Restaurante Bodega Cigaleña en Santander
Restaurante Bodega Cigaleña
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
30,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
56 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.1
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
9.4
Comida COMIDA
7.4
Precio medio entorno ENTORNO
7.3
RCP CALIDAD-PRECIO
8.3
Vista parcial del techo
Anchoas del Cantábrico
Gambas rojas alistadas
Rabas de calamar
Morcilla de Cigales asada
Quesos.
Anchoas del Cantábrico
Rabas de calamar del Cantábrico
Chuletón de vaca vieja madurada con patatas fritas caseras y pimientos (1, 300 Kg)
Arroz con leche
Pastel de queso horneado
Jesus Madrazo Num. IV DOC Rioja 2019
Los vinos de la comida (salvo el infiltrado)
De Muller Áureo Semi-dulce 60s
Tarta de queso. Detalle
Albóndigas de merluza
Gallo guisado con arroz
Bocartes
Cena
Comida
Vinos cena
Vinos comida
Tarta de queso
Pan
Rabas de calamar del Cantábrico
Tartar de bonito del Cantábrico
Albondigas de bonito con salsa calabresa
Vista del comedor desde nuestra mesa
Esfera de coco y chocolate
Paletilla de Cordero
Ravioli de carrillera
Arroz con pintada de bresse
Machote al horno
Tartar de atún rojo
Tiramisú
Rabas, y bocartes en dos cocciones.
Bocarte Marinado.
Los Vinos
Don Andrés Conde
Tissot Macvin Rouge
Monbourgeau Savagnin y tataki
Fino Gaditano
Vinos
Dados de rape
Cecina
edad
nueces
mar
oficiando
atlántico
montaña
del jardín
madrid
del sur
si, delicia
ambar
de cerca
volveremos..
dos años..
oficiando..
Opiniones de Bodega Cigaleña
OPINIONES
76

La bodega la Cigaleña es un tesoro que tenemos en la ciudad de Santander. La historia comienza cuando Mariano y Moisesa, los abuelos de la generación actual, se trasladan desde Cigales hasta la capital cántabra allá por 1.949.

El espacio parece antiguo, casi viejo, pero resulta cuidado y alberga encanto. Las botellas rodean paredes y techos. El legado a la vista. Pasillo ligeramente angosto que desemboca en una barra de madera, situándose el comedor a la derecha. Piedra, madera y cristal. De alguna forma, cuando se entra en la Cigaleña se para el tiempo. Como si no influyera que estuviera ocurriendo en el exterior para el placer. Las horas en “la parroquia” pasan de otra forma.

El alma de La Cigaleña es Andrés Conde Laya. Los parroquianos o clientes habituales le definen como intuitivo, didáctico y generoso. No se anda por las ramas a la hora de hablar de la industria del vino, no se casa con nadie. Se podrá equivocar o no, pero su sinceridad e independencia no están en duda.

Desde el punto de vista culinario, la Cigaleña es cocina tradicional, entendible para todos los públicos. Al mando, Miguel Herbosa, joven pero experto. Él junto con la etapa de José de Dios, han dado un punto de contemporaneidad a la cocina desde la ligereza sin perder ni origen ni norte. Se siguen las temporadas de los productos, se cambia la carta y existe esa preocupación por la búsqueda de la calidad. En la Cigaleña son caprichosos; quieren lo mejor. Ejemplos la chistorra de Larrañaga, los pescados y los quesos con los que Juan Conde nos suele deleitar.

Durante el año, las visitas suelen ser varias. Por ello les adjunto algunos de los platos degustados anteriormente y con más detalle los del este último acercamiento veraniego.

Las pochas con cocochas son un guiso hedonista y marinero. Legumbre suave, sabor equilibrado y ligero, como representando una especie de salsa verde. Si lo ven en la carta, pídanlo.

Otro envite de mayor potencia de esa temporada pasada es el arroz con pintada. Fondo poderoso, buena ligazón y cereal aldente. Notable.

Durante el Gavenathon, cita anual en la Cigaleña en la que se abren y catan muchas botellas de las diferentes cuvees de Jean Francois Ganevat, dos platos me llamaron realmente la atención. En primer lugar un espléndido fiambre de cabeza de cerdo acompañado de pistachos y un escabeche de un pescado tan del norte como es el chicharro. El escabeche era suave, de densidad melosa, realmente destacable.

Hace unos días volví a La Cigaleña, volví a ponerme en las manos de Andrés, a ver la sonrisa socarrona de Antonio en la sala y sus miradas tan cómplices. Para comenzar esa chistorra de Larrañaga previamente citada. De poca grasa, sin el sabor del pimentón tan marcado y mucho más carnosa que otras de su misma especie. Producto.

La temporada del bonito ya ha comenzado. Tenemos que aprovechar. En la Cigaleña, varios platos de este túnido tan representativo del Mar Cantábrico. Comenzamos por un generoso y soberbio tartar de bonito. Corte muy generoso, aguacate para dotarle de un punto mayor de untuosidad y sobre todo sin ninguna necesidad de aliños expansivos que mermen el sabor principal. Pruébenlo.

