De vuelta a uno de los restaurantes top de Valencia, nos encontramos con un menú lleno de sabores, de sorpresas...hedonismo puro. Menú con personalidad, la de Nacho, con una materia prima tratada con mimo, con cariño. Estoy comenzando a escribir mi experiencia, y ya tengo ganas de volver...será gula?
Aperitivos: ensaladilla Kaymus, croqueta de cocido y quisquilla (fresca, muy fresca...rica, muy rica)
Entrantes: ( lo que recuerdo...muy buenos, y en cantidad más que correcta)
Ostra ahumada, tomate verde, cilantro.
Ventresca con tomate seco, queso.
Burrata, salmón.../ milhojas de foië
Codorniz (madurada y ahumada) sobre manitas de cerdo gratinadas y lentejas.....aún me relamo...de sombrero!
Portobello, crema de champiñón y quisquilla
Principales. ( sabor, potencia, elegancia....)
Pez limón, sobre verduritas (pimiento...) y curry
Anguila ahumada, manitas....potencia, con poder!
Postres.
Sorbete de limón ( si no se prueba, no se puede definir...chapeau!!)
La clásica tarta de queso
De bebercia: Valtarvieso VT 16 (rico)
Después de más de 2 horas de disfrute, en inmejorable compañía. ( y eso que nos faltaron "efectivos", lástima...) y con la sabiduría y el buen-hacer de Nacho, nos retiramos, no sin antes ir preparando nueva visita, cuando la caza haga acto de presencia...olé!!
Leyendo las críticas incluso de la guía Michelín, optamos por probarlo: error!!
Pedimos tres platos de entrada y no resaltó ninguno. Se salva el chipirón con blanquet. Luego el solomillo estaba demasiado hecho (lo pedimos poco hecho justamente) y el acompañamiento no tenía sentido.
El postre tampoco es para mencionarlo.
En cuánto al vino, estrepitosamente caro. Lo sirven muy bien pero pedimos un Finca Viñoa, unos 10 o 11 euros en bodega y nos cobraron 26 euros (normalmente nos cuesta unos 20). El fin, para no volver ni recomendar. Una pena!!
Yo soy un fan acérrimo de estos foros donde creo que la imparcialidad y el amor por la cocina son nuestra razón de ser. Reservo en Kaymus con la ilusión de un niño. Lees críticas que te empujan a probar nuevos templos aparte de los que ya conozco en Valencia. Pedimos menú del día(24 euros). Aperitivo, dos entrantes, arroz y postre. Aperitivos y entrantes mínimos, ya estoy cansado de que en algunos lugares entiendan que servir la comida en un plato diez veces más grande y ostentoso baste para aullar de gusto al comensal. Mi mujer que come menos que un pájaro se toca la tripa y se ríe. Yo, que soy de San Sebastián y ya tengo experiencia culinaria más que suficiente para saber el truco de la chistera grande y el conejo pequeño, me río sonrojado. Sabe que odio fallar con los restaurantes. Me armo de paciencia y espero al arroz(con sepia, coliflor y panceta ibérica). Les doy un voto de confianza ya que en Valencia, el Vaticano del grano, es como dejar examinarse a un chaval con el libro de texto entre los brazos.
