Peña El Sarmiento

"Partido" a cinco sets en el Mesón de Doña Filo y remate final


El tenis es un deporte que siempre me ha gustado como mero aficionado, tanto en la tierra batida que estos días se disputa en Rolland Garros, como en la hierba elitista de Wimbledon, o la pista rápida de Flushing Meadows, por decir algunas pistas mágicas. La exclusividad que el gran Santana convirtió en populismo en este país allá por los años 70, los grandes duelos vividos (Connors, McEnroe, Wilander, Lendl, Borj, Sampras etc), y el buen momento del tenis actual lo convierten en un deporte atractivo y elegante, tan sugerente y divertido como el encuentro a cinco sets que vivió el pasado sábado parte de la Peña El Sarmiento. Fue un partido largo, intenso, con un rival que es un amigo, un conocido, que cada vez que jugamos contra él nos ofrece nuevos golpes de revés, unos saques directos que nos descolocan y unos derechazos a los que intentamos responder lo mejor posible. Ese rival no es otro que el mundo del vino, en donde la diversidad de golpes en el símil tenístico es equiparable a la diversidad de vinos que nos encontramos en el encuentro sabatino.

La pista en la que jugábamos era conocida y se sitúa en el pueblecito madrileño de Colmenar del Arroyo, concretamente un restaurante llamado el Mesón de Doña Filo. Ya hemos comentado en multitud de ocasiones lo bien que se trabaja en esta casa. Julio, Inma y todo su equipo son unos excelentes anfitriones y en esta ocasión el trato, paciencia, cocina, ambiente ofrecido, etc fue sencillamente MAGISTRAL. Gracias a todos de nuestra parte.

Por tanto podíamos decir que jugábamos en casa, y el partido iba a comenzar a eso de las 13.30 de la tarde. Una buena hora para un primer set intenso.
Había expectación por ver cómo se iba desarrollando este evento puesto que hacía tiempo que no visitábamos una de nuestras "catedrales" gastronómicas.
Tres vinos de Sancerre (Loira) y dos de Chablis (Borgoña) fueron los protagonistas de ese primer set. Michel Vattan y sus Sancerre arcillosos del 2006 y calcáreos del 2005 empezaron a golpear. Suave el primero y algo más denso y con golpes más profundos el segundo. Era un rival más duro, aunque cuando dejó paso al Michel Vattan Sancerre Tradition 2002 nos golpeó bien. Un vino original, con una nariz intensa, compleja, muy personal. El set iba bien, Sancerre golpeaba aunque la Peña respondía. Aparecieron golpes suaves como los que propició el Olivier Tricon Chablis 1er Cru Montmais 2002, algo falto de intensidad en mi opinión aunque en la copa iba respondiendo poco a poco con tiempo, y el Vieilles Vignes Chablis 2002 de Domaine de Varoux bien, voleaba bastante potente, aunque el ganador fue el Tradition 2002 de Sancerre. Primer set terminado.

El segundo set fue más oscuro, con vinos tintos de Ruiz Villanueva y un Cabernet sudáfricano. El inicio fue para mi lo más interesante, con ese 1999 de RV realmente curioso, interesante, bien mantenido en la pista, con aguante detrás y bien conservado. Recordaba a Martina Navratilova que, con sus años detrás, seguía dando guerra a mucha gente (Chris Evert ya retirada)…Muy bien ese 99. Menos interesante se mostró el Laguna Blanca 2000, no emocionaba en sus golpes, aunque quizá si se le diera más tiempo en pista podría mejorar, veremos. Lo mismo con el Ruiz Villanueva del 2000, interesante y seguramente en fase amateur todavía.

Inicialmente el Seidelberg Cabernet Sauvignon 2002 sudafricano fue un rival agradable de beber, goloso, bien integrado y redondo. A medida que el partido avanzaba se volvió a probar y ya estaba algo agotado. Pero el momento inicial fue agradable.




En el tercer set iban a intervenir tres vinos interesantes pero antes, y de forma intercalada, fueron entrando en escena esos acompañantes necesarios y que podrían ser actores de la más alta cuna gastronómica. Unos buenos aperitivos y llegaba un plato con un gazpacho de cerezas y tacos de atún sencillamente espectacular, como esas lentejitas con lengua de cerdo. Digamos que entre set y set, el avituallamiento era importante para no perder energías.











