, hierbas finas y flores secas, notas melosas y matices herbáceos de piel verde de fruta ( hollejos maduros ). Buena complejidad aromática y de matices originales. En boca es amplio, redondo, untuoso, con buena acidez que acompaña a una buena dosis frutal que se desliza hacia un posgusto afrutado de toques amargosos ( albérchigos ) y persistente. Un albariño diferente, bien evolucionado, muy rico y de apuntes complejos que se perciben muy bien por vía retronasal.

Poco que añadir a los completos y acertados comentarios anteriores. Sólo corroborar las buenas impresiones en nariz y en boca de este albariño realmente sorprendente, aunque por ponerle un pero, sería el precio, ya que rondará los veintitantos euros. Pero eso es otra historia.

Amarillo pálido. Nariz de ensueño, potente, cítrico, floral (flores blancas), membrillo, manzana verde (sidra), con notas minerales y algo de hidrocarburos. En boca impacta su acidez y sequedad, que contrastan con una nariz que nos había preparado para algo más dulce. Retronasal con notas balsámicas. Final larguísimo. Muy complejo. A la altura de un gran Riesling y, para mi, el mejor blanco seco español de todos los que he probado hasta la fecha. Me enamora su vivísima acidez.

Amarillo limón pálido con reflejos dorados. Nariz de intensidad media, aromas a piña, piel de naranja, flores blancas y tierra húmeda. Boca muy ácida y refrescante, con aromas a sidra y toques de café, buenos taninos y persistencia. Un gran blanco, delicioso.