Restaurante Kiaora (CERRADO) en Valencia
Restaurante Kiaora (CERRADO)
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:

Añadir vino por copa

Precio desde:
12,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Domingos y Lunes
Nota de cata PRECIO MEDIO:
32 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.7
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
6.8
Comida COMIDA
8.5
Precio medio entorno ENTORNO
6.8
RCP CALIDAD-PRECIO
8.6
Petit Fours
Suprema de Pintada, Cremoso de Mazorca Asada y Salsifíes
Terrina de Conejo con Mostaza Verde Helada
Ensalada de sensaciones
Opiniones de Kiaora (CERRADO)
OPINIONES
25

El viernes pasado salí a cenar con un colega. Yo no sabía dónde él había reservado y para mí fue una sorpresa muy agradable encontrarme con que el sitio era Kiaora ya que hace tiempo que tenía ganas de probarlo.
Entramos a un comedor interior muy acogedor, con la foto mural de un tremendo pinar. El comedor es pequeño y hay cuatro mesas ocupadas. Escogemos el menú de 30 euros más bebida.
Para comenzar nos sacan: un mini cucurucho de helado de bloody Mary, no es helado pero da el pego totalmente, pica un poco, es salado y está rico; una cucharilla con un trocito de caballa marinada en soja , con orégano fresco y agua de gazpacho,muy, muy rico; un pequeño baúl donde hay un pollo con verdolagas, curioso ya que no es pollo , es un vegetal proteínico rebozado, este me gustó menos pero era original; unos palitos de una extraña verdura que ha desecado y que se acompañan de una mostaza y curri, curiosísimo; y por último un huerto de zanahorias con migas de remolacha y crema de verdura: también muy rico y con conseguida textura, era una especie de mini huerto cuya tierra estaba hecha de migas de remolacha y donde había "plantadas" una baby-zanahorias, sorprendente y muy bueno. Eso eran los entrantes. Ahora la comida: canelón de ave, perfecto; gnoqui desnudo ( sin pasta) con espinacas, queso y mantequilla trufada ( hummmm); cococha de bacalo con pilpil de pino: sorprendente , curioso y rico ( aunque las yemas de pino aromatizaban demasiado)y había algo más pero no lo apunté ( era un pescado azul con nombre raro que también me gustó). Lo mismo me pasa con el postre, sé que me gustó pero no me acuerdo, Un error por mi parte.
Lo acompañamos con una viognier de Toledo tan rica y aromática que hasta mi nariz llegaba el olor de la uva sin necesidad de acercarme la copa.
Me gustó mucho, salí encantada.
He de decir que no hace ni un mes que estuve en La salita. Me gustó mucho pero... la cocina de Yelel , el de Kiaora, también es una cocina de experimentación ,elaboración cuidada, de logros y de sorpresas que para nada desmerece. Me alucinó mucho porque sus ingrediente son sorprendentes , su elaboración muy original y su presentación trabajada.
Acérquense por Kiaora, no les defraudará en absoluto. Mi acompañante me comentó que sus menús de mediodía a 15 euros también proporcionan sorpresas agradables y unos arroces deliciosos.
Suerte, joven Yelel, corren malos tiempos pero tu trabajo es especial!

La procedencia de las materias primas es el secreto de nuestra cocina, siguiendo los ritmos y las temporadas de los alimentos, con los que queremos llegar a los sabores mas transgresores sin olvidar aquellos mas tradicionales y revalorizando productos silvestres y locales en los que basamos la originalidad de nuestros platos

Primera visita a este restaurante de cocina creativa con un trabajo inmaculado basado en productos ecológicos. Propuesta interesante la que ofrece Yelel. Alimentos de temporada cocinados de forma natural y bien expuestos en el plato.

El local funcional, correctamente decorado y distancia entre mesas algo juntas. Buenos elementos de sobremesa, vajilla óptima y notable cristalería.

Un par de vermut Martini y nos adentramos en el menú del día a un increíble precio de 15 € con café y pan IVA incluido.

Comida:

- Ensalada de topinambo con jugo cítrico

- Calçots con romescu

- Teriyaki de cerdo con verduras

- Arroz de puntilla, shitake y lima

- Postre del chef

Vino:

Louro 2012

La carta de vinos (algo subidita de precio) y el tratamiento al mismo muy correcto. Dispone de una selección de cervezas la cual parece interesante.

