Abierto el sábado sobre las 9.30 de la noche, inmediatamente decantado y se inicia la cata sobre las 11.30 de la noche, por el poco tiempo decantado, intentamos agitarlo en el decantador con la idea de que mostrara todo sus cartas.

Lo cierto es que es increíble ver como estos vinos se pueden reír de uno de una forma tan clara. Estuvimos con ellos hasta cerca de las 2 de la mañana sin que mostraran más que leves pinceladas de su calidad. A ratos se abría en nariz, dando alguna nota floral y algo de fruta roja, pero inmediatamente se volvía a cerrar, jugaba con nosotros, éramos 4 personas en la cata y cada copa daba unas notas diferentes, cuando se abría en nariz, daba verdores en boca y cuando se abría en boca se cerraba en nariz.

A las dos decidimos dejarlos para otro día a ver si mejoraban algo con la aireación, en el caso de este vino, lo dejamos en el decantador hasta el lunes por la noche cuando volvimos a darle una segunda oportunidad, decir que el cambio fue radical, era otro vino, una nariz muy sutil, elegante de intensidad media, me hacía mucha gracias cuando oía al bueno de Antoliano hablar de la cremosidad de los tostados, ya he encontrado esa cremosidad, en este vino es palpable, es tan elegante que lo parece, alguno de los catadores presentes hablaba de que era una de las mejores narices que había visto en su vida, incluso por encima de otros vinos superiores de la misma casa.

En boca los verdores habían desaparecido por completo, de nuevo elegancia pura, finura total, buen paso por boca, retrogusto muy frutal y final de persistencia media.

Lástima que no llegaré a probar este vino dentro de 5 o 6 años, porque seguramente será muy superior a lo que hemos catado en esta ocasión. Pese a que para mi le faltaba algo de “chicha” a esa nariz, desde luego, reconozco que para mi sin duda alguna es el vino con la nariz más elegante que he visto en mi vida, para el recuerdo….