El Bosque

La Sala de Espera del Depósito: Capítulos 36 y 37

Resumen del capítulo anterior:

"Los trenes de la vida sólo paran una vez en cada estación, el nuestro paró dos veces..." le dice Paula al Rubio en su carta de despedida.

36.

 

Saliendo del garaje vio que estaba lloviendo a cántaros: 
“¡Joder! No recuerdo un otoño con tanta lluvia en Madrid” y se sonrió pensando que mejor se fuera acostumbrando con vistas a su futura residencia en Lugo.
 
Milagrosamente, para cuando salió del Parking de Fuencarral el cielo había decidido darle una tregua y tímidos rayos de sol se colaban entre las oscuras nubes de un cielo que anunciaba el crepúsculo.
 
Al llegar a la puerta del Born le sorprendió la música que se escapaba por la rendija de la puerta: el “Kind of Blue” de Miles Davis, Eusebio no era un gran aficionado al jazz pero ciertas obras maestras del género formaban parte de su biblioteca musical.
 
 
Al entrar se encontró con Kimi sentada en una de las banquetas de la barra, justo al final. Frente a ella lo que parecían un gin-tonic y un whisky. 
 
Vestía totalmente de negro, con falda hasta los pies que sólo permitía ver unas duras botas negras de suela gruesa y aspecto militar. Hoy la cosa iba gótica aunque a juzgar por su cara lavada y la ausencia de complementos en la cabeza, todavía le quedaba por añadir la mitad del atrezzo.
 
-Cálculo perfecto del tiempo, los hielos todavía son hielos- mientras se acercaba a besarla en las dos mejillas.
 
-Sabía que no llegarías tarde- con una sonrisa franca y cálida.
 
-Bueno Kimi, voy a ir al grano- de pie frente a ella -He leído tres documentos de Paula, el de su Luna de Miel, el del rencuentro con Pablo y el último en el que se despide de él. Entiendo que poco después empezó con la heroína. Sin embargo, no sé por qué, tengo la impresión de que la culpa no es de Pablo, o al menos no enteramente.
 
-Yo también lo creo Eusebio ¿Te puedo llamar Eusebio?
 
-Claro Kimi- con una amplia sonrisa en sus ojos.
 
-Paula se empeñó en quererse enamorar de Pablo pero el único hombre de su vida fue Ángel Iglesias. No había más que verla cuando hablaba de él, cuando era feliz sus ojos se iluminaban con pasión, cuando sufría -que desgraciadamente era lo más habitual- sus ojos se humedecían y había agonía y desesperación en ellos. Se habría separado de Pablo más pronto o más tarde, eran demasiado parecidos.
 
-¿Demasiado parecidos?
 
-Sí, los dos eran Leo.
 
-Ah... - Eusebio no sabía si tener ese factor en consideración o no -¿Y por qué maltrataba Ángel a Paula? Puede que me equivoque pero a pesar de ser un indeseable parecía amarla.
 
-Pues yo también me he preguntado eso muchas veces y a base de recordar conversaciones con Paula y releer correos he elaborado una teoría que no sé si te interesará escuchar.
 
-Por supuesto que me interesa Kimi, para eso estoy aquí.
 
-Yo no soy psicóloga ni mucho menos psiquiatra pero siempre me ha llamado mucho la atención el comportamiento humano, quizás por eso me metiera en esto, porque me permite observar a mucha fauna que no se ve a la luz del día. Pero perdona que me disperso- Pausa -Mi teoría se basa en que Ángel es un gran intelectual que ha controlado siempre su vida con el cerebro, todo lo ha calculado y previsto con antelación, hasta que llegó Paula. Paula le descolocó totalmente entrando en su vida como un elefante en una cacharrería.
 
Paró para hacer una respiración profunda que Eusebio aprovechó para asentir con la cabeza e invitarla a seguir con los ojos mientras se acomodaba sobre una banqueta.
 