A continuación unas albóndigas de bonito con salsa calabresa. Sin trampa ni cartón, pescado en estado puro. Altísimo el porcentaje de bonito en las esferas, acompañadas de una salsa sencilla y perfectamente ejecutada que acaba con el pan.

Entre la trilogía de bonito, se cuela el pulpo a la brasa. Se emplata delante del cliente ya que se aromatiza al final con eucalipto sirviéndose sobre un puré de patata con aceite de oliva. Éste último resulta liviano comparados con otros de su misma especie y del cefalópodo me gusta su punto de textura, ligeramente duro. De nuevo, sencillez manteniendo el resultado lo más cercano al gusto original del producto.

Para cerrar el trío bonitero, no puede faltar la ventresca con pimientos rojos confitados. Fina, con las lascas bien marcadas, esbelta. Inmejorable producto, aunque todavía falta un poco de grasa en estos bonitos tempranos. El punto tirando a poco hecho, probablemente algo más tiempo hubiera mejorado la temperatura de degustación. La primera de la temporada. Habrá más.

Para acabar el vino, siempre es necesario finalizar con quesos. Género que Juan Conde (hermano de Andrés) cuida hasta la saciedad. No debe ser fácil estar a la sombra de Andrés, pero se nota que Juan va encontrando su sitio. Quesos en este caso todos de leche cruda que destacan por su intensidad y finura. Se trabaja con afinadores para servir cada queso en el momento justo. En el sentido contrario de las agujas del reloj y comenzando por abajo, un Comté con 24 meses realmente apoteósico, a continuación un Montgomery cheddar de altura, seguidamente un sobresaliente Blue Stilton que realmente me dejo impactado. Otro paso obligatoria en la visita a la Cigaleña, sus quesos.

Andrés Conde no está lo suficientemente valorado en nuestra región. La mayor parte del público de vino de la Cigaleña es de fuera de Cantabria. Lo cual no quiere decir que no haya parroquianos cántabros. Se tiene una de las mecas del vino a nivel europeo y apenas sale en los periódicos. Puede que la consecuencia de tener que pasar por caja para verse en el suplemento ¿gastronómico? regional.

Post mucho más completo en http://www.complicidadgastronomica.es/2017/07/lacigalena/

Servicio del vino 10
Entorno 7
Comida 7,25
Relación Calidad_precio 8

Reunión cantabro-astur-vasca, en el templo del vino, que es un lugar donde se unen los aficionados al buen beber y buen comer.

El lugar esta descrito, como siempre antes de sentarnos a la mesa un buen vinito, en esta ocasión un rosado que elabora el amigo Josean, rico, va mejorando la cosa.

Una vez sentados los ocho, para mí, número perfecto para probar varias botellas, sin pasarse, ni quedarse corto.

Empezamos con el menú, los vinos los enumeraré al final, decir que como siempre la labor de Don Andres, es la base principal del disfrute de estas veladas, sacándonos cosas ricas y hablándonos de elaboraciones y productores.

Empezamos con un plato al que ya le tenia ganas, presa ibérica, que salan y ahuman, con ensalada de brotes y frutos de invierno, muy buena la presa, nunca la había comido así.

Fabes tiernas con guiso de calamar de potera encebollado, muy buenas fabes, rico sabor, rica textura, muy sabrosas.

Canelones de morcilla de Cigales gratinados, manzana y curry, cojonudos, la morcilla espectacular, fina pasta y ligera besamel, muy bueno.

Lomo de merluza asado sobre calcots, salsa romescu y consomé iberico, ya se que es muy repetitivo, pero esta vez, sin duda, el menú estaba por encima de otras ocasiones, perfecta elaboración del pescado, perfecta combinación de producto y muy buen sabor.

Pieza lechal cocinada a baja temperatura, rellena de sus mollejas y jugo de setas, otro gran acierto, a nivel.

Aquí le pedimos a Andres, un poco de queso, siempre tiene de primera línea, pirineos catalán y comte, muy buenos.

Pastel cremoso de chocolate y sopa de almendras, templadita, muy rico, me comí dos, tampoco eran muy grandes, pero Andres ya tenia preparado el segundo, como me conoce.

Cafecitos, unos ricos petit fours, alguno tomamos un gin.

Decir que, para mí, este menú se merece mas puntuación de lo que estoy acostumbrado a dar en el apartado comido, mi nota seria un 8, pero me amoldo a la puntuación, y en este caso daré la que me deja, 8,5.

Ahora enumero los vinos, disculparme de antemano, por los posibles errores en el enunciado, decir que maridaron de la ostia, en este caso sobra.

Empezamos por un espumosos, paciencia ancestral de Cosmic, natural.

Otro natural, no se de donde, OKKO`S WINES, blanco.

Una joya, natural y también blanco, Ganevat.

Bueno, pensándomelo mejor, os voy a dejar las fotos en comentarios y si queréis le echáis un vistazo, va a ser mas fácil.

En este punto cualquier comentario por parte de alguno de los acompañantes a la mesa, en referencia al vino, seria de agradecer, a mi me encantaron, pero ya sabéis que no controlo.