* He encontrado casualmente la nota y no debía dejar en el anonimato la vivencia, mas cuando he visto que el último comentario no era precisamente muy favorable, crónica la cual respeto pero que estoy en desacuerdo.

Me gusta la Biococina y como la aplican a la perfección en Kiaora. Enhorabuena por haber sido el primer restaurante en Valencia de cocina de autor con productos bio.

- Hojas de invierno y verduras a la parrilla: una sencilla ensalada de mezclum de lechugas con zanahoria baby, alcachofa y berenjena. Las verduras frias y sin sabor a parrilla, y un aliño de andar por casa (AOVE y vinagre de jerez). Nada especial.

- Borraja y mejillones thai: en un plato hondo tres mejillones, una cigala pelada y borrajas con una sopa de leche de coco, jengribre y cilantro. Plato correcto.

- Huevos, setas y trufa: es un plato compuesto de un huevo a baja temperatura con setas y migas de pan especiadas. La trufa ni la vi ni la aprecie. Si no fuese porque la yema del huevo estaba pasada lo consideraria un plato correcto (al no romper la yema el plato pierde su gracia).

- Arroz de carranc con toque picante: un arroz caldoso servido al centro. Tenía un regusto a quemado y únicamente se comprendía de galeras y cangrejos pequeños (con lo que sólo comemos arroz). El peor plato.

- Tarta de manzana con crema de vainilla: una pequeña ración de tarta de manzana buena.

- Bebida: dos cervezas Estrella Galicia y un Jean Leon 3055.

Los platos pertenecen al menu del día. Habiendo leido buenas críticas en Verema y en Las Provincias, y encontrandose en el séptimo puesto de Tripadvisor me esperaba mucho más.

Estuvimos cenando y en general la experiencia fue buena. Los aperitivos del chef algo sobrios, los entrantes bien elaborados (personalmente los encontré un pelín escasos, pero mi mujer no), entre los que cabe destacar las cocochas de bacalao (¡2!) con pilpil de pino. Y en los platos principales división de opiniones: el pescado muy bien, pero en la carne nada que destacar, ni siquiera la propia carne.
La sombra: el precio. Con botella de vino (21€) y dos cervezas, casi 100€. Supongo que los productos ecológicos son más caros, pero....

Sábado noche, mesa para tres. Local agradable y sencillo, no pretencioso y bien decorado para disfrutar de la comida, sin alardes, con el aire no demasiado fuerte (se agradece). Comedor con otras dos mesas ocupadas, sorprendentemente turistas. El chef nos dijo al final de la cena que estaban muy bien posicionados en Tripadvisor y por eso recibían bastantes turistas en verano, cosa de la que me alegro. Mantelería bien, cubertería bien, vasos y copas normalillos, algo por debajo de lo demás. Demasiado gruesos, aunque correctos, permiten disfrutar el vino (más porque el servicio está por encima).

Vamos a lo que cuenta. La propuesta es simple: menú degustación cerrado por 30 euros (cuatro entrantes, carne o pescado a elegir, postre) + pan (1.5 por ración de tres cortadas generosas de diversos tipos y buena calidad, sobre todo el pan de cristal) + bebida. El menú está desde luego por encima del precio, cosa que solo se pueden permitir restringiendo tanto el abanico de posibilidades. Aperitivo: zanahorias baby en una crema de una verdura que no recuerdo con brotes, un crujiente terroso de remolacha y pimienta, muy sabroso y con una cierta reminiscencia (salvando las enormes distancias) al Bosque Animado de Dacosta. Falso carpaccio con esferificación de setas, sorprendente (no diré más para no fastidiar la sorpresa). Ravioli de flor de calabaza con ricotta y espinacas en salsa de tomate, muy suave y bueno (estupendo el toque de la flor de ajo, si no recuerdo mal iba en este plato). Cocochas de bacalao con crujiente de piel de bacalao, muy buena materia prima bien ejecutada. Otro entrante que no alcanzo a recordar bien, así que no me parecería particularmente destacable. Elegí el pescado: pez ballesta en su perfecto punto en un caldo suave. El menos divertido de los platos, pero aún así bien ejecutado. En el postre tuvieron el detalle de sacarnos dos a compartir: la aparentemente famosa maceta de chocolate con una mousse de requesón y (creo) genjibre, que estaba muy buena, y un sorbete de varias fresas con lima que me pareció delicioso, aunque he de confesar que siento debilidad por los postres ligeros. Chupito de mistela casera cortesía de la casa para terminar.

