El Bosque

La Sala de Espera del Depósito: Capítulos 30 y 31

Resúmen capítulos anteriores:

Ángel Iglesias le pide un favor a Teresa y Andy descubre algo en el ordenador del "Born"

30.

En cuanto terminó de hablar con Teresa una idea que había ido germinando en su cerebro creció hasta asentarse con fuerza, hablaría con “El Rubio” esa misma noche.
 
Llamó a Kimi y le pidió que hiciera de intermediaria entre ambos, Eusebio estaba convencido de que El Rubio adivinaría su profesión, si bien no su cargo, y no quería que se le escapara; por lo poco que sabía de él era intuitivo e inteligente, de alguna manera se parecían aunque obviamente no en el plano físico.
 
Quedó con ella en que estaría a las doce y media en el Born si antes ella no le llamaba para informarle de que no había podido establecer el contacto. No olvidó indicarle que por favor le transmitiera que su intención era aclarar las circunstancias que rodeaban la muerte por sobredosis de Paula y no investigar sus “posibles transacciones comerciales... 
 
 
A las doce se puso en camino y a las doce y veinticinco Kimi se acercaba con un gin-tonic hacia dónde él se había acomodado acodado al final de la barra con la puerta de entrada a sus espaldas. Había recuperado su look nocturno aunque en este caso la peluca era rubia platino; con el maquillaje de polvos de arroz, pestañas postizas y carmín rojo brillante se distanciaba de Cindy Lauper para acercarse a Christina Aguilera.
 
El local se encontraba medio lleno esa noche y había más barullo en las mesas que en la barra. Eusebio dirigió la mirada al pequeño escenario que parecía preparado para algún tipo de actuación y después a Kimi, interrogante.
 
-Andy quiere actuar hoy. Hace mucho no lo hace y aunque no suele ser habitual en fin de semana le he animado a hacerlo porque creo que le hará bien.
 
Eusebio asintió con la cabeza. 
 
-Pablo me dijo que estaría aquí sobre la una menos cuarto, quiere pasar lo más desapercibido posible y por eso prefiere asegurarse de que hayas llegado antes de venir él.
 
-¿Te ha puesto muchas pegas?
 
-Pues no daba saltos de alegría pero parece que de verdad sentía algo por Paula y quiere ayudar.
 
Hizo una pausa mientras desviaba la mirada a la barra. Cuando la volvió a levantar la dirigió sin pestañear a los ojos de Eusebio 
 
-Comisario, no sé si mi opinión te vale.
 
-Sabes que sí Kimi, mucho.
 
-Yo creo que Pablo no ha tenido que ver con su muerte. No es ninguna hermanita de la caridad pero creo que si hubiera podido, habría intentado evitarla.
 
-Gracias Kimi, lo tendré en cuenta- mientras se empezaban a escuchar los primeros acordes de “Life on Mars” de David Bowie.
 
En el escenario, una marea de focos regaba el espacio con haces de luz rosa y azul produciendo un efecto marcadamente psicodélico. Una densa nube de humo de ése que se ponía en las discotecas de los años setenta y que ahora se veía teñido de morado por la luz de los focos, tan sólo permitía adivinar la escuálida figura de Andy mientras se escuchaba la dulzona y a la vez estridente voz de Bowie:
 
And her mummy is yelling ¡no!
And her daddy has told her to go
El humo se desvanece y se ve a Andy vestido con una especie de mono gatuno de color morado que deja al descubierto su pecho hundido, blanco y sin vello. En la cabeza lleva una peluca de color rosa con mechas verdes y puntas hacia todos los lados. El grueso maquillaje que cubre su cara no impide a Eusebio reconocer las marcas del puñetazo de Ángel Iglesias, había visto a demasiadas prostitutas apaleadas y luego obligadas a “trabajar” tras cubrirlas de maquillaje aplicado a brochazos.
 
Cuando terminaba el último 
Is there life on Maaaaaaaaaaaaaaaars? 
las lágrimas caían ya libremente por su rostro formando surcos en el maquillaje que le otorgaban el aire de desvalimiento del payaso triste. Se acaba la música y el silencio en la sala es atronador. 
 
