Restaurante Daluan en Morella
Restaurante Daluan
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
23,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
42 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.4
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.7
Comida COMIDA
8.5
Precio medio entorno ENTORNO
8.1
RCP CALIDAD-PRECIO
9.2
Arroz meloso de alcahofas, robellones y trufa
Bacalao, crema de almendras, trufa e ibérico
Huevo poché, consomé y trufa
Croqueta morellana y tortita de patata y trufa
Foie y cecina
Aceitunas negras, mantequilla trufada y carpaccio de trufa
El zapato de fiesta: petit fours
Guirlache, licor de avellanas, chantillí de vainilla
Esféricos de trufa, chocolate, limón, panacota de lima
Crujiente de cerdo, boniato, trufa y vino de garnacha
Arroz, trufa, ortigas y “espardenyes”
Cubo de foie, crocante de migas, arrope
Chocolate, nueces y brandy trufado
Tournedó lechal, foie y trufa
El huevo en dos cocciones y alcachofas
El consomé trufado
Verduras de temporada en equilibrio
La protagonista: Tuber melanosporum
Opiniones de Daluan
OPINIONES
42

Como asiduos visitantes de Morella, y concretamente del Daluan para los menesteres culinarios, después de dos años de espera, volvimos a disfrutar del Menú de la Trufa que nos ofrece el restaurante para esta edición del 2022. En esta ocasión, y por estar completo el comedor superior, comimos en la terraza cubierta a pie de calle, mesa amplia y perfectamente preparada (aunque personalmente prefiero el salón del primer piso). En esta ocasión nos sirvió el menú el propio Avelino, ayudado puntualmente por su hija. Mesas amplias perfectamente vestidas, vajilla muy variada y acorde a los platos, original y variada cubertería (con cambio de cubiertos en todos y cada uno de los platos). Vamos al grano: se ofrecen 2 menús: uno largo (el que tomamos) a 58 € y otro corto, con los mismos aperitivos del largo, 2 platos, 1 postre y los entretenimientos para el café, por 38 €. Optamos por el menú largo que está estructurado en varios pases:

…aperitivos

. Carpaccio de trufa, aceite AOVE del Maestrat y pan. Un pan buenísimo, una trufa laminada delante del comensal (¡qué aroma!), unas escamas de sal y aceite AOVE Finca Varona La Vella (Sant Mateu, Castellón). Excelso sin más.

. Aceitunas negras (un trampantojo en el que se presentan unas aceitunas negras, brillantes, pero resulta que están rellenas de queso) y mantequilla de trufa, para untar en un pan buenísimo.

. Foie, cecina con higos, compota de cebolla caramelizada y trufa. Servido como un milhojas de foie y cecina acompañado de unos puntos de diferentes compotas. Muy bueno.

. Croqueta morellana y Tortita crujiente de patata y trufa. Tradición y sabor.

…de la masía

. Huevo poché, consomé, setas y trufa. Que versátil y polivalente llega a ser un simple huevo. Aquí se presenta un huevo escalfado con la trufa laminada y las setas, y se añade en la mesa un consomé. Pura delicia.

…un poco de pescado

. Bacalao, crema de almendras, trufa e ibérico. Sobre una base de ajoblanco de almendra marcona, se presenta un taco de bacalao de muy buena calidad, con punto se sal perfecto. Sobre él, una lámina de jamón ibérico y una flor de almendro. Muy buena combinación de sabores.

…de la huerta

. Arroz meloso de alcachofas, trufa y robellones confitados. Los arroces melosos de Avelino, tienen un fondo que enamoran: mucha potencia de sabor. Punto perfecto del arroz.

…nuestro clásico

. “Canelon de la abuela” con trufa y salsa de rustido. Un canelón de buen tamaño con un relleno extraordinario y una bechamel trufada que enamora. Deseas que no se acabe. Exquisito.

…de la tierra

. Solomillo de ternera con salsa trufada y castañas. Nuevamente producto. Un buen solomillo, tierno, con el punto de la carne perfecto, y con la salsa potente coronado con unas láminas de trufa y acompañado con unos puntos de puré de castaña y calabaza. El conjunto extraordinario.

…los postres del territorio

. Calabaza, arrope y requesón. Interpretación del típico “arrop i talletes” con requesón: sobre una base cremosa en forma de panal se deposita una quenelle de requesón, y sobre esta una teja crujiente de miel con forma de panal. Se acompaña con la calabaza (en la misma forma) y con unos dados de les “tallaetes” del arrope. Espectacular presentación y además muy rico.

. Chocolate, naranja y azafrán ecológico de La Mata. Un lingote de chocolate negro, relleno de una crema de naranja. La combinación del chocolate negro con la naranja siempre resulta. Rico.

…entretenimientos para el café

. Chocolate, caramelo y praliné. Unos “chupachups” de chocolate, con almendra y almendras garrapiñadas

Tomamos unas cervezas iniciales (3) y vermout (2), agua de Benassal 1L (2) y 1 botella de tinto Pepe Mendoza Casa Agrícola. Para terminar, 3 infusiones y 1 café cortado.

Reitero nuevamente la honestidad y buen hacer de esta casa, y el interés por hacerte sentir bien. Muy buena RCP.

