En la botella recomienda su consumo a 14ºC, quizás lo hemos catado demasiado frío.
VISUAL: Color amarillo dorado intenso, limpio y brillante en su aspecto.
OLFATIVA: Buena intensidad donde se aprecian más las notas de cítricos y piñas bien definidas, la madera de fondo muy disimulada, bastante frutal y fresco.
GUSTATIVA: Entrada y paso elegante, cierto peso y untuosidad, sedoso, acidez muy agradable, final largo con mucha más sensaciones de la madera que lo que se apreciaba en nariz, con toffes y especias.

Amarillo dorado. Interesante nariz, con notas de mantequilla y algo de cereal tostado, sobre un fondo de fruta blanca y fruta con hueso, ambos tipos de fruta mostrando tanto carácter fresco como también algún matiz maduro. Notas florales. En boca entra bien, con cuerpo medio, graso, con una trama sedosa, bastantes amargos, bien de acidez, largo y bien definido.

Otra de las novedades presentadas este 2011 por Pirineos. Recién llegado. No sabemos si era necesario un vino de este corte y pretensiones, pero desde luego que si las grandes bodegas del Somontano podían lucir unos buenos blancos con crianza, a Pirineos desde luego, era una de las cosas que le podía faltar en su amplia gama de vinos.
En ese sentido, pienso que la bodega ha querido ir más allá, pues bien es cierto que a pesar de que la mayoría de la producción blanca de la región está basada en buena medida con la Chardonnay, no se nutren de ésta a la hora de elaborar este peculiar Marboré blanco.
En este tema, ni se menciona el coupage en las etiquetas...ni me lo quisieron decir en bodega (misterio).
Se presenta visualmente, con un bonito amarillo dorado en la copa, con una lágrima transparente en la copa, que se marca bastante.
La nariz, ahora mismo, es lo que mejor luce en el conjunto general. Ciertamente compleja, nos muestra variedad de matices: desde un abanico importante de fruta blanca madura (piña, manzana golden...); también en almíbar (melocotón y albaricoque). Suaves notas cítricas y algunas herbáceas y como colofón, unas apreciables notas de frutos secos al final, que resultan de esa breve crianza en la barrica. No resulta una nariz potente pero, en general, bastante atractiva.
En boca, a mí personalmente, no me luce tanto. La bodega recomienda el consumo a una temperatura de 14º. Entiendo que de esta forma se pueden apreciar mucho mejor sus virtudes (sobretodo en nariz); aunque para los que no sean muy fans de los blancos con crianza, esta temperatura nos presente después un vino en boca, graso, untoso (con una acidez, por cierto, poco marcada) y que no sea apto para todos los paladares.
No obstante, hablo desde la opinión personal propia, como también lo haré en la cuestión de los precios: el vino parte de un precio de salida a la venta que roza los 20€ (19,50€ en bodega). Si a eso le añadimos que van a ser no más de 3.000 botellas las que verán la luz y que todavía cuesta pagar esos euros por un vino blanco, difícil será el que este blanco vaya a tener mucha repercusión en el cupo de ventas generales de Pirineos, aunque una cosa no se le podrá quitar nunca a la bodega: el seguir buscando nuevos caminos y presentando otras propuestas para animar (más si cabe) el escaparate enológico en la comarca.