Si no me equivoco fueron once botellas del copon y este rico menú, todo por 100€, como siempre un regalo.

Por mucho que dijera, no podría aportar prácticamente nada nuevo que no se haya comentado por aquí respecto a este lugar. Tiene un duende especial, algo que le hace diferente. Probablemente parte de esa magia dimane de Andrés Conde, del que también está casi todo dicho en el aspecto vinícola...y como hemos experimentado un poco más (si ello fuera posible).

Reserva de mesa para dos personas y como debíamos de conducir tampoco le dimos rienda suelta a todo aquello que nos hubiera apetecido tanto de comer , como de beber. No obstante aún con ese tipo de "restricciones" pudimos saborear lo que respira aquí, en esta catedral del vino.

Aconsejados por Andrés y después de una especie de vasito de una crema de tomate, nos decidimos por:

Ensaladilla Rusa en media ración

Tartar de tomate y aguacate

Mollejas de lechazo

Tataki de bonito

Tabla de quesos

Producto con buenas presentaciones, con cantidades algo irregulares (ración desmesurada de mollejas y algo más escasa la del tataki), el tomate emplatado individualmente y una ensaladilla bien ejecutada. Los quesos muy logrados.

Además del pan, tomamos una botella de agua con gas Apollinare y después de salivar cual perro de Pavlov ojeando la enciclopédica carta de vinos, optamos por hablar con Andrés para decidirnos por un vino del Jura, Arbois Savagnin 2008 (25€) muy gastronomico y versátil. Cerramos la comida con dos infusiones y proseguimos viaje, habiendo podido, siquiera por un rato corto, disfrutar de esa magia que se desprende en La Cigaleña.

Dos visitas durante nuestra corta estancia en Cantabria nos han confirmado que cada vez se cuida más y mejor la cocina en esta casa, porque en el vino desde luego que sigue siendo un “top 5” nacional, un auténtico imprescindible, en especial en vinos franceses de corte “bio” o “natural”, donde directamente es el número uno. En la primera visita, cata vertical de Gran Reserva 890 de La Rioja Alta organizada junto con Rodrigo (Vino Vintage Santander) con un menú concertado que consistió en:

Secallona y chorizo
Gran Reserva 890 1955

Comenzamos con embutido de calidad, magníficos tanto esa secallona catalana como el chorizo ligeramente picante. Con ellos acompañamos al “abuelo” de la cata, añada grande en Rioja y vino elegante y complejo, en forma, muy distinguido. [9,3/10]

Tartar de atún rojo
Gran Reserva 890 1962

El género de atún era mejor que el de bonito y nos prepararon primero este tartar académico y muy bien ejecutado, en punto ideal para nuestro gusto. El vino salió excepcional, para nosotros el mejor de la cata, redondo, largo, equilibrado y profundo, excelente añada. [9,5/10]

Ravioli de carrillera
Gran Reserva 890 1970

Una muestra de lo que ha mejorado la cocina en Cigaleña fue este plato, realmente fantástico, meloso y pleno de sabor. Y otra excelente botella la del 70, sin llegar a la expresividad del 62 pero con mucho que decir, un excelente vino. [9,4/10]

Tataki de atún
Gran Reserva 890 1982

Segunda preparación de atún sin complicarse mucho (tartar, tataki) pero desde luego que el producto era impecable y estaba bien hecho, muy rico. El 82 es un GR 890 elegante y maduro, quizá el que menos nos gustó de la cata, incluso diría que inferior al 904 del mismo año, aun así hablamos siempre de un buen vino. [8,3/10]

Paletilla de Cordero
Gran Reserva 890 1995
Domaine de Mont-Redon Chateaneuf-du-Pape 1978

Una paletilla de Cordero como tiene que ser para terminar la parte salada del menú y esta vez acompañamos con dos vinos, el potente y muy joven 95 de GR 890 que para nosotros es junto con Bosconia el mejor Rioja de ese año y un tremendo Chateauneuf de la mítica añada 78 a ciegas y en mágnum, que sorprendió por su madurez y su enorme nivel. [9,2/10] [9,5/10]

Esfera de coco y chocolate
Gran Reserva 890 2001 magnum
Mahats Berantiarra Kaldatz Fiñ 2011

Un postre de bonita presentación y bastante rico con una combinación de coco y chocolate que siempre funciona y terminamos con un 890 2001 en mágnum, la última añada del este soberbio vino y quizá el mejor Rioja de este año y un magnífico Txakolí dulce de Iñaki Otegui que sorprendió por su frescura. [9,3/10] [8,9/10]

Unos días después, segunda visita donde comimos lo siguiente:

Jamón y chorizo
Tartar de atún
Machote al horno
Arroz con pintada de bresse
Selección de quesos
Tarta “fea” de hojaldre

Comenzamos con una ración de jamón del nuevo productor extremeño con el que trabaja (muy bueno), el tartar de atún que ya tomamos la anterior vez, un lomo de machote al horno, un pescado que nos encanta por textura y sabor y un delicioso arroz, con muy buen punto y un marcado sabor del caldo del ave, acompañado con un cuarto trasero de la misma braseado. Los quesos todos bastante potentes para nuestro gusto, solo pudimos un poco con el de Mahón y finalizamos con la tarta “fea” de hojaldre y helado, siempre fantástica.