(subo solo 6 fotos por restricciones de VEREMA)

  • Arroz meloso de alcahofas, robellones y trufa

    Arroz meloso de alcahofas, robellones y trufa

  • Bacalao, crema de almendras, trufa e ibérico

    Bacalao, crema de almendras, trufa e ibérico

  • Huevo poché, consomé y trufa

    Huevo poché, consomé y trufa

  • Croqueta morellana y tortita de patata y trufa

    Croqueta morellana y tortita de patata y trufa

  • Foie y cecina

    Foie y cecina

  • Aceitunas negras, mantequilla trufada y carpaccio de trufa

    Aceitunas negras, mantequilla trufada y carpaccio de trufa

Un año más y serán ya un mínimo de 12 nos acercamos a Morella con la finalidad única de visitar Daluan y disfrutar de su célebre y apreciado menú de la trufa. El restaurante tiene suficientes buenas valoraciones para no dejar dudas de la calidad de su oferta.

Disponen de un menú corto y uno largo, éste con un plato de arroz, un pescado y una carne. 

Empezamos con unos aperitivos compuestos de Aceite AOVE del Maestrat, mantequilla y carpaccio de trufa, unas bolitas de quedo cubiertas de gelatina de aceituna, el clásico foie, cecina de higos, compota de cebolla caramelizada y trufa y un par más.

Seguimos con un huevo poché, consomé y trufa (con el huevo prefiero un parmentier de patata), canelón con salsa de rustido y trufa, bacalao con crema de almendras, arroz meloso de alcachofas con trufa, un solomillo con salsa trufada, boniato y castañas y terminamos con un par de postres. Todo riquísimo, a un gran nivel, que se supera año tras año. 

Este festival de trufa lo acompañamos con un Finca Terrerazo de uva bobal, vinazo que lo disfrutamos enormemente. 

Comedor en un primer piso, con una terraza cubierta y cerrada a pie de calle. Mesas muy bien puestas.

Y todo ello con la amabilidad y buen servicio de Jovita, propietaria junto a su marido, el chef.

Esperando volver muchos más años a Daluan en febrero o marzo para seguir disfrutando de su menú de la trufa. El precio con el vino, que incrementa algo la media por persona.

Para todos aquellos que nos auto-diagnosticamos como “caza-restaurantes” siempre existen lugares que ejercen una potente atracción sin ni siquiera haberlos visitado aún. Bien sea por los comentarios leídos en la red, bien sea por haber oído hablar de ellos a otros “enfermos de la gastronomía”, bien sea por haber visionado algún documental en la televisión… sea por lo que sea, son restaurantes que despiertan el gusanillo y a los que tienes claro que, más pronto o más tarde, acabarás visitando. Daluan, en la monumental población de Morella, siempre ha sido uno de esos lugares. Las valoraciones vertidas en diferentes portales de gastronomía por comensales aficionados a esto del buen comer, reportajes vistos en la televisión y juicios altamente favorables de amigos a los que yo mismo había enviado a testear el lugar sin conocerlo de primera mano ejercían tal ansia que ni la mismísima pandemia que tan significativamente está alterando nuestras vidas ha podido contener.

Nos acercamos a Morella casi exclusivamente para comer en Daluan. Sensaciones enfrontadas nos invaden durante el largo desplazamiento hasta Morella y, especialmente, cuando llegamos a la capital de Els Ports. Por una parte, la alegría de revivir aquella ilusión que genera cualquier viaje, el placer de conducir y alejarse de la cotidianeidad y, por momentos, una falsa sensación de que todo vuelve a ser igual que antes de la irrupción del virus. Por otra, la tristeza de llegar a una ciudad de aspecto fantasmagórico, con multitud de comercios cerrados, sin encontrar apenas transeúntes por sus calles y, los pocos que somos, con el rostro oculto tras la mascarilla y cambiándonos constantemente de acera para evitar el acercamiento con los demás. Muy triste.

Esa pena se nos olvida con sólo cruzar el umbral de la puerta. Encontramos el restaurante en una callejuela muy estrecha donde resulta cuasi imposible que lleguen los rayos del sol. En la puerta nos recibe cordialmente Avelino, propietario del negocio, que nos encamina directamente a las escaleras pues, en la parte de abajo del local, no existe un salón interior. Únicamente vemos una terraza cubierta que ocupa prácticamente el ancho de la calle. La sala principal la encontramos en el piso de arriba. Se trata de un pequeño salón decorado con un estilo un tanto ecléctico, pero que rezuma sosiego y confort. Se combinan elementos rústicos como la bóveda de ladrillo cara vista o el pavimento de madera con otros más contemporáneos como los muros acolchados o una acertada iluminación blanca y abundante que suple la carencia de luz natural provocada por la estrechez de la calle a la que dan los ventanales.

Aunque existe la posibilidad de pedir “a la carta” optamos por la opción de menú degustación Tierra que ofrece unos snacks de bienvenida, cinco aperitivos, un plato principal a elegir, prepostre y postre por 42 €. No lo dudamos ni un instante.

Como inicio de la comida nos muestran unas trufas negras que acaban de recibir. Sabíamos de la pasión y el buen uso que se hace del hongo en esta comarca y, en particular, en esta casa. A pesar de ello, no esperábamos encontrárnoslas en el menú pues apenas se acaba de abrir la temporada. Nos alegra que ya las haya. Nos laminan unas lascas (abundantes) y las riegan con un aceite de oliva de La Finca Varona la Vella de la cercana localidad de San Mateu. Nos invitan a tomarlas con pan y sal maldon. Nos sorprende el intenso aroma que impregna toda la sala. Mucho más tenue el sabor de éstas. Además de la trufa, nos sirven unas ricas mantequillas (tomate, romero y tomillo) y unas aceitunas encurtidas. Más tarde nos ofrecen un poco de caldo de olla morellana, perfectamente desengrasado, pero de potente sabor y a una temperatura muy acertada como reconstituyente en días fríos que son los predominantes en esta comarca durante el otoño y el invierno. Empezamos muy bien.