Mis ojos se abren como platos cuando compruebo horrorizado como el camarero trae DOS PLATOS DE ARROZ a la mesa de al lado. Mi mujer y yo nos quedamos con la boca abierta. No puede ser. No es posible. Miro al techo y espero a que una luz de neón me deslumbre mientras entra algún presentador de TV. Llamo al camarero y le pido que CUANDO PONGA LA PAELLERA EN EL CENTRO... El camarero pone cara de circunstancias antes de que termine de hablar y me dice(no entiendo la manía, y tengo fuertes vínculos con Asia de poner camareros de otros países que hablen de forma pobre el castellano) que nanai.Me dice que quema mucho. La luz sigue sin deslumbrarme y yo empiezo a sudar. Le explico que si pone algo de madera debajo de la paellera no hay problema y que me gustaría servirme yo de la misma. Más bien le imploraba. Se va y a los diez segundos viene el chef con el arroz en la paellera y me suelta un seco NO ES POSIBLE SON NORMAS DE LA CASA. Se va mientras le estoy diciendo que es la primera vez en mi vida, y Valencia la tengo muy trillada gastronómicamente, que me sirven el arroz en el plato. Quizá sea un snob, un dandee o un pijonauta, pero yo entiendo el arroz en Valencia como un manjar de los dioses al que hay que adorar y como tal, tiene su liturgia. No hace falta que desgrane las virtudes y el placer para los sentidos que es servirte un arroz de la paellera, aparte del mantenimiento del calor, el socarrat, etc... Para mi es como si me traen una chuleta de primera y me la sirven cortada en trozos y sin el hueso. Matan el alma del plato. Pues eso. Los postres, tanto el Browney como la tarta de queso, simples y una vez más, escasos. Espantosa experiencia en el Kaymus al que iba, insisto, con la ilusión de una adolescente a un concierto de Justin Biber. Muy mal para el chef que al salir, no me dio explicaciones ni tan siquiera un adiós. 83 euros por dos menús del día con agua y Cocacola y tres ostras no bastaban para reblandecer el orgullo del superchef. Empiezo a entender que hay restaurantes que viven de la.inercia y cocineros a los que se les sube demasiado rápido los aires de grandeza y se les baja el amor por la cocina. La cocina no es esto, Kaymus, hasta siempre.
Nacho, uno de los referentes de la cocina en Valencia,y conocedor de nuestros gustos y preferencias,nos preparó un menú "sorpresa".
APERITIVOS: minipizza de berenjena, croqueta de bacalao, y bonito marinado sobre col.
ENTRANTES.
- Carpaccio de calabacín con cremoso de parmesano, albahaca, pipas y presa ibérica.
- Ensalada de ventresca y tomates confitados con crema de queso fresco y encurtidos.
- Ravioli de pasta fresca con espinacas, langostino y queso fresco.
- Guiso de manitas de cerdo con anguila ahumada(3) y foie caramelizado y manzana(3)
- Ravioli de gamba rayada relleno de txangurro con champiñones.
PRINCIPALES.
- Tataki de lecha y pisto con curry rojo.
- Solomillo de ciervo con boniato y...
POSTRES.
- Piña asada con yemas de santa Teresa y helado de chantilly.
- Texturas de calabaza y coco merengado.
Comoquiera que Nacho nos oyó nombrar la exquisitez de su tarta de queso, nos sacó una porción-generosa- para cada uno de los seis comensales.
De bebercia: unas cervezas, agua, y un Riesling de 2010- Dr.Bassermann-Jordan - del que cayeron cuatro botellas.
Servicio de sala perfecto, buen pan y cafés.
Y, sobre todo, la cadencia, el "tempo" entre platos...que de no ser correcto, puede estropear una gran comida;no es el caso, todos y cada uno de los platos salieron a su tiempo y a temperatura pefectas.
Qué ganas de repertir!!!!
Chapeau!!
Sensaciones encontradas, ya que bien no es notable y ¿es suficiente con suficiente? ¿Aun con algún elemento notable? Un trabalenguas, ya lo sé; por eso son sensaciones encontradas.
Excelente servicio. Atento a todo. Eficaz y comunicativo. Hacen que te sientas cómodo en todo momento.
Vamos con lo comido, ya que es lo que me lleva a esta curiosa sensación de ¿bien? ¿suficente? ¿notable?. Todos, absolutamente todos, los platos estaban bien, pero quizá con el filtro de "no ofender". Platos todos ellos que parecen estar lastrados por la imperiosa necesidad de gustar al mayor espectro de público posible y con cierto miedo a transgredir y pasar algunos límites; a romper con un orden establecido que quizá les esclaviza. Sí, puedo estar equivocado (venga, en serio, ¿yo equivocado?), pero es lo que sentía en cada plato.
Por otro lado creo que sí hay un punto que habría que revisar y es la estructura de los platos. Todos tienen la misma estructura: Base de salsa/crema, elemento de transición, elemento principal. Esta estructura lineal en cuanto a presentación y estructura, junto a una línea de sabor como la comentada en el párrafo anterior me hace dudar.