Para beber, fueron desfilando los siguientes vinos, algunos que nos servía Andrés y otros que cambiábamos con la mesa de al lado, estas cosas que solo pasan en Cigaleña…

Primitivo Collantes Socaire 2014: un blanco de palomino sin encabezar de la Viña Matalián, elaborado por Primitivo Collantes (Chiclana). Quizá el mejor de este tipo de vinos -cada vez más habituales- de la última hornada. [8,8/10]

Domaine Mâcle Côtes du Jura 2011: un embotellado reciente en medias botellas del que quizá es nuestro CdJ preferido y del sin duda mejor productor del Jura. Una joyita. [9,1/10]

Chateau Simone Palette Rosé 2011: el único vino del mítico Chateau provenzal que no habíamos probado y una auténtica maravilla, complejo y profundo, pero siempre fresco. Un rosado “top” mundial. [9,2/10]

Domaine Danjou-Banessy Coste 2014: blanco de uva macabeu de la zona del Roussillon, plenamente mediterráneo pero con clase, frescura y profundidad. Muy bueno. [9/10]

Milan Nestarec Antika Frankovka 2011: productor “natural” de culto en Moravia, República Checa. Un tinto de una finura excepcional, aromático, serio, con acidez, largo. De esas sorpresas tan de Andrés. [9,1/10]

Philippe Jambon Les Ganivets 2009: espectacular gamay “natural” del Beaujolais, limpia, expresiva, floral, se percibe la uva de principio a fin. Fresco, largo, una delicia de vino, de lo mejor de esa zona que hemos probado. [9,2/10]

Chateau Gomabude-Guillot 1996: un Pomerol de corte “bio” en año maduro y media botella, el vino que menos nos gustó de la sesión, quizá por ser el menos original. Aun así estaba rico. [8/10]

Domaine de Saint-Pierre Savagnin de voile 2009: un magnum de un excelente productor del Jura, mostrando un savagnin bajo velo lleno de frescura y encanto. Gran vino. [9/10]

Pierre Overnoy Vieux Savagnin Ouillé 2006: uno de los mejores blancos del Jura sin flor, como hemos confirmado con otros años probados como 00 o 03. Una maravilla llena de fuerza y complejidad, blanco de nivel mundial. [9,4/10]

Amontillado Salvaje Terán: una de esas joyas jerezanas que guarda Andrés y del que tampoco teníamos muchos más datos, sólo que fue el vino de la sesión y un amontillado impresionante, brutal su elegancia dentro de su vejez y fuerza vital. [9,6/10]

Terminamos con un malta que es una rareza, un Uberach Jaune Païen, finalizado en barricas de Vin Jaune, una maravilla de whisky alsaciano lleno de finura y complejidad. Bueno, lo de terminamos es relativo, después nos fuimos a casa de un amigo a abrir más botellas, pero eso ya no debe formar parte de este comentario….

Lo que sí debe formar es el hecho de que Bodega Cigaleña fue, es y seguirá siendo uno de nuestros restaurantes de cabecera y sin duda donde más disfrutamos del vino en toda su extensión y ahora además va cada vez cuidando más el tema de cocina, como constata ese Sol Repsol justamente recibido. Seguiremos acudiendo todas las veces que podamos. Dejo precio medio de las dos sesiones, RCP muy buena como siempre.

  • Esfera de coco y chocolate

    Esfera de coco y chocolate

  • Paletilla de Cordero

    Paletilla de Cordero

  • Ravioli de carrillera

    Ravioli de carrillera

  • Arroz con pintada de bresse

    Arroz con pintada de bresse

  • Machote al horno

    Machote al horno

  • Tartar de atún rojo

    Tartar de atún rojo

...tengo la impresión de repetirme en exceso en las valoraciones de aquellas casas de las que salgo feliz. Pasa en esta. Otras veces me digo que lo bueno hay que vocearlo, para que la gente lo conozca y lo disfrute como yo. No se si valdrá de algo, pero supongo que si al que hace las cosas bien se lo dices, persistirá en el camino y le animará a continuar.

Cena para dos

1/2 de secallona (9). Media por indicación de Andres, de un embutido parecido al fuét, delicioso de sabor y textura. Tuve que cortarme para no hacer un bocadillo con ese pan...

Esparragos (14). Servidos en medias raciones. No excesivamente gruesos, punto perfecto de cocción, espuma de su agua, toques de wasabi suavizado.

Tacos de merluza (21). La merluza la rebozan de cine. Crema de patatas y ensalada como acompañamiento.

Tataki (19). Perfecto. Sobre salicornia que acompaña de maravilla y puntos de wasabi para tomar al gusto.

Champan Chartogne-Taillet Sainte Anne Brut (34). Excelente. Amarillo ligeramente cobrizo, pequeña y persistente burbuja, toques citricos. Nos gusto mucho.

Tres cafés.