Bebimos un Louro, godello, elegido por la camarera. Simplemente perfecto, y bien servido. Lástima no tener copas un pelín mejores. Respecto al servicio, inmejorable. Atento, profesional, cercano si el cliente así lo daba a entender, sin pausas entre platos, etc. El chef, Yelel, salió a saludarnos al terminar. Se le ve con ganas y yo creo que tiene potencial para llegar más lejos. Ánimo con ello. Yo pienso volver la próxima vez que esté por la ciudad.

Segunda etapa (trimestre) https://www.verema.com/foros/restaurantes/temas/1069428-cocinando-8-manos-2-entrega
de este extraordinario proyecto de reunir a 4 cocinas de marcado reconocimiento en una misma noche para disfrutar todos juntos.
https://www.verema.com/blog/blog-restaurantes/1058258-cocinando-8-manos
También ellos disfrutaron e hicieron casi tantas fotos como los comensales. La variedad y presentaciones de los platos es tal que tiene complejo de japonés pues parece que cenes a través del visor de la cámara de fotos.

Al final perdí los apuntes hechos en la hoja de menú que te dan al empezara cenar y que complementaban datos por lo que será un comentario más de sensaciones ya que puestos a no superar la extraordinaria descripción de Fer B, darle algo de utilidad al comentario.

Destacar que no estaban llenas todas las mesas al parecer por anulaciones en el último momento de gente relacionada con la crítica gastronómica. Ellos se lo perdieron.

De los aperitivos: destacar la elaboración sorprendente y presentación de los chips. La falsa trufa de remolacha con su humo de monte bajo aparente pero sobre todo sabroso. La yema de huevo perfecta pero menos impactante.
La terrina de conejo me pareció un gran plato con las diferentes texturas y buenos acompañantes, muy conseguido. El calamar bien ensamblado con el chucrut y el ketchup que no es fácil. El falso pimiento jugando con lo que el ojo ve y el paladar desengaña de la apariencia. Vidriada y tallarines quizás hubo que recalentar porque se quedó algo seco. La pintada bien pero con una compañía (mazorca asada y salsifies) mejor.
Postres: el mojito de frambuesa y tofee extraordinario. La banana split muy complicada de entender, lograr y hasta comer.

Además de un muy buen pan y unos petits fours que eran como nuevas creaciones tan complicadas y bien resueltos como cualquier otro plato.
El maridaje de vinos muy buenos todos, poco conocidos y muy interesantes en lo que suponemos un precio bajo porque si no es imposible que salgan las cuentas con la cena. Ese especial Tintoralba dulce de Almansa ¡qué buen final!

Es tal la intensidad de la cena en cuanto a sus platos, elaboración, presentación, maridaje de vinos y todo lo que con lleva más la amabilidad de la gente de sala que es de las pocas veces que en la mesa solo se habla de la cena en sí, de intentar adivinar de quien es cada uno, de comparar con la anterior entrega (en la Salita: https://www.verema.com/restaurantes/2434-salita-valencia/valoraciones/1061006-cocinando-8-manos), de cómo será y cuando será la siguiente (parece que antes del periodo estival por aquello de épocas vacacionales)... y no salió ni el trabajo, ni el futbol, ni los hijos.... Consiguen concentrar a todo el comedor. Chapeau.

Por si faltaba más interrelación, a la salida te encuentras con el equipo de cocina, o mejor dicho, los 4 equipos, y sólo queda dar las gracias porque estos momentos son los pocos momentos de felicidad y disfrute. Luego llegas a casa y ves el telediario y bajas a la realidad, pero "que te quiten lo bailao".