Hay, no obstante, dos platos que sí merecen ser reseñados por destacar sobre los demás. La lubina macerada en curry y la ortiguilla en guiso de manitas y sepia. Sí, ambos platos mejor que bien, pero sin llegar a ser notables. A la lubina le falta un empujón más. Más carácter. Más aristas. El guiso de manitas, sepia y ortiguilla tiene un asunto peculiar. Al situar algo crujiente sobre un guiso es inevitable que este pierda su punto crujiente. Para evitar que esto ocurra te lo has de comer lo antes posible. Si lo haces te quemas. Catch 22 (o soplas o chupas ;-) ).
Dos postres, ambos estaban en la línea de los platos, esto es, estaban bien.
Vinos sí que tienen, sí. ¡Y les gusta! Beber, lo que se dice beber, bebí muy bien. Pero que muy bien. Tras hablar un poco con ellos allá que vamos con una suerte de maridaje con vinos de Jerez. Me fallará la memoria, pero creo que fueron Manzanilla Pastora, Manzanilla Pasada Blanquito, Tío Pepe 2 Palmas, Savagnin de Lucien Aviet (x2) y La Bota de Oloroso 46. Sí, bebí pero que muy bien y el precio apañadísimo para ser estos vinos (22 EUR de maridaje).
En suma, es un lugar en el que comí bien, bebí requetebien e hicieron que me sintiera muy a gusto. Volvería.
Nota: En lo que respecta al campo "Comida" la nota de 8,5 es demasiado alta. La de 7 demasiado baja.
Un encuentro especial, de esos que dejan huella, que cuesta de planificar y fijar fecha seguramente porque nos complicamos la vida más de la cuenta pero que vas mirando la fecha conforme se va acercando y te vas creando expectativas. Y si además se cumplen con creces .....
Elegido el local más por Bacco que por Pantagruel (como diría mi amigo Alfonso), en el comedor reservado, 9 para cenar y beber a lo que Nacho decida y que además no va a examinar. Plus de diversión.
Arrancamos con unas cervezas conforme llegan los comensales. Se me niega la manzanilla pedida por respecto al maridaje, así que cerveza patooos.
Se plantea puestos que somos 9, número perfecto para botella por servicio, empezar con aperitivo de la casa con manzanilla, luego 3 platos con champagnes, otros 3 con blancos y otros 3 con tintos más un par dulces en el postre. Nos pareció que igual haciamos corto sobre todo siendo cena, pero aceptamos la propuesta.
Para beber:
. manzanilla de añada 2011, la 2/11 de Callejuela
. Initial de Jacques Selosse: un lujo este inicio con Initial
. David Léclapart L´Artiste: claramente oxidativo, muy claro de color y poca burbuja.
. Fleury 100%: una sensación de perfecta evolución y madurez.
. Dönnhoff Riesling 2009: contraste entre el dulzor en nariz y sequedad en boca; precioso de color oro por su envejecimiento.
. Arbois: esos "jereces del norte", tan dorados, tan intensos y complejos como reconocibles y disfrutables
. Chablis Grand Cru de Régnard: mucha elegancia y equilibrio, muy transparente que nos hizo pensar en chenin y era chardonnay.
. Thibault Liger-Belair 2012: esa complicada pinto noir que cuando cunples es excelsa
. Barolo Gramolere 2011: un vino diferente pero que gustó
. Chevalier de Las Combes de Margaux 2010: el rey: Don Burdeos simplemenmte perfecto aunque me gustó más la repetición final (tras el postre) por la evolución temporal.
. Lucashof 1998 Forster Bischofs Rieslaner: un riesling de vendimia tardia, muy ambarino que hizo pensar en esos vinos de hielo alemanes.
. Cream Piñero: buen cream, que puede que sea uno de las mejores elecciones como vino de postre.
¿El juego? Pues algunas cosas acertamos: el primer champagne que era de Selosse, el tercero porque es un champagne de cabecera de uno de los comensales. De los blancos acertamos que era un riesling el primero que era un Jura (esos jereces del norte..) el segundo; d elos tintos que era un borgoña y pinot noir el primero, que era un barolo el segundo y que el tercero por lógica (pensando en ir subiendo en calidad) un Burdeos; el primer dulce que era alemám (pensamos en eiswein), y el último nos enteramos sin preguntar.
Para comer:
. aperitivo: triaperitivo: servido en tabla rectangular un poco de bonito marinado, ortiguilla y croqueta de bacalao ahumado con alioli: todo perfecto de punto. Aperitivo no, lo siguiente.
