Crisis? What crisis?

"El vino está en crisis...o eso dicen. Parece curiosa esta afirmación ahora que en España, más que nunca, proliferan las bodegas, se multiplican las marcas y la gente parece apreciar y disfrutar del vino –de calidad- con mayor deleite. El vino es cultura y, además, está de moda. ¿Alguien lo discute?

¿Por qué entonces la crisis?. Tal vez por la campaña de demonización del consumo –excesivo- de alcohol –y por ende del vino- orquestada institucionalmente con el fin de evitar problemas de tráfico y de salud y, porqué no decirlo, también de encubrir las vergüenzas de los déficit de infraestructuras y de educación de los consumidores. Más vale prohibir que prevenir.

Tal vez también se hable de crisis porque están apareciendo nuevos medios de comunicación que permiten expresarse con libertad a los consumidores, poniendo en tela de juicio en muchas ocasiones las opiniones y la prescripción proveniente de alguna de la crítica tradicional más reaccionaria, ¡qué osadía!. No obstante, no olvidemos que no hay nada más legítimo en una economía de mercado que criticar cuando, como consumidor, te has rascado el bolsillo.

Quizá también se piense que está en crisis –y más que puede llegar a estarlo- porque los polvos de la globalización trajeron los lodos del exceso de producción de los llamados vinos uniformes, aquellos que bien podrían ser de aquí, como de allá, pero terminan siendo de acullá. Denominación de Origen: Mondovino.

Mientras tanto, en este entorno de ¿supuesta? crisis, el vino español capea como puede el temporal, con su habitual déficit de marketing, con los precios al alza -¿hasta cuando?- y con un incremento tan notable de la calidad media como de la uniformidad de muchos de ellos derivada de métodos de elaboración impuestos por la crítica más influyente. Como diría Groucho Marx: ¡Más madera! Si bien la relación calidad precio de los vinos españoles es todavía hoy bastante competitiva, esta apuesta, en apariencia ganadora por los vinos globalizados, más o menos potentes, musculosos y maderizados conlleva, a nuestro entender un enorme riesgo. Al final, con la libertad de prácticas productivas y los bajos precios asociados a los vinos similares del Nuevo Mundo la sentencia está dictada.

No obstante, mientras siga manteniéndose la llama de nuestros inigualables vinos dulces y generosos y aquellos que recurren a la recuperación de nuestras uvas nobles y endógenas hay luz para la esperanza. También nos ilusionan aquellos productores que aún trabajando con uvas foráneas le imprimen una filosofía propia y personalidad a sus vinos. Parafraseando alguno de los eslóganes del mayo francés del 68: imaginación al poder."