Local pequeño, pero la comida muy buena, y la selección de vinos ESPECTACULAR. Dejad que Andrés os guíe por la carta de vinos, no os defraudará porque es un auténtico crack.
Absolutamente imprescindible para los amantes del vino.
Pintoresco local donde se rinde culto al vino y la comida no desmerece en absoluto. La carta se centra fundamentalmente en referencias internacionales (mayoritarimente francesas) con algunas españolas imprescindibles. Están casi todos los grandes "de verdad" a precios muy razonables, junto con algunas referencias de productores menos conocidos que destacan por su RCP. Nosotros aprovechamos para tomar un excelente champagne (Larmandier-Bernier brut rosè) por 32 € que convirtió la comida en inovidable. Para terminar una copa del PX del Maestro Sierra. Volveremos.
-Sinceramente, creo que es un PRIVILEGIO, así con mayúsculas, poder cenar en Bodega Cigaleña, para cualquier persona que le gusten los vinos.
-Importante dejarse aconsejar por Andrés Conde. Conoce bien el mercado nacional y tiene auténticas joyas francesas , que también domina, en una carta muy completa, que de por si es un documento digno de estudio.
-Probamos dos referencias, recomendadas por Andrés, de la a.o.c. Coteaux du Languedoc, ambas de Château de la Negly: la Falaise 2001 y Domaine de Boêde 2002, las dos un portento y con una RCP imbatible. He dejado nota de cata de La Falaise.
-Decantadas, comentadas, perfectamente servidas en copas de buen cristal, contagiando entusiasmo por el producto y el origen. ¡Un placer ! ¡ Ya me gustaría acompañarle en alguno de sus muchos viajes a Francia ! Con gusto le haría de conductor y transportista. Así se lo dije.
- Acompañamos con unos maganos de potera (jibiones/chipirones pequeños) encebollados, que se derretían en la boca.
- Buscaré tiempo para volver.
Tengo que reconocer que soy un gran aficionado a probar aquellos locales que me recomiendan mis amistades, pero en el caso de la Bodega Cigaleña entré porque al pasar por delante sentí la necesidad de entrar y una vez dentro es difícil marcharse.El trato en la barra es inmejorable y una vez sentado en cualquiera de sus mesas cada uno de los platos supera al anterior en calidad y preparación. El servicio en el comedor es elegante a la vez que cordial, pudiendo relacionarte con toda confianza con sus camareros e incluso con el sumiller.
En resumen, quizá sea el mejor restaurante que uno pueda visitar en Santander, para mí lo es sin duda alguna.Espero volver pronto¡¡¡¡
Restaurante originalisimo, autentico, muy popular y a rebosar. Platos clasicos de excelente calidad y raciones monstruosas!!! Andres (el sumiller, a pesar de ir de cabeza, fue fantastico: una vez identificada como veremera (se acordaba de Juan Such), nos visitaba a menudo, sin invadir, y nos contó anecdotas muy interesantes. Carta de vinos extensa pero un poco peculiar desde nuestra perspectiva (la proxima vez ire a dejarme aconsejar sobre vinos franceses, que tiene tropecientos). Vino a temperatura perfecta y en copas perfectas, sin pedirlo (y decantado si es necesario). Tomamos Finca Villacreces (25) y Orben (80) (iba de Hnos Cuadrado). Una experiencia MUY recomendable.
Se trata de un mesón-restaurante muy animado, situado al lado de la plaza Cañadío, el centro de la marcha nocturna en Santander. Se puede entrar a tapear excelentes materias primas acompañadas de un buen vino o ir a cenar. El local está decorado por todas partes con botellas de vino de diferentes elaboradores y añadas.
Una de las claves del éxito es el sumiller del establecimiento, Andrés Conde Laya, hijo del propietario. Andrés fue tercer premio en la Nariz de Oro 1999 y es probablemente uno de los mejores sumilleres jóvenes españoles.
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