El Bosque

La Sala de Espera del Depósito - Capítulos 26 y 27

Resúmen capítulos anteriores:

Ángel Iglesias ordenó el incineramiento de su esposa Paula. El comisario Álvaro Castro sigue entrometiéndose. Conocemos a un hermano de Paula que nos cuenta un incidente familiar muy interesante.
 

26.

El arroz con carne y alubias rojas de Yoana le había devuelto algo de vida y el frutal vino de maceración carbónica que lo había acompañado le pidió permanecer con él mientras se enfrentaba por segunda vez a la memoria USB de Paula.
 
Escogió el fichero que decía “Pablo 1” y acertó.
 
Hola Kimi,
 
Te preguntarás porqué te escribo cuando hace pocas horas que nos acabamos de ver pero algo me ocurrió ayer al salir del Born y como creo que hoy no me pasaré por alli y tengo muchas ganas de contártelo he pensado ¿por qué no le mando un email?
 
No te lo vas a creer pero según abría la puerta sentí que alguien la agarraba y la mantenía abierta para mí. Me di la vuelta y me encontré con una cara que no veía desde hacía casi veinte años.
 
 
Se llama Pablo y le conocí en el instituto. Tuvimos una relación tormentosa durante casi año y medio en la que discutíamos casi todo el tiempo hasta llegar a una bronca final en la que lo dejábamos para volver en menos de un mes porque nos atraíamos mutuamente de forma brutal. 
 
Él estaba prácticamente igual, quizás algo más delgado. Es muy alto, puede que llegue al 1,90, rubio, con el pelo corto y ondulado. Sus ojos son verdes cuando está de buen humor y se ponen marrones cuando se enfada. Es curioso que me acuerde de esto después de tantos años. 
 
Tiene una cara muy atractiva, masculina, de nariz larga pero que cuadra bien con sus rasgos huesudos. Su boca es grande y los labios en el centro hacen como un morrito de pato. Tiene gracia, te lo estoy describiendo como era cuando tenía dieciocho años (era repetidor) pero es que apenas ha cambiado. 
 
Iba muy bien vestido pero informal, tipo Armani ¿sabes? Pantalón liso y recto, camiseta de cuello redondo y americana, todo en la misma gama de colores tostados. Me preguntó sonriendo -y su sonrisa es muy atractiva- que si me iba ya para casa o tenía tiempo para la penúltima. Me paré a pensar y decidí que por una hora más no me iba a sentir peor mañana y puesto que ya me habían colocado en la trastienda de la biblioteca haciendo fichas, bien podía dormir acurrucada sobre la mesa. 
 
Le contesté que tenía hambre y riéndose me dijo:–¿Hace un bocata de calamares?– Le respondí que sí con la cabeza porque yo también me estaba riendo. Me sentía increíblemente bien, la magia de nuestra atracción se había reproducido después de veinte años. 
 
Nos fuimos al bar de enfrente del Born, ése donde van todos los porreros pero que ponen esos bocatas tan buenos que a ti tanto te gustan, aunque sé que los tuyos son los de tortilla. Nos sentamos en la barra y me pedí un bocata de calamares y una caña. Me sorprendió que él sólo se pidiera una coca-cola, me dije que así estaba tan delgado.
 
Me gustaba cómo me miraba. Tiene una cosa muy bonita y es que cuando sonríe, sonríe con los ojos también y anoche los tenía verdes y chispeantes. Me dijo que me había visto actuar y me puse roja como un tomate: 
 
–Es sólo un juego que hago entre semana, en fin de semana, cuando el Born está lleno, ni se me ocurre.
 
–Pues si lo hicieras te tendrían que poner un sueldo aparte porque la cola daría la vuelta a la manzana…– más risas.
 
Le pregunté si venía mucho por la zona porque no le había visto antes en el Born. Me contestó que hará como un año o así pero que se quedaba siempre al final de la barra. Yo, roja otra vez de vergüenza pero sintiéndome también halagada -no voy a negarlo- le pregunté:
 
¿Entonces ya me habías visto bailar antes de esta noche?
 
