Unas cincuenta mil botellas de Gimonnet Fleuron se elaboran cada millesimé "declarada" en la Champagne.
2000 fue un año complicado, especialmente para la Chardonnay.

La estructura de los mostos no posee la fortaleza de añadas más sustanciosas (Fleuron 1996, 2002 y 2005 por ejemplo) y la evolución de estos vinos suele ser más rápida, acelerándose el proceso oxidativo y perdiendo la frescura y la complejidad que se adquiere durante los años de maduración lenta en botella. Este Fleuron se encuentra, a mi modo de ver, en su plenitud. De complejidad media y acidez prominente, se bebe fácilmente solo o acompañando pescados y mariscos.

La primera impresión sensorial recuerda a las “hibernaciones” de algunos grandes vinos antes de pasar a su segunda vida; aplanamiento, simplicidad, flojera... Aromática basada en frescor frutal y suaves mantequillas; con la aireación y el tiempo gana en complejidad. La boca es típica y reconocible: Chardonnay sin concesiones, acidez y pureza, sin artificios, expresión del terroir. Apenas se nota dosage. Matices herbáceos, cabello de ángel, cítricos, anisados, mantequilla, yogur...

Me encanta la personalidad acusada y reconocible -a pesar de la servidumbre de la añada- de los vinos de Gimonnet.

Amarillo pálido con burbuja pequeña y abundante.
Nariz fresca y de buena intensidad aromática, donde prosperan las notas cítricas, de fruta blanca -pera- y la profundidad mineral.
En boca es todo nervio, con una acidez algo desbocada -típica de la añada 2000-, y si bien se aprecian una buena calidad frutal y la mineralidad marca de la casa, no se puede apreciar, aún, un equilibrio lo suficientemente adecuado para que sea disfrutable. Cuestión de tiempo. Formato Mágnum.