. ostra Guillardau con aliño de verduritas con especias asiáticas: buena ostra y buen punto de picante que parece poco pero que queda e invita a beber y si tienes delante al maestro Selosse, pues a seguir.
. tartar de cigalas hecha la albúmina con las cabezas trituradas, con almendras y brotes de cebollita confitada
. ensalada de tomate confitado con ventresca de atun rojo y emulsión de agua del propio tomate
. ravioli de gamba rayada relleno de txangurro con champiñones. Plato magistral. La proipia gamba es la que hace de ravioli.
. lubina fileteada con un lomo al horno y maridada con pasta de curry, cortada fina y un paté del resto del lomo; acompaña un turron de cacahuete y un rulito de berenjena. Complicado y elaborado. Demasiado curry para algunos.
. dumpling de ortiguilla con pasta de leche de coco, verduritas encurtidas y salsa de arroz con caldo de ortiguillas. Gran plato.
. empanadilla de remolacha y codorniz con sus patas escabechadas y el resto desmigado con la crema de remolacha
. tartar de urta con caviar iraní sobre una base de emulsión de almendras. Platazo de elementos y combinación.
. secreto ibérico de Joselito (hay que vender el resto del cerdo, jamones aparte) con crema de piña y nabo. Bien de sabor pero muy seca la carne, Fallido final.
. crema de flor de sauco, melón marinado con helado de lichi piña y granizado de fruta de la pasión y gelatina de San Germain. Asombrosa combinación de texturas y sabores con su punto cítrico que descarga.
. crema de piña asada al horno y no sé que más ya que no lo apunté y el disco duro ya patinaba un poco.
Como parecía que había sido poco, acabamos con gin tonics en general y me fui a la parte dulce por no cambiar; me dieron a probar un amontillado (muy especial) Salvaje Terán-Peralou de El Guerrita (¡qué recuerdos de la cena Verema!), embotellado bajo demanda, pero que se descolocó su acidez, su intensidad y que no acabé de entenderlo. Quizás aún los he estudiado poco.
Tras cuatro horas y media de paciencia por los camareros, levantamos el telón y nos fuimos como pudimos.
De lo mejor vivido en este año. ¡Vive la France!
Me gusta Nacho Romero y me gusta Kaymus, por eso hay veces que me pregunto el por qué tardo tanto en volver. Este verano pillé a Nacho de vacaciones y no sabía que ahora está en sala, aunque sigue participando en las creaciones de cocina. Esto es algo que cada vez pasa más, el propietario y cocinero abandona durante el servicio la cocina para ocuparse personalmente de sus clientes. Esta fórmula suele no funcionar, por ejemplo con el servicio y atención del vino, pero no es el caso. Este es uno de esos extraños ejemplos en el que al cocinero le gusta, entiende y sabe de vinos, además de ofrecer un buen servicio.
El local me gusta, aunque reconozco que era la primera vez que lo visitaba de día y la falta de luz natural lo penaliza un poco. Por la noche el ambiente es elegante y no echas en falta la luz del sol.
Optamos por uno de los menús degustación:
Ensaladilla Kaymus, croqueta de bacalao ahumada con su all i oli y ortiguilla de mar, entrantes muy trabajados que Kaymus llevan sirviendo desde hace años, sobre todo la croqueta, que me gustó mucho y la ensaladilla, en la que eché en falta algo de encurtidos que la refrescara. Las ortiguillas perfectas de rebozado y de punto de fritura.
Carpaccio de calabacín con cremoso de parmesano, albahaca, pipas y presa ibérica. Platazo, de esos en los que ves el buen uso de ingredientes, el equilibrio, la imaginación y el sabor rotundo.
Ensalada de ventresca y tomates confitados con crema de queso fresco y encurtidos, ahora una preparación con pescado, refrescante, equilibrada.
Ravioli de pasta fresca con espinacas, gambas y queso fresco, acompañado de una mantequilla de salvia, otro a destacar, qué punto más rico el de mantequilla con las aromáticas y la pasta fresca.
Guiso de manitas de cerdo con sepia y ortiguilla de mar con limón verde, otro de los platazos del menú, un mar y montaña que atascamos bien de picante turco, de esos quedan en la mente y en la memoria de las papilas (si existiera tal memoria) durante años.