A los snacks de bienvenida le siguen cinco ricos platos que se sirven en emplatado individual y que constituyen ya de por sí, cinco potentes raciones. Al turrón de queso tierno con higos, que resulta sorprendente por su concepto, textura y temperatura, le sigue la deliciosa milhojas de foie y cecina con las compotas de temporada que, a la postre, resultará ser uno de los puntos álgidos de la comida.

Tras éstos, nos sirven un tataki de gamo, macerado al tomillo y romero con cebolla roja y trufa que encontramos demasiado frío (plato más bien veraniego que ahora se podría servir atemperado) y un dúo de croquetas (la croqueta morellana y la cremosa de jamón) perfectas en su ejecución. Finalizamos el momento de entrantes con un clásico: cremoso de patatas con yema de huevo y trufa que, no por estar ya muy visto, deja jamás de agradar y proporcionarnos grandes dosis de placer. Destacable la sedosidad del puré y el perfecto punto de cocción de la yema.

Llegados a este punto percibimos que ya vamos bastante justos en cuanto a capacidad de ingesta. A pesar de ello recibimos con ganas los platos principales: cordero lechal al horno, en mi caso, y carrillera de ternera y cremoso de patatas para quien me acompaña. Cocina auténtica, tradicional, contundente… sin concesión alguna a la modernidad, ni falta que le hace. Destacable la melosidad extrema de las carrilleras y las deliciosas guarniciones de uno y otro plato.

En el apartado dulce nos sirven un vistoso Magnum de té de roca que, en cierto modo, nos ayuda a bajar la sensación de hinchazón y que nos refresca el paladar y el postre propiamente dicho que cada uno ha elegido. En mi caso, una tarta de queso casera (horneada y sin compotas) a la que nada se le puede reprochar.

En el apartado de bebidas se pidieron una 1906 de estrella de Galicia, varios refrescos, una botella de Coto de Hayas garnacha centenaria y unos cafés. La carta de vinos reúne un número adecuado de propuestas sin tocar referencias de alta gama pero con una representación significativa de las principales zonas vinícolas del país. Buenas copas para el servicio.

Trato exquisito por parte de Avelino, quien nos despide en la zona de abajo, y, especialmente, el recibido por Jovita, su mujer, que, en compañía de una única persona, se encargan del servicio de todas las mesas de la sala. Amabilidad, eficacia, simpatía y buen hacer que vienen a reforzar aún más una experiencia altamente placentera. Si a ello le sumamos la excelente relación calidad-precio, no les quepa la menor duda de que las altísimas expectativas con las que nos sentamos a la mesa quedaron suficientemente saciadas y bien justifican futuros desplazamientos hasta Morella para disfrutar de un lugar así.

Mis peros vienen después de leer todas las críticas, muy buenas casi todas, de lo que es sin duda una referencia y que debe conocerse, junto con las malditas cuestas y escaleras de este endiablado y bonito pueblo, su Colegiata y el Convento de San Francisco. Y digo esto porque de manera sorprendente, y encantados con el trato de la sala, ya que indudablemente madre e hija lo bordan, no tanto en la terraza de abajo, donde no pudimos comer por la tormenta que había descargado minutos antes y casi nos mandan a casa, si no es por la mano izquierda de Jovita. No vas a un restaurante a que te obsequien con unos petit fours (si con con flaons, mejor) o el digestivo, pero en este caso, y lo extraño es después de la lectura de las críticas, que aquí no hubo ni lo uno ni obsequio de lo otro, y te enchufan cuatro euros por un licor de hierbas, muy bueno, pero que en mi opinión si es gratis para unos no debemos ser penalizados otros, probablemente por esa pinta de turista de paso que uno inevitablemente tiene en estos menesteres. Como es fácil de comprender no son los cuatro euros los que te duelen..., aunque algo sí. Lo compensa el detallazo de llevarle a mi mujer un cuarto de coca, que no la cobraron, ya que dijo que no se atrevía con una completa.

No conservo la factura, pero sí recuerdo lo que pagué, y todo estaba espectacular, por hacerlo corto, desde las verduritas con perdiz escabechada y una mayonesa de capuchinas (si buscas llenarte la tripa aquí no lo vas a conseguir) en la que se nota una mano de muchísima categoría en la cocina, y cuatro croquetas morellanas que no tengo referencias comparativas pero que estaban exquisitas. probé el entrecot a la brasa que estaba perfecto de todo, y yo me pedí un magret de pato, muy correcto. La cuajada morellana, distinta a otras, pero exquisita y el café expreso muy bueno también. No recuerdo, desgraciadamente, la recomendación del vino, pero también muy de agradecer que la botella se descorchara en mi presencia para servir una copa, que luego tuvo repetición. La relación calidad precio, inmejorable.  

Tras el extraordinario disfrute de las dos ediciones anteriores, nos dispusimos a constatar la calidad y saber hacer de Avelino cuando cae en sus manos la tan preciada Tuber melanosporum. Apuramos en exceso la visita y acudimos, según Avelino, en el último fin de semana del menú de la trufa. No voy a describir el local (ya de sobra conocido), ni el entorno (vajilla, cubertería mantelería,…), pero no puedo dejar de hacer constar que cada vez que voy a este restaurante es como si estuviera en mi casa: la cercanía, espontaneidad, sencillez y amabilidad de todos, y en especial si cabe, de Jovita te hacen olvidar que estás en otra casa distinta a la tuya.
Después de este prolegómeno, pasemos a la descripción de menú propiamente dicho.