Así nos quedamos anoche, gratamente sorprendidos de la excelente cocina de Kiaora. No solo es la calidad de la materia prima, ni los sabores, es que la presentación es digna del mejor restaurante, es una pena meter la cuchara y destrozar la presentación de todos los platos.

Tomamos el menú corto, compuesto por cuatro entrantes, un principal y postre.

Nos trajeron un aperitivo de la casa consistente en zanahoria, remolacha crujiente, brotes de ajo..., imposible recordar todos los ingredientes, acompañado de unas rosquitas de pan crujiente bañado en aceite.

ENTRANTES

Capuccino de guisantes.- Fina crema de guisantes, con crujiente de jamón por encima, un taco de tocino y una ramita de cilantro.

Ensalada tricolor.- Tres colores, tres sabores, tomate con aceite de ajo, crujiente de parmesano y helado de rúcula para refrescar. Junto con el helado unas flores de rúcula.

Calamar gigante sobre salsa romescu.- Acompañado de col, cenizas de calçot, flores de calabaza y ketchup picante.

Fondue de queso y espinacas.- Para mojar tacos de pan, dos tipos de patata y tupinambo.

PRINCIPAL:

Mi pareja y yo optamos por pescado, no conocíamos ninguna de las propuestas que nos ofrecieron, pez ballesta o vidriada, así que pedimos uno de cada para probarlos. Se acompañan de tallarines de te verde y caldo de moluscos.

De postre nos sirvieron una maceta con chocolate y membrillos con su espuma de requesón, ambos muy buenos, pero la maceta de chocolate uffff....

Para beber tomamos cava, Damajuana brut nature, de excelente RCP (20,00 €) No hay mucha variedad, quizás sea uno de los puntos flojos del restaurante que supongo que poco a poco irán mejorando. El servicio es descorche y servido de la primera copa.

La conclusión final ha sido de muy grata sorpresa, habíamos leído los comentarios, pero hay que ir y probar la cocina, las sensaciones visuales y gustativas hacen que salgas feliz y ningún comentario hace que te hagas una idea de lo bien que lo hacen.

La preparación de los platos, puro arte, sus ingredientes biológicos, cultivados en masía propia, el pan, en fin, me quedo sin palabras.

Como bien dice Esther en su comentario anterior, 100% recomendable.

Estaba marcada en nuestra agenda desde hace tiempo el día en que cuatro de las cocinas con mayor nivel de la ciudad volvían a reunirse bajo la interesante iniciativa Cocinando a 8 manos.

Con máxima ilusión y expectativas llegamos a Kiaora, punto de encuentro en esta ocasión del acontecimiento, con el incentivo que suponía no conocerlo todavía. No entraré en descripciones del local pues ya están perfectamente detalladas en anteriores comentarios. El diseño del local con la cocina visible desde el pasillo que lleva a la coqueta sala interior me aportó una grata primera sensación. Se palpaba movimiento, mucho personal en efervescencia. Amablemente dirigidos y acomodados surgía un aire familiar pues eran caras conocidas, vistas en sus respectivos locales, reflejando algo más de tensión quizá por no hallarse en su entorno natural o puede que por el envite que suponía el evento. Lejos de que esa pizca de presión añadida pudiera vencerles tiraron de la profesionalidad que les avala para, en definitiva, conseguir hacerte sentir cómodo desde el inicio.

Al tema. Menú maridado consistente en:

Aperitivos de Bienvenida.

Surtido de Chips. Envueltos en un cucurucho de papel podíamos encontrar varios tipos: algas, piel de pescado y el ya clásico de Patata con Sardina de La Salita. Se acompañaba de un bol con mahonesa de jalapeño para untar al gusto. Fidelidad.

Falsa Trufa de Remolacha, Croqueta de Topinambo y Queso con Aroma de Trufa, Bombón de Torta del Casar. Tres bocados colocados en una simulación de suelo de bosque al que añadían al servir un humo de monte bajo. Aunaban ingenio técnico, personalidad y sabor. Presentación y puesta en escena muy creativa. Impactante.
Maridaje: Cerveza Artesanal Pons 1840.

Yema de Huevo, Berenjena, Mojama y Encurtidos. Buen punto de la yema que ensamblaba el resto de ingredientes. Ligereza.
Maridaje: Privat Laietà. D.O. Cava.