-Paula era puro sentimiento. Cuando era feliz su luz lo iluminaba todo y nadie podía tener frío, cuando era desgraciada la noche caía sobre los mortales, una corriente gélida te recorría la espalda y corrías hacia ella para animarla porque necesitabas que volviera a irradiar esa luz, ese calor... Ángel intentó colocarla, clasificarla, ponerle una etiqueta y guardarla en una caja, pero ella era indómita y se negaba. Al mismo tiempo, se dio cuenta de que con ella él mismo era diferente, el niño que había dentro de sí y que creía muerto, salía a la superficie reclamando cariño, afecto, ese cariño y afecto que sus padres debieron negarle en su infancia... A Ángel eso debía de aterrorizarle. Recuerdo que Paula me decía:
Tengo más miedo a los buenos momentos que a los malos, porque cuando Ángel está bien y somos felices juntos después es como si se arrepintiera y me castiga de la manera más cruel.
 
-Y ¿cómo la castigaba?
 
-Al principio de su relación Paula confiaba plenamente en él, lógico ¿no? y le había contado muchos detalles de su vida sentimental, pero llegó un momento en que vio que Ángel mostraba una curiosidad malsana por conocer detalles de sus relaciones sexuales anteriores. Entonces Paula se asustó y paró de contarle pero el monstruo ya había sido liberado. Sin decirlo con palabras exactas insinuaba que había sido muy ligera de cascos en el pasado, vamos, de haberse acostado con cualquiera. A mí eso no me habría afectado pero a Paula sí, primero porque no era verdad, segundo porque no tenía ningún derecho, menos aun amándola, y tercero y más importante, porque para Paula el sexo era parte de su alma y afearle su conducta sexual era casi como afearle su alma, como decirle que su alma estaba sucia.
 
A Eusebio le corría la rabia desde el estómago hacia la garganta como un chorro de lava incandescente, pero mantuvo su expresión calmada, sin variar ni un milímetro su aspecto concentrado.
 
-El caso es que yo creo que lo que de verdad le pasaba a Ángel es que al mantener relaciones sexuales con Paula él se desprotegía de alguna manera y quedaba vulnerable, algo que nunca le había pasado anteriormente.
 
-¿Sabes si Ángel había sido sexualmente activo antes de conocer a Paula?-
 
-Paula me dijo que mucho, según los rumores que circulaban por la facultad. Por eso le resultaba tan doloroso que a ella no le diera eso que era alimento para su alma y no sólo para su cuerpo, eso que le había dado a tantas otras.
 
-Pero había una diferencia ¿verdad?
 
-Claro, de Paula estaba enamorado, de las otras no.
 
-Y eso le daba miedo.
 
-Pánico. Ésa es mi teoría.
 
-Él controlaba y manejaba el área intelectual y ella la de los sentimientos.
 
-Y la obligaba a abandonar esa zona que tan necesaria era para ella.
 
Una pausa espontánea los mantuvo a ambos unos segundos pensativos.
 
-¿Sabes si llegaron a consumar el matrimonio?
 
-¿Quieres decir que si follaron?
 
Eusebio sonrió afirmativamente
 
-Sí, digo no. Quiero decir, sé que NO follaron porque él se negó
 
-Pobre Paula...
 
-Sí, pobre Paula. Su única válvula de escape era venir a actuar aquí con Andy- Kimi cerró los ojos y exhaló un suspiro involuntario -En esos momentos se transformaba, brillaba como una estrella…
 
-Y entonces apareció El Rubio
 
-Efectivamente, Pablo, El Rubio reapareció en su vida.
 
La_Sala_de_Espera_del_Deposito_Miles_Davis
 
 

 

37.

 
-Hola pareja.
 
Kimi y Eusebio se volvieron y se encontraron con un sonriente Pablo que había hecho su aparición en el momento justo, como no podía ser de otra manera.
 
-Hola Pablo- dijo Eusebio levantándose de la banqueta y extendiendo su mano que Pablo estrechó con suavidad y firmeza mientras Kimi sonreía. Ya no se volvió a sentar
 
-Le dije a la hora que habíamos quedado y me contestó que a esa hora no podría estar pero que llegaría lo antes posible. Se me ocurre que podría llamar a Andy y si no está liado pedirle que viniera a sustituirme, así podríamos irnos los tres a otra parte y seguir charlando un rato.
 