Tataki de corvina con mayonesa de almendras y pisto con curry rojo de Tailandia, la grandeza del pescado crudo, el punto de la mayonesa de almendras, que casi parecía un ajoblanco espeso y el punto especiado... De nuevo plato refrescante para las temperaturas sofocantes del verano, con sabores intensos bien integrados.
Steak tartar, porque nos gusta, porque allí donde lo vemos lo pedimos y porque nos acordábamos del que hacía Nacho tan bueno.
Crema de piña asada, con crumble, yemas de Santa Teresa y helado de chantilli.
Nuestra versión de la selva negra. Tanto el primer postre como este segundo, la reinterpretación de un postre clásico, muy bine ejecutados, bastante buenos, aunque opino poco porque soy más de salado y ya los hubiera yo cambiado por más guiso de manitas XD
La carta de vinos es un verdadero espectáculo de originalidad, de calidad y variedad, además de las cosas que Nacho tiene fuera de carta y que componen una de las bodegas más interesantes de Valencia. Copas de buena calidad y servicio atento y profesional.
Lo dicho, espero volver en breve a disfrutar la cocina de Kaymus y que no vuelve a pasar tanto tiempo entre visita y vista.
Desde 2008 lleva abierto este restaurante, considerando uno de los tops de Valencia, y hace años que lo tengo en la lista de pendientes. Tras un par de intentos fallidos por lleno, el día de autos, viernes noche, conseguí reserva en el día con un par de horas de antelación. ¿Mala señal? Cualquier duda al respecto de disipó al llegar y comprobar que estaba lleno, para suerte del restaurante y no tanta nuestra, pues no nos tocó la mejor mesa que digamos, algo lógico al haber reservado los últimos.
El restaurante, ubicado en una de las vías principales de Campanar, tiene fácil aparcamiento por la noche: en la misma puerta, carril bus no operativo. Guapa sala, moderna, fresca, con combinación de diferentes elementos decorativos y con una bodega acristalada que hace de separación entre la estancia principal y el zaguán.
Buen ambiente, elegante, con la parroquia -en su mayor parte parejas- hablando bajo. Sin embargo se veía algo alterado por los nervios y aceleración que exhalaba el servicio, provocados, según nos explicaría Nacho Romero, por haber fallado algún puntal en sala esa noche. Iba corriendo de un lado para otro y haciendo casi todo el trabajo de sala él, pues el resto de camareros al parecer eran noveles.
Cierto es sin embargo que cuando llegaba a tu mesa te dedicaba todo el tiempo que fuese necesario. Un profesional como la copa de un pino Nacho Romero, chef (que esa noche no pisó la cocina) y alma máter de Kaymus. Chef… y sumiller, sabe mucho de vinos y habla de ellos con pasión. Seguro que debido a la necesidad de ser ubicuo esa noche para tapar las carencias del servicio, hablaba con fundamente y detenimiento pero escuchaba poco.
El caso es que decidimos ponernos en sus manos y pedir lo que él nos dijera, tanto de comer como de beber. Nos explicó que Kaymus era como dos restaurantes en uno, el de carta (más de mercado y clásico) y el de menú-degustación, el gastronómico, en el que él vertía todo su caudal creativo. Pues venga, a por el degus:
----- Aperitivos:
• Roll de bonito marinado con col y mostaza.
• Ortiguilla de mar.
• Croqueta de bacalao ahumado con su all i oli.
• Mini pizza de berenjena, queso Comté y lardón ibérico.
----- Entrantes:
• Hummus al curry con mojama de lubina, mermelada de kumquat y miel de azahar.
• Sushi de ceviche de corvina y mango con un aliño thailandés.
• Carpaccio de calabacín con crema de parmesano, albahaca y pipas con presa ibérica ahumada.
• Ensalada de ventresca y tomates confitados con una mayonesa de queso fresco y encurtidos.
• Ravioli de gamba roja con verduras confitadas y txangurro con crema de champiñón.
• Ortiguilla de mar con guiso de manitas de cerdo, sepia y lima.
----- Principales:
• Tataki de mero con mayonesa de almendras y pisto con curry rojo.
• Molleja de ternera glaseada con calabacín al Jerez.
----- Prepostre:
• Piña asada con yemas de santa Teresa y helado de chantilli.
----- Postre:
• Flan roto de chocolate con cookies y helado de galleta.
