Mundo Viejuno: disquisición sobre los vinos tradicionales, sistemas de puntuaciones y el rol de los prescriptores

Pues sí, dependerá de cada uno... Pero voy a hacer un símil: si retiramos los fondo públicos destinados a la educación seguro que algunas personas de extracción humilde, sin apoyo económico, serán capaces de sobresalir y montarse en el ascensor social. Pero será una anécdota en una realidad mucho más compleja.

Creo que es necesario que los consumidores desarrollemos una actitud crítica ante el fenómeno global, que sin dudas nos supera como individuos pero sobre el que podemos influir de una u otra manera. Después de tantos años probando vinos y descubriendo todo el contexto cultural que pivota a su alrededor hemos de construir un discurso propio. Es lógico que lo hagamos y que esto que nos lleve a ser sensibles con las interferencias que se dan en la realidad. Digan lo que digan, el vino viene de un contexto de proximididad, es un elemento cultural básico en nuestro país, y lo mismo podríamos decir de la mayoría de territorios de nuestro entorno.

Lo que me inquieta de las respuestas de Luis es que se desprende que las cosas fluyen por sí mismas. Es decir, que el vino de Rioja cambia por que hubo una cosecha muy buena en el 70 y se comenzó a plantar mucho y mal. Que en los 80 se descarnaron los vinos pero que a partir del 94, y gracias a una buena cosecha cojonuda, se volvió a un modelo de vinos enteros, como antaño. Y quizás ahora está cambiando y nos volveremos a pasar de frenada y los vinos serán menos profundos, menos maduros y sabrosos... Veamos, lo del 70 no tiene absolutamente nada que ver con una cosecha sino que con la llegada de los capitales especulativos (bancos, cajas de ahorro, distribuidoras internacionales, Rumasa, aseguradoras) y una extensión del desarrollismo de los 60 al sector del vino y al -entorno rural. Nos olvidamos que ese movimiento tuvo sus víctimas (Campo Viejo, Berberana, Franco-Españolas, PATERNINA y tantos otros - que hasta ese momento hacían vinos extraordinarios.

El debate debería de centrarse en el papel de los prescriptores y cómo un pequeño grupo de empresas son capaces de incidir sobre las decisiones de los elaboradores: cómo serán sus vinos, cómo trabajarán la tierra, cómo será nuestro panorama vinícola los próximos 25-50 años. Por que no olvidemos que el negocio del vino está pensado a largo término y el que no viene para quedarse ya está fuera antes de comenzar. Un saludo!!