–Sí, muchas veces– sin que la sonrisa burlona se le borrara de la cara.
 
Reconozco que me sentó mal que nunca me hubiera dicho nada así que me concentré en el bocata y la cerveza. Me lo debió de ver en la cara -ya sabes que soy muy transparente- y con mucha delicadeza me cogió la barbilla y me obligó a mirarle.
 
–¿Qué pasa Paula?
 
–Nada, que no entiendo por qué no me has dicho nada antes.
 
–Había querido pero mi vida es muy complicada y no quiero meterte en líos.
 
–Todas las vidas son muy complicadas.
 
–Créeme que la mía más.
 
–Si tú lo dices…– y me volví de nuevo hacia la barra. Nos quedamos un rato en silencio pero ya no aguanté más y le hice la pregunta que había estado reprimiendo
 
-¿Y por qué hoy sí?
 
–No lo pude evitar, estabas tan bonita con tu minivestido negro y haciendo el play back del “Heart of Glass” de Blondie… Me trajo muchos recuerdos.
 
Yo sentía que las defensas se me iban cayendo, me decía “Cuidado Paula que acabas en la cama con él esta noche” 
 
Es que no sabes cuánto lo necesito Kimi. Las cosas con Ángel van de mal en peor, no me mira a la cara y menos al cuerpo. Hace dos semanas ya no pude más y me trasladé al cuarto de invitados ¿y crees que dijo algo? Lo mismo que tú, nada. Y de repente, volver a sentir que alguien me deseaba. Ya, no me digas que todos los tíos del Born me desean, no es lo mismo. Pablo sabe quién soy yo, cómo siento, cómo gozo, cómo lo necesito, eso es algo que no puedo compartir con muchos hombres, el sexo es mi alma y Ángel me hace sentir que mi alma está sucia.
 
El caso es que en un momento dado se llevó la mano al bolsillo interior de la americana y sacando el móvil se alejó de la barra, haciéndome señas de que le disculpara un momento. Vi que le cambiaba la cara, se había puesto muy serio, casi asustaba. Colgó y volvió conmigo pero ya no era el mismo, el color de sus ojos era marrón.
 
–Paula, niña, te tengo que dejar, me ha surgido algo que debo resolver.
 
Se me hizo el mundo añicos, era como si me hubieran subido a lo alto de una noria y de repente me soltaran en caída libre.
 
–¿Te volveré a ver?
 
–Claro tonta, si tu marido no lo impide.
 
–¿Cómo sabes que estoy casada?
 
–Yo lo sé todo Paula, así me gano la vida.
 
No supe qué responder. Pablo ya había pagado y nos dirigíamos hacia la puerta del bar. Sin poder remediarlo me encontré metida en un taxi, con Pablo diciéndole al taxista:
 
–A la dirección de El Escorial que le indique la señorita.
 
Y le metió un fajo de billetes en el bolsillo.
 
No sé si volveré a verle, no sé en qué líos anda metido, desde luego no parecen limpios, pero ¿sabes qué? me da igual Kimi, me ha hecho volver a vivir ¿lo entiendes? ME HE VUELTO A SENTIR MUJER.
 
Bueno, te dejo ya que me caigo de sueño. Gracias como siempre por leerme.
 
Un montón de besos,
 
Paula.
 
Eusebio se sonrió mientras apuraba la copa y apagaba el ordenador: “Yo también me gano la vida sabiéndolo todo de la gente y lo voy a saber todo de vosotros“ y pensando en El Rubio “No te juzgo por lo que haces pero espero que la trataras bien. Si no fue así, entonces sí tendrás algo de lo que preocuparte”.
 
 

 

 

27.

Eran casi las dos y media cuando el juez dio por sobreseída la causa por incomparecencia del demandante. 
 