Este tercer set empezó con un San Vicente riojano de 1996, quizá algo envejecido para llevar 11 años en las pistas, pero elegante en sus golpes, mñas sutiles que fuertes. Rico.









Y mientras un Finca Valpiedra 1994 se mostraba más vivo, con más alegría pese a ser algo más mayor. Un buen vino y con tiempo todavía para permanecer en lo más alto del circuito. Seguro que vuelve a dar satisfacciones en los próximos tiempos.
A continuación apareció un rival potente, sabroso, de peso, recio y contundente: Chateau Phélan Ségur 2003. Un Saint-Estèphe joven todavía pero no agresivo, le faltaba un poco de integración en la pista pero seguro que progresa en la ATP (Asociación de Tintos de Prestigio). Como Thomas Muster en sus años jóvenes. Seguiremos sus pasos…y mientras intercalamos un Domaine Valette Mâcon-Chaintré del 2003. Salió sucio a la pista aunque tenía una nariz seductora, recordando a la elegancia de Ivan Lendl subiendo a la red a rematar, y en la boca mantenía buena estructura, equilibrio. A mi me gustó bastante. El tercer set había sido francamente interesante. Digno de un gran partido.



Los chipironcitos y tocineta que iban saliendo mostraron lo mejor del mar y de la tierra, una unión que se iba a romper con la introducción en la pista de un Palo Cortado Obispo Gascón de Barbadillo junto a un plato con queso de cabra. Golpeo importante en este cuarto set. Golpes desde el fondo de la pista se intercalaban con subidas y boleas curiosas cada vez que ese Obispo (que no cura) entraba en la boca. Delicioso.

Quiso entrar en escena Franz Küntzler Hochheimer Domdechaney Riesling Spätlese 1997 cuando este cuarto set ya estaba casi dominado. Se le vio algo evolucionado, un color algo oxidado para tener esa edad. Daba igual, el partido llegaba a la recta final y se admitía de todo. Entre ambos se cogieron energías dulces con dos postres deliciosos, el segundo de ellos como se comentó en honor a la Copa América que se celebraba en Valencia, un velero navegando sobre un mar, en este caso, de frambuesas.
















Quedaban pocas fuerzas para un quinto y definitivo set pero había que jugarlo. Por eso, como iba a ser intenso decidimos trasladarlo de lugar y dar las gracias al Mesón de Doña Filo, un oasis gastronómico en la Comunidad de Madrid, que se mantiene constante en su buen hacer. ¡Bravo!


La caravana se trasladaba a casa de Letroncio (Aitor). Pedimos pelotas nuevas para el saque del quinto set, y nuevos vinos se abrieron.


Empezamos con un Etienne Sauzet Puligny Montrachet Les Folatieres 1998 realmente magnífico para mi gusto. Una nariz sutil, elegante, intensa y una boca que parecía un derechazo de Jim Courier sobre la arena de Rolland Garros. Muy bueno este vino, y siguió con un Georg Breuer Montosa Riesling 1997. Golpes secos, ganadores, sin poder oponer resistencia. Buenos vinos.

Mientras metíamos un muy digno pinot noir Michel Vattan Sancerre Rouge 2006 en la copa, apareció la faceta cocinilla de la parte manchega del Sarmiento y con los ingredientes que el amigo Letroncio le proporció, nos planteó un arroz cremoso francamente bueno. El Corbieres que le acompañó no mostró su mejor juego pero sí el Markus Molitor 2001 Graacher Himmelreich Auslese Riesling Halbtrocken. Un Mosela delicioso para acabar.


El reloj marcaba ya la 1.15 de la madrugada y el partido había resultado ser una gran reunión de unos amigos (os echamos en falta a algunos…pero repetiremos una tarde así cuando podamos todos) en torno a una buena tanda de vinos y de unos deliciosos manjares gastronómicos, con un ambiente de diversión continuo y disfrutando de magnífica gente. ¿Se puede pedir más? Creo que no.

















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