-Me parece buena idea Kimi- dijo Eusebio.
 
Kimi sacó un móvil de un inmenso bolso que colgaba de una bandolera extra larga que casi le llegaba a la pantorrilla estando de pie. Marcó una tecla -debía de tener el número memorizado- y de repente se oyó un timbre de llamada como en otra habitación.
 
-Vaya, debió de dejarse el móvil aquí anoche, sí que es mala suerte, voy a ver- y se metió detrás de la barra y en la cocinita del fondo.
 
A los pocos minutos salió esgrimiendo un móvil con la mano:
 
-¡Aquí está! Pues a mí no me queda otra que quedarme, a ver si la noche está tranquila…
 
-Nos podemos quedar en este rincón del fondo Kimi, y tú vas y vienes- ofreció Pablo.
 
-Me parece bien, además me has contado casi todo lo que he venido a preguntarte por lo que si necesito hacerte alguna pregunta más me espero a que vuelvas por aquí.
 
-Gracias a los dos. Aunque no pueda estar con vosotros todo el tiempo siento que ayudo si ando por aquí.
 
-Lo sé Kimi- poniendo Eusebio su mano sobre la de ella.
 
-Lo que voy a hacer es dejar a Miles Davies, a lo mejor ahuyenta a los más cañeros- ofreció con un guiño pícaro.
 
-Me parece buena elección- sonrió Pablo.
 
Acodados en la barra viendo a Kimi atender al primer cliente que había aparecido, Eusebio se volvió para mirar a Pablo. Cuidó mucho su intensidad pues quería resultarle firme pero no amenazante.
 
-Pablo, aunque me voy haciendo una idea con las piezas que voy encajando me gustaría saber tu versión de cómo acabó tu segunda relación con Paula.
 
Pablo bebió un buen trago del Aquarius que le había servido Kimi y concentrando su mirada en un punto indefinido de los estantes de botellas enfrente de él, le respondió:
 
-En nuestro primer encuentro no nos acostamos aunque a ambos nos hubiera apetecido. La pasión que nos había atraído como imanes en nuestra adolescencia seguía allí, había aguantado todos estos años inalterable esperando que un rencuentro sirviera de interruptor.
 
-¿Qué ocurrió para que no lo pudierais hacer?
 
-Una llamada inoportuna, unos asuntos que tenía que resolver sin falta.
 
-De tu negociado entiendo.
 
-Entiendes bien- Seguían sin cruzar las miradas, Pablo aguantando la de Eusebio con entereza pero manteniendo la suya obcecadamente frente a él.
 
-Volví otra noche a verla al Born… Ése fue mi error, si no lo hubiera hecho todavía seguiría viva.
 
Silencio respetuoso. Pablo respiró hondo:
 
-Volví a verla con todo preparado, con la llave de la habitación de un bonito hotel de cinco estrellas en el bolsillo de mi americana. Estaba tan nervioso que me daba la impresión de que daba saltitos intentando salir de allí, la llave… Ella me vió y actuó mejor que nunca, hizo una versión memorable del “Picture This” de Blondie ¿Lo conoces?
 
Eusebio asintió con un movimiento de cabeza apenas perceptible.
 
-Cuando acabó saltó del escenario, toda espontaneidad como es, como era ella, y se me acercó corriendo, tirándose literalmente encima de mí en un fuerte abrazo... Le pregunté si tenía prisa por llegar a casa esa noche y sonriendo y sonrojándose al mismo tiempo -sí, todavía era capaz de sonrojarse como cuando era pequeña- me dijo que no, que ninguna, pero que le diera cinco minutos para cambiarse de ropa y de maquillaje. Volvió  más tarde con la cara casi lavada, unos pantalones vaqueros, botas camperas y una camiseta blanca de manga larga. No se me olvidará nunca, todavía la estoy viendo, era casi como haber retrocedido veinte años. Su frescura me hizo sentir tan joven que creí que todavía todo podía ser posible.
 
Nueva pausa.
 