A estas alturas de su carrera con diez años de profesión a sus espaldas, Teresa se tomaba estas cosas con bastante filosofía y sonreía al recordar la furia que le entraba cuando empezó a asistir a juicios como testigo por la pérdida de tiempo que le suponían estas incomparecencias. Seguía siendo una mujer acelerada, que empleaba todos y cada uno de los minutos de su vida de la manera más eficaz posible, pero ya no intentaba enfrentarse a lo inevitable.
 
Después de registrar su enorme bolso-cartera durante un buen rato sentada en el banco de madera del pasillo del juzgado, finalmente consiguió encontrar su móvil, debajo de las miles de otras cosas que allí acumulaba “por si acaso”.
 
Al encenderlo, lo primero que vio fue cinco llamadas perdidas y tres mensajes de texto. Al pinchar sobre las llamadas, comprobó que todas pertenecían al número de móvil de Ángel Iglesias. Se imaginó que los tres smss serían para avisarla de sendos mensajes en su buzón de voz, por lo que sin abrirlos, marcó directamente el 123.
 
Tiene tres mensajes nuevos:
 
PRIMER MENSAJE. Recibido hoy a las doce horas y cinco minutos:
Teresa, soy Ángel Iglesias. Me imagino que estará ocupada pero necesito hacerle una consulta urgente. Llámeme cuanto antes, por favor.
 
Trataba de sonar seductor pero no conseguía del todo el tono.
 
SEGUNDO MENSAJE. Recibido hoy a las trece horas y veinte minutos:
Teresa, soy Ángel Iglesias otra vez. Ha ocurrido algo y tengo que hablar con usted lo antes posible. Llámeme.
 
El tono de voz había cambiado a nervioso y autoritario. Teresa no pudo reprimir un mohín divertido.
 
TERCER MENSAJE. Recibido hoy a las trece horas y cincuenta minutos: 
¡¿Qué ocurre?! ¡¿Qué hoy no trabajamos?! Pues que bien, así se vive bien 100€ la sesión de cincuenta minutos y apaga el móvil cuando le viene en gana. 
No se preocupe por llamarme, ya me las apaño yo.
 
No hay más mensajes. Para … 
Teresa marcó el asterisco y seguidamente pinchó en el icono de la última perdida para devolver la llamada. El teléfono dio la señal de llamada hasta que saltó el contestador con un seco:
 
Ángel Iglesias
Tras unas décimas de segundo de duda, Teresa se decidió a dejarle un mensaje:
Soy Teresa, Ángel. Siento no haber podido atenderle cuando me llamó, es algo que puede ocurrir puesto que cuando atiendo un asunto me centro en él, igual que me centraré en el suyo si quiere que nos veamos o hablemos.
Tendré el teléfono operativo toda la tarde.
Un abrazo,
Mientras dejaba el mensaje había aparecido el icono intermitente de llamada entrante. Afortunadamente llegó a tiempo de contestarla porque era Eusebio.
 
–Casi no llego Eusebio, estaba precisamente dejándole un mensaje a Ángel Iglesias porque me ha llamado tres veces durante la vista.
 
–Buenos días Teresa… A lo mejor me equivoco pero creo que sé por qué te ha llamado ¿Te dejó algún mensaje?
 
–Perdona Eusebio, buenos días. Me dejó tres mensajes, uno por llamada.
 
–Venga, no te hagas de rogar ¿qué te decía? ¿Estaba normal o nervioso?.
Tras una risita Teresa concedió:
 
–Decir no es que dijera mucho, lo más destacable ha sido el tono, como iba cambiando. Al principio su voz sonaba casi tranquila, y digo casi porque tenía un matiz agudo que desvelaba su nerviosismo aunque intentaba controlarlo. Me decía simplemente que necesitaba hablar conmigo y que le llamara.
 