APERITIVOS
- Trufa con aceite AOVE. Así, sin más, como antesala a lo que vendrá, para ir preparando el paladar. Esta vez servido de forma individual, en unas minifuentes con tres cavidades: trufa laminada, mantequilla, y una vacía para poner aceite. Para mí: un poco de pan (muy bueno por cierto), unas láminas de trufa, unas escamas de sal Maldon y un chorrito de AOVE: ¡gloria bendita”
- Queso fresco de cabra, trufa, tomillo y miel. Presentado sobre una “galleta” en forma de estrella de mar, y sobre el queso unas esferificaciones de miel, por encima trufa rallada y coronado con una flor de pensamiento.
- Frio de patata con trufa. Servido en un minicornete, un helado de patata, con una lámina de trufa en la parte superior. Muy original y sabroso.
- Cubo de foie, crocante de migas, arrope. Como su nombre indica, un cubo de micuit (muy rico), “rebozado” con las migas y sobre el trufa rallada. Buenísimo.
- Airbag de pan, queso ahumado, borrajas y compota de trufa. Dos pequeños saquitos de pan (de corteza finísima) rellenos de un queso ahumado buenísimo, y acompañado de un collar que alternaba la compota de trufa con una “mermelada” de borrajas.
- El último aperitivo era Caliente de patata con trufa y leche de oveja. Un especie de crema caliente de patata con leche de oveja y trufa rallada. Exquisito.

A BUSCAR LA TRUFA
- Trufa, gallo, cordero. Eran como unas albóndigas de cordero, rebozadas con trura a la que se le añadía un caldo de pollo de corral. Puro sabor

EN INVIERNO NUESTRA MATANZA
- Morcilla, chorizo, manitas, alubias. Presentado de la manera más original, definido como versión de la “olleta morellana”. Se trataba de 3 raviolis (de oblea), cada uno de ellos relleno con un ingrediente: alubias, mabitas de cerdo y morcilla/chorizo. Sobre ellos se vierte un caldo de cocido muy potente y sabroso. La mezcla, extraordinaria. Tradición e imaginación cogidas de la mano. Combinación perfecta.

VIAJE A LA HUERTA
- Alcachofas, huevo, trufa y angulas del Delta. Podría parecer un plato muy socorrido, pero no por típico desmerece: unas alcachofas extraordinarias, un huevo en su punto justo de cocción y trufa rallada. Alguien da más? Pues sí, el añadido de las angulas le aporta un plus. Platazo.

UN POCO DE MAR
- Arroz, trufa, ortigas y “espardenyes”. El mar en estado puro. Cuando te sirven el plato y acercas la nariz, no querrías apartarla de allí. El plato se completa con una abundantísima ración de trufa laminada, cuyo aroma te llega al cerebro (“Qué aromática esta la trufa este año!”, aunque sé que el proveedor de Avelino es especial). Parece que la trufa se va a apoderar del plato, pero tiene tanto sabor ese arroz (ese magnífico caldo), que se equilibran de manera perfecta. Solo un problema: te los comes despacio porque no quieres que se acabe.

DE LA TIERRA
- Crujiente de cerdo, boniato, trufa y vino de garnacha. Un cochinillo de cocción perfecta, acompañado de un puré de boniato, una emulsión de trufa y una salsa de vino de garnacha. Exquisito.

EL CAVIAR DE MORELLA
- Esféricos de trufa, chocolate, limón, panacota de lima. El primer postre se sirve en el original envase de una lata de caviar. En el fondo hay una panacota de limón y sobre ella esferificaciones de chocolate y de trufa. Mezcla perfecta.

LA TAZA DE LOS GOLOSOS
- Guirlache, licor de avellanas, chantillí de vainilla. Este segundo postre de presenta como una taza y un plato hechos de guirlache (precioso y original), relleno del chantilly de vainilla, y se acompaña de una gominola de higo.

NUESTRO ZAPATO DE FIESTA
- Petit fours. Otra sorpresa aparece con los petit fours para el café: en una bandeja grande aparece un “zapato de salón” de chocolate blanco, relleno de unas galletas de chocolate con frutos secos, además la bandeja incluye unas frutas confitadas bañadas de chocolate negro, unas cucharitas con un cremoso de ¿queso?, y otro que no recuerdo.

Para beber tomamos agua de Benasal y 2 botellas de una garnacha que me encanta: Borsao Tres Picos 2014. Café, infusiones, y nos invitaron a licores (orujo de hierbas, mistela,…)

Un vez más, disfrute en mayúsculas. Antes de irte piensas: “solo quedan unos 10 meses para que empiece la edición de la Trufa 2018”. Gracias Avelino y Jovita (tándem perfecto) por hacernos disfrutar tanto, y por transmitir de una manera tan patente el amor por vuestro trabajo. Enhorabuena.

  • El zapato de fiesta: petit fours

    El zapato de fiesta: petit fours

  • Guirlache, licor de avellanas, chantillí de vainilla

    Guirlache, licor de avellanas, chantillí de vainilla

  • Esféricos de trufa, chocolate, limón, panacota de lima

    Esféricos de trufa, chocolate, limón, panacota de lima

  • Crujiente de cerdo, boniato, trufa y vino de garnacha

    Crujiente de cerdo, boniato, trufa y vino de garnacha

  • Arroz, trufa, ortigas y “espardenyes”

    Arroz, trufa, ortigas y “espardenyes”

  • Cubo de foie, crocante de migas, arrope

    Cubo de foie, crocante de migas, arrope

Cualquier momento del año es bueno para visitar Morella y Daluan pues las diferentes temporadas (trimestres) del año permiten gozar de una cocina de temporada que conlleva un disfrute extra.