Para acompañar los cafés Andres saco dos joyas, una conocida, Tintilla de Rota, dulce, fresco, delicioso, la otra un prodigio de la naturaleza y el elaborador: Toro Albala PX, dulce, poderoso, un maravilloso toque de acidez. No sabría describirlo, aunque puedo decir que es uno de los vinos dulces que más he disfrutado en mi vida.

Al salir quería volver a entrar.

El impulso que ha recibido el mundo de la gastronomía en los últimos años es algo innegable. Aquello que algunos han venido a llamar “la burbuja gastrohostelera” (me encanta esta combinación de vocablos, lo confieso, con lo de bueno y lo de malo que conlleva) obliga a quienes se dedican a la restauración a hacerse notar, a abrirse un hueco, a ganarse y fidelizar su clientela. Ante este nuevo reto dos son los caminos para alcanzarlo. El uno sería el de la innovación, el reinventarse día a día y sorprender al cliente. El otro, justamente el contario: afianzar los activos del negocio, potenciarlos e, incluso, servirse de ellos como reclamo. Un rasgo común se esconde tras estos dos estilos, una misma finalidad: dotar de personalidad propia al restaurante como alternativa clara esos otros locales gélidos, anodinos o impersonales de los se puede salir con el estómago lleno pero con el corazón vacío.

La personalidad de la bodega la Cigaleña es tanta que no cabe en un local de esas dimensiones, por lo que llega a rebosar la sala y se cuela por el portal y los ventanales impregnando ya la misma fachada, alertando al cliente de lo que va a encontrarse dentro. El museo del vino – reza un cartel a sus puertas. Y es justamente el vino quien marca a fuego y sangre todo cuanto encontraremos de puertas para adentro. Hay quien ha hallado la personalidad de su local en la esencia de sus platos, hay quien la fundamenta en la fama del cocinero, hay quien se sirve de un entorno privilegiado… En la Cigaleña se vive por y para el vino y ello la convierte en uno de los lugares más singulares de este país.

La filosofía de la casa está clara: ofrecer, difundir, instruir, facilitar y disfrutar del vino, uno de los valores culturales de la humanidad que cuenta con más antigüedad. Estanterías y paredes repletas de botellas de verdadero coleccionista, vinos para degustar de prácticamente todas las partes del mundo, auténticas rarezas y joyas enológicas pare el disfrute del cliente, camareros que se esmeran de manera cuasi obsesiva en el friegue y secado de las copas… todo parece girar y realmente gira en torno al vino.

Pero esa pasión no se engendra de la noche a la mañana, no se puede improvisar ni siquiera comprar con todo el dinero del mundo. Se precisa de alguien muy muy especial para dirigir una nave como ésta. Y eso es lo que representa la figura de Andrés Conde en la Cigaleña: el maestro de ceremonias, el alma máter de la casa. Tanto había oído hablar de él que la sensación al encontrarle fue algo así como “a esta persona ya la conozco yo de antes”.

En todo momento se nota que es Andrés quien controla el servicio, la zona de la barra, la cocina… todos los ámbitos del restaurante. Lo hace con serenidad, elegancia y educadamente. Se antoja tarea difícil cuantificar cuánto puede llegar a saber este hombre de vinos. Creo que es imposible hacerlo. Pero la conversación con él me transmite la impresión que estamos ante una auténtica enciclopedia. Los intercambios de opiniones, sin embargo, Andrés siempre los afronta desde la humildad y el respeto, desde la pluralidad de opiniones que puede generar un producto aparentemente tan cotidiano y corriente como el vino y, a su vez, tan complejo.

Cocina de corte tradicional: Así, sin más, sin necesidad de añadir la coletilla tan recurrida de “con un toque de autor” o aquella otra que reza “de estilo contemporáneo”. Platos de los de toda la vida, sin concesión alguna a las revoluciones culinarias que hemos percibido en estas últimas décadas. Buen producto, técnicas y elaboraciones sencillas, guarniciones y salsas básicas, presentaciones recias. Así es la cocina aquí y así hay que aceptarlo.

Sin que les quepa la menor duda, en la Cigaleña se come bien, pero la cocina no deja de ser el pretexto (tal vez incluso el reclamo para muchos clientes) tras el que se esconden los verdaderos manjares de los que dispone esta casa: sus vinos.

Con motivo de la VIII Quedada de la Peña Gastronómica los Restauranteros y como acto inaugural de éste, Andrés nos ofreció el siguiente menú maridado:

- Bocartes en salazón: Hacer mención de la repercusión que alcanza la cultura de la anchoa en la costa norte del país y, especialmente, en Cantabria, resulta casi una obviedad. La calidad del pescado que aquí se saca y la tradición y maestría en su tratamiento jamás han estado en duda, ni lo están ni lo estarán.