Terrina de Conejo con Mostaza Verde Helada. Realmente eran tres presentaciones del orejudo y tres texturas del mismo. Un pincho de patente sabor con una costilla a modo de palillo servido sobre caldo de ternera con garrofón tierno. Una croqueta de costra gruesa que albergaba la carne desmenuzada. Por último, la terrina que daba nombre al plato, melosa y cubierta de semillas con el contrapunto de la mostaza. Potencia, manejo y control.
Maridaje: Miranda d’Espiells. D.O. Penedès.

Calamar Gigante, Romescu y Ceniza de Calçot. Tres taquitos sobre una cama de humus con base de romescu, acompañados de una lámina de brócoli y un pétalo de caléndula. Se acompañaba en la pizarra con unas migas de chucrut y Ketchup picante como combinaciones. Sinfonía.
Maridaje: Crego e Monaguillo. D.O. Monterrei.

Falso Pimiento del Piquillo Relleno de Cebolla Crujiente, Hoja de Salvia y Aceituna Negra con Huitlacoche. Lograda estética de la cobertura que contenía la crema del pimiento que unida a las miguitas crujientes de cebolla formaban buen equipo. Belleza y contenido.
Maridaje: Corolilla. D.O. Utiel-Requena.

Vidriada, Tallarines de Té Verde, Algas y Moluscos. Gran mezcla en boca con fresca culminación. Lástima que el taco de pescado estuviera un pelín pasado de calor. Conexión.
Maridaje: Lanius. D.O. Alella.

Suprema de Pintada, Cremoso de Mazorca Asada y Salsifíes. A duras penas afrontamos el último plato con cierta saturación destacando la calidad y ejecución de la carne además del original acompañamiento. Colmado.
Maridaje: Cientruenos. D.O. Navarra.

Postres:

Mojito de Frambuesa Carbonatada y Tofee de Mascadabo con Galleta de Almendras y Lima. Bella composición de evidente técnica uniendo frescos ácidos y dulces perfectamente acoplados. Primor.

Banana Split. Versión vertical del clásico postre con cortes helados o semifríos de los ingredientes montados unos encima de otros separados con finas galletas y bañados con chocolate ligero caliente. No me llegó a transmitir. Proyección.
Maridaje: Tintoralba Dulce. D.O. Almansa.

El pan servido fueron una muy tierna y ligera focaccia y un pan negro elaborado con tinta de calamar. Ambos sabrosos.

Un muy buen café. Sobre los Petit Fours… una imagen vale más que mil palabras.

Nivel alto en el servicio prolongando el que ofrecen diariamente en cada una de sus casas, bastante coordinados en sala para la dificultad que entraña la adaptación a un entorno fuera del habitual, cadencia perfecta, simpatía, amabilidad, profesionalidad y concentración.

En resumen, ideas frescas, buena predisposición, dinamismo, tono, control, técnica, tablas, inconformismo, carácter y honestidad puestas al alcance del comensal con un objetivo claro que es el de poder disfrutar. Creo que disfrutan los equipos de los diferentes restaurantes participantes y desde luego, en nuestro caso, disfrutamos con esta iniciativa y su resultado.

  • Petit Fours

    Petit Fours

  • Suprema de Pintada, Cremoso de Mazorca Asada y Salsifíes

    Suprema de Pintada, Cremoso de Mazorca Asada y Salsifíes

  • Terrina de Conejo con Mostaza Verde Helada

    Terrina de Conejo con Mostaza Verde Helada

Me animo a escribir unas notas sobre mi experiencia en el Kiaora el pasado viernes. Fui en compañía del gran Aurelio, teníamos pendiente vermos desde hace un montón de tiempo y le sugeri comer en este restaurant. Comimos el menú de diario, no he comido, todavia, ningún otro, pero a la luz del comentario de Aurelio,( que fue al día siguiente) creo que es la perfecta antesala para entrar en el universo que ofrece este restaurant.

La propuesta empezó con una Crema de lenteja con calabaza, presentada en una pequeña olla de hierro, bonita y practica manteniendo el calor y la intensidad de principio a fin. Una crema en teoria fina y delicada, pero a la par intensa y contundente, te centra, te asienta, como un buen caldo después de un gran dia. Me gusto mucho la lenteja fina y elegante y la calabaza le dotaba de cremosidad y aroma, todo ello rematado por una potente pimienta y meloso aceite de oliva.