De la mano del embajador Aloof, cliente y amigo de la casa, aparte de buena compañía, conlleva un punto de comida familiar y algún extra (maridaje por 5€), más allá del siempre buen trato de la pareja Jovita (en sala) y Avelino (en la cocina).

En un dia lluvioso y con poca gente en la sala (compañeros de oficio de cocina local) y nosotros. Servicio personalizado que ganamos.

Mesa para dos que van a comer y se vuelven a Valencia.
Menú de otoño.
Aperitivos:
. pan y aceite. Un buen pan y rosquilletas crujientes con degustación de aceites: Bordomus borriolenca premium, algo picante y de color oro; Sentiments ensamblaje (arbequina, arrosana y koroneiki) de cosecha temprana de color similar pero de frutado dulce.
.(extra): empanadilla morellana: producto local muy gustoso que me gusta más que la clásica croqueta.
. coca de cristal con sardina piñones y tomate: presentado como lámina con un punto dulce del ovulator que permite la sensación de cristal.
. queso tierno de cabra natural con higos. Presentado como un higo en realidad contiene un buen queso tierno en su interior; acompaña unos toques de mermelada.
. corte de foie, pistachos y su compota. A la vista parece un antiguo corte de helado de turrón pero la galleta está hecha de triturado de pistachos, Será un aperitivo pero iene contundencia de plato. La compota es de manzana y un detalle de trompeta de la muerte por la temporada que es. Muy recomendable.
. roast beef con su helado de salsa tártara. la carene también se acompaña de setas, senderuelas creo recordar. El rost beef bueno pero el helado genial.
Los escabeches:
. lomito de conejo con verduras escabechadas. Para mi gusto un poco alto de vinagre, muy bueno poco hech el lomito y las verduras (zanahoria, espárrago y alguna más todas al dente).
El mar y la huerta:
. atún, remolacha, cítricos, queso y su crujiente. El atún crudo bueno y aunque la remolacha tiñe mucho color, no se apodera en el sabor.
La masía y el bosque:
. huevo de masía, patatas, hígado y trufa; además colmenillas. Perfecto el punto del huevo en el inicio de la cocción sin moco pero sin solididicarse mucho; para una buena cuchara
El mar y la matanza:
. morcilla, habitas y ajetes; además rebollones. Un trampantojo de morcilla, que en realidad es sepia troceada muy fina (trampantojo del tocino), con su tinta, y embutido cual morcilla
El arroz y el campo:
. arroz con ternera y setas. Un fondo casi de cuhillo y tenedor, denso, sabroso, profundo. Para comerse un pozal.
La vendimia:
. uvas, mosto, membrillo y queso. Las medias uvas con mosto como gelatina de fondo y una base de helado de queso con membrillo y almendras troceada y galleta de almendra. Servido en un corte de botella aunque no acaban de estar integrados los elementos
Chocolates y el otoño:
. chocolates y frutos secos. Garrapiñados de avellana con una base de pistacho triturado hecho galleta (al igual que el corte de foie) y helado de praliné y almendra tostada.

Unos estéticos y sabrosos petits fours de kilómetro cero: flaons, casquiñols, torta de almendra y miel, chocolate y almendra tostada, chupa chups de chocolate blanco clavados en una mini maceta, roscos de anis, merengue de almendra y miel... y con unos buenos cafés.

En los vinos, por copas, entramos on un verdejo, Garayes que cumple; seguimods con una garnacha 2015 Herencia Altes de Terra Alta; termonamos con una garnacha riojana Las Maldita, poco intensa, ligera, poca acidez y poca capa.
Para postres un dulce sparklin de Tarima de uva moscatel.
Por si hiciera falta unos extras de chupitos de hierbas, licor de crema de arroz (muy curioso).

Una comida de gran nivel con un trato casi de la familia. Doble disfrute.

Después del disfrute del año anterior en las jornadas de la Trufa 2015, quisimos repetir este año 2016, para experimentar que nos ofrecía Avelino en la presente edición. Este año además, se da la circunstancia que sin poder (ni querer) evitarlo, he acudido 2 veces en un intervalo de 3 semanas, y las dos veces hemos tomado el menú de la trufa. Tengo que decir ha sido positivo ya que en la segunda visita, aparcado ya el “factor sorpresa”, creo que hemos disfrutado en más profundidad la cocina. He constatado que Avelino sigue en plena forma, tiene muy claro el concepto de la cocina que quiere hacer y consigue a la perfección la integración de su cocina con, en este caso, la deseada Tuber melanosporum. Da la sensación de que nada falta ni nada sobra. Vamos al grano. Poco que decir del restaurante y de la puesta en escena: mesas perfectamente vestidas, vajilla muy variada y acorde a los platos, original y variada cubertería (con cambio de cubiertos en todos y cada uno de los platos). El menú de la Trufa 2016 está compuesto por 11 platos que paso a describir (aunque ya lo están en el comentario anterior):

