Veo alguna contradicción. Los que dicen estar entusiasmados con las

Veo alguna contradicción. Los que dicen estar entusiasmados con las aportaciones de David Muñoz en este terreno ahora sostienen que no es nada nuevo. Pues si no es nada nuevo...¿en qué consiste la pretendida revolución? Bien está en que el chef haga lo que le parezca bien en su restaurante, pero cosa distinta es hacer apostolado descubriendo el Mediterráneo.

Parece que él mismo, sería bueno confirmarlo, ha dicho en la Sexta que se circunscribía a su restaurante. Perfecto. Pero si alguien considera que esta no-novedad puede ser el bálsamo de fierabrás que acabe con la bajada en el consumo, pues, vaya, creo que se equivoca. El personal sigue bebiendo kalimotxo y sangría, haciendo rebujito, dándole al porrón, mezclando vino con gaseosa, y el consumo nacional sigue corriendo pendiente abajo. No creo que beber vino en cuchara o con pajita vaya a enganchar a los jóvenes al vino. Entre otras cosas porque uno no acaba de ver porqué van a preferir beber vino en pajita a ventilarse un gin tonic.

Una cosa es detectar la necesidad de hacer algo al respecto, y otra muy distinta es que cualquier idea sea eficaz y buena. Llevamos más de 40 años hablando de que el sistema educativo español es un desastre. Y cada reforma que se hace es peor que la anterior. Está muy bien preocuparse por la obesidad infantil, pero no parece que prescribir a a los tiernos infantes la ingesta de aspirinas sea la solución ¿No sería más sensato analizar desapasionadamente qué sucede en aquellos países en que no desciende el consumo de vino, o incluso aumenta? Igual aprenderíamos alguna cosa. El activismo sin una profunda reflexión sobre las causas y las posibles soluciones no soluciona los problemas.

Finalmente, el problema del vino en España no sólo se centra en la fragilidad de un mercado nacional que cada vez se hace más pequeño. Exportamos más que nadie, pero a un precio irrisorio. Degradar el vino de producto acabado a mera materia prima no puede ser más contraproducente en ese contexto. No es lo mismo vender troncos a una serrería que un bargueño a una tienda de muebles.