Andy se agarra al micrófono diciendo:
-Esto ha ido por ti Paula. Dondequiera que estés, aunque estés mejor que aquí, nunca te olvidaré. Para mí seguirás siendo siempre ...the girl with the mousy hair, aunque el tuyo fuera negro.
Alguien a la derecha de Eusebio empezó a aplaudir y el aplauso se contagió y propagó por toda la sala prolongándose durante minutos. El iniciante, según pudo comprobar Eusebio al girarse, había sido Pablo, “El Rubio”.
 
-¿Eusebio?
 
-¿Pablo?
 
Amago de sonrisa en el rostro de ambos.
 
-¿Nos vamos a otro sitio más tranquilo?
 
-Me parece bien. Tú conoces la zona.
 
Fue a sacar la cartera para abonar las copas cuando rápida y suavemente Pablo detuvo su mano.
 
-Ya está Eusebio. Yo ya he pagado la mía y tú aquí no pagas.
 
Eusebio observó que su consumición había sido una cerveza sin alcohol y aprovechó para mirarle a los ojos:
 
Los tenía verdes.
 
La_Sala_de_Espera_del_Deposito_David_Bowie
 

 

31.

En los aledaños a la Plaza del Dos de Mayo todavía sobrevivían algunos cafés de los de lamparita sobre mesa camilla, infusiones en tetera y música de jazz. Cuando Pablo le dirigió hacia la puerta de uno de ellos, Eusebio no pudo por menos que sorprenderse, era el último tipo de local donde se esperaba encontrar a alguien como Pablo.
 
Mientras se sentaban en una mesita de rincón y como si le hubiera leído el pensamiento, Pablo inició la conversación:
 
-Entiendo que no te esperabas que te trajera a un sitio como éste, comisario.
 
-Pues no la verdad, aunque por mi profesión estoy acostumbrado a las sorpresas.
 

-Ya me imagino... ¿Te importa que fume? En este local está permitido y es el único vicio que me permito. *1

-¿De verdad?- escrutándole los ojos con la mirada -Por supuesto que no, disfruta mientras la legislación te lo permita que ya están preparando una ley que lo va a prohibir en todos los lugares públicos.
 
-Lo sé. Cuando ocurra me plantearé dejarlo.
 
-¿Sólo eso?- mantenía su mirada acerada sobre la mirada verde y tranquila de Pablo que no parecía sentirse afectado por el intento de invasión mental que estaba perpetrando Eusebio.
 
-Quizá todo- con un atisbo de sonrisa en sus labios.
 
-Te ruego que no me llames comisario, entre otras cosas porque no lo soy- sacando una de sus tarjetas de la cartera -También porque en este momento no estoy interesado en tus, digamos, "actividades" aunque las conozco.
 
-Lo sé.
 
-¿Te ha contado Kimi por qué quería verte?
 
-Sí.
 
-Pues eso es lo único en lo que estoy interesado en este momento. ¿Prefieres que te pregunte o me vas contando tú?
 
-A mi me da lo mismo pero primero me gustaría saber lo que sabes.
 
Eusebio se sonrió por dentro, su intuición no le había fallado, sin embargo todavía no acababa de entender qué hacía un tipo como Pablo, guapo, inteligente y seductor, traficando con droga dura por Malasaña.
 
-Bien. Sé que la muerte de Paula la causó una sobredosis de heroína. Sé que Paula estaba embarazada cuando murió. No sé si ella lo sabía. Sé que tú traficas con heroína. Sé que mantenías o mantuviste una relación con ella. Sé que es muy probable que el bebé fuera tuyo. Sé que no querías que muriera.
 
-Pues sí que sabes muchas cosas, Eusebio- alzando las cejas en fingido gesto de sorpresa e imitando a Eusebio -Bien. La droga que se inyectó Paula y que le ocasionó la muerte no se la vendí ni se la dí yo, es más Paula se convirtió en adicta en contra de mi voluntad aunque reconozco que si no me hubiera enamorado de ella y no la hubiera dejado tirada, como por otro lado han hecho todos los hombres de su vida de una manera u otra, no la hubiera buscado. Creo que lo hizo precisamente por eso, aunque te suene raro.
 