. Carpaccio de trufa, aceite y pan. Un pan buenísimo, una trufa laminada delante del comensal (eso sí que es “aroma embriagador”, por eso dicen que la trufa és la reina de Morella), unas escamas de sal Maldon y aceite AOVE. Excelso.
. Verduras de temporada en equilibrio, vinagreta trufada y crujiente de parmesano, sobre un fondo en forma de yin yang de tapenade negro y verde. Este plato és ligeramente más arriesgado pues el concepto es de una ensalada de verduras (tirabeques, judías verdes planas y redondas, zanahoria, remolacha), y éstas están presentadas en un hatillo, frías y “al dente”. A mí personalmente me encantó.
. Tosta de foie, manzana, garrapiñados y caramelo de trufa. Sobre una base fina hojaldrada un buen foie micuit con trufa rayada, la acidez de la manzana que le da un contraste muy interesante y se acompaña de miel. Muy bueno.
. Bocado de vieira trufada en su hábitat verde. La vieira se presenta envuelta en una hoja de acelga y con láminas de trufa en su interior. Todo sobre un fondo (casi crema) de pescado. Originalidad y sabor.
. Consomé trufado. Este plato se presenta como si de un infusión se tratara: el consomé caliente viene en una teterita pequeña, y dentro de una taza se presenta una bolsita-filtro (de una especie de papel de gelatina) que contiene laminitas de trufa. Al verter el consomé caliente, la bolsita se desintegra y queda las ralladuras de trufa dentro del caldo. Se aconseja remover y esperar dos minutos y listo para tomar. Originalidad y para tomarse medio litro.
. Rissoto de patatas, trufa y calçots. Este plato se presenta como un cilindro (formado por láminas de patata) y en el fondo, de manera testimonial hay algo de arroz, pero cubierto por una exquisita espuma de calçots. Se completa el plato con un sabroso caldo de ave al azafrán. Muy buena combinación de sabores.
. Huevo en dos cocciones, alcachofas y trufa. Que versátil y que polivalente llega a ser un simple huevo. Aquí se presenta un huevo escalfado (con el centro líquido) y en el exterior lleva la clara en otra cocción (como puntillita adherida). Se acompaña de alcachofas de Benicarló y trufa. Para mojar pan y más pan.
. Atún rojo ahumado con tomillo, acompañado de aceite de trufa y garbanzos. Un atún, cuando es bueno, y este lo es (Jovita nos aclara que viene de l’Ametlla de Mar) no necesita más. Marcado en la plancha y ahumado dentro de una sopera con tomillo fresco (que aroma a monte Mediterráneo…). Exquisito.
. Tournedó de lechal, foie y trufa. Nuevamente producto. Un cordero tierno perfectamente cocinado en su jugo, con un escalope de foie marcado en plancha y trufa rallada. El conjunto extraordinario.
. Sorbete de cítricos. Presentado como un polo (con el palito), y con una cobertura de chocolate blanco. Muy original.
. Chocolate, nueces y brandy trufado. Una esfera de chocolate, en cuyo interior aparecen las nueces con un praliné, y se sirve con un brandy aromatizado con trufa. Combinación atrevida pero acertada.

Con los cafés e infusiones, sirven licores varios (de hierbas, de crema, de caramelo Solano).
Tengo que decir que si por un lado bien Avelino ofrece una cocina de muy alto nivel, en sala Jovita te hace sentir como si estuvieras en tu propia casa: perfecto tándem. Me reafirmo en mi anterior valoración: honestidad a raudales, amor por su trabajo y una RCP difícilmente superable.

De vinos tomamos LES COUSINS L'Inconscient 2013 un dia y FINCA RESALSO 2014 de Emilio Moro, el segundo dia.

  • Chocolate, nueces y brandy trufado

    Chocolate, nueces y brandy trufado

  • Tournedó lechal, foie y trufa

    Tournedó lechal, foie y trufa

  • El huevo en dos cocciones y alcachofas

    El huevo en dos cocciones y alcachofas

  • El consomé trufado

    El consomé trufado

  • Verduras de temporada en equilibrio

    Verduras de temporada en equilibrio

  • La protagonista: Tuber melanosporum

    La protagonista: Tuber melanosporum

Ya hacía tiempo que estaba entre las preferencias pendientes y dentro de las posibilidades que ofrece en cada estación, la de la trufa es siempre interesante.

Recién abierto, tras las vacaciones invernales, y con trufas recien compradas solo hacía falta una buena compañía para disfrutar. Tras conseguir que un veremero de pro y con muchas visitas al restaurante hasta el punto de tener un trato casi familiar, nos encaminadas en un espléndido y luminoso dia de este primaveral invierno.
Llegamos pronto, un poco de turismo para abrir el apetito (¡como si hiciera falta!), unas compras de dulces típicos, trufas, etc) y a comer.

Tras los saludos de rigor, con varias opciones de menú, desde menú del día (16€), menú tradicional y menú de la trufa (42€). Sin dudar, a lo que veníamos, al especial de la trufa de invierno.
¿Para beber? Vino por copas a elección de la casa; bueno, y agua sin gas de Benasal.