Se cena bien en Kaymus, sales satisfecho. Una cocina actual, con toques de autoría y muchos recursos, siempre sobre la base de buenos y variopintos productos. Aire asiático en varias de sus creaciones. Quizás se eche en falta una línea argumental más clara en la vertebración de los platos y la secuencia de los mismos.
Excepto los postres, que no nos dijeron mucho, todos los platos tenían su aquél. Destacar dos de ellos: por su finura y delicadeza el “ravioli de gamba roja con verduras confitadas y txangurro con crema de champiñón”, donde finísimos cortes de la propia gamba hacían las veces de la pasta, y el txangurro brillaba en el relleno; y por su audacia y sabor, un mar-montaña brillante, la ”ortiguilla de mar con guiso de manitas de cerdo, sepia y lima”. Le dije textualmente a Nacho que ese plato era de 9, pero que pedía picante a gritos, que si lo hubiera llevado sería de 10. Me explicó algo que ya tengo oído en varios restaurantes: que en Valencia a la gente no le gusta el picante y que cuando lo pone en algún plato se quejan. Y tras esto tuvo un gran detalle, pues me sacó otro plato de manitas con una puntita de un picante turco que tenía por ahí, que picaba endemoniadamente, más teniendo en cuenta que únicamente mojó en él la una de las puntas de un tenedor y con él se limitó a revolver el guiso. Picaba mucho, no te morías, he tomado muchas veces platos más picantes, pero jamás con tan pocos miligramos de picante he sentido tanto picor. El caso es que, ahora sí, el plato estaba de 10.
Bebimos una copita de Louis Roederer Brut Premier de entrada y una botella de otro champagne, maravilloso, complejo, que nos recomendó Nacho: Dehours et Fils Trio “S” 2008, con peculiar elaboración por soleras que le confiere unos toques oxidativos brutales de champagne viejo pese a estar hablando de un 2008. Hizo un inciso a mitad de comida para maridarnos las manitas con un soberbio Palo Cortado de la Cruz 1767. Para los postres, un Oremus Tokaji Azsú 4 Puttonyos.
En fin, que nos pegamos un buen homenaje.
Hace mucho tiempo que no había estado así que aproveché la oferta de Cuina Oberta. Cena de sábado, el local está lleno. Menú de 30 euros compuesto por:
Entrantes
-Bonito con coliflor y mostaza. Tres tiritas de bonito crudo sobre una especie de chucrut o col macerada, no lo sé muy bien pero el resultado era muy rico y contrastado
-Carpaccio de calabacín con parmesano, pipas y tiritas de secreto ibérico marinado. Como el calabacín es algo soso, la mezcla con la base de queso le va bien y las pipas daban potencia
-Sepias de playa con morro de ternera y berenjenas.Por problemas con los proveedores este plato fue sustituído por un ravioli de espinacas y langostino con una salsa de mantequilla de salvia
-Dumpling relleno de crustáceo con salsa de ortiguillas de mar. Este me encantó, muy sabroso y original
-Tataki de pez limón con crema de almendras y pisto. Bien
-Pastelito de pollo al curry con arándanos. Crujiente la pasta y jugoso el contenido. Muy buena mezcla
-Postre:Piña asada al horno con helado de chantilly y yema. Es como una salsita o sopa con un exquisito sabor a piña asada y yema a la que le añaden una bola de helado. También me gustó mucho, no soy de postres y me pareció que estaba de muerte.
La comida ya os digo, deliciosa. Ahora vienen los peros. El pan se cobraba a 2.50 por persona aun siendo el menú cerrado de Cuina Oberta (yo no pedí porque ya lo sabía- lo ponía la famosa página de viajeros- y no suelo comer pan con este tipo de platos de degustación donde no se puede mojar). La carta de vinos es extensísima pero la mayoría son tan selectos que se escapan a mi presupuesto, así que me pedí un Vallegarcía de viognier (a 22 euros) que me resolvió muy bien la cena pero... los precios de la carta de vinos no incluyen el iva, así que lo del pan y el iva de la bebida se lo encuentra el cliente a la hora de pagar ya que en la carta no lo pone. También pedimos agua ( la tienen Evian de medio litro) y un café
En fin, una pena que una comida tan elaborada, exquisita y de presentación tan atractiva le quede un poco deslucida al cliente por estos pequeños detalles recaudatorios.