-Llegamos al hotel y al principio todo fue perfecto, la misma química sexual de siempre, pero al llegar al orgasmo Paula se deshizo en lágrimas. Le pregunté qué le ocurría y me contestó que lo estaba pasando muy mal, que su matrimonio era un desastre- tragó saliva, la mirada clavada en los whiskies de malta -Me entró pánico, terror. Pensé que iba a agarrarse a mí como si fuera un salvavidas y yo ya bastantes problemas tenía…
 
-¿Cuáles eran tus problemas?
 
-Supongo que te acabarás enterando de todo más tarde o temprano… Como ya sabes, yo estuve enganchado a la heroína desde los diecisiete años. Mi padre era médico y acabó echando de menos jeringuillas. Empezó a observarme y no tardó en caer en la cuenta de que tenía un hijo yonqui. Me mandó a desintoxicar a la clínica de un famoso doctor francés que le fue recomendado por colegas que conocían bien el problema y lo consideraban la autoridad en la materia.  La clínica estaba perdida en una ciudad de provincias de la Bretaña. 
 
Te ahorro la descripción del tratamiento pero lo conseguí en menos de un año, de hecho, a los seis meses me consiguieron un trabajo a tiempo parcial en una correduría de Bolsa. 
 
Pasaron otros seis meses y me creí ya con los suficientes conocimientos como para montar una agencia de asesoría de bolsa en Madrid. Mis padres no se lo creían pero el caso es que en menos de un año di la entrada para un chalet y me independicé.  Empecé a salir con la hija de un cliente, una niña pija, rubia de bote. Nos casamos al año en Los Jerónimos…
 
-¿Al año? Creí que la espera mínima era de dos años.
 
-Desde que la vi decidí que era la mujer que me hacía falta- se le escapó un mohín irónico - y solicité la reserva después de haberla desvirgado, la segunda vez que salimos. Se quedó embarazada a los dos meses de la boda y ya nunca perdió los 15 kilos que engordó.
 
Yo me centré en las inversiones y en menos de cinco años había ganado más dinero de lo que algunos ganan en toda su vida, pero no era suficiente, nunca ganaba lo suficiente y me empecé a meter en inversiones dudosas, bonos basura, empresas en bancarrota… Surgieron las primeras pérdidas pero yo me negué a admitirlo y empecé a utilizar los beneficios de las inversiones que todavía los producían para llenar los huecos de las pérdidas, pero cada vez había más pérdidas y me empezaron a llegar los embargos, la moto, el coche de mi mujer... Cuando nos embargaron la casa de la playa, Marian, mi ex-mujer, dijo que no aguantaba más y cogió a nuestro hijo Pablo y se volvió a casa de papá.
 
Al mismo tiempo me llegó la notificación de la Comisión Nacional del Mercado de Valores impidiéndome a mí -y a cualquier empresa que representara- a negociar en Bolsa. No sólo tenía todos mis bienes embargados y tenía que pasarle un pensión de la hostia a mi ex, sino que se me impedía ejercer la única profesión legal que conocía. 
 
Durante una noche jodida porque al día siguiente tenía que enfrentarme a un pago 120.000€ que no tenía, decidí vender el chalet de Madrid y con lo que obtuve volví a mi antigua profesión.
 
-La ilegal.
 
-Así es, la ilegal. Entonces fue cuando me volví a encontrar con Paula. No sé si estarás de acuerdo conmigo pero ni aun queriendo hubiera sido el salvavidas que ella necesitaba.
 
-Sin embargo ella creía que todavía seguías casado.
 
-No se lo conté.
 
-Ya veo ¿La volviste a ver?
 
-¿Después del hotel?
 
-No, pero supe de ella. Me enteré por un “colega” que había aparecido por la zona una yonqui muy guapa y diferente
 
-¿Qué quieres decir con “diferente”?
 
-Querrás decir qué quería decir él con “diferente”-
 
Eusebio asintió.
 