En el segundo mensaje ya se quita la careta y con tono autoritario casi me exigía que le llamara. En el tercero ya se le ve cercano a perder los papeles y hasta se permite sarcasmos en relación con mi profesión y me dice que ni me moleste en llamarle queriendo por supuesto lo contrario. Así que le llamé justo antes de que llamaras tú pero no lo cogió y yo también le dejé un mensaje que intenté que fuera tranquilo y pausado.
 
–Bien, encaja. Ahora te cuento yo mi parte.
 
Conseguí localizar a uno de los hermanos de Paula, el más pequeño, Miguel, y accedió a quedar conmigo en una cafetería a pesar de haberse quedado de piedra porque la policía estuviera investigando la muerte de su hermana.
 
–Lo que nos imaginábamos ¿verdad? Ángel Iglesias no les ha dicho nada.
 
–Efectivamente. Pero me contó más cosas, de los dos. Como yo suponía y estoy seguro de que tú también, su matrimonio hacía aguas por todos lados.
 
–Hombre, eso era fácil de deducir pero por lo que veo tienes hechos concretos y no suposiciones.
 
–No recuerdo si te conté que la amiga de Paula me dio una memoria usb cuando la ví en el pub con la correspondencia que habían intercambiado recientemente.
 
–¿Eso fue antes de tu comida con ella?
 
–Sí, fue precisamente parte de la información que contenía la usb lo que me impulsó a quedar con ella a comer.
 
–Pues no, no me lo habías contado pero seguro que lo hiciste a propósito aunque fuera inconscientemente.
 
–¿Qué quieres decir, Teresa?
 
–Quiero decir que estoy segura de que antes de contármelo querías ampliar algunos detalles y que por eso quedaste con ella a comer y luego te entrevistaste con su hermano.
 
–La verdad es que continuamente me recuerdas que te tengo infravalorada. Es increíble lo bien que me conoces, nunca dejarás de sorprenderme.
 
Risita divertida.
 
–Es a lo que me dedico Eusebio, a analizar la información que tengo delante de mí, contrastarla con la información previa y tratar de averiguar los porqués de la conducta humana. Pero me tienes en ascuas, cuéntame.
 
–Bueno, primero decirte que la amiga de Paula, Kimi, me dio la memoria para que Ángel Iglesias no se saliera con la suya tergiversando la información y esquivando su responsabilidad por su muerte.
 
–Cuidado Eusebio, me parece que estás tomando partido.
 
Manteniendo un férreo control sobre su voz para que no trasluciera que Teresa había acertado con su último comentario y la consecuente inquietud que este hecho le provocaba…
 
–Te estoy diciendo cual era la intención de Kimi, no que yo esté de acuerdo con ella.
 
–Reconozco que la actitud de Ángel Iglesias facilita esa impresión, a mí me cuesta verle con objetividad.
 
Eusebio rehusó responder a esa observación pues consideraba que era conceder algo que todavía no estaba dispuesto a admitir.
 
–Había una carta de Paula Reinoso en plena luna de miel. El matrimonio ya tenía fecha de caducidad entonces.
 
–¿Ya en la luna de miel?
 
–Ya en la noche de bodas.
 
–Pues vaya, pobre Paula.
 
Silencio por parte de Eusebio. Después prosiguió:
 
–Quería saber si la familia de ella era consciente de ello y cuál era su relación con Ángel, amén de saber si les había contado lo de su estado de gestación y la investigación policial.
 
–¿Y bien? ¿Lo que me imagino?
 
–Entiendo que sí. Primero tuve que explicarle que en los casos de sobredosis los centros hospitalarios están obligados a informar a la policía para que se determine si fue accidental o provocada, algo que por supuesto Ángel no les había contado, pero cuando le informé del embarazo de Paula se quedó blanco, se le desencajó la cara.
 
–¿Y eso?
 
–Parece ser que Paula no podía tener hijos y que esto era causa de mucho dolor para ella.
 
–¿Y por qué se culpaba ella? En los casos de infertilidad y esterilidad las estadísticas demuestran que en la mayoría de los casos la causa está en la parte masculina.
 