El servicio de sala estupendo, muy amables en todo momento
Valoro en calidad-precio el menú de Cuina oberta pero supongo que a la carta la relación no será la misma. Es que lo de Cuina oberta está muy bien, la verdad ( si aciertas, claro)
* Intento poner los platos en negrita como vosotros pero no hay manera!!!
Se cerraba el certamen de VCO y no nos queríamos quedar sin probar nuevamente Kaymus. Un atractivo menú sobre el papel junto a la garantía que supone la cocina de esta casa era motivo más que suficiente para aprovechar la ocasión.
Sobre el aspecto del local huelga comentario pues se ha descrito en multitud de ocasiones. Atmósfera tranquila, elegante y confortable. Llegamos los primeros y al salir comprobamos que más de la mitad del local estaba ocupado.
Acomodados en la parte destinada como reservado con un total de cuatro mesas que finalmente llenó. Un par de cervezas rubias de barril acompañaron los aperitivos llamados Picadas Kaymus compuesto por:
- Tomate Relleno de Queso con Frutos Secos.
- Sardina Marinada con Ensalada de Pepino.
- Blini de Salmón con Encurtidos.
- Rollito de Primavera Kaymus.
Cuatro bocaditos que cumplían la función de apurar la birra, destacando el rollito con presencia de trocitos de calamar en su interior, dándole un toque inesperado y gustoso.
Ceviche de Corvina con Vichysoisse y sus Verduritas. Suave, todo muy suave, tanto el producto como su ejecución. Un insulso cherry intentó boicotear el delicado microclima del plato. Sumisión.
Hamburguesa de Sepia con Tártara y Aros de Cebolla. Generalmente, cuando me presentan estas hamburguesas se eleva mi ceja izquierda de forma innata en señal de desconfianza. En esta ocasión, tras probarla, aprendí de nuevo dónde puedo meter mis prejuicios. Tostadita y bien sellada por fuera con un tierno interior muy bien condimentado y acompañado por esa salsa tártara que le iba de rechupete. Lección.
Lentejas con Codorniz Escabechada y Carpaccio de Manitas. Platazo en toda regla. Finas, bien ejecutadas, con un fondo intensificado por el velo de manita de cerdo que las cubría y que tras un paso por grill se fundía con el guiso. Lagrimón.
Bonito del Mediterráneo con Guiso de Zanahorias y Alcaparras. Buen producto y especialmente rica la salsa sobre la que reposaban los tacos y que contenía en su elaboración una panceta ahumada picadita que terminaba de redondear el plato. Calculado.
Terrina de Cap i Pota con Puré de Patata y Rastra de Tomate. Fue el plato con el que menos disfruté. Percibí intenciones que no llegaban a cristalizar en vista ni en boca aunque puede que no buscase en la dirección correcta. Desorientado.
Crema de Almendras con Piña Estofada al Horno, Almendras Garrapiñadas y Helado de Vainilla. Correcto punto final dulce con el toque exótico de la ejecución de la piña. Cabal.
Para beber acompañamos el menú con una botella de Enate Chardonnay Fermentado en Barrica D.O. Somontano muy rico y que se adaptaba bien a los platos. Servicio impecable y muy atento al rellenado, cosa que a veces me pone algo tenso, tanto en cadencia como en cuanto a la cantidad servida.
El pan eran unas rebanadas de uno blanco de aceite de corteza crujiente y esponjosa miga y otro de semillas más tierno en su superficie con sabor marcado.
Un buen café solo para terminar.
Servicio amable, profesional y explícito si solicitabas alguna aclaración. Al final quedamos en que nos enseñarían la panceta utilizada en el guiso del bonito pero al irnos vimos tantas mesas ocupadas que nos dio reparo recordarlo.
En resumen, local que ya es por todos conocido en Valencia y que supone una garantía en cuanto a cocina y servicio. A esa fiabilidad un servidor le da mucho valor, lo que añadido a una cierta inquietud que se percibe por no estancarse en el producto ofrecido, dota a la empresa de una integridad manifiesta.
Bonito del Mediterráneo con Guiso de Zanahorias y Alcaparras
Lentejas con Codorniz Escabechada y Carpaccio de Manitas
Hamburguesa de Sepia con Tártara y Aros de Cebolla
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