Abierto sin decantar dos horas y media antes. Cereza con capa media-alta y ribete fresa.
Nariz potente pero educada, al principio reducida, sudor animal, establo, pero va cambiando y empieza el festival. Hay moras, frambuesas, cafe torrefacto, humo, chocolate, madera noble, cuero, fondo de especies que gira y se torna ahumado. nariz plena, llena, potente y magica. Captas un aroma y se va, para reaparecer cuando él lo estima conveniente. Su olor es antiguo y joven, denso y liviano, potente y ligero, sensual y explosivo. Va a su aire y le importa muy poco lo que tu pienses. Hay personalidad, entereza y franqueza.
En boca paso imponente, majestuoso. Arrastra, se define y marca el territorio . Con nobleza pero con caracter . Inunda y limpia las papilas aferrandose a ellas con discrecion pero con firmeza. El sabor perdura, impregna y se va cuando él lo estima oportuno. Es como si dijera "este es el tiempo que tengo que estar y ahora puedes seguir bebiendo". Hay sensaciones de fruta, de chocolate, de cafe, de tostados y muchas mas que no sé describir. Todas juntas o separadas. Sigue jugando contigo, va a su marcha y hace lo que quiere hacer cuando lo quiere hacer. El sorbo siguiente es diferente ............o no. Acidez, estructura y sensacion en boca enormemente placenteras
Vino magico, que me desborda y que aprendi pronto que él era el que dominaba la situación.
Sólo me queda dar las gracias a quien lo hizo y a quien me permitió beberlo.
No puedo puntuar porque no quiero cometer el error que tuve en los pocos vinos que he probado de esta dimension.

...Y durante la segunda quincena de septiembre se vendimiaron las uvas, después de una climatología muy buena, que dieron lugar a una obra maestra.

Haut Brion 82, un vino que aún no ha entrado en su fase de plenitud, porque aún está joven, como una persona de su edad, pero más sabio. Veinticinco años bien cumplidos, sin haber perdido el tiempo, habiéndose cultivado y mostrándose en toda su aristocrática elegancia con rotundidad, firmeza y sobria inteligencia.

Sin entrar en una cata descriptiva para la que no estoy preparado, además de parecerme un poco absurda con estos vinos, diré que desde su primer minuto abierto, sin decantar, no mostró la menor reducción o aromas a desechar, ni uno solo, creciendo sin parar en el escaso tiempo que le dimos (una hora o algo más). Pero creo que donde este vino de verdad impacta, emociona, hace reflexionar y te deja pasmado es en la boca. Yo esperaba la textura de un vino maduro, casi deshecha y de las de “perdonarle la vida” por su edad, aunque el color me decía lo contrario desde que cayó en la copa y así fue: una boca madurada en la botella, balanceada y sin ángulos pero poderosa, tan “ancha” como “profunda”, la de un vino muy largo, pero más allá de su longitud, era la calidad de esa persistencia, seria, sobria, elegante, con la “tensión” domada. Una botella con tanto arte dentro que hace que valga la pena esperar, vivir más despacio e intentar comprender que esto y no otras cosas es lo que han hecho grande una etiqueta, una zona, un cru… era un trozo magnífico de la historia, de la naturaleza y del hombre. Era Arte.