-No, no me suena raro. Lo que quieres decir es que como no consiguió de ti lo que ella quería te castigó haciendo justamente lo que tú le habías pedido que no hiciera ¿verdad?
 
-Así es. Yo no supe que estaba embarazada hasta que ya habíamos roto. Pero nuestra historia viene de lejos.
 
Paula y yo nos conocimos en el instituto. Ella era todavía una niña, una adolescente preciosa pero muy perdida, en su casa no parecían hacerle mucho caso. Yo siempre fui muy vago en clase, tenía demasiadas ganas de pasármelo bien y de descubrir el lado oscuro de la vida. Entonces las drogas no tenían la mala fama que tienen ahora, me refiero al caballo y a la coca, y sin habérmelo tomado en serio, a los diecisiete años ya era yonqui.
 
Mi padre era médico lo que me facilitaba el acceso a jeringuillas y otro material necesario pero pronto necesité dinero para financiarme la droga porque la paga semanal de un crío de diecisiete años no da para pagarse adiciones tan caras así que empecé a vender “costo”*2 a mis compañeros de colegio.
 
-¿Sólo “costo”?
 
-Sí, entonces era sólo “costo”. Alguna rara vez tenía coca pero me la esnifaba antes de venderla. Hacía mis trapicheos en una cafetería que estaba a menos de cien metros de la puerta del colegio, era como si me hubiera plantado allí la oficina y despachaba tranquilamente durante la mañana
 
-¿Y los de la cafetería no te decían nada?
 
-El chico de la barra era tan yonqui como yo así que digamos que llegamos a un acuerdo de colaboración. Fue una de esas mañanas cuando vi a Paula por primera vez. Era una monada, un yogurín que se dice. Muy delgada y menudita con unos ojos marrones enormes, la cara redondita y esa boquita tan linda. Con el cuerpecito a estrenar… Llevaba el pelo largo, muy largo y siempre suelto, tapándole la cara…
 
Hizo una pausa en la que con la mano apartó un mechón de pelo imaginario de una cara que no existía.
 
-Me gustaba apartarle el pelo de la cara y descubrir sus ojos brillantes, hambrientos, que querían comerse el mundo…
 
Como volviendo a tocar suelo en la tierra prosiguió:
 
-Enseguida me fijé en ella pero siempre venía acompañada de otra chica. Se escapaban de clase y como no tenían adonde ir se metían en el baño del bar para no pasar frío. Les invitaba a cañas y porros con el grupo y pronto me di cuenta de que Paula lo quería probar todo, estaba deseosa de aventuras. Eso me atrajo muchísimo, entonces no lo sabía pero éramos iguales... No sé si te estoy aburriendo con todo esto, quizás no es lo que habías venido a escuchar.
 
-Pablo, todo lo que tenga que ver con Paula me interesa, su pasado reciente y el lejano.
 
Pablo se quedó mirando a Eusebio unos segundos siendo él ahora el escrutador. Eusebio no levantó barreras, al menos no todas, por lo que le permitió adentrarse mínimamente en su mente.
 
-Sigue, por favor.
 
-En un principio pensé en aprovecharme de ella, echarle un polvo y luego pasársela a otro. Una de esas mañanas le pedí su número de teléfono y ella enseguida lo apuntó en una servilleta de papel con su letra todavía infantil, redondita. A los pocos días quedamos en una esquina a mitad de camino entre su casa y la mía, vivíamos muy cerca, a tres manzanas nada más.
 
Hizo una pequeña pausa porque la camarera aparecía con un gin-tonic para Eusebio y una tetera cargada de té negro para Pablo.
 
-Espero que me guardes el secreto.
 
-¿Qué secreto?
 
-Que soy adicto al té.
 
Ambos rieron.
 
-¿No bebes nunca alcohol?
 