El menú:
. carpaccio de trufa, aceite y pan: un estupendo pan, un recipiente para el aceite y una dosis (de recomendado) de trufa laminada para tomar al gusto; a veces sóla, a veces con aceite y pan. A veces pan con aceite y sal Maldon. Un gran aceite: sentimets.
Inmersión en trufa hasta saturar las ávidas papilas gustativas despertadas por los aromas.
. verduras de temporada en equilibrio tapana de ging negro, gang verde, vinagreta trufada y crujiente de parmesano. Sobre una salsa tipo ging/gan, un ramilletes de verduras muy al dente en perfecto equilibrio; para apoyar con el correcto crujiente.
. tosta de foie, manzana, garrapiñados y caramelo de trufa: sobre una base de tosta se coloca los ingredientes de forma de ensalada. El menos logrado aunque la amplia dosis de trufa lo mejoró notablemente
. bocado de viera trufada en su hábitat verde. Una viera envuelta en una acelga cocida; las láminas de trufa están insertadas con cortes en la viera. Elegane y sabroso
. consomé trufado: servido como si fuera una infusión donde la trufa va envuelta en un falso papel (gelatina) que se disuelve al verter el caldo servido en una tetera, liberando al trufa al caldo y quedando como un caldo con muy pequeñas láminas de trufa simulando una infusión de hierbas naturales. Bueno, original y sabroso. Quizás como primer plato (o tras el carpaccio) para iniciar comida con algo caliente hubiera estado mejor ubicado éste muy logrado plato.
Solo una mejora: más caliente en el servicio, ya lo dejará enfriar el cliente hasta que esté a su gusto.
. rissotto de patatas, trufas y calçots: muy original presentación aunque el arroz es casi testimonial para lo anunciado; los calçots en espuma y un fondo de buen caldo de ave.
. huevos de dos cocciones, alcachofas y trufa: gran palto de sabores y texturas; perfecta presentación y ua vez rotos, para mojar pan hasta que se acaba; esos corazones de alcachofas de Benicarló.... Para comerserse un pozal.
. atún rojo ahumado con tomillo, acompañado de aceite de trufa: dos buenos lomos de atún escasamente pasados por la plancha y ahumados con hierbas de tomillo (en abundancia) que le sirven de lecho. De nuevo, un poco más de temperatura en el atún se agradecería para no tener que comelo con prisas. Al lado un pequeño cuenco con garbanzos fritos con trufa
. tournedó de lechal, foie y trufa: la suerte se alía y mi compañía no quiere foie, así que doble ración; la carne perfecta y el foie sabroso y en buen punto; la trufa nos acompaña todos los platos. así que ya es casi como la sal y el aceite: compañía perfecta.
. sorbete de cítricos sobre un camino de mermelada de fresas: como un polo. con su palo y todo; perfecto para hacer de intermediario antes de dulce final.
. chocolate, nueces y brandy trufado: sobre una base de brandy macerado con trufa, un buen chocolate que no llega a saturar.

Para beber y por copas a elección de la jefa de sala, Jovita, la pareja del chef Avelino:
. dorondon 2013: un blanco interesante
. Quinta Apolonia, el pequeño de Belondrade (sin Lurton)
. para tinto, descorchó (como en los anteriores casos) una botella de regalo de la bodega Venta d´Aubert, 100% merlot 2007 que andaqba un poco viejete pero que algo recuperó con el tiempo
. para postre: Dolçet del Clotàs 2013 tinto castellonense, poco dulce, con tintada la´grima y capa alta; muy bien para los cítricos
. para el chocolate: moscatel Pinord, muy aromático, muy frutal y buen punto dulce. Un vino dulce natural.
El precio de los vinos fue en atención a mi compañero de excursión.

Para terminar, un buen café y unos curiosos licores por cortesía de la casa: licor de arroz (como de arroz con leche), licor de hierbas locales y licor de tarta de almendras. Hay que probarlos todos.
A destacar tener en la mesa la carta con el menú para seguir el itinerario. Perfecto.

La ciudad merece la pena, las compras locales merecen la pena y el restaurante merece la pena. Por ello, estaba lleno, allí y entre semana.
Como dice Michelín es de los que merece la pena el desvío

Tras el infructuoso intento por reservar para el día de Pascua, y probar el Menú de la Trufa (que ofrecían los meses de febrero y marzo, y que seguía la Semana Santa), lo intentamos el fin de semana siguiente. Conseguimos mesa para el domingo día 12. Al llegar y sentarnos nuestra grata sorpresa es que, Jovita nos anuncia que esa misma mañana le habían traído unos 300 g de trufa recién cogida y seguían ofreciendo el menú mencionado (¡Bien!).
Nos acomodan en el comedor, que está en un primer piso, aunque en la calle han montado una mini terraza (con 2 parabanes de cristal) que permite en épocas benévolas situar unas 3-4 mesas. Avelino nos recibe en la puerta (el se encarga de la terraza) y nos indica el comedor superior, donde nos recibe Jovita (que amabilidad se respira en todo momento). Mesa perfectamente vestida (buena mantelería), buen coperio (SCHOTT) y sorprendentes cubertería y vajilla (originales y diferentes para cada plato).
Obviamente decidimos el menú de LA TRUFA, pero trufa de la "de verdad", de la que te enamora aunque no la hayas probado nunca. Paso a describir el menú. Como entrantes en el centro de la mesa:
- Tosta de pan de cristal con trufa, sin más. Abundante trufa que Jovita lamina ante ti y que inunda el ambiente con su aroma. Simplemente unas escamas de sal y un chorrito de AOVE, sublime.
- Tostadita de queso de Morella con ralladura de trufa (exquisita y cortesía fuera del menú)
- Mil hojas de foie y trufa con praliné de avellanas. Un micuit en forma de pequeño flan con trufa, flores, y al que te adjuntan un pan brioche.... muy rico
- Tartar de atun rojo con trufa y aceite empeltre. Servido con un recipiente con doble fondo con agujeros en su base, y con el uso de hielo seco y agua caliente, hace salir el "humo" que crea esa atmósfera (presentación espectacular). Además, te adjuntan el certificado de la trazabilidad del atún (sorprendente)

Continuamos ahora con los platos individuales:
- Huevo ecológico a la cocotte cocinado al minuto, con setas y trufa. El huevo va crudo en un recipiente, con una crema, setas y trufa, y se coloca sobre una "bañerita" en la que se pone alcohol, le prenden fuego y ves como se va cocinando el huevo, de manera que cada uno para la cocción según el punto deseado. Espectacular en presentación y en sabor.
- Rodaballo en papillote, trufa, verduritas y aromas de monte. El pescado viene en la bolsita de plástico en la que se ha cocinado, se corta delante del comensal, y es puro sabor, con las verduritas "al dente". A uno de los comensales, no le va mucho el pescado y le prepararon un magret de pato, que tuve el gusto de probar y estaba "de muerte".
- Arroz arborio, gallo de corral y trufa. Un arroz con un caldo espectacular y un punto del arroz perfecto ("tirantito") con trufa rallado por encima. Lo comimos despacio, pero por miedo a que se acabara tan pronto. Casi se me saltan las lágrimas.
- Cap i pota servido en su jugo, crema dubarry y trufa. Se compone de carrilera y pata de ternera. La carne literalmente parecía mantequilla de lo tierna que estaba. Riquísimo.