Seguimos con una Menestra al vapor con dashi de mejillones.
Muy sugerente en el concepto, mejor en la realización. Presentado en una cazuela de vapor de bambu sobre un plato donde están concentrados todos los jugos y aromas de los mejillones. Sublime, la verdura con un punto crocanti que se agradece, todo sabor, cada verdura con su personalidad, en este caso de primera, verduras bio, que quizas por si solas podrían decirlo todo, pero cocinas con cariño y profesionalidad, suben a lo más alto. Comida sana y rica. Elementos para nada contradictorios.

Presentado sobre una pizarra rodeada de flores comestibles nos trajeron Calcots, romescu, topimambo y cerdo. Que puedo decir, a estas alturas ya estábamos encantados, realmente sorprendidos, y agradecidos, por la calidad de los platos y la magnifica presentación, junto a la puesta en escena del servicio explicándonos todo lo que a continuación íbamos a comer. El calcot bien hecho sabroso y con un sabor intenso, de los que llenan la boca y los recuerdos. Junto a un romescu fino y delicado que deja el protagonismo al dueño del plato. El cerdo tierno, sabroso, jugoso y con un toque, especial, las flores tamizadas del hinojo, que dotan al conjunto de frescura y ambiente de campo, de naturaleza. Todo ello sin empalagar sin cansar. El topimambo creo que era la primera vez que lo probaba, resulta original, más por su textura, entre carnosa y crocanti junto a cierta melosidad, buen contrapunto con el resto de los ingredientes del plato.

Y como plato fuerte, por cantidad y por buen hacer, terminamos con un arroz de pollo campero, setas y alcachofas. En fin empiezo diciendo que no soy muy arrocero, pero Yelell dota al arroz de lo mejor de las dos culturas que conviven dentro de él. Que son la valenciana y la italiana. Un arroz meloso, con un poco de caldo, textura suelta, sabroso, con un pollo bien sofrito, gustoso, que gusta morder, todo llenito de setas, que juegan con las diferentes texturas y el elegante amargo de la alcachofa. Muy bueno. Hablamos que quizas no deberían entrar en el mundo del arroz, tan trillado y manido ultimamente en Valencia, la verdad, por fortuna es que sus propuestas son muy amplias y ricas.

No he de olvidar los vinos, a modo de entrada una copa del vino blanco Menade, un Verdejo ecológico, que bueno sus atributos son no ser tan descarado como la gran mayoría de los Ruedas, sin estar dominado por las clásicas notas y la siempre presente levadura.
Y para acompañar toda la comida Aurelio eligió un gran vino, si señor, L´Incoscient 2010, me supo a gloria. Hasta ahora siempre lo he encontrado con un gran futuro, prometedor, pero es que lo pillamos en su punto, redondo y sedoso, muy amable, un bombón.

Dejamos paso al postre del Chef en este caso un flan de mandarina con un coulis de frutas y una mora inyectada de wodka. Es de una textura dura, no le gusta el baile, sabe a mandarina y comes la mandarina. La mora riquísima. Y no pudo añadir más.

Nos tomamos una infusión de Rooibos, contrapunto magnifico para tan rica y sana comida. Tras una buena charla Yelell nos sorprendió, por que sabia de antemano nuestra respuesta, NO. Y fue ofrecernos un licor, bueno va lo probamos, de Jengibre, pasare la nota de cata cuando este al día y deje la gripe en casa de algún amigo.

Sublime riquisssiiiiimo, dulce y picante, aromático, especiado. Muy original.
Y de remate otro de moras, le decimos venga ya, lo probamos, en nariz es el otoño metido dentro de una copa, estamos en un bosque de castaños, entre setas, pisas las hojas de las hayas, revuelves la turba, y en boca?
Ostia arándanos, grosellas, moras,frambuesas, pero en grado superlativo, con un azúcar residual, intenso y vivo, maravilloso y equilibrado. Y todo ello es uva, un vino ( he de descubrir más sobre él) que para la botellita de 50 cl. son necesarios 8 kilos de uva. Imaginaros la intensidad, la fuerza, el placer que conlleva, con un grandísimo retrogusto, como el que deja el Kiaora, con todas las personas que pilotan el proyecto.