-No, mi hígado no lo soportaría. Hepatitis crónica, herencias del pasado.
 
Subí con Paula a mi casa. Mis padres no estaban, se habían ido de fin de semana. Allí nos esperaban dos colegas, babeando porque llevaba una pibita para compartir. Todavía recuerdo la cara de susto de Paula cuando vio toda la parafernalia de las cucharas, el limón y las cintas para sacar la vena en el salón de mi casa. No dijo nada, se quedó en un rincón, calladita, mirando mientras yo me preparaba un chute. Entonces Jaime, uno de mis colegas, se sacó la polla de la cremallera y se puso a masturbarse diciéndole a Paula que viniera a chupársela. Pobre niña mía, se le saltaban las lágrimas. Verla así lo cambió todo y le grité a Jaime que la dejara en paz. Acabé de ponerme y pasando de Jaime que no hacía más que insistir en que habíamos quedado en compartir al yogurín, me la llevé a mi cuarto.
 
La besé para calmarla, era como un pajarillo aterido de frío, se abrazaba a mí llorando. La tranquilicé y nos fumamos juntos un porro. Ella la pobre, se ofreció a chuparme la polla agradecida por haberla arrancado de las garras de Jaime, yo la sonreí y le dije: "Imposible Paula" sacando de la cremallera mi pene flácido por los efectos del caballo. “Otro día entonces” “Sí claro” “¿Eres virgen Paula?” Asintió con la cabeza. La abracé tiernamente y le pregunté “¿Querrías dejar de serlo conmigo?” volvió a asentir con la cabeza de manera enérgica y añadió “Pero sólo contigo ¿vale?” “Sólo conmigo Paula, te prometo que de ahora en adelante todo será sólo conmigo”.
 
Pablo se quedó callado, con la mirada perdida, por lo que no observó como se dilataban las arterias carótidas a ambos lados del cuello de Eusebio. La sangre golpeaba con fuerza en su interior, la piel de su rostro había palidecido hasta parecer un rollo de papel pintado color crema.
 
Desvió la mirada hacia la mesa en un intento desesperado de recuperar el control que sentía que estaba perdiendo a marchas aceleradas, de esa manera no pudo observar como una lágrima, tan sólo una, se desprendía del lagrimal del ojo derecho de Pablo, surcaba su mejilla y desaparecía tras su barbilla.
 
*1 Esta historia tiene lugar en el otoño de 2010. La ley antitabaco que prohibiría fumar en todos los espacios públicos no entraría en vigor hasta enero de 2011.
*2 Nombre coloquial del hachís
 
© Mara Funes Rivas -  Abril 2013
  1. #1

    JaviValencia

    Ya era hora, te iba a poner falta, jeje. Ya tenia ganas de disfrutar de mi dosis de lectura, y que mejor manera de acabar el día leyendo otro par de interesantes capítulos ;-)

    XXX

  2. #2

    Mara Funes

    en respuesta a JaviValencia
    Ver mensaje de JaviValencia

    Sabes que ésta es una cita ineludible para mi :-)

    XXX

    Mara
    https://www.verema.com/blog/el-bosque/
    https://www.verema.com/blog/puck/

  3. #3

    Anubis7

    Muchas gracias Mara. Como siempre, me ha sabido a poco...

  4. #4

    Mara Funes

    en respuesta a Anubis7
    Ver mensaje de Anubis7

    Pero poco a poco estamos llegando a la recta final.. A ver qué hago con Eusebio cuando todo esto acabe...

    Gracias Rosa,

    Mara
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  5. #5

    Lagarita

    Esto se pone muy interesante,el"rubio" ha contado mucho pero queda mucho por descubrir.Respecto a lo de que vas a hacer con Eusebio ,pues inventarle otra investigación cuando esta se acabe.

    Saludos:)

    Ana

  6. #6

    Mara Funes

    en respuesta a Lagarita
    Ver mensaje de Lagarita

    Sí que queda por descubrir todavía... Veremos a ver si Eusebio no se ha cansado de mí cuando esto se acabe ;-)

    Saludos,

    Mara
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