Para los postres:
- Nuestro sorbete de cava, que va con texturas de limón y servido en una botella de cava partida longitudinalmente. Muy refrescante.
- Las texturas del chocolate. Siete formas distintas de chocolate (crema, brownie, pannacotta, galleta, bizcocho de microondas, tierra y chocolate caliente)

Café muy bueno, carta de infusiones (todas ellas naturales), y como petit fours, una "latita" con trufas de chocolate y tierra de chocolate. Invitación a licores (orujos, mistelas y crema).

De beber, tomamos 2 botellas de Finca Resalso de Emilio Moro y agua.

Para mi hijo, pedimos un menú infantil compuesto por hamburguesitas (buey) con queso de Morella y con el pan de colores, croquetas morellanas (riquísimas) y unas patatas fritas caseras (cortadas a tiras continuas). Rico y divertido.

He de decir que fue una experiencia extraordinaria, además quiero destacar la sencillez y cercanía tanto de Avelino como de Jovita, que te hacen sentir verdaderamente como en casa. Honestidad y saber hacer a raudales. Para repetir una y mil veces.

Daluán, en el corazón de Morella en una preciosa callejuela bordeada de plantas y enfrentado a un imponente muro propio de la verticalidad del municipio. Las referencias eran muy buena, las expectativas altas… pero pese a todo lograron sorprenderme y enamorarme. Magnífica cocina, creativa, atractiva, con mimo de la materia prima y un continuo juego de engaños … el trampantojo elevado a enigma. Así que, había que dejarse enamorar. Hay también una oferta de cocina clásica propia de la zona, pero yo pretendía descubrir que había tras la imaginación del equipo de este restaurante. Una de las primeras –y agradables- sorpresas, la existencia de un menú para niños, un platito de hamburguesas de colores donde tampoco todo era lo que parecía. Mi enano lo disfrutó y preguntó al final ¡dónde se podrían conseguir esas hamburguesas!
Vamos a por el menú, aunque me temo que no os voy a descubrir todos los “engaños”… el que quiera saberlos que se pase por Morella.
Comenzamos con unos snaks, supuestamente patatas bravas, aceitunas verdes, aceitunas negras, cortezas y chips… acompañados de una copita de AT Roca… buen comienzo, comienzan las sorpresas con un plato sabroso y divertido… donde las aceitunas lo son por fuera, como una esferificación, pero en su corazón guarda un queso fresco.
El aperitivo era un tataki de sandia y atún. La primera por el aspecto y la consistencia parecía atún…. En este caso la sorpresa aparece desvelada en la carta…
El primer plato un gazpacho de tomate, anchoas, escalibada y salsa romescu. Los tomates no son tomates sino unos pimientitos rellenos de la escalibada con aceite de oliva liofilizado. Acompaña un vasito que es un agua de tomate y esencia de pepino, sabe a gazpacho pero es incoloro. Muy bueno y enormemente sápido.
Y de repente llega un helado, un magnum clásico.. que no era dulce… sino salado, relleno de una de mousse de espárragos y jamón. La conjunción del sabor de la corteza del “helado” y del relleno, espectacular.
El siguiente plato unos espaguetis carbonara, donde… demonios, los espaguetis ¡son de de patata! El resto de los ingredientes, bacon, champiñones y queso completan el plato presentado en uno de esos recipientes de cartón que vemos en las películas americanas para las comidas orientales. Muy rico.
El plato de pescado un rape al cava con aire de remolacha, un montaje espectacular dentro de una botella de cava partida por la mitad… un plato sabroso, con una textura magnífica y el pescado perfecto de cocción.
El siguiente plato una hamburguesa de secreto ibérico y foie. Tremendo de sabor, textrua espectacular… te lo comes en nada y te quedan ganas de más…
El postre ya más convencional: un calipo… pero un “calipo de la rogativa”, de nuevo sorprendente abrir el helado y descubrir los sabores tradicionales … una infusión de te de roca, bebida reconstituyente típica de las rogativas del pueblo.
Y quizás por el apego hacia el producto local, el postre final debía reflejar el elemento central de la repostería local, los flaons… lo que uno no espera es recibir los ingredientes por separado y tener que hacer tú el plato. La mezcla da lugar al sabor exacto de un flaó con una textura cremosa.
De repente se dan cuenta de un fallo en cocina… ¿vaya! Y nos llega un plato olvidado, una latita de conservas… pero ¡ah sorpresa!, es una lata que contiene un magnífico brioche con un refrescante escabeche ligero de cítricos. ¡Un puntazo!
Quizás por ello, cuando te llega la jaulita de una freidora con unas croquetas morellanas, no te sorprende descubrir en ellas el último de los postres, un postre de chocolate que te deja con muy buen sabor de boca.
Muy buenos café.
El servicio del vino muy bueno, con buen coperio y si bien la carta no es muy larga la selección es muy interesante, incluyendo los vinos de los alrededores. Además el vino se conoce, se explica y se aconseja con criterio.
Comimos en la terraza, en un agradable día de este otoño que es más bien verano…. Respirando la atmósfera única de este bello pueblo.

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