Sin embargo, viene al caso comentar que la opinión no es unánime y se generan auténticas corrientes de opinión cuando se plantea el tema de degustar éste o cualquier otro producto (pescado, carne o verdura) sin cocción alguna o casi crudo, aun habiendo sido expuesto a algún tratamiento “poco lesivo”, digámoslo así. Es lo que sucedió con estos boquerones que llegaron a la mesa prácticamente crudos tras haber estado expuestos únicamente al salazón durante unas pocas horas. Desde mi posición en el bando de los crudívoros, me encantó degustarlos así. Me pareció un entrante muy fresco, cien por cien aconsejable cuando el calor aprieta, y rabiosamente marino. Entiendo a aquellos que, principalmente por lo generoso de la ración, no disfrutaron tanto del plato, pero, en mi caso, supuso un completo disfrute. El maridaje sugerido por Andrés fue una excelente Manzanilla en rama Solear Mágnum de Barbadillo, saca de la primavera de 2014.

- Bocartes en texturas y Rabas: Mismo producto y preparación totalmente antagónica a la del plato que precedió. Estos boquerones encajan perfectamente en esa línea de cocina tradicional, sin conexión alguna con las corrientes culinarias de corte más moderno. Fritos unos, rebozados con huevos y también fritos los otros, resulta difícil quedarse con uno de ellos. Igualmente ricas las rabas servidas junto a los pescaditos. Quien escribe no acumula experiencias múltiples con este producto típicamente cántabro. Más bien fueron las primeras rabas como tal que disfruto en mi vida. Bocartes y cefalópodo unidos por un denominador común: la frescura excelsa del producto. Para acompañarlos tomamos Abel Mendoza 2014 Jéroboam, Malvasia – DO Rioja.

- Merluza a la sal: Estupenda. Buena porción de este pescado tan noble cocinada a la perfección. Cuando el producto manda, las innovaciones no son necesarias. Si las hay, y si encima son acertadas, bienvenidas sean, no me malinterpreten. Pero, como sucedió con esta merluza, uno sabe disfrutar también con la cocina de siempre, bien ejecutada, sin atuendos ni florituras. Con el pescado llegaron a la mesa dos botellas de René Jean Dard & François Ribo – Crozes Hermitatge 2013 Mágnum.

- Cochinillo: El enunciado del plato, su presentación y la descripción correspondiente no precisan de más extensión. Austeridad casi espartana que no desmerece para nada el resultado final del plato. Tal como sucedía en la merluza, una defensa rabiosa de la cocina tradicional, de los platos más representativos de la gastronomía española. Y, con él, un vino excelente: Regina Vides 1998 Jéroboam. De unos años acá, tal vez fruto de la tendencia predominante en los restaurantes gastronómicos, uno se ha acostumbrado a disfrutar más de los vinos blancos y a acabar tomándolos casi exclusivamente. Pero este vino me reconcilió con los tintos nuevamente. Excelente.

- Quesos: Me gusta esa costumbre que tienen muchos de los restaurantes que cuidan hasta el último extremo el apartado de vinos de proveerse, además, de buenos y diferentes quesos. Siempre es un placer probar quesos diferentes y, en la Cigaleña, con el plus añadido de ofrecerlos con el vino oportuno. Me resulta imposible recordar los que nos sacó Andrés, pero a cada cual más rico. Una delicia. En esta ocasión se acompañaron de Amontillado 12 años Maestro Sierra y amontillado Marqués de Poley de Toro Albalá. Un maridaje perfecto.

- Tiramisú: Para seguir en la tónica reinante de toda la cena y acorde con esa línea gastronómica que se marca desde cocina, llega este postre clásico, pero sin pega alguna en su ejecución. Un colofón dulce siempre es bienvenido aunque, para dulce dulce, el Tokaji Oremus Aszú 5 puttonyos 1975 con el que finalizó la cena. Dulce, rico y muchísimos más adjetivos con el que podríamos calificarlo. Ninguno de ellos malo, créanme.

Para quienes todavía no estén al corriente, nuestra peña gastronómica los Restauranteros se reúne dos veces al año en diferentes ciudades del país. La cena del viernes siempre supone el reencuentro con los amigos miembros y reina un ambiente cordial y de buen humor. La Cigaleña. Andrés Conde, el resto del personal, la comida y los vinos configuraron el escenario perfecto en el que se representó esta escena del reencuentro. Tanto es así que la velada en el restaurante se alargó bastante, una prueba más del excelente trato que recibimos por parte de Andrés y todo su equipo. Gracias.

Post ilustrado en: http://www.vinowine.es/restaurantes/la-cigalena-veni-vino-vinci.html

Ansioso por llegar a la primera cita con la Peña Los Restauranteros que celebramos nuestro encuentro primaveral en Cantabría.

Con el tiempo justo, tras una paliza kilométrica desde nuestra ciudad de origen, nos presentamos en esta entrañable bodega cuya visita me parece obligada e imprescindible.

El impacto visual es máximo desde el mismo momento que cruzas la puerta. Vino en la barra, vino en las mesas, vino en las vitrinas, vino en las paredes y vino... sí, vino en el techo.