-Entiendo que quería decir culta, que hablaba bien. Enseguida me asusté porque ya en el pasado me había amenazado con meterse heroína, era una especie de chantaje. Yo había dejado el bar de enfrente porque me lo había pedido ella pero volví una noche para comprobarlo y efectivamente, el tipo que vendía allí me confirmó que llevaba semanas vendiéndole caballo a la “cantante” del bar de enfrente.
 
-¿Intentaste hablar con ella?
 
-No me dio tiempo. Esa noche no fue al Born y al día siguiente se metió el último pico.
 
-Tendremos que hablar de esa partida de caballo.
 
-Yo no la compré, no me fié del proveedor, demasiado barato.
 
-¿Me ayudarás a cogerle?
 
-Haré todo lo que haga falta, TODO.
 
-¿Sabías que estaba embarazada?
 
-No- su voz temblaba al decirlo. 
 
Pablo se volvió por primera vez a mirarle, la penumbra del local no escondía la palidez enfermiza de su rostro:
 
-Todo es culpa mía.
 
-No Pablo, no lo es, créeme.
 
Kimi se acercaba hacia ellos. Se había mantenido discretamente al otro extremo de la barra en los ratos en los que no estaba atendiendo. Tal y como ella había previsto parecía que Miles Davies había ahuyentado a la clientela, al menos de momento.
 
-Al final no te has incorporado- le dijo Eusebio con cara seria pero ojos sonrientes.
 
-Os veía muy concentrados- se la veía algo preocupada -¿Todo bien?
 
-Sí, todo bien.
 
-¿Seguro Pablo?
 
Haciendo un esfuerzo para fabricar una sonrisa
 
-Seguro Kimi.
 
-Me voy, mañana he de empezar temprano- se despedía Eusebio mientras se ponía el anorak que había depositado en la banqueta que no había vuelto a ocupar.
 
-¿Te puedo llevar a alguna parte?- le ofreció Pablo.
 
-Gracias pero tengo el coche en el Parking de Fuencarral.
 
-Te vas a tener que sacar un abono
 
-Es posible… Cuidaos.
 
-¿Sabremos de ti?
 
-Por supuesto.
 
Entonces Eusebio sintió la vibración de su móvil
 
-Disculpad- e hizo ademán de separarse del grupo para comprobar la llamada pero Pablo se lo impidió:
 
-Soy yo, guarda mi número.
 
Eusebio miró a Pablo con la incredulidad pintada en su cara, no hacía ni dos días que se había negado a dárselo.
 
-Las cosas han cambiado, quedo a tu disposición.
 
-Gracias.
 
Pocas veces Eusebio había sentido que ese agradecimiento fuera tan sincero como en ese momento.
 
© Mara Funes Rivas -  Mayo 2013
  1. #1

    JaviValencia

    Que ganas tenía que llegara el lunes para leer un par de interesantísimos capítulos ;-)

    XXX

  2. #2

    Mara Funes

    en respuesta a JaviValencia
    Ver mensaje de JaviValencia

    Emocionalmente complicados estos capítulos pero es lo que tiene el convivir con personajes tan reales, que respiran y sienten como nosotros.

    Gracias niño,

    Mara
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  3. #3

    Lagarita

    De verdad interesante,tienes ganas de darme que pensar,haber si los próximos nos acercan más a la verdad,Yo sigo pensando....

    Saludos

    Ana

  4. #4

    Mara Funes

    en respuesta a Lagarita
    Ver mensaje de Lagarita

    Que no sólo disfrutes leyéndolo sino que te haga pensar es lo mejor que podías decirme.

    ¿Te acercarán los próximos capítulos a la verdad? Parafraseando a Teresa ¿a la verdad de quien? ¿a la de Paula? ¿a la de Pablo? ¿a la de Eusebio? ;-)

    Besos,

    Mara
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  5. #5

    Anubis7

    Interesantisimo. Van aclarandose cosas aunque yo creo que mas bien se trata de hacernos un lio... je je Gracias Mara

  6. #6

    Mara Funes

    en respuesta a Anubis7
    Ver mensaje de Anubis7

    Me alegro Rosa :-)

    Si hay lío o no, no es premeditado pues son los personajes y sus vidas los que tejen esta historia.

    Gracias...

    Mara
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