–Pues precisamente me contó una escena que montó Ángel Iglesias una Nochebuena, dejando muy clara su hombría al proclamar a los cuatro vientos que era padre de un niño que fue concebido cuando todavía era estudiante.
 
–El Sr. Iglesias tiene un serio complejo de inferioridad que trata de ocultar con altas dosis de prepotencia.
 
–Sería muy interesante que hablaras con él. Estoy seguro de que te ha llamado porque se ha enterado de que Miguel ya está al corriente.
 
–Estoy de acuerdo contigo. Voy a comer algo y después intento hablar con él. Cuando sepa cuando le voy a ver te llamo y te lo digo.
 
–¿Te apetece tomar algo conmigo?
 
Tras rechazar lo que le pedía el sentimiento y hacer caso a la razón, Teresa respondió:
 
–Gracias Eusebio pero tengo muchos papeles atrasados y hasta que quede con Ángel Iglesias quiero aprovechar el tiempo en casa.
 
–Sólo te estoy proponiendo unos pinchos y unos ribeiros en barra.
 
–Otro día Eusebio.
 
–Vale Teresa. Espero tu llamada– mientras se preguntaba si había metido la pata en alguna cosa.
 
–Te tengo informado al minuto. Ciao Eusebio.
 
–Ciao Teresa.
 
© Mara Funes Rivas -  Abril 2013
  1. #1

    JaviValencia

    Una delicia leer mas capítulos. Me va a dar pena cuando acabe aunque tenga la posibilidad de recrearme una y mil veces en su lectura.

    XXX

  2. #2

    Mara Funes

    en respuesta a JaviValencia
    Ver mensaje de JaviValencia

    No quiero ni pensar en lo vacía que me voy a sentir cuando se acabe... Menos mal que para solventarlo sólo tendré que engendrar a otro niño :-)

    Gracias niño

    XXX

  3. #3

    Lagarita

    Como me he podido despistar!lo esperaba para mañana que ilusión poder haberlo leido ya.Bueno el rubio da la cara,pero en que está metido?que hace en realidad?estoy deseando saberlo,el Iglesias en su tónica;pero no será una pista falsa su fracaso matrimonial y todo lo que quiere ocultar ¿no estará protegiendo a Paula?
    Como ves me lo planteo todo.Gracias por otro buen rato.

    Saludos:)

    Ana

  4. #4

    JaviValencia

    en respuesta a Lagarita
    Ver mensaje de Lagarita

    Ana, me encantan tus cábalas ;-)

  5. #5

    Mara Funes

    en respuesta a Lagarita
    Ver mensaje de Lagarita

    Lo siento Ana, te traigo loca con los días que publico... Intento siempre empezar a trabajar el lunes y si me sale todo bien lo cuelgo ese mismo día como ocurrió ayer, pero normalmente me lleva más tiempo prepararlo todo: correciones, imágenes, links... y se retrasa un día la publicación. Otras veces no puedo empezar hasta el martes, en fin...

    Está bien que te lo plantees todo, eso quiere decir que la historia tiene más de una cara y eso me encanta pero lo que más, más, más me gusta es que pases un buen rato leyéndolo ¡¡¡¡Gracias!!!!!

    Mara

  6. #6

    Anubis7

    en respuesta a Mara Funes
    Ver mensaje de Mara Funes

    Por fin he podido sacar un ratito para leerlo. Mira que me sentí mal cuando me dijiste que lo habias colgado rapido para que me entretuviera durante la convalecencia... Mil gracias Mara. Pero bueno, lo importante es que por fin ya lo he leido y lo que aun es mejor... que esta cada vez mas interesante. Estos dos capitulos son la "bomba". Besos y gracias

  7. #7

    Mara Funes

    en respuesta a Anubis7
    Ver mensaje de Anubis7

    Gracias a ti por disfrutarlos cómo lo haces y esta tarde pasaremos otro buen rato ¿verdad?

    Besos,

    Mara


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