Pues ahí, entre miles de botellas tomamos asiento para disfrutar de un menú maridado que consistió en:

Bocarte Marinado y Ahumado & Manzanilla Barbadillo Saca Primavera 2014 Magnum

Rabas y Bocarte Tradicional & Abel Mendoza Malvasia 2014 Jeroboam

Merluza a la Sal & Dard Ribo Crozes Hermitage 2013 Magnum

Cochinillo Confitado & Regina Vides 1998 de Viña Sastre Jeroboam

Quesos & Amontillado Viejísimo Marques de Poley de Toro Albalá y Amontillado 12 años Maestro Sierra

Tiramisú & Oremus 5 puttonyos 1975

Del primer acto se palpa la destreza en el manejo del boquerón en ambas versiones. Un punto salado me parecieron los marinados a pesar que la salicornia ayudaba a rebajar, es solo cuestión de gustos. Particularmente me quedo con los que se presentan fritos, a lo tradicional, con esa delicada envoltura que dispara hacia el rotundo éxito al conjunto del bocado... y qué decir de las rabas... pues unas rabas como solo es posible comer en Cantabria y a las que hay que rendir pleitesía.

En la parte más consistente del menú se ofrece buen producto manejado de forma correcta asegurando la satisfacción del comensal. Guarniciones parcas, que no siempre comparsas, como por ejemplo ese "pak choi", una especie de col oriental, que nunca había probado y que intentaba entenderse con la merluza. Discúlpeme el lector ya que, por supuesto, no sé cómo se escribe correctamente la verdura en cuestión. Finalmente, un regio cochinillo de los que siempre cumplen, completó este acto.

La traca final la proporcionaron los Quesos, a cada cual más rico y adictivo y un Tiramisú con buenas formas en su textura y un dulzor tan comedido como acertado.

Oiga!... y los vinos qué? Sencillamente impresionante. No soy capaz de aportar nada nuevo a lo descrito en los más de 50 comentarios previos. Reivindicar una vez más la generosidad de Andrés en todos los sentidos. Escuchar su discurso y percibir la manera que tiene de sentir el vino resulta todo un auténtico placer. Genuino.

Un gustazo reencontrarnos con toda la peña al completo y un verdadero honor compartir mesa con algunos foreros que se apuntaron al festival y a los que siempre resulta un gozo volver a ver.

Por último, pero no menos importante, agradecer a Javier el trabajo organizativo y la oportunidad de conocer esta catedral del vino.


La Bodega La Cigaleña, es uno de esos locales a los que llegas rendido de antemano. Tantos y tan excelentes comentarios de tantos y tan buenos amigos que han pasado por allí no pueden dejar de influenciarte, tremendas las ganas de conocer a Andrés y darle un abrazo de un buen amigo suyo de Girona, y la sorpresa de encontrarme esperando a la entrada al amigo “Rodrigo”, con una sorpresa que tengo reservada para disfrutarla con nuestro común amigo Diego.

Decía el amigo Aurelio, más conocido por estas lares como “GM” en su anterior comentario sobre este restaurante,.... “Les propongo una prueba: Sean ustedes de la ciudad que sean, vayan a una de las personas que más sepan de vinos de su localidad y díganles como quien no quiere la cosa que este fin de semana se van a Santander y que van a cenar en La Cigaleña. ¿Qué se apuestan a que les dicen algo así como?...: “¡Hombre! ¡Dale muchos recuerdos a Andrés!”. Ya pueden hablar ustedes con Pitu Roca, con David Rabasa, con…” y efectivamente tenía razón. Ignoro si é”GM” habló con David, pero en el otro ejemplo clavó incluso al personaje.

Tras los anteriores comentarios de Oscar, Gastiola y GM, de la cena organizada por el amigo “jacomur” embajador de la infinita Cantabria en la Peña Los Restauranteros, poco me queda por contaros, decir que ha sido una de las quedadas en las que más he disfrutado.

Precioso local decorado por y para disfrutar del vino, con un servicio del mismo impecable siendo cada botella descorchada por Andrés una lección magistral sobre el mundo del vino.

En un restaurante “normal”, los vinos acompañan los platos, pero La Cigaleña no es un restaurante normal, aquí son los platos los que acompañan y potencian los vinos, y unos y otros fueron los siguientes:

  • Empezamos con los entrantes fríos, como estos Bocartes marinados. Por fin he podido saborear los famosos “Bocartes”, que no son otra cosa que nuestras anchoas.
    ***Maridado con un Magnum de Barbadillo, Manzanilla Saca Primavera del 2014.


  • Y seguimos con Rabas, bocartes y anchoas rebozadas. Excepcionales las rabas de calamar, y seguimos con más bocartes tratados de diferente manera. Difícil decantarse por una u otra.
    ***Maridado con un Jerobam de Abel Mendoza, Malvasía 2014.


  • A continuación un producto que no podía faltar a orillas del Cantábrico, La Merluza. En esta ocasión a “la Sal”, buena materia prima y punto exacto de cocción.
    ***Maridado con un Magnum de Dard & Ribo Crozes-Hermitage 2013.
    Incluso en las mejores familias en ocasiones se cuela un “cuñao”, pues en Los Restauranteros tenemos el nuestr. En este caso a nuestro “cuñao” no se ocurrió otra que bautizar un excepcional vino como es el Crozes-Hermitage con coca-cola, vamos que se preparó lo que es normalmente conocido como Kalimocho, un pecado mortal para los amantes del vino, ya que como todo el mundo sabe el Crozes-Hermitage combina mucho mejor con gaseosa.