Recomendable sin discusión, no os lo perdáis.

En Dr. Beltrán Bigorra, casi en Guillem de Castro, encontramos este local, que se abre diáfano y simple tras un acceso por una salita “de diario” preciosa, y un pasillo con un ventanal a la cocina.

Los paisajes naturales salpican las paredes junto a cuadros de gran formato alargados realizados con legumbres. Predomina el blanco con toques de verde manzana y azul pizarra. Sillas de asiento de enea pintadas de blanco. Un toque rústico gracioso pero resultan un poco bajas e incomodas...no aptas para espaldas delicadas...

En cualquier caso, la atmósfera que ahí se respira es saludable, fresca, cordial.

Correctamente equipado, destaca la alternancia de las vajillas, de múltiples y originales formas. Puedes degustar un plato servido en un cestillo de mimbre, o en una lasca de pizarra, o en un plato de tres pocetas…o incluso en una maceta. ¡Imaginación al poder!

Cocina mediterránea creativa de altura, audaz, en la que tienen especial relevancia los productos hortofrutícolas. Mucho saborrrrrr.

Y es que tiene truco. El restaurante es propiedad de una especial pareja, padre e hijo: Miguel y Yelel Cañas. El hijo en los fogones, y el padre viviendo en Puertomingalvo donde tiene una huerta ecológica espectacular.

Fui a comer el viernes con un amigo, un menú que tienen de 15€, y quedé tan satisfecho que repetí el sábado y llevé a mi familia a probar otro menú, más largo, de 30€. Tienen otro de 42€, extralargo, que nos pareció demasiado, pero que no me cabe la menor duda que probaré pronto.

Y así quedó la cosa:
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• Croqueta fría de verduras thai, con dashi de mejillones, rebozada en polvo pan de tinta de calamar.
• Capuccino de guisantes con sus terrones de tocino
• El semáforo: una ensalada tricolor
• Delicias de calamar sobre una versión de hummus y coles con cenizas de calçot
• Fondue de espinacas y sus varias maneras de comerla.
• Buey Marmorado, cremoso de gula de monte, y hamut con hojas de otoño comestibles
• Glutinoso de yuca con semillas y gel de taninos
• Nuestros membrillos con su espumoso de requesón

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No sé, no sabría por cual comenzar. Los platos, todos ellos singulares, las puestas en escena, maravillosas, y todo envuelto en una honesta sencillez. Ya desde el aperitivo, con esa croqueta servida en una cuchara de porcelana blanca, picante, como ahumada… hasta el postre, con cuatro tipos de membrillo sobre un espumoso de queso… Guau! Pasando por esa ensalada tricolor que debo necesariamente destacar, como una reinvención de la típica ensalada italiana, servida en un plato con tres pocetas, en una el tomate, como confitado, en otra un pan de Parma, y en otra un helado de rúcula. O esa fondue, en la que el queso estaba mezclado con las espinacas y sobre el que rebañabas pedacitos a cual más sugerente: un tupinambur, un trozo de patata morada, un pancito especial… O ese buey, sabroso, rojo intenso…

Y hablando de panes, te sirven una fuente con rebanadas de cuatro tipos: vino tinto con higos, tomate seco y orégano, borraja, gallego…

En resumen, mucho sabor y mucho arte.

Carta de vinos adecuada, tratados con corrección. Tomamos una cervecita artesanal valenciana, Lluna, y un cava valenciano, Damajuana Brut Nature.

Ah! Lo olvidaba! Aquí todo es bio, todo es ecológico. El pan, las verduras (por supuesto), la carne y hasta los vinos. Y las cervezas. Y los licores. Nos sacaron uno de jengibre espectacular.

El servicio, estupendo, hoy brindado por una encantadora camarera y en ocasiones por el propio Yelel, que se multiplicaba por la cocina ,por la sala…

Volveremos. Y parafraseando a Miguel: ”¿Bio = Sano? No... = ¡Saborrrrrr!”

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