Botella borgoñona (supongo que una declaración de intenciones de buscar la elegancia) con un corcho de muy buena calidad. En nariz, al probarlo en febrero 2006, se evidencia que el vino aún está muy falto de asentarse en botella. Hay un aroma que emerge lentamente, concentrado, con mucha moka, notas balsámicas y algún apunte mineral. Me recuerda, vagamente, algunas notas aromáticas muy concentradas y también por desplegar encontradas en un Pingus 2003 tomado en noviembre 2005. Quizá esa moka evidencia un exceso de crianza en barrica nueva, eso sólo el tiempo lo dirá. Lo que está claro es que hay una fruta con peso y profundidad aquí dentro que tardará bastante en expresarse. En boca destaca por su gran fruta, aunque aún muy compacta, y buena acidez, lo que no lo hace pesado. En retronasal aparecen notas que recuerdan la crianza en barrica nueva y le restan, para mi gusto, atractivo. Necesita muchísima botella para desplegar todo el potencial que atesora. Habrá que ver si tanta barrica nueva dada ha sido la que pedía esta estupenda uva. Yo personalmente le habría dado menos roble nuevo. A recatar dentro de un año para ver su evolución. Lástima que haya tan pocas botellas (3.500)