  • Para ir terminando con un clásico de Joan Roca Cochinillo confitado  . Éste es un plato que no suele faltar en los menús del Celler de Can Roca, y junto a la “Gamba “ uno de mis preferidos.

    Postre.
  • Empezamos con una Tabla de Quesos.
    ***Maridada con un Amontillado viejísimo Marqués de Poley de Toro Albalá y Amontillado 12 años de Maestro Sierra.

  • Y terminamos con un Tiramisú, uno de mis postres preferidos.
    ***Maridado con un Tokaji Oremus Aszú 5 puttonyos 1975. Una maravilla de la época comunista.


  • Y estas fueron las botellicas que cayeron, LOS VINOS

    Resumiendo:
  • Deseando volver por allí. Ahora entiendo los comentarios anteriores sobre La Cigaleña y especialmente sobre Andrés.
    • Tiramisú

      Tiramisú

    • Rabas, y bocartes en dos cocciones.

      Rabas, y bocartes en dos cocciones.

    • Bocarte Marinado.

      Bocarte Marinado.

    • Los Vinos

      Los Vinos

    • Don Andrés Conde

      Don Andrés Conde

    Reserva hecha hace unos días, mientras estábamos de pinchos. Andres, que no va a estar (anda de viaje por la Francia, de compras y sacrificio) apunta en la reserva el vino que nos van a dar. Yo no quiero saberlo.

    Media de ese lomo magnifico y media de ese chorizo de vela picante al que me he hecho adicto. 11 E y 9 E respectivamente.

    Manitas deshuesadas. En tres medallones, con crema de calabaza y en tacos como guarnición. Gelatina pura. (14 E).

    Gambon frito. Excelente el marisco, no así el rebozado, que queda duro al enfriarse. Yo creo que otro tratamiento (témpura, empanado...) le vendría mejor a tan buen producto. Se acompaña con una bearnesa con un toque de balsamico muy rica. (15 E)

    Champan Egly-Ouriet, el elegido por Andres. Está muy bueno. Dorado cobrizo, buena burbuja sin corona, fruta roja, fresco, delicioso. (42 E)

    Dos cafés (invitación) y un par de moscateles viejísimos.

    Una mesa de catorce italianos disfrutan de platos de jamón, rabas, solomillos y botellas y botellas de vino...

    Una pareja de franceses no para de comer y pedir copas de albariños...

    Se ha corrido la voz por el extranjero.

    Y Antonio y Juan y el resto de la plantilla tratan a la gente con profesionalidad y simpatia.

    Un anfitrión como Javier Compostizo… ¿dónde te va a llevar en Santander? Un viejo rockero -totalmente en activo- del mundo del vino, un enosabio como Javier… ¿cómo no te va a llevar a La Cigaleña, con Andrés Conde?

    Pues eso, que para allá que fuimos Los Restauranteros, de la mano de Javier, a principiar nuestro encuentro primaveral 2016, Cantabria Infinita.

    La Cigaleña. Un auténtico templo del vino, un must para cualquier enófilo, un referente. La Cigaleña.

    Les propongo una prueba: Sean ustedes de la ciudad que sean, vayan a una de las personas que más sepan de vinos de su localidad y díganles como quien no quiere la cosa que este fin de semana se van a Santander y que van a cenar en La Cigaleña. ¿Qué se apuestan a que les dicen algo así como?...: “¡Hombre! ¡Dale muchos recuerdos a Andrés!”. Ya pueden hablar ustedes con Pitu Roca, con David Rabasa, con… Todos han estado ahí, con Andrés, y han disfrutado de su sabiduría, de su generosidad, de sus frikadas.

    Andrés, el de la Cigaleña.

    La Cigaleña que no es sino la obra de Andrés, que contra la lógica y echando por tierra todas las teorías de management, es la tercera generación del negocio. Y creciendo, oiga.

    Tremendo lo que tiene ahí este hombre. Tremendo lo que sabe este hombre. Tremendo cómo lo cuenta este hombre.

    Un gusto oírle, un gusto catar, beber sus generosas propuestas.

    Pero es que encima se come bien. Cocina cántabra de temporada, sin grandes pretensiones, con grandes prestaciones.

    Ahí va lo que comimos y bebimos el día de autos:

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    Bocarte marinado
     Magnum Barbadillo Manzanilla Saca Primavera 2014
    Rabas y bocarte tradicional
     Jerobam Abel Mendoza Malvasía 2014
    Merluza a la sal
     Magnum Dard & Ribo Crozes-Hermitage 2013
    Cochinillo deshuesado y confitado
     Jerobam Viña Sastre Regina Vides 1998
    Tabla de quesos
     Amontillado viejísimo Marqués de Poley de Toro Albalá
     Amontillado 12 años de Maestro Sierra
    Tiramisú
     Tokaji Oremus Aszú 5 puttonyos 1975

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    ¡Ahí queda eso!

    No voy a hacer muchos comentarios más allá de este: que fue placer.

    Ni mucho ni nada, como que me callo ya, después de decir que gracias Andrés, por tu generosidad y por compartir con nosotros tus